viernes, 26 de agosto de 2011

El “Paro Nacional”: Una expresión del poder subversivo ciudadano. Chile: Un gobierno sordo, soberbio y mentiroso. CHILE: El despertar de los corderos

&&&&&

La enorme diferencia con quienes nos formamos en dictadura y los jóvenes de hoy es que ellos no le temen a la represión, son hijos de la democracia, que, con todos sus defectos les ha permitido soñar con que son capaces de cambiar este sistema perverso que no les permite avanzar y les tiene prisioneros de la banca teniendo que endeudarse de por vida. Hoy en día nos vemos enfrentados a un sinnúmero de situaciones ante las demandas de parte de la comunidad estudiantil frente al tema de la educación, calidad y equidad en Chile, pero el ejemplo de entrega, de lucha y de compromiso de los niños y jóvenes que han optado por la huelga de hambre, que han puesto sus vidas en riesgo ha logrado que los ojos del mundo se vuelquen hacia Chile.


/////


El “Paro Nacional”: Una expresión del poder subversivo ciudadano.


*****


Miércoles 24 de agosto del 2011.


Juan Carlos Gómez Leyton



La movilización social estudiantil ha sido vasta en creatividad e ingenio. Así lo han demostrado las ocho coloridas, pintorescas y masivas marchas estudiantiles que recuerdan más a las antiguas fiestas primaverales organizadas por los universitarios de ayer que a las manifestaciones sociales y políticas realizadas por la ciudadanía nacional en los últimos 30 años.



Efectivamente, la actual protesta, en tanto su repertorio de acciones como sus consignas, no nos recuerda, salvo quizás por el “caceroleo”, a las protestas nacionales en contra de la dictadura militar en los años ochenta. Si bien, la masividad de la protesta juvenil ciudadana es innegable, ella se ha concentrado en un sector social bien concreto de la sociedad neoliberal: la clase media, aquella que los analistas sociales actuales denominan, aspiracional. Estos son los actores protagónicos y centrales de la actual protesta social. Todos los demás sectores sociales, especialmente, las y los jóvenes populares y pobres, que asisten, por cierto, en una menor cantidad a ellas, son los actores secundarios o de reparto.



Este aspecto social le ha dado un tinte de clase como también una forma y un determinado discurso cultural e ideológico a la movilización estudiantil distinguiéndola de otras acciones colectivas acontecidas en el Chile neoliberal, ya sea, el dictatorial o el democrático. En el primero, la protesta política en contra de la dictadura pinochetista, en los años ochenta, tuvo un componente social y ciudadano amplio y plural. En ella participaban activamente desde los sectores medios altos hasta los sectores populares, de ahí su carácter nacional. Mientras que la protesta política en el Chile democrático neoliberal (1990-2011) siempre ha sido activada realizada por algún sector social determinado: los mineros del carbón de Lota, los trabajadores del cobre, los trabajadores forestales, los mapuche, los deudores habitacionales, los usuarios del Transantiago, los profesores, los estudiantes universitarios antes del 2006, entre otros. Sus movilizaciones han tenido demandas sociales, económicas, salariales y laborales específicas. Difícilmente, ellas se transformaron en una demanda política de carácter nacional.



Por esa razón, ninguna de ella tuvo la capacidad de dar origen a una protesta social y política amplia e inclusiva de carácter nacional. Tan solo la “Revolución Pingüina” de los estudiantes secundarios del año 2006 y la actual han logrado instalar una demanda de ese tipo. Sin embargo, el movimiento social estudiantil todavía no ha logrado romper con la lógica de la acción colectiva sectorial ni ha logrado constituirse ni transformarse en un vasto movimiento ciudadano nacional similar en su composición social, amplitud y potencia política que desarrolló el movimiento democrático nacional para derrotar al dictador en el plebiscito sucesorio de 1988. A pesar de todo lo realizado, la movilización juvenil ciudadana sigue siendo, hasta ahora, una gigantesca y lúdica protesta social y política de carácter sectorial con una relevante y auto-centrada demanda. Allí radica su fortaleza pero, también, su debilidad.



Dado que el actualmente el conflicto por la educación se encuentra en tabla, o sea, en un virtual empate. El cual, por cierto, sin ser catastrófico, no encuentra resolución en base a las estrategias seguidas hasta el momento; parece ser que la convocatoria de un tercer actor social y político estratégico, resulta crucial para destrabarlo.



Así lo entendió el gobierno y la clase política cuando buscó “parlamentarizar” el conflicto, es decir, resolverlo a través de la acción política y negociadora del poder legislativo. Propuesta que fue categóricamente rechazada por los estudiantes. Los cuales, a su vez, replicaron con una exhortación: demandaron no solo al ejecutivo sino también al legislativo, la realización de un plebiscito. Con el objeto de que sea, la ciudadanía nacional, el pueblo soberano, quien decida democráticamente sobre la cuestión en conflicto. La negativa de parte del gobierno fue rotunda. Mientras que los parlamentarios oficialistas como de oposición han tenido posiciones divididas, unos lo rechazan categóricamente, otros, apoyan resueltamente, la idea. Volvieron a empatar.



