¿El hambre en el mundo y la malnutrición se deben a la falta de alimentos como era en otros siglos? La realidad es que no, al contrario, la cantidad de alimentos disponible por habitante ha aumentado un gran porcentaje en estos años. El problema radica en factores económicos y políticos. Según los datos proporcionados por distintas organizaciones internacionales los precios de los alimentos han aumentado un 80% sólo entre 2007 y 2008, y ese aumento perjudica principalmente a los países en vías de desarrollo. ¿Pero por qué aumentan los alimentos? Estos mismos organismos aseguran que detrás de los precios están las grandes transnacionales, los grandes supermercados y los productores y distribuidores de los productos básicos. ¿Especulación? Esa es una de las palabras y una de las realidades que los estados más débiles no pueden combatir. Los precios altos generan desabastecimiento y crisis alimentarias que frenan el desarrollo, producen hambrunas y disturbios políticos. Y los países más afectados son, para variar, los de África, algunos de Asia y el sudeste asiático.
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Dos mil millones de pobres en un planeta rico.
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La desigualdad económico-social se profundiza impulsada por el neoliberalismo.
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Por Rafael Contreras. Prensa Latina.
Domingo 23 de enero del 2011.
La Habana, PL Más de dos mil millones de personas viven en estado de pobreza en el mundo, según datos del Banco Mundial.
La fuente reconoce que no existen perspectivas concretas de poder bajar esa cifra, integrada en su mayor parte por habitantes de África, regiones asiáticas, América Latina y el Caribe.
Al iniciar el año 2011, lejos de atenuarse, el avance de la pobreza parece destinado a avanzar desenfrenadamente, impulsada por el neoliberalismo, la globalización y la absurda distribución de la riqueza.
La desigualdad en la enseñanza y los servicios sociales, la falta de higiene pública, la ausencia de abastecimiento de agua potable, insuficientes mercados, el latifundio y la carencia de infraestructuras apropiadas se agregan a los recursos monetarios mal repartidos.
El 77 por ciento de las personas más pobres del mundo viven en el campo, pero las condiciones de vida del 23 por ciento que habita las ciudades resulta todavía peor.
La miseria mayor tiene rostro urbano
Más de 910 millones de personas se acuestan diariamente sin comer algún alimento y de ellos 310 millones son niños.
Sin embargo, Amartya Sen, premio Nóbel de Economía de 1998, estableció en uno de sus estudios que la inversión en la niñez, teniendo en cuenta su relación con la edad adulta, es un componente importante del desarrollo futuro para cualquier nación.
En el África subsahariana, con 60 por ciento de la población sumida en la miseria, el trabajo apenas alcanza para proveer de algo que comer y las pertenencias materiales son escasas o inexistentes.
Para el 50 por ciento de la población del continente africano son comunes enfermedades tales como el cólera y la diarrea infantil por la falta de agua potable, y la malaria ataca con especial saña a los niños.
En las últimas dos décadas la expectativa de vida de loa africanos cayó en 15 años por causa de la pobreza y las enfermedades.
América Latina, empobrecida por un comercio internacional injusto, privatizaciones apresuradas y reformas fiscales desfavorables, aparece sin embargo en las estadísticas y pronósticos como una región de buenas perspectivas en su Producto Interno Bruto.
Tanto el Banco Mundial como el Fondo Monetario Internacional indican un crecimiento económico para la región de entre 2,4 a 3,1 por ciento para 2011, bajo la pretensión de que el PIB en ascenso es sinónimo de progreso.
La realidad es diferente y lo muestra que un 15 por ciento de los niños de menos de cinco años padecen desnutrición crónica, signo evidente de pobreza severa.
El propio Banco Mundial reconoce que 128 millones de latinoamericanos viven con menos de dos dólares y 50 millones de ellos figuran en estado crítico de miseria al percibir ingresos inferiores a un dólar diario.
México, integrante del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, del que supuestamente se beneficiaría la población, vio crecer su nivel de pobreza hasta 23 millones de personas, 17 millones de ellas consideradas en la indigencia.
La contradicción entre el enunciado crecimiento económico de América Latina y la grave situación social se explica por la profundización de la distancia entre ricos y pobres.
América Central es otro ejemplo del poder devastador de la pobreza, consecuencia del desigual reparto de la riqueza.
Honduras es el segundo país más pobre de Centroamérica y el tercero de América Latina y el Caribe después de Haití y Nicaragua.
En Guatemala más de 50 por ciento de la población vive por debajo de la línea de pobreza y más de un millón de niños trabajan sin estudiar.
Haití sobrepasa todos los límites. Los pobres representan 75 por ciento de la población, la esperanza de vida no llega a 50 años y la mitad de la población no sabe leer ni escribir.
La desnutrición crónica ataca a un 67 por ciento de los haitianos y el SIDA tiene la tasa de mortalidad más alta del Caribe, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Tampoco Asia escapa del Apocalipsis del siglo XXI. Más de 350 millones de niños viven en absoluta mendicidad, 40 millones no asisten a las escuelas por ayudar a sus familias a sobrevivir y uno de cada 10 muere antes de cumplir cinco años.
Hasta la lejana Oceanía y el Asia Suroccidental reportan más de 200 millones de personas con ingresos inferiores a un dólar diario.
Países industrializados.
La pobreza crece en los tiempos del neoliberalismo y se consolida incluso en Estados Unidos.
Se habla de la potente economía estadounidense, pero lo cierto es que allí el reparto desigual de la riqueza provoca que casi 30 millones de personas se clasifiquen como muy pobres.
Quiere decir que en el país más rico del planeta uno de cada cuatro miembros de la población negra, 21 por ciento de origen hispano y 8,2 por ciento de los blancos no acceden a cubrir sus necesidades básicas de alimentos, vestido y vivienda.
Europa cobija aproximadamente a 58 millones de personas en igual situación, con Grecia, Portugal y España como los países más severamente golpeados por la mala distribución de la renta.
El Viejo Continente, según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), es una región caracterizada por una gran diversidad, porque comprende algunos de los países más avanzados del mundo y otros con alto porcentaje de pobreza.
Si aumenta el número de pobres, otros males sociales se consolidan con ella.
La delincuencia, el hambre, las enfermedades, la prostitución y el incremento de la población penal son algunos de los flagelos que la acompañan. La pretensión de que las recetas neoliberales y la globalización liquidarán este flagelo es una especulación sin fundamento, rebatida por las realidades de un mundo cada vez más pobre.
El autor es jefe de la Redacción Económica de Prensa Latina.
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