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Ante la pasividad del Gobierno, en estos dos meses, los "camisas rojas" montaron en plena calle un campamento con carpas para miles de personas, cocinas, baños portátiles y hasta un escenario con enormes altavoces entre los rascacielos del distrito financiero y comercial de la capital. Protegidos por un perímetro de tres kilómetros cuadrados levantado con barricadas de bambú y neumáticos, paralizaron la ciudad y obligaron a cerrar el metro, las líneas de autobús y todas las oficinas y negocios (como las boutiques de Armani, Dior y Louis Vuitton), los lujosos hoteles Península y Grand Hyatt y el concesionario de Jaguar.
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Miles de manifestantes contra la dictadura militar. Bangkok La "revolución" de los "camisas rojas".La resistencia popular organizada.
INTERNACIONAL
TAILANDIA: El grito ahogado de los desheredados.
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La ”Revolución” de los ”Camisas Rojas”: Se profundiza y amplía la brecha social entre ricos y pobres.
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Calificados por el Gobierno tailandés de terroristas, los 'camisas rojas' sólo piden un régimen democrático que les saque de la miseria.
El diariomontañez.es 22 de mayo del 2010.
PABLO M. DÍEZ ENVIADO ESPECIAL BANGKOK.
El diariomontañez.es 22 de mayo del 2010.
PABLO M. DÍEZ ENVIADO ESPECIAL BANGKOK.
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Desde que los 'sansculottes' descubrieran la libertad, igualdad y fraternidad que les brindó la Revolución Francesa en 1789, los desclasados del mundo han batallado por sus derechos frente a la opresión de las élites oligárquicas. En el siglo XXI de la globalización democrática, esa misma lucha de clases se repite en países tan idílicos para el turismo como Tailandia, donde el Ejército ha aplastado esta semana a sangre y fuego la revuelta de los 'camisas rojas'.
Con tan colorista nombre se conoce a los seguidores del ex primer ministro Thaksin Shinawatra, quien intenta recuperar el poder desde que los militares le derrocaran con un golpe de Estado hace cuatro años. Financiados por la enorme fortuna de Thaksin y otra veintena de cabecillas -muchos de ellos empresarios corruptos- decenas de miles de 'camisas rojas' tomaron el centro de Bangkok con una multitudinaria manifestación el 14 de marzo.
Ante la pasividad del Gobierno, en estos dos meses montaron en plena calle un campamento con carpas para miles de personas, cocinas, baños portátiles y hasta un escenario con enormes altavoces entre los rascacielos del distrito financiero y comercial de la capital. Protegidos por un perímetro de tres kilómetros cuadrados levantado con barricadas de bambú y neumáticos, paralizaron la ciudad y obligaron a cerrar el metro, las líneas de autobús y todas las oficinas y negocios (como las boutiques de Armani, Dior y Louis Vuitton), los lujosos hoteles Península y Grand Hyatt y el concesionario de Jaguar.
Una situación insostenible que, tras infructuosas negociaciones y violentas protestas que han dejado 75 muertos y 1.800 heridos, el Gobierno resolvió el miércoles por la fuerza. Para desalojar el campamento, el Ejecutivo del primer ministro Abhisit Vejjajiva -que llegó al poder en 2008 después de que el Tribunal Supremo anulara la victoria electoral de un partido apoyado por Thaksin- aseguró que allí se escondían terroristas. Aunque entre los concentrados había individuos armados que ofrecieron cierta resistencia con pistolas y granadas, éstos son algunos de los 'criminales' que huyeron despavoridos del asalto militar, en el que murieron quince personas.
«Cómo ha ordenado al Ejército disparar»
Tras estudiar Comunicación en la Universidad de Ramkhamhang, esta joven de 28 años encontró gracias a su hermana un trabajo como secretaria en una fábrica de maquinaria industrial de Bangkok, donde gana al mes 8.000 bahts (200 euros). «Es un sueldo muy bajo. El alquiler de mi apartamento cuesta 2.700 bahts (67 euros), le mando a mi familia una cantidad similar y el resto es lo que me queda para vivir», explicó a este periódico momentos antes del caos que siguió a la rendición de los cabecillas de los 'camisas rojas'. A Yui, que salvó la vida refugiándose en el hospital de la Policía, le gustaba antes el primer ministro Abhisit, pero no entiende «cómo ha ordenado al Ejército disparar contra nosotros». Por eso se unía a las concentraciones del campamento cuando salía de trabajar, ya que cree que «Thaksin lo hizo mejor en el Gobierno, sobre todo en la economía porque es un hombre de negocios con éxito».