El único actor político que hasta ahora no ha emitido opinión alguna ya sobre el conflicto educativo o en torno a la idea de realizar un plebiscito es, paradojalmente, la ciudadanía nacional. Si bien, a través de algunas encuestas de opinión ha expresado su parecer sobre específicos aspectos del movimiento estudiantil y del conflicto educativo. Estas carecen de validez e incidencia política. Por tanto, la ciudadanía nacional, el pueblo, los soberanos, no han sido consultados ni han podido emitir su opinión sobre un conflicto que ha convulsionado la sociedad durante tres meses. Esto se debe a que el actual sistema político no ofrece ni dispone de ningún instrumento político institucional para ello.



Por esa razón, considero que el Paro Nacional ciudadano convocado por la Central Unitaria de Trabajadores para los días 24 y 25 de agosto constituye, en mi opinión, una excelente oportunidad política y social para que la ciudadanía nacional manifieste y exprese su opinión ante el conflicto en curso.



El Paro Nacional debe constituirse en el instrumento de expresión política de la ciudadanía. Una activa y masiva paralización ciudadana deberá ser interpretada no solo como la adhesión al movimiento estudiantil y sus justas demandas sino, también, de apoyo irrestricto a la convocatoria de un plebiscito nacional. Esa debe ser la razón política del Paro ciudadano.



Cabe señalar que un Paro Nacional es un acontecimiento social y político mayor. Se trata de un trascendente y poderoso instrumento político de presión que las y los trabajadores, en particular, y las y los ciudadanos, en general, utilizan de manera muy excepcional, en su lucha -especialmente, pero no únicamente- en contra los poderes constituidos en las sociedades capitalistas. No se trata de una marcha callejera autorizada para transitar por las calles de las ciudades del país. Se trata de una acción social y política que se realiza sin la autorización del poder establecido. Por eso, un Paro Nacional es un acto ciudadano subversivo.



En dicha condición radica su poder social y político constituyente. Principalmente, esta acción ciudadana supone la paralización total y general de todas las actividades “normales” que diaria y cotidianamente realiza la ciudadanía. El día del paro nacional todo debe detenerse. Las ciudades y las calles del país deben quedar desiertas de autobuses, de automóviles y de gentes. Nadie debe comprar ni vender. Ninguna tienda debe abrir, los supermercados deben permanecer cerrados. Los trenes del Metro no deberán circular y sus estaciones deberán estar cerradas. Los niños y niñas no asistirán a clases, en aquellos colegios, que aun funcionan. Los bancos y financieras deberán dejar de ofrecer sus odiosos créditos. Ojalá que las televisoras dejaran de funcionar y las radios de trasmitir. Ojalá que todo quedará en profundo silencio. Para que en esos días se escuche y se sienta en toda la sociedad, tal vez, toda la rabia social acumulada durante 35 años.



Por consiguiente, el Paro Nacional deberá ser el punto de partida de la transformación del movimiento estudiantil y ciudadano centrado en la cuestión educativa en un poderoso movimiento social y político subversivo anticapitalista de carácter nacional.

Juan Carlos Gómez Leyton es Dr. en Ciencia Política. Profesor Titular U. ARCIS.
/////




Chile: Un gobierno sordo, soberbio y mentiroso.


*****



Miércoles 24 de agosto del 2011.



Andrea Dufournel (especial para ARGENPRESS.info)



Pese a las multitudinarias movilizaciones, colegios y universidades tomadas desde hace ya más de tres meses, a pesar de que el apoyo ciudadano a los estudiantes llega al 80% y el apoyo al gobierno a un 26%, la derecha no da señales de querer ceder en su postura de defender el lucro en la educación, a ultranza. El presidente se reunió con la excrecencia empresarial para consultarles su opinión sobre las movilizaciones acordando, con ellos, no realizar la reforma tributaria que pudiera afectarles… pero no se ha reunido con los estudiantes.

Haciendo un poco de historia, desde que comenzó la carrera presidencial de Piñera, recordando sus eslogan de campaña, sus promesas en que, incluso, llamaba a los jóvenes a tomarse el país y ofrecía educación gratuita para todos, cual encantador de serpientes logra llegar a la Moneda y su mandato se parece más a una “comedia de equivocaciones” para quienes no le votamos, y los arrepentidos de haberle creído y votado, se multiplican.



