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Resistencia en la calle. A la luz de la larga historia de lucha que los movimientos sociales viven desde décadas y durante la presidencia de Castillo, “¿cómo no íbamos a salir a las calles cuando lo secuestraron y lo detuvieron el 7 de diciembre?”, se interroga la referente feminista. Tras el ataque y detención del presidente se dio la traición de su vicepresidenta, Dina Boluarte, a quien “habíamos elegido en la misma fórmula, con nuestros votos”, explica Huanca. Y enfatiza: “muchas veces nos había dicho que, si tocaban al presidente, ella [Boluarte] se sumaría al pueblo para movilizarse y defenderlo, pero no fue así. Se pasó al otro lado, se fue con la derecha. Pura traición. Hoy tiene un discurso de diálogo y de pacificación, pero manda asesinar a nuestros hijos”.
“Imposible, por lo tanto, ir a dialogar con alguien que está masacrando al pueblo”, argumenta la líder campesina. La pausa, la voz entrecortada por la emoción, así como alguna lágrima y la realidad que tiene ya rostro de sentencia: “Son más de 60 las mujeres y los hombres asesinados en distintas partes del país, la mayoría, jóvenes, producto de la represión brutal que no cesa y aumenta cada día más. Si quieren masacrarnos que lo intenten… Encontrarán enfrente todo un pueblo con pecho abierto que no va a dejar de movilizarse hasta que logre justicia y asegure que sus reivindicaciones sean escuchadas. “¿Frenar ahora nuestra resistencia? Inimaginable”, concluye Huanca. “Le estaríamos heredando el dolor a nuestros hijos y nietos, que seguirían sufriendo porque nosotras, hoy, habríamos renunciado a nuestra lucha”.
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PERÚ, REPRESIÓN Y RESISTENCIA
SOCIAL.
Lourdes Huanca, dirigente campesina y feminista: «No vamos a
abandonar la resistencia»
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Por | 04/02/2023 | América
Latina y Caribe
Fuente Rebelión domingo 5 de febrero del 2023.
Desde hace casi
dos meses se
protagonizan en Perú constantes manifestaciones y la indignación popular no se
debilita. Luego de los sucesos del 7 de diciembre pasado, con la detención del
hasta entonces presidente Pedro Castillo, y su
posterior substitución por la vicepresidenta Dina
Boluarte, el país sudamericano parece ingobernable. El muy fragilizado
poder ejecutivo no controla la situación interna y la protesta ciudadana
sostiene reivindicaciones muy precisas.
“Exigimos
la destitución de Dina Boluarte; la libertad del presidente Castillo;
el cierre del Congreso; la instalación de una Asamblea Constituyente; que se levante el estado de
emergencia y que se haga justicia para los más de 60
héroes de nuestro pueblo asesinados en estas últimas semanas”. Con voz
enérgica, Lourdes Huanca, dirigente campesina y
feminista peruana –tal como se define en su presentación– resume las
exigencias que enarbolan importantes sectores sociales de su país.
Huanca llegó a mitad de enero a Europa
para informar sobre la situación peruana. En Bruselas,
tuvo diversos contactos con diputados europeos. En Madrid, encuentros con referentes
políticos y sociales de primer nivel. En Suiza, con idas y vueltas de Ginebra (Naciones Unidas) a Berna, para
encontrarse con personalidades internacionales, parlamentarios helvéticos y
representantes del Ministerio de Relaciones Exteriores. En Berlín, nuevos contactos con personalidades.
Su gira europea continúa en lo que
parece una maratón infatigable. Junto con su
agenda “oficial”, siempre, la otra, no menos importante para Huanca: intercambios con asociaciones,
sindicatos, ONG y medios de prensa. Así como plantones, movilizaciones e
incontables encuentros con los actores y las actoras del movimiento de
solidaridad.
Durante su presencia en Europa nunca se
la ve sola: siempre arropada por latinoamericanas-os y europeas-os solidarias-os, que sin distinción
de nacionalidad afirman que, hoy, “todas y todos somos peruanos”. Y Huanca precisa: no se debe parar con la solidaridad; no hay
que resignar la presión internacional; es importante informar, permanentemente,
sobre los hechos; movilizarse; escribir
cartas a las autoridades y promover
comisiones internacionales de investigación y encuesta que viajen
rápidamente a Perú para comprobar
las violaciones constantes de los
derechos humanos.
Todo esto en un contexto muy particular:
desde años no se vivía en esta parte del continente una
movilización tan activa de la comunidad latinoamericana (y
sectores europeos progresistas) asociándose, a la distancia, a la resistencia popular que se protagoniza en un país de América Latina.
“Nuestros pueblos
originarios, nosotras, constatamos que tenemos hermanas y hermanos en todo el
mundo. Puedo estar en Europa gracias al apoyo de
esa hermandad. Nunca hubiera podido venir aquí si no fuera por ese sostén
solidario”, explica la presidenta de la Federación Nacional de Mujeres
Campesinas, Artesanas, Indígenas, Nativas y Asalariadas del Perú (FEMUCARINAP), que cuenta con 160 mil mujeres
afiliadas.
Campesinas y feministas
“Organización pujante”, según su
presidenta, que hoy cosecha lo que viene construyendo desde el día que se fundó, en
2006. Huanca agrega que, al poco
tiempo de su existencia organizativa, “nos
integramos a la CLOC- Vía Campesina”, un paso esencial por lo que dicha organización representa para el movimiento
campesino mundial.