«En el campo apenas tenemos para comer».
Con doce medallas de Buda al cuello y la tarjeta del Frente Unido para la Democracia y contra la Dictadura sobre el polo rojo, este campesino de 66 años llegó a Bangkok desde el distrito de Khon Kaen junto a otras cuarenta personas en un autocar fletado por el cacique de su pueblo. «En el campo somos muy pobres y apenas tenemos para comer, ya que malvivimos con unos cultivos de arroz y maíz de baja calidad», se lamenta Nhouchan, quien ni siquiera tiene móvil. Para mantener a la familia, su hija se marchó a trabajar como 'camarera' a un bar de Pattaya. En esta meca del turismo sexual conoció a un inglés de 53 años que los ayuda visitándolos dos veces al año y enviándoles dinero. «Me sorprende ver rascacielos tan lujosos en las ciudades cuando los campesinos vivimos en chamizos de mala muerte», concluye criticando la brecha entre ricos y pobres que amenaza la estabilidad de esta bella pero convulsa nación del sudeste asiático.
«La economía estaba mejor con Thaksin».
Después de tres décadas vendiendo ropa en los puestos que abarrotan la calle Sukhumvit, a Phakhamon, de 51 años, sólo le quedan unos beneficios limpios diarios de 500 bahts (12 euros). «La economía estaba mejor con Thaksin, pero en los últimos años un país pacífico y tranquilo como Tailandia se ha venido abajo por culpa del nuevo Gobierno», razona la mujer, que reconoce que incluso lloró cuando el entonces primer ministro fue derrocado por los militares. Presente en las manifestaciones de los 'camisas rojas' del año pasado, se unió al campamento del corazón financiero de Bangkok el día que comenzaron las movilizaciones y vio «morir a un hombre de un balazo en la cabeza en las protestas del 10 de abril».
«Se hizo con el poder de forma ilegal».
Procedente de Sisaket, una de las provincias rurales del noreste donde tiene su granero electoral el ex primer ministro Thaksin, este albañil de 55 años gana al mes unos 4.000 bahts (100 euros). «La situación es precaria y no puedo trabajar más de veinte días», se lamenta. Aunque tiene cuatro bocas que alimentar, ha renunciado a su salario durante los dos últimos meses para viajar a Bangkok y manifestarse contra el Gobierno de Abhisit. «En Tailandia no hay democracia, ya que el primer ministro se hizo con el poder de forma ilegal», critica blandiendo su única arma, un corazón de plástico con el que aplaudía en los mítines antes de que los soldados sofocaran con sus tanques y fusiles la revolución de los 'camisas rojas'.
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Con tan colorista nombre se conoce a los seguidores del ex primer ministro Thaksin Shinawatra, quien intenta recuperar el poder desde que los militares le derrocaran con un golpe de Estado hace cuatro años. Financiados por la enorme fortuna de Thaksin y otra veintena de cabecillas -muchos de ellos empresarios corruptos- decenas de miles de 'camisas rojas' tomaron el centro de Bangkok con una multitudinaria manifestación el 14 de marzo.
Ante la pasividad del Gobierno, en estos dos meses montaron en plena calle un campamento con carpas para miles de personas, cocinas, baños portátiles y hasta un escenario con enormes altavoces entre los rascacielos del distrito financiero y comercial de la capital. Protegidos por un perímetro de tres kilómetros cuadrados levantado con barricadas de bambú y neumáticos, paralizaron la ciudad y obligaron a cerrar el metro, las líneas de autobús y todas las oficinas y negocios (como las boutiques de Armani, Dior y Louis Vuitton), los lujosos hoteles Península y Grand Hyatt y el concesionario de Jaguar.
Una situación insostenible que, tras infructuosas negociaciones y violentas protestas que han dejado 75 muertos y 1.800 heridos, el Gobierno resolvió el miércoles por la fuerza. Para desalojar el campamento, el Ejecutivo del primer ministro Abhisit Vejjajiva -que llegó al poder en 2008 después de que el Tribunal Supremo anulara la victoria electoral de un partido apoyado por Thaksin- aseguró que allí se escondían terroristas. Aunque entre los concentrados había individuos armados que ofrecieron cierta resistencia con pistolas y granadas, éstos son algunos de los 'criminales' que huyeron despavoridos del asalto militar, en el que murieron quince personas.
