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"Para conseguir la inversión que necesitamos en las mujeres y las niñas hacen falta tres cosas. En primer lugar, hay que aumentar la disponibilidad de financiación asequible y a largo plazo para el desarrollo sostenible y hacer frente a la crisis de la deuda que está asfixiando a muchas economías en desarrollo. Si no, los países no tendrán fondos para invertir en las mujeres y las niñas, así de simple. Necesitamos que se actúe de inmediato para dar un respiro a los países que tienen pagos de deuda inminentes e insoportables y alentar a los bancos multilaterales de desarrollo a que movilicen un volumen mucho mayor de financiación privada a un costo asequible. A largo plazo, debemos reformar la arquitectura financiera internacional y hacerla mucho más receptiva a las necesidades de los países en desarrollo.
"En segundo lugar, los países deben priorizar la igualdad para las mujeres y las niñas, reconociendo que la igualdad no es solamente una cuestión de derechos, sino la base de toda sociedad pacífica y próspera. Para eso, los Gobiernos tienen que atacar activamente la discriminación, destinar fondos a programas que apoyen a las mujeres y las niñas y asegurarse de que las políticas, los presupuestos y las inversiones respondan a sus necesidades.
"En tercer lugar, tenemos que aumentar el número de mujeres que ocupan puestos de liderazgo. Que haya mujeres en puestos de poder puede ayudar a que se invierta más en políticas y programas que respondan a las realidades de las mujeres y las niñas.
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PARA
TERMINAR CON EL PATRIARCADO SE PRECISA DINERO. MENSAJE A LAS MUJERES DEL MUNDO.
ONU.
ANTONIO GUTERRES*
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“Poner dinero en la igualdad es lo correcto, pero también es rentable. Dar apoyo a las mujeres
para que se incorporen en el mercado laboral hace
crecer la economía, incrementa los ingresos
tributarios y amplía las oportunidades para todos”.
Por Antonio Guterres*.
Fuente. La República viernes 8 de marzo del 2024.
La lucha de los últimos 50 años por los derechos de las mujeres es una
historia de progreso. Las mujeres y las niñas han
derribado barreras, desmantelado estereotipos y fijado el rumbo hacia un mundo
más justo e igualitario. Los derechos de las mujeres se reconocieron finalmente
como derechos
humanos fundamentales y universales. En todo el mundo
hay cientos de millones más de niñas en las aulas. Y las líderes
pioneras han hecho añicos el techo de cristal en distintas partes del
mundo.
Aun así, el progreso se ve
amenazado, y la igualdad total se muestra aún como un horizonte lejano. Miles de millones de mujeres y niñas se enfrentan a la
marginación, la injusticia
y la discriminación, ya que las sociedades siguen estando configuradas
por milenios de dominación machista.
La persistente epidemia de violencia de género es una ignominia para la humanidad. Se calcula que, cada año, más de cuatro millones de niñas corren riesgo de ser sometidas a mutilación genital femenina. La discriminación contra las mujeres y las niñas sigue siendo absolutamente legal en gran parte del mundo.
En
algunos lugares, eso hace que sea difícil para las mujeres tener bienes; en otros, permite que un hombre viole a su esposa con
impunidad.
Mientras tanto, las crisis mundiales golpean a las mujeres
y las niñas más que a nadie. Donde hay conflictos, desastres
climáticos, pobreza o hambre,
son ellas las que más sufren. En todas las regiones del
mundo padecen hambre más mujeres que hombres. Tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo
está habiendo una reacción en contra de los derechos de
las mujeres, incluidos sus derechos sexuales y reproductivos, que impide
e incluso desanda el progreso.
Las nuevas tecnologías, que tienen tanto potencial para deshacer
las desigualdades, empeoran
a menudo esta situación , ya sea por la desigualdad en el acceso, por los sesgos
incorporados en los algoritmos
o por la violencia
misógina, que va desde las ultrafalsificaciones hasta el hostigamiento específico de ciertas mujeres.
