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“LA ORGANIZACIÓN PANAMERICANA
DE LA SALUD. OPS. y la COMISIÓN ECONÓMICA PARA AMERICA LATINA Y EL CARIBE” CEPAL afirman
que estas cifras “resultan
preocupantes, ya que los gastos de bolsillo reproducen las desigualdades en
acceso y calidad de la atención y pueden traducirse en gastos catastróficos o
empobrecedores”. Para estas dos organizaciones rectoras en materia sanitaria del continente, dichas desigualdades dejan
en evidencia la necesidad urgente “de incrementar el gasto público en salud, de la mano de una gestión eficiente de los
recursos”. A menos que se bregue
con los principales problemas
estructurales del sector de la salud pública-
fundamentalmente el sub financiamiento
crónico y la fragmentación y
segmentación de los sistemas de
salud- estas desigualdades y el
resultante empobrecimiento de un
vasto sector latinoamericano y caribeño seguirán agravándose
irremediablemente, según la OPS y la CEPAL. Panorama mundial en el que se instala
el sube y baja de la irracionalidad
planetaria. En uno de los asientos
del balancín global, la salud que cae, despreciando así el esfuerzo humano a su cuidado y sobrevivencia. Y en el otro,
más armas sofisticadas, municiones y
la industria militar en pleno progreso para alimentar las guerras esparcidas en todo el planeta, responsables de millones de víctimas y causa del retroceso ambiental y civilizatorio.
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LA
MITAD DE LA HUMANIDAD SIN ACCESO A LA ATENCIÓN BÁSICA. UNA SALUD ENFERMA.
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Por Sergio Ferrari.
Fuente Prensa Latina domingo 19 de enero
del 2025.
Firmas Selectas.
El
último Informe 2024 de la Organización Mundial de la Salud (OMS)
sobre el gasto mundial en ese rubro, publicado en diciembre pasado, concluye
que los gobiernos destinaron en 2022 a la salud por debajo de las cifras de 2021. La conclusión de la OMS es resultado de un cuidadoso
procesamiento de la más abundante y confiable
información disponible desde el 2000
procedente de 190 países.
El informe anual de esta organización de
Naciones Unidas se publica regularmente desde 2017 y es una referencia imprescindible
para el análisis de la situación
sanitaria en el mundo
(https://www.who.int/es/news/item/12-12-2024-new-who-report-reveals-governments-deprioritizing-health-spending).
Por su parte, en abril 2024, el
Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por
sus siglas en inglés) informó que el gasto
militar mundial en 2023 aumentó un 6,8%
en términos reales con respecto a 2022,
la subida más pronunciada de los últimos 15 años. Tendencia que se contrapone
con la caída constante de los presupuestos destinados a la salud.
Radiografía
desoladora
Según el Informe 2024 de la Organización Mundial de la Salud, cuatro mil 500 millones de personas- más de la mitad de la población del planeta- no tienen acceso a servicios básicos de salud y dos mil millones se confrontan con mayores dificultades financieras porque deben asumir de forma privada una parte importante de esos costos. La paradoja develada por este organismo de las Naciones Unidas es de fondo: aunque el acceso a los servicios de salud ha mejorado con el paso del tiempo, su encarecimiento representa una carga financiera muy problemática para un vasto sector de la población. Al punto que muchas personas caen en la pobreza por tener que financiar su atención médico-sanitaria.
“más
de la mitad del gasto total en salud lo pagaron directamente los pacientes, lo
que supone un factor desencadenante del ciclo de pobreza y vulnerabilidad”.
Las dificultades que plantea la
falta de protección financiera para la salud
no se limitan a los países pobres.
También en los de altos ingresos los pagos directos en concepto de salud generan serias dificultades. Como consecuencia,
no se puede dar respuesta a toda la
atención médico-sanitaria necesaria, especialmente en los hogares con menos ingresos.
Los datos no mienten: en más de un tercio de los países ricos, es decir, aquellos que cuentan con altos ingresos, por lo menos un 20% del gasto total en salud lo asumen directamente los pacientes. En muchas ocasiones, esta situación los fuerza a reducir al mínimo sus costos médicos o de medicamentos para evitar que sus presupuestos familiares exploten.
Un
mal ejemplo
Por ejemplo,
en Suiza- que goza de un sistema de salud propio de un
país de alto desarrollo-, lo que cada
habitante abona mensualmente en
concepto de seguro médico obligatorio
(unos 500 dólares por adulto) varía
según el monto de la franquicia (es
decir, lo que el asegurado debe
abonar antes de que su seguro comience a funcionar). Cuanto más baja la franquicia, más alta la mensualidad. De más en más, existe un amplio sector de la población, especialmente jóvenes y personas de bajos ingresos,
que optan por una franquicia alta de
dos mil 750 dólares (dos mil 500
francos) por año y de esta forma
buscan reducir la mensualidad. Esto
significa que los gastos médicos
hasta ese monto tendrán que abonarlos
individualmente los propios asegurados.
De ahí que la salud
esté hoy en el centro de la preocupación
de los sectores medios y bajos de la
población helvética dado el aumento continuo de la mensualidad, de entre un 5
y un 10% anual según cada Cantón (provincia, Estado) y
dependiendo de cada una de las decenas de cajas
médicas, todas privadas.
Los sindicatos y organizaciones sociales suizas se movilizan desde años a favor de una Caja Médica Única, con fuerte participación del Estado, en la perspectiva de reducir los costos en el sector. La mayoría parlamentaria de derecha y extrema derecha, con fuerte presencia e intensivo cabildeo de representantes de las aseguradoras privadas y de la gran industria de medicamentos, se opone a tal propuesta que reduciría sustancialmente sus actuales ganancias astronómicas en el sector salud.
Reforzar
la salud pública
La
OMS
propone que los gobiernos prioricen
a nivel nacional la Cobertura Sanitaria
Universal (CSU) y reduzcan el empobrecimiento
generado por los gastos relacionados con atención médico- sanitaria. De esta manera, se estaría cumpliendo con los Objetivos
del Desarrollo del Milenio y alcanzando soluciones de fondo hacia 2030. Esta prioridad en la salud pública en todas sus esferas es
condición fundamental para el logro de
dichos objetivos.
Ya a fines de 2023 la OMS
alertaba que más de mil millones de personas en el mundo podrían caer en la pobreza debido a los gastos directos de salud, que
representan aproximadamente un 10%,
o más, de sus presupuestos familiares.
El organismo onusiano aboga por ampliar la atención
primaria de salud, lo que hacía 2030
podría salvar 60 millones de seres
humanos en los países de bajos y
medianos ingresos y aumentaría la esperanza de vida en 3,7 años.
Entre las estrategias eficaces para
fortalecer la protección legal y
financiera de la salud, la OMS
enfatiza en la necesidad de minimizar o eliminar las franquicias para los usuarios
más necesitados (incluidas las personas
con bajos ingresos y/o enfermedades
crónicas) y establecer mecanismos de financiación de la salud a través de fondos públicos que beneficiaran a toda la población.
Según la OMS, salud pública
implica definir presupuestos para los
“servicios
de salud esenciales que vayan desde la promoción hasta la prevención, el
tratamiento, la rehabilitación y los cuidados paliativos, utilizando un enfoque
de atención primaria de salud”. Este concepto “incluye a toda la sociedad y
tiene por objeto garantizar el mayor nivel posible de salud y bienestar y su
distribución equitativa mediante la atención centrada en las necesidades de las
personas”.
La
atención primaria, pilar esencial de la salud pública, incluye tres
componentes interdependientes y
sinérgicos. Primero, el
conjunto de servicios de salud integrados e integrales que engloban ese nivel básico de la atención. Segundo, políticas e iniciativas
multisectoriales para abordar la salud de forma amplia y global. Tercero,
un elemento esencial basado en la participación ciudadana y que la OMS define como
“la movilización y el empoderamiento de las personas, las familias y las comunidades para lograr una mayor participación social y mejorar la auto asistencia y la autosuficiencia en materia de salud (https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/primary-health-care).
América
Latina y el Caribe: el déficit de la medicina pública.
Aunque
la inversión pública en la salud
en América Latina y el Caribe
experimentó un aumento en la primera
parte del siglo, no fue suficiente para alcanzar las metas propuestas. En 2021
se destinó un 4,5% del Producto
Interior Bruto (PIB) cuando se
proyectaba por lo menos un 6,0%.
Según la Organización Panamericana de la
Salud (OPS) y la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (CEPAL), ese mismo año solo un 61% de lo que se invirtió en salud en la región correspondió a recursos financieros
públicos.
Como señalan ambos organismos en
su informe conjunto de octubre de 2024,
las contribuciones directas- es
decir, pagadas del bolsillo de los
usuarios- alcanzaron el 28%. En 14 países, los pagos directos, o de bolsillo,
superaron el 30% de sus respectivas inversiones nacionales en salud. Cuba
fue el país del continente con más
cobertura pública y menos gasto de bolsillo (8,4%). Los hogares
guatemaltecos, en el otro extremo,
debieron soportar más del 60% de sus
gastos en salud. En Argentina y Brasil,
más del 22% de los recursos familiares
fueron para la salud (https://www.paho.org/es/noticias/21-10-2024-cepal-ops-llaman-priorizar-inversion-salud-para-reducir-desigualdad-alcanzar).
La
OPS y la CEPAL afirman que estas cifras
“resultan
preocupantes, ya que los gastos de bolsillo reproducen las desigualdades en
acceso y calidad de la atención y pueden traducirse en gastos catastróficos o
empobrecedores”. Para estas dos organizaciones rectoras en materia sanitaria
del continente, dichas desigualdades dejan en evidencia la necesidad urgente
“de incrementar el gasto público en salud, de la mano de una gestión eficiente
de los recursos”.
A menos que se bregue con
los principales problemas estructurales
del sector de la salud pública- fundamentalmente el sub financiamiento crónico y la fragmentación y segmentación de los sistemas de salud- estas desigualdades y el resultante empobrecimiento de un vasto sector latinoamericano y caribeño seguirán agravándose irremediablemente, según la OPS y la CEPAL.
Panorama mundial en
el que se instala el sube y baja de
la irracionalidad planetaria. En uno
de los asientos del balancín global,
la salud que cae, despreciando
así el esfuerzo humano a su cuidado y sobrevivencia. Y en el otro,
más armas sofisticadas, municiones y
la industria militar en pleno progreso para alimentar las guerras esparcidas en todo el planeta, responsables de millones de víctimas y causa del retroceso ambiental y civilizatorio.
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