Los problemas aparecen por doquier: damnificados del terremoto que aún viven en mediaguas, pasando un segundo invierno entre la lluvia y el barro, y si reclaman, se les reprime con la misma violencia con que los “profesionales carabineros” han reprimido a mapuche y estudiantes. El ambiente está enrarecido, qué duda cabe, más aún cuando hay niños, sí, niños que se encuentran desde hace más de un mes en huelga de hambre intentando, por ese medio, sensibilizar a la administración del gremialismo, que sólo tiene oídos para el dulce sonido del dinero, poniendo por sobre los intereses de todo un país su compromiso con el empresariado y las transnacionales que se llevan las ganancias del cobre pagando un royalty irrisorio, obteniendo billonarias utilidades.



El lucrativo negocio de la educación en Chile es tan rentable que, quienes están en el poder, no están dispuestos a perderlo, encontramos autoridades como el ex ministro de educación Joaquín Lavín relacionado con una universidad privada, el actual ministro de justicia dueño de otra universidad y que es quien tendría la obligación de fiscalizar el cumplimiento de la ley que regula el lucro, es decir será juez y parte. Los conflictos de intereses suman y siguen. La Iglesia, que, se ofreció como mediadora en el conflicto es, también, sostenedora de múltiples colegios, que reciben recursos del estado, ¿está en condiciones de mediar y buscar soluciones?, en el parlamento el problema no es distinto.



La lucha decidida que han iniciado los jóvenes chilenos es titánica, los poderes fácticos no cejan en su empeño por imponerse, llegando al extremo de amenazar con “sacar” a los militares a la calle según el alcalde de Santiago, para controlar los desórdenes públicos, ¿habrá sido un lapsus del alcalde de o alguna idea planteada en alguna reunión del gobierno que a él se le escapó?, más aún cuando se nos viene un nuevo 11 de septiembre que nos recuerda la ignominia cometida con la complicidad de quienes hoy nos gobiernan y que son los responsables del sistema educativo que se desea cambiar.



Así como el dictador benefició a sus colaboradores instaurando el lucrativo negociado de los fondos de pensiones, en desmedro de los trabajadores, lo hizo con la educación creando un sistema excluyente, clasista en el cual las diferencias sociales se han profundizado, pretendiendo imponer, por este medio, el control ideológico y de vigilancia donde, el Ministerio de Educación cumpliera el rol de una institución de carácter técnico.



La enorme diferencia con quienes nos formamos en dictadura y los jóvenes de hoy es que ellos no le temen a la represión, son hijos de la democracia, que, con todos sus defectos les ha permitido soñar con que son capaces de cambiar este sistema perverso que no les permite avanzar y les tiene prisioneros de la banca teniendo que endeudarse de por vida. Hoy en día nos vemos enfrentados a un sinnúmero de situaciones ante las demandas de parte de la comunidad estudiantil frente al tema de la educación, calidad y equidad en Chile, pero el ejemplo de entrega, de lucha y de compromiso de los niños y jóvenes que han optado por la huelga de hambre, que han puesto sus vidas en riesgo ha logrado que los ojos del mundo se vuelquen hacia Chile.


Uno de los jóvenes declaró “yo sé que aquí me puedo morir y si tengo que dar la vida por la educación voy a hacerlo. Nuestro lema es ´la vida por la educación’ (…) Responsabilizamos al Presidente y a sus carteras de gobierno por no dar soluciones concretas a los secundarios”. Nuestros jóvenes están librando una gran batalla, la convicción que les impulsa es un ejemplo para la sociedad entera, Matías Ortega, Gloria Negrete y Felipe Sanhueza, estudiantes del Liceo A 131 de Buin, nos muestran el camino para generar los cambios y que debemos continuar marchando recuperando para todos una verdadera democracia.


*****





CHILE: El despertar de los corderos.


*****


Miércoles 24 de agosto del 2011.



Ricardo Salcedo Mettroz (especial para ARGENPRESS.info)


Este título podría traer a colación algo así como el nombre de una película y nunca el momento político social, generado por las intensas movilizaciones de los estudiantes chilenos en los últimos meses.

Pero me viene a la memoria, por una frase de un amigo ecuatoriano dicha en marzo del 2007, en relación a las consecuencias del Transantiago en esos días. Él manifestaba que si la situación de caos del transporte y las molestias que sufría la gente por la pésima implementación de esta modificación de la transportación publica en Santiago hubiera ocurrido en su país, el gobierno habría caído y el presidente estaría exiliado. Me manifestó en tono de sorna, que los chilenos se habían convertido en corderos.



Me quede pensando, cuanto de verdad había en su apreciación y el porqué de esta inmovilidad de la gente en aquellas circunstancias. La respuesta era una: esto ocurre como corolario del miedo dejado por la dictadura y la falta de organización popular en todos sus estamentos. Aquí se desarrolló un culto al individualismo, en que cada uno puede y debe solucionar los problemas por sí solo, pues todo lo que tuviera que ver con solidaridad y organización