Al ritmo que vamos, no habrá igualdad jurídica total para las mujeres hasta dentro de unos 300 años; hasta entonces tampoco se habrá terminado con el matrimonio infantil. Es un verdadero insulto que se avance a ese ritmo: no es posible que la mitad de la humanidad tenga que esperar siglos para gozar de sus derechos. Tiene que haber igualdad hoy mismo. Eso quiere decir que hay que acelerar el paso. Y para eso se necesita ambición política e inversión, razón por la cual son el tema del Día Internacional de la Mujer de este año.
Necesitamos inversión pública y privada en programas para terminar con la violencia contra las mujeres,
garantizar el trabajo decente e impulsar la inclusión y el liderazgo la de las mujeres en todos
los sectores de la economía, como también en las tecnologías digitales, la
consolidación de la paz y la acción climática. También
debemos apoyar con
urgencia a las organizaciones de derechos de las
mujeres que están luchando contra los estereotipos o normas culturales desfasadas y que se esfuerzan
cada día por que se escuche a las mujeres y las niñas.
Hoy en día reciben un mísero 0,1 % del gasto
internacional en desarrollo. Eso tiene que cambiar.
La inversión puede parecer muy ajena a la vida cotidiana de las mujeres. Sin embargo, hace falta inversión para que las niñas tengan las mismas oportunidades escolares que los niños. Hace falta inversión para ofrecer educación digital y desarrollar habilidades. Hace falta inversión para ofrecer servicios de guardería para que quienes cuidan de sus hijos –casi siempre madres– pueden realizar trabajos remunerados fuera del hogar. Y hace falta inversión para construir comunidades y sociedades inclusivas en las que participen plenamente mujeres y niñas de todos los entornos.
Poner
dinero en la igualdad es lo correcto, pero también es rentable. Dar apoyo
a las mujeres para que se incorporen en el mercado laboral hace crecer la economía, incrementa los ingresos tributarios
y amplía las oportunidades para todos.
Para conseguir la inversión que
necesitamos en las mujeres y las niñas hacen falta tres cosas.
En primer lugar, hay que
aumentar la disponibilidad de financiación asequible y
a largo plazo para el desarrollo sostenible y hacer frente a la crisis de la deuda que
está asfixiando a muchas economías en desarrollo.
Si no, los países no tendrán fondos para invertir en las mujeres y las niñas, así de
simple.
Necesitamos
que se actúe de inmediato para dar un respiro
a los países que tienen pagos
de deuda inminentes e insoportables y alentar a los bancos
multilaterales de desarrollo a que movilicen un volumen mucho mayor de financiación privada a un
costo asequible. A largo plazo, debemos reformar
la arquitectura financiera internacional y hacerla mucho más receptiva a las
necesidades de los países en desarrollo.
En segundo lugar, los países
deben priorizar la igualdad para las mujeres y las niñas, reconociendo
que la igualdad no es solamente una cuestión de derechos, sino la base de toda
sociedad pacífica y próspera. Para eso, los Gobiernos tienen
que atacar activamente la discriminación,
destinar fondos a programas que apoyen a las mujeres y
las niñas y asegurarse de que las políticas, los
presupuestos y las inversiones respondan a sus necesidades.
En tercer lugar, tenemos que aumentar el número de mujeres que ocupan puestos de liderazgo. Que haya mujeres en puestos de poder puede ayudar a que se invierta más en políticas y programas que respondan a las realidades de las mujeres y las niñas.
Me
enorgullece especialmente que, desde principios de mi mandato, y por primera vez en la historia, tengamos igual número de mujeres y de
hombres en los cargos directivos superiores de todo el sistema de las Naciones Unidas.
La igualdad tendría que haberse alcanzado ya. Para terminar con el patriarcado se precisa dinero: es hora
de ponerlo.
(*) Es el actual secretario
general de las Naciones Unidas.
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