La FEMUCARINAP, explica Huanca, promueve dos tareas principales: el empoderamiento de la mujer a partir de la defensa y el respeto de su cuerpo como territorio propio, y su empoderamiento socio-político y cultural en tanto que campesina y feminista. Todo esto, sin olvidar la lucha por la soberanía alimentaria, es decir, para proteger la tierra, el agua así como las semillas propias.
La dirigente campesina peruana continúa
su reflexión:
“nuestras madres,
nuestras abuelas, nos enseñaron todo lo de la tierra, a sembrar, a sobrevivir en el campo. Pero
no nos pudieron enseñar cómo ser felices, a decidir si queremos tener uno o dos hijos, el derecho a enamorarnos. Eso, tan
esencial, lo aprendimos de las feministas”. Y por eso, nuestra “esencia campesina y feminista van de la mano, son
inseparables”. De esa misma identidad nace la convicción de FEMUCARINAP de participar activamente en la vida
política y social peruanas. En la primera vuelta electoral de abril 2021,
Huanca aclara que votaron por Verónika Mendoza,
y que, en el segundo turno, en junio del mismo año, eligieron a Pedro Castillo, un maestro rural, y campesino, como
ellas, que se enfrentó ya entonces a la derechista Keiko Fujimori, hija del dictador. “Nos
abrió las puertas”
Tan pronto como Castillo
asumió como presidente,
“nos abrió las puertas de su despacho para escuchar nuestras demandas y propuestas”, señala Huanca. “Era sorprendente: le escribíamos un mensaje por el celular diciendo que teníamos que hablar con él, y al instante nos respondía que coordináramos con su jefe de gabinete para organizar la reunión”. Una relación directa, horizontal, de enorme respeto hacia “los de abajo».
“No lo podíamos creer”, recuerda
con emoción la dirigente campesina, a quien Castillo
incluso le pidió que asumiera
como ministra de la Mujer,
propuesta que rechazó
“porque quería seguir
organizando y movilizando en las calles contra la derecha y, además, porque no
quería ponerme mordazas si asumía una tarea ministerial. Mi rol era desde el
llano. No quería renunciar a mis principios”.
El periodo de Castillo
en el gobierno abrió un proceso muy rico y muy bueno que “nos permitió avanzar con muchas propuestas
y logros concretos”, entre los cuales
se cuenta el apoyo para las mujeres campesinas en el marco de la segunda
reforma agraria y el ingreso
gratuito a las universidades de las hijas y los hijos del campesinado pobre.
Según Huanca, su organización promovió y
apoyó más 54
propuestas de ley para asegurar mejoras sociales, las que contaron con
el apoyo del presidente, pero que en su mayoría fueron obstaculizadas y
archivadas en el parlamento.
Por otra parte, prosigue Huanca, la derecha y las grandes transnacionales se salieron de sí cuando el
presidente Castillo anunció que tenía la intención de revisar las concesiones petroleras y
mineras –algunas de las cuales terminan en 2023– teniendo en cuenta si habían respetado o no los
derechos humanos y ambientales de las poblaciones locales.
“Eso les enfureció.
Nosotros, los pueblos originarios, podemos probar que, en muchos lugares de Perú, hoy la Madre Tierra está
muy enferma, nuestras comunidades padecen a causa de esa explotación y nuestros
hijos están enfermos, e incluso muchos tienen plomo en su sangre”, explicó Huanca.
Quien resume las muchas trabas a la gobernabilidad que debió enfrentar la gestión del presidente Castillo: En todo ese año y medio, la derecha y el poder oligárquico tradicional no lo dejó gobernar; hubo varios intentos para licenciarlo (suspenderlo) por supuesta incapacidad; lo subestimaron, lo minimizaron constantemente… “Y cada ataque que él sufría lo sentíamos en carne propia, era como que también nos agredían a nosotras».
Resistencia en la calle.
A la luz de la larga historia de lucha
que los movimientos sociales viven desde décadas y durante la presidencia de
Castillo, “¿cómo no íbamos a salir a las calles cuando lo secuestraron
y lo detuvieron el 7 de diciembre?”, se
interroga la referente feminista. Tras
el ataque y detención del presidente se dio la traición de su vicepresidenta,
Dina Boluarte,
a quien “habíamos
elegido en la misma fórmula, con nuestros votos”, explica Huanca.
Y enfatiza:
“muchas veces nos había dicho que, si tocaban
al presidente, ella [Boluarte] se sumaría al
pueblo para movilizarse y defenderlo, pero no fue así. Se pasó al otro lado, se
fue con la derecha. Pura traición. Hoy tiene un
discurso de diálogo y de pacificación, pero manda asesinar a nuestros hijos”.
“Imposible, por lo tanto, ir a dialogar con alguien que está masacrando al pueblo”,
argumenta la líder
campesina. La pausa, la voz
entrecortada por la emoción, así como alguna lágrima y la realidad que tiene ya
rostro de sentencia:
“Son
más de 60 las mujeres y los hombres asesinados en
distintas partes del país, la mayoría, jóvenes,
producto de la represión brutal que no cesa y aumenta cada día más. Si quieren
masacrarnos que lo intenten… Encontrarán enfrente todo un pueblo con pecho
abierto que no va a dejar de movilizarse hasta que logre justicia y asegure que
sus reivindicaciones sean escuchadas.
“¿Frenar ahora nuestra resistencia?
Inimaginable”, concluye Huanca. “Le estaríamos heredando el dolor a nuestros hijos y nietos,
que seguirían sufriendo porque nosotras, hoy, habríamos renunciado a nuestra
lucha”.
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