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“Los fondos destinados a reducir
emisiones son mucho más altos que los fondos destinados a la adaptación al
cambio climático. ¿De qué manera se puede revertir en el marco de la reforma a
las instituciones financieras? Cuando empezó la conversación sobre el cambio climático en Naciones Unidas, el foco central
estaba en la reducción de emisiones y eso marcó la tendencia en financiamiento.
La mitigación significa un cambio tecnológico, que,
si bien reduce emisiones, también permite generar ingresos a las empresas. Eso también explica por qué hay más fondos para
mitigación. Los donantes
no quieren invertir en adaptación porque no
genera capital y es muy
intangible. Les gusta mostrar lo que han logrado con sus inversiones y
eso es difícil con la adaptación, que forma parte de un proceso. Tenemos que
caracterizar mejor las medidas de adaptación, medir su costo y verlas
como una alternativa para la mejora del bienestar
A ello se suma las dificultades de caracterizar
la adaptación. Mejorar la producción de alimentos
es una medida de adaptación, pero no la llamamos así, es desarrollo o reducción del hambre. Tenemos que
caracterizar mejor las medidas de adaptación, medir su costo y verlas como una alternativa para la mejora del bienestar. No es
solo adaptarse al calor con el aire acondicionado, sino adaptarse a la
existencia de un fenómeno que no se va a ir. Todas las
personas tienen que internalizar que vamos a vivir en un contexto
de cambio climático y que la adaptación está asociada a niveles de bienestar y
supervivencia. No planear en función de lo que
viene es estar ciegos a una realidad inminente.
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Fuentes: Diálogo chino [Imagen: un trabajador en el complejo petroquímico Morelos en Veracruz, México, operado por la petrolera estatal Pemex. La analista Sandra Guzmán afirma que al país le resulta cada vez más difícil sostener la industria de los combustibles fósiles (Imagen: Keith Dannemiller / Alamy)]
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«NO SE PUEDE COMBATIR EL
CAMBIO CLIMÁTICO INYECTANDO DINERO EN LAS ACCIONES QUE LO GENERAN»
Entrevista a Sandra Guzmán,
fundadora del Grupo de Financiamiento Climático para Latinoamérica y el Caribe.
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Por 06/03/2024 | Ecología social
Fuente. Revista Rebelión miércoles 6 de marzo del 2024.
Hablamos
con Sandra Guzmán, la fundadora del Grupo de Financiamiento
Climático para Latinoamérica y el Caribe, sobre los desafíos que plantea
el cambio climático para la región
El
reclamo por más fondos para reducir las emisiones y abordar los efectos
del cambio climático
es algo que suele unificar posiciones entre los gobiernos
de América Latina. Sin embargo, la mayoría no sabe realmente cuántos
fondos necesita, lo que dificulta poner los planes climáticos en marcha,
sostiene Sandra Guzmán, fundadora del Grupo de Financiamiento Climático para Latinoamérica y el
Caribe (GFLAC), una organización que promueve la transformación del
sistema financiero a uno más sostenible.
Guzmán, que
estudió Finanzas Sostenibles en la Universidad
de Oxford y es doctora
en Ciencia Política por la Universidad de York, está detrás del Índice
de Finanzas Sostenibles de
GFLAC, que identifica el nivel de inversión pública dedicada al cambio
climático de cada país de la región. De acuerdo a los datos de 2022, ninguno de los 20 países más emisores de América Latina ha logrado
alcanzar altos niveles de finanzas sostenibles. Países como Ecuador y México tienen los menores niveles de
finanzas sostenibles ya que sus ingresos dependen en parte de los combustibles
fósiles.
Sandra
Guzmán lleva 18 años monitoreando la financiación de la lucha contra el cambio climático,
primero en México y después en toda América Latina (Imagen: cortesía de Sandra Guzmán)
En una
entrevista con Diálogo Chino, Guzmán sostuvo que
los países no sólo deben pedir más fondos a los países desarrollados sino
también comenzar un proceso de transición de sus economías para generar fuentes
de ingreso no contaminantes. Además, Guzmán pidió avanzar en la reforma del
sistema financiero. Para ello, las instituciones financieras deben poner el
cambio climático y la protección de la naturaleza al centro de su trabajo y
abordar los altos niveles de endeudamiento, agregó.
Diálogo Chino: ¿Por qué es importante que
los países de la región sepan cuánto les va a costar el cambio climático?
