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“Para la guerra.
En cuanto la
cabecera de
la columna llegó al primer cordón policial hubo
choques, palos y gases.
El operativo de seguridad desplegó a la Policía Federal, la Prefectura y la Gendarmería,
que hicieron varios cordones sobre la Avenida Mitre para
impedir el corte del puente. En una de las
esquinas también se instaló a la división canes, con sus perros. La policía motorizada hizo rugir sus motos y los camiones hidrantes se
ubicaron detrás de la primera línea: es decir, fue el tipo de operativo con efectivos armados como
para una guerra. Cuando la Prefectura tiró sobre los que intentaron pechar para
llegar al puente (en ese avance también volaron piedras),
hubo disparos con postas de goma contra la multitud. A Atilio Vera, de la Corriente Eva Perón,
uno de esos disparos le dio en la cabeza y
terminó en el hospital. “Me tiraron desde muy cerca, habrá sido de cuatro
metros, y el perdigón se me incrustó”, contó a Página/12 desde
la sala donde fue atendido.
“Hacia atrás de donde estaba él -recordemos los 500 metros de manifestantes sobre la Avenida Mitre-, la represión provocó corridas y avalanchas. Y es que la mayoría de quienes
hoy integran los movimientos sociales no tienen
en su experiencia este tipo de represiones, tan típicas del 2001. Por ejemplo, no han incorporado
que no hay que correr, sino alejarse
caminando. Muchas mujeres
habían llevado a sus chicos
al reclamo, y cuando escucharon los estampidos
de la represión los
sacaron como pudieron. Al rato de la primera tanda
de gases, parte de
la gente se reagrupó.
La cabecera de la marcha cambió de composición y pasó a tener más adultos, más varones, ningún niño. Un porcentaje de
los que habían corrido volvieron y se quedaron
en calles perpendiculares a Mitre para bancar la
protesta desde lugares que les resultaban más seguros.
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ARGENTINA. 500 PIQUETES PARA RECLAMAR ALIMENTOS EN
TODO EL PAÍS. La
única respuesta del Gobierno fueron gases, palos y balas de goma.
*****
En
unidad, organizaciones sociales de todo el arco político se
manifestaron exigiendo alimentos para los comedores populares. La movilización principal tuvo
lugar en Avellaneda. Las fuerzas de seguridad reprimieron a manifestantes, veedores y
periodistas.
Por Laura
Vales.
Fuente. Página/.12. martes 19 de marzo del 2024.
Fue el reclamo de alimentos más masivo desde que asumió Javier Milei -que los está habiendo todas las semanas- y el Gobierno respondió con represión: gases, palos y balas de goma cintra los manifestantes, con un ensañamiento especial contra los movileros y fotógrafos que registraban los hechos. Convocados por organizaciones sociales del peronismo, la izquierda e independientes, hubo 500 cortes y movilizaciones en todo el país durante este lunes. El principal tuvo como escenario Avellaneda, donde la concentración fue muy numerosa y ocupó 500 metros sobre la avenida Mitre, desde la plaza Alsina hasta una cuadra antes del Puente Pueyrredón. Cuando los manifestantes quisieron avanzar para cortarlo, empezaron los gases. La protesta no llegó a interrumpir el acceso a la Ciudad de Buenos Aires, pero se reagrupó y permaneció en sus inmediaciones durante tres horas. También se sostuvieron los piquetes en Puente Saavedra, Liniers, La Matanza y la Autopista Buenos Aires-La Plata.
La jornada de piquetes desafió el protocolo antiprotestas de Patricia Bullrich. Después de tres meses de realizar, sin ninguna respuesta, manifestaciones en la vereda -con sus variantes, como la fila en el Ministerio de Capital Humano, las ollas populares frente a la residencia de Olivos, o en la plazoleta del Obelisco-, las organizaciones sociales decidieron tensar la cuerda. Está subiendo la temperatura del conflicto callejero.
