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“A
pesar del rechazo de las enmiendas propuestas, aun así, Brasil votó
a favor de la resolución que, en la práctica, crea obstáculos a la paz y no contribuye a
la resolución del conflicto. Cabe recordar que
la posición de Brasil a favor de esta resolución
es consistente con la posición del país desde el
estallido del conflicto, hace exactamente un
año. Ocurre, sin embargo, que esa posición puede resultar contraproducente para
la estrategia brasileña de viabilizar el “club de países por la paz” defendido por el
presidente Lula.
"O no, pero eso
ocurriría en la lamentable hipótesis
de que el voto alineado con EE.UU. sirviera de moneda de cambio para viabilizar
la propuesta brasileña en detrimento de una composición con el plan de China, presentado hoy,
con 12 propuestas de paz y que, no
por casualidad, fue sumariamente
rechazado por la OTAN. El secretario general de la Organización, Jens Stoltenberg,
fulminó la iniciativa: “China no tiene
mucha credibilidad porque el país no condenó la invasión”.
"La
abstención de Brasil en compañía de los países BRICS, por otro lado, reflejaría una postura de imparcialidad crítica y capacidad de mediación en el conflicto. Y aumentaría la legitimidad
del país para liderar, junto con otras naciones que no están
involucradas en la guerra, el esfuerzo
de negociación mundial para establecer la paz. La política exterior activa y
orgullosa tuvo bastante éxito durante el ciclo de gobiernos
del PT en los primeros 15 años de este siglo. Sin embargo, en este período histórico de creciente impugnación del orden mundial euroamericano y de la disputa por un mundo
multipolar, esta política enfrenta nuevos
requerimientos.
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Fuentes: Estrategia (CLAE) / Rebelión [Imagen: Reunión del presidente Lula con algunos de sus ministros el 22 de febrero de 2023. Créditos: Ricardo Stuckert/PR/Agência Brasil]
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GUERRA
EN UCRANIA Y GOLPE EN PERÚ DESAFÍAN LA POLÍTICA EXTERIOR BRASILEÑA.
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Por Jeferson Miola | 27/02/2023 | Brasil
Fuente Rebelión lunes 27 de febrero del 2023.
En este
artículo el autor analiza los últimos pasos dados por la diplomacia brasileña
con respecto al conflicto bélico que se está desarrollando en Ucrania.
En otro
artículo memorable [24/2], el profesor José Luís Fiori enumera una serie de “declaraciones y comportamientos [de los aliados
estadounidenses y europeos] que solo refuerzan la ‘narrativa’
de los rusos de que el conflicto en Ucrania comenzó mucho antes de la ‘invasión rusa’ del territorio ucraniano”.
El hito de
este proceso fue el incumplimiento del compromiso estadounidense de no
avanzar los dominios territoriales de la OTAN hacia Europa del Este tras el fin del Pacto de
Varsovia y la disolución de la Unión Soviética. A juicio de Fiori,
“fue
exactamente a partir de ese momento que se sucedieron las cinco oleadas
expansivas de la OTAN, que llegaron hasta las
fronteras rusas de Georgia y Ucrania”.
“A
un año del inicio de la invasión rusa, la guerra
ahora es directa y explícitamente entre Rusia y Estados
Unidos y sus aliados europeos, y todo
indica que Estados Unidos ha decidido incrementar
aún más su participación [militar] en el
conflicto”, dice Fiore.
Como ha
advertido en sus análisis, Fiori vuelve a subrayar que el campo de batalla en Ucrania es, en
el fondo, parte de la competencia
por el poder global entre las grandes potencias
–
“como siempre, de espaldas a todos y a cada uno de los juicios éticos y críticos de la guerra misma, y su inmenso desastre humano, social, económico y ecológico”.
La resolución
de la Asamblea General de la ONU del 23/2, en este
sentido, es un instrumento más de
presión estadounidense en la escalada
de la disputa por el poder mundial y cuyo efecto, en términos concretos, es perjudicial
para la construcción de soluciones políticas y negociadas.
La resolución
tiene un claro sesgo antirruso y proconflicto,
tanto que se rechazaron dos enmiendas muy razonables sugeridas por Bielorrusia.
Según un
comunicado de la ONU,
“el
texto rechazado eliminó las disposiciones que culpaban a Rusia de iniciar el conflicto”
y también proponía “la resolución pacífica del conflicto
y la prohibición del suministro de armas a Ucrania”.
Es precisamente a través del suministro de armas a
Ucrania que EE. UU. y sus aliados
promueven la guerra de poder contra Rusia.
A pesar del rechazo de las enmiendas propuestas, aun así, Brasil votó a favor de la resolución que, en la
práctica, crea obstáculos a la paz y no contribuye a la resolución
del conflicto. Cabe recordar que la posición de Brasil
a favor de esta resolución es consistente con la posición del país desde el estallido del conflicto,
hace exactamente un año.
Ocurre, sin
embargo, que esa posición puede resultar contraproducente para la estrategia brasileña de viabilizar el “club de países por la paz” defendido por el
presidente Lula.
O no, pero eso ocurriría en la lamentable hipótesis de que el voto alineado con EE.UU. sirviera de moneda de cambio para viabilizar la propuesta brasileña en detrimento de una composición con el plan de China, presentado hoy, con 12 propuestas de paz y que, no por casualidad, fue sumariamente rechazado por la OTAN. El secretario general de la Organización, Jens Stoltenberg, fulminó la iniciativa: “China no tiene mucha credibilidad porque el país no condenó la invasión”.
La abstención
de Brasil
en compañía de los países BRICS, por otro lado, reflejaría una postura de imparcialidad crítica y capacidad de mediación en el conflicto. Y aumentaría la legitimidad
del país para liderar, junto con otras naciones que no están
involucradas en la guerra, el esfuerzo
de negociación mundial para establecer la paz.
La política
exterior activa y orgullosa tuvo bastante éxito durante el ciclo de gobiernos del PT en los primeros
15 años de este siglo. Sin embargo, en este
período histórico de creciente impugnación
del orden mundial euroamericano y de la disputa por un mundo
multipolar, esta política enfrenta nuevos
requerimientos.
Además de la
guerra en Ucrania, la posición del gobierno brasileño en relación al golpe de Estado en Perú y
el reconocimiento de la presidencia de Dina Boluarte, también desafía
la política exterior brasileña en este nuevo ciclo histórico en el que el
gobierno de Lula III se desarrolla.
Jeferson
Miola es miembro del Instituto de Debates, Estudios y Alternativas de Porto
Alegre (Idea), fue coordinador ejecutivo del V
Foro Social Mundial y colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
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