Sandra
Guzmán: A nivel internacional, hemos venido discutiendo
desde América Latina la necesidad de tener más
financiamiento para el cambio climático. Sin
embargo, hay una gran laguna de información y todavía no sabemos cuánto
realmente necesitamos. Al analizar los planes climáticos de los países de América Latina, se ve que muy pocos han hecho
estimaciones de cuánto les cuesta
el cambio climático. Los pocos que lo hicieron, como Colombia y México, sólo midieron los gastos en
mitigación y no en adaptación.
Si
bien nunca vamos a tener el número certero ya que las necesidades de
hoy van a ser diferentes de las de mañana, tener estimaciones
de financiamiento te ayuda como país a tener y llevar adelante un plan climático más ejecutable. Estamos en un momento
crítico para identificar cuánto se necesita.
Históricamente, los
compromisos de financiamiento, como la meta anual de US$100 mil millones de
los países desarrollados acordada en 2009 [en la COP15
de cambio climático], fueron políticos y sin
fundamento metodológico. Pero a medida que hemos avanzado en el cambio climático, fue claro que el costo asciende a miles de millones de dólares. Ahora los países están
en la etapa de diseño de una nueva meta que debe aprobarse este
año y tiene que tener en cuenta las necesidades de los países en desarrollo.
¿Fue esa falta de información de los
costos del cambio climático lo que te llevó a crear el Índice de Finanzas
Sostenibles?
Hace
18 años empecé a hacer monitoreo de
financiamiento climático, preguntándome de dónde venían los fondos y adonde
se asignaban. Así, me di cuenta que lo importante no es solo movilizar más
dinero. La verdadera transformación pasa también por
reducir el financiamiento que aumenta las emisiones. Analicé el
presupuesto nacional de México por muchos años.
Mientras que los fondos
para fósiles son enormes, lo destinado para el clima es ínfimo. No se puede combatir el
problema del cambio climático si tu dinero se
sigue inyectando en las acciones que lo generan.
Durante mi doctorado, una de las preguntas de estudio era qué evita que países en desarrollo integren el cambio climático en sus finanzas públicas. Ello me llevó a crear el índice. El objetivo es identificar las brechas para luego emitir propuestas de dónde están las áreas de oportunidad. Queremos que los países dejen de depender tanto del financiamiento internacional y que podamos generar nuestros propios ingresos y vías de sostenibilidad financiera con fortalecimiento de las finanzas públicas.
En la COP28, Colombia y Brasil, dos
países cuyos ingresos dependen en cierta medida de los combustibles fósiles,
presentaron planes para crear nuevas fuentes de ingreso sin emisiones, como la
bioeconomía. ¿Cuán factible es llevar adelante esa transición?
Es un hecho
que los países en determinado momento van a tener que hacer una transición. Los recursos fósiles son finitos.
Lo hemos visto en México, país que tuvo un boom petrolero pero hoy
le cuesta cada vez más sostener a la industria fósil. No sólo es posible
transitar, sino que es urgente y necesario.
No
vamos a cerrar la llave del petróleo de un día para el otro, pero seguimos sin hacer uso
de sus ingresos para invertir en la transición energética. Lo
que generamos por los fósiles deberíamos invertirlo en renovables, protección
de los bosques y bioeconomía pero no está
pasando en muchos países. Es importante seguir empujando por más financiamiento climático pero nunca va a alcanzar si
los países no están preparados con planes para salir de la dependencia de los fósiles. El mensaje es que las
economías a nivel nacional empiecen a transitar su transición, y que eso se irá
apalancado por el financiamiento internacional.
En 2013 Ecuador propuso que no explotaría
las reservas petroleras del Parque Nacional Yasuní a cambio de una compensación
de la comunidad internacional. Sin embargo, los fondos no se lograron. ¿Es
posible pensar hoy en un esquema similar que sí funcione?
Yasuní
nos dejó el reconocimiento de la población de que proteger la naturaleza en su
conjunto es prioritario. Como sociedad ese es un mensaje político muy grande.
El problema fue la respuesta internacional.
Las
condiciones todavía no están dadas, pero Yasuní deja
un precedente que las instituciones financieras van
a tener que enfrentar de alguna manera. El sistema
económico y financiero como fue originalmente concebido no sirve.
Iniciativas como Yasuní o los canjes de deuda por naturaleza son sólo un
pequeño viento de alivio. Tenemos que trabajar en cambios más estructurales,
como que los bancos multilaterales coloquen al cambio climático y la naturaleza en el centro de sus
operaciones.
Un
proyecto petrolífero en el Parque Nacional Yasuní de Ecuador. El país
tiene uno de los niveles más bajos de financiación sostenible, ya que sus
ingresos dependen en gran medida de los combustibles fósiles (Imagen: Julio
Etchart / Alamy)
Las discusiones por una reforma del
sistema financiero internacional se han acelerado en los últimos años en el
marco de la Iniciativa de Bridgetown de la Primera Ministra de Barbados Mia
Mottley. ¿Qué avances se han logrado y que falta?
El
reconocimiento de que las instituciones
financieras son ineficientes era importante
ya que se crearon en un contexto que ya no responde a la realidad actual. Ello generó una discusión sobre la
deuda, que tiene atorados a muchos países. Los países
desarrollados están obligados a dar financiamiento a los países en
desarrollo, pero si esos fondos llegan en forma de préstamos incrementa el problema de la deuda. La
reforma tiene varias líneas.
Por
un lado, la respuesta urgente a la deuda de los países que no pueden pagar y están en un punto de quiebre.
Hace falta un esquema que permita condonar deudas a través de esquemas como el canje de deuda por
naturaleza. Por otro lado, está la parte más estructural. Tenemos que cambiar
la forma en la que las instituciones financieras
operan. El cambio climático y la
protección de la naturaleza deben estar al centro de su trabajo. Además, deben
ofrecer mejores y diferentes condiciones de financiamiento.
Hoy sólo quieren invertir en grandes proyectos de infraestructura financiados
por gobiernos y no en pequeños proyectos
descentralizados de estados, ciudades y
comunidades.
Los fondos destinados a reducir emisiones
son mucho más altos que los fondos destinados a la adaptación al cambio
climático. ¿De qué manera se puede revertir en el marco de la reforma a las
instituciones financieras?
Cuando
empezó la conversación sobre el cambio climático en
Naciones Unidas, el foco central estaba en la reducción de emisiones y eso
marcó la tendencia en financiamiento. La mitigación significa un cambio tecnológico, que, si bien reduce emisiones,
también permite generar ingresos a las empresas. Eso
también explica por qué hay más fondos para mitigación. Los donantes no quieren invertir en adaptación porque no genera
capital y es muy
intangible. Les gusta mostrar lo que han logrado con sus inversiones y
eso es difícil con la adaptación, que forma parte de un proceso.
Tenemos que caracterizar mejor las medidas de adaptación, medir su costo y
verlas como una alternativa para la mejora del
bienestar
A
ello se suma las dificultades de caracterizar la adaptación. Mejorar la producción
de alimentos es una medida de adaptación, pero
no la llamamos así, es desarrollo o reducción del
hambre. Tenemos que caracterizar mejor las medidas de adaptación, medir
su costo y verlas como una alternativa para la mejora
del bienestar. No es solo adaptarse al calor con el aire acondicionado,
sino adaptarse a la existencia de un fenómeno que no se va a ir. Todas las personas tienen que internalizar que vamos a vivir en un contexto de cambio climático y que la adaptación está
asociada a niveles de
bienestar y supervivencia. No planear en función de lo que viene es
estar ciegos a una realidad inminente.
La COP28 dio pasos en la reforma del sistema
financiero con la operacionalización del Fondo de Pérdidas y Daños. ¿Qué quedó
pendiente y en qué se deben centrar las discusiones en las próximas cumbres
climáticas?
Esperábamos
ver el cumplimiento de la meta de US$100 mil millones de los países desarrollados, pero todavía no se logró.
Más allá de que ese monto
no es suficiente, es una señal política
importante. Si no cumplen con eso, ¿cómo van a cumplir con la nueva meta de financiamiento que tendría que ser por lo
menos cinco veces eso? Eso genera descontento e
incertidumbre.
Por
otro lado, el reconocimiento de que hay que detener la producción y consumo de los fósiles en el Balance Global es algo muy significativo. Nos marca la
senda de adonde tenemos que ir. El hecho de que el Fondo
de Pérdidas y Daños se haya operacionalizado tan rápido, a un año de que
se anunciara su creación, también es importante.
Este año se tiene que definir la nueva meta de financiamiento. No va a ser de billones o
trillones, pero va a dar una señal al sistema
financiero. Es importante que la meta no sea
solo cuantitativa sino también cualitativa y responda al desbalance entre
mitigación y adaptación.
Fermín
Koop es el director editorial de Diálogo Chino. Vive en
Buenos Aires, Argentina, y su cuenta de Twitter es @ferminkoop.
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