Decirlo es fácil. Entender qué significa no es tan obvio: hay que
recorrer las columnas, preguntar a los manifestantes
para medir qué viene ocurriendo. Porque el show
para los medios y redes (la espectacularidad del
despliegue policial,
las imágenes de los forcejeos, el gas pimienta cruzando el aire) es una cosa, pero el pulso de los
que tienen que juntarse y aguantar lo que venga
es otra.
Con miedo
Los movimientos sociales llegaron
a esta jornada unidos: los peronistas, agrupados en la UTEP
y organizaciones kirchneristas, los de la izquierda (como el Polo Obrero)
y el sector independiente (como la Coordinadora
de Organizaciones en Lucha) están saliendo juntos a la
calle, cosa que no se veía desde fines de los ‘90.
Paola,
del MTE, llegó a la marcha con un grupo de Villa Domínico.
“Costó venir, movilizar,
porque las compañeras tienen miedo. El miedo es sobre todo a que les
saquen el Potenciar Trabajo por marchar”, contó.
Para la movida de este lunes, sintieron que no les
quedaba otra que salir, porque en los merenderos
les faltan alimentos; como se sabe, la gestión de la ministra
de Capital Humano, Sandra
Pettovello, cortó
los envíos a las organizaciones. Debido al ajuste
brutal en los ingresos de los sectores populares,
muchos más vecinos se acercan a los comedores
para pedir una vianda, pero es poco lo que hay
para repartir. Un comentario repetido, por ejemplo, fue que sólo hacen una comida al día.
Las bajas en Potenciar resultan imprevisibles y funcionan como
una estrategia de disuasión incluso más efectiva
que la policial,
porque opera por debajo y de manera invisible.
Cuanto más arbitrarias son, más disciplinadoras
se vuelven.
“De golpe, a las compañeras
les aparecen incompatibilidades que no existen, o les dan de baja porque cobran
un Suaf” (una asignación familiar por embargo
cuando el padre de sus hijos no pasa alimentos), contó la entrevistada.
Apuntó también:
“Nosotros no estábamos acostumbrados a marchar. En los últimos años salíamos en apoyo a un proyecto de ley, por ejemplo, pero ahora hay que salir a pelear, y no es lo mismo”. Es sobre ese panorama cuesta arriba que las protestas de las organizaciones sociales, unificadas contra las políticas del gobierno Milei, vienen creciendo en articulación y haciéndose más numerosas y arriesgadas.
Para
la guerra
En cuanto la cabecera de
la columna llegó al primer cordón policial hubo
choques, palos y gases.
El operativo de seguridad desplegó a la Policía Federal, la Prefectura y la Gendarmería,
que hicieron varios cordones sobre la Avenida Mitre para
impedir el corte del puente. En una de las
esquinas también se instaló a la división canes, con sus perros. La policía motorizada hizo rugir sus motos y los camiones hidrantes se
ubicaron detrás de la primera línea: es decir, fue el tipo de operativo con efectivos armados como
para una guerra.
Cuando
la Prefectura tiró sobre los que intentaron
pechar para llegar al puente (en ese avance
también volaron piedras), hubo disparos con
postas de goma contra la multitud.
A Atilio Vera, de
la Corriente Eva Perón, uno de esos disparos le
dio en la cabeza y terminó en el hospital.
“Me tiraron desde muy cerca,
habrá sido de cuatro metros, y el perdigón se me incrustó”, contó a Página/12 desde la sala donde fue atendido.
Hacia atrás de
donde estaba él -recordemos los 500 metros de
manifestantes sobre la Avenida Mitre-, la
represión provocó corridas y avalanchas. Y
es que la mayoría de quienes hoy integran los movimientos
sociales no tienen en su experiencia este tipo de represiones, tan típicas del 2001. Por
ejemplo, no han incorporado que no hay que correr, sino alejarse caminando. Muchas mujeres habían llevado a
sus chicos al reclamo,
y cuando escucharon los estampidos de la represión los sacaron
como pudieron.