«Cómo ha ordenado al Ejército disparar»
Tras estudiar Comunicación en la Universidad de Ramkhamhang, esta joven de 28 años encontró gracias a su hermana un trabajo como secretaria en una fábrica de maquinaria industrial de Bangkok, donde gana al mes 8.000 bahts (200 euros). «Es un sueldo muy bajo. El alquiler de mi apartamento cuesta 2.700 bahts (67 euros), le mando a mi familia una cantidad similar y el resto es lo que me queda para vivir», explicó a este periódico momentos antes del caos que siguió a la rendición de los cabecillas de los 'camisas rojas'. A Yui, que salvó la vida refugiándose en el hospital de la Policía, le gustaba antes el primer ministro Abhisit, pero no entiende «cómo ha ordenado al Ejército disparar contra nosotros». Por eso se unía a las concentraciones del campamento cuando salía de trabajar, ya que cree que «Thaksin lo hizo mejor en el Gobierno, sobre todo en la economía porque es un hombre de negocios con éxito».
«En el campo apenas tenemos para comer».
Con doce medallas de Buda al cuello y la tarjeta del Frente Unido para la Democracia y contra la Dictadura sobre el polo rojo, este campesino de 66 años llegó a Bangkok desde el distrito de Khon Kaen junto a otras cuarenta personas en un autocar fletado por el cacique de su pueblo. «En el campo somos muy pobres y apenas tenemos para comer, ya que malvivimos con unos cultivos de arroz y maíz de baja calidad», se lamenta Nhouchan, quien ni siquiera tiene móvil. Para mantener a la familia, su hija se marchó a trabajar como 'camarera' a un bar de Pattaya. En esta meca del turismo sexual conoció a un inglés de 53 años que los ayuda visitándolos dos veces al año y enviándoles dinero. «Me sorprende ver rascacielos tan lujosos en las ciudades cuando los campesinos vivimos en chamizos de mala muerte», concluye criticando la brecha entre ricos y pobres que amenaza la estabilidad de esta bella pero convulsa nación del sudeste asiático.
«La economía estaba mejor con Thaksin».
Después de tres décadas vendiendo ropa en los puestos que abarrotan la calle Sukhumvit, a Phakhamon, de 51 años, sólo le quedan unos beneficios limpios diarios de 500 bahts (12 euros). «La economía estaba mejor con Thaksin, pero en los últimos años un país pacífico y tranquilo como Tailandia se ha venido abajo por culpa del nuevo Gobierno», razona la mujer, que reconoce que incluso lloró cuando el entonces primer ministro fue derrocado por los militares. Presente en las manifestaciones de los 'camisas rojas' del año pasado, se unió al campamento del corazón financiero de Bangkok el día que comenzaron las movilizaciones y vio «morir a un hombre de un balazo en la cabeza en las protestas del 10 de abril».
«Se hizo con el poder de forma ilegal».
Procedente de Sisaket, una de las provincias rurales del noreste donde tiene su granero electoral el ex primer ministro Thaksin, este albañil de 55 años gana al mes unos 4.000 bahts (100 euros). «La situación es precaria y no puedo trabajar más de veinte días», se lamenta. Aunque tiene cuatro bocas que alimentar, ha renunciado a su salario durante los dos últimos meses para viajar a Bangkok y manifestarse contra el Gobierno de Abhisit. «En Tailandia no hay democracia, ya que el primer ministro se hizo con el poder de forma ilegal», critica blandiendo su única arma, un corazón de plástico con el que aplaudía en los mítines antes de que los soldados sofocaran con sus tanques y fusiles la revolución de los 'camisas rojas'.
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Tailandia prolonga dos días el toque de queda.
Última actualización 24/05/2010.
El toque de queda en Bangkok y otras provincias tailandesas se prolongará dos días más, según ha afirmado este domingo el primer ministro tailandés, Abhisit Vejjajiva.
En su comparecencia semanal, Abhisit ha asegurado que el toque de queda se extenderá a las noches del domingo (por hoy) y del lunes. El toque de queda fue impuesto el pasado miércoles después de que se vivieran en la capital tailandesa los peores disturbios de la historia moderna del país y en los cuales murieron 54 personas y más de 400 resultaron heridas.
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