Al rato de la primera tanda
de gases, parte de
la gente se reagrupó.
La cabecera de la marcha cambió de composición y pasó a tener más adultos, más varones, ningún niño. Un porcentaje de
los que habían corrido volvieron y se quedaron
en calles perpendiculares a Mitre para bancar la
protesta desde lugares que les resultaban más seguros.
Contra
la prensa
Camarógrafos, movileros y fotógrafos fueron gaseados y en algunos casos golpeados. El
gas que están utilizando las
fuerzas de seguridad en las represiones produce quemaduras en la piel. Carlos Ferrara, cronista de IP
y Canal 9, debió ser auxiliado para poder salir del lugar, con la cara y
el torso ardiendo. Al equipo móvil de A24 la Prefectura lo arrinconó contra un
kiosco de revistas, donde los rociaron con gas y los patearon. Concretamente, varios afectados relataron que,
aprovechando el tumulto, los efectivos les tiraban gas a la cara:
el objetivo evidente es que no filmen la represión,
como ya se vio en las protestas frente al
Congreso de este verano.
Otro de los gaseados fue Roberto Cipriano García, secretario ejecutivo de la Comisión Provincial por la Memoria, que estaba identificado con un chaleco de la CPM (que dice en letras mayúsculas "Derechos Humanos") y monitoreaba el operativo junto a otros integrantes de ese organismo. García contó que la Prefectura le apuntó directo a los ojos, para imposibilitar su trabajo.
El
acto
Entre los manifestantes
había trabajadores de las cooperativas que hacían urbanización
de los barrios populares y obras para Aysa, otra
de las políticas recortadas por el gobierno de Milei. Cara, de una cooperativa de Almirante Brown, contó que Aysa les debe tres meses de salarios.
Su cooperativa no
se desarmó todavía, pero tampoco está activa.
Sus integrantes buscan changas o cirujean para sobrevivir.
"Nos quitaron el financiamiento incluso siendo del sector que dejó de cobrar planes para, como dice el Gobierno, 'tener un trabajo'", apunta Cara. Hace ya 14 años que ella hace obras de agua potable y, como el resto de la cooperativa, se capacitó: es instaladora de redes de agua y cloacas. Pero para la nueva administración, son gente que no trabaja.
La protesta tuvo
su acto, sobre el acoplado de un camión. Los dirigentes
informaron que las dos personas detenidas
en un corte de Puente Saavedra habían recuperado
la libertad, aunque aún aguardaban la liberación de otra en Santiago
del Estero.
Desde el palco, Eduardo Belliboni aseguró que Milei y Pettovello
"mienten
cuando dicen que
están monitoreando
los comedores y que
el que se inscribe tiene comida. Eso es
totalmente falso, son unos mentirosos y unos chorros",
acusó. El titular del Polo Obrero añadió que el
Presidente "ni
siquiera se ocupa de averiguar si lo que dice es
verdad: ha dicho que nos dan fondos para
comprar alimentos premiun y que nosotros compramos alimentos
de tercera, cuando a los alimentos los
compra el Estado, no nosotros. Son cinco millones de kilos, pero hace tres meses que los
comedores no reciben ni un paquete de arroz".
El secretario general de
la UTEP, Alejandro "Peluca"
Gramajo, cerró la jornada.
"Nos preocupa
fuertemente cómo el Gobierno tiene la
determinación de armar
estos operativos mientras los narcotraficantes se ríen, se burlan e intentan reclutar a
nuestros pibes para vender falopa en los barrios.
Están acá, reprimiendo,
en vez de estar atendiendo los problemas que tienen que atender". "¿Qué exigimos? Alimentos para los comedores, políticas sociolaborales para paliar la crisis
económica".
La próxima medida del
plan de lucha en reclamo de alimentos para los comedores será definida en la semana. Los movimientos sociales anticiparon, mientras tanto, que se sumarán a la marcha del 24 de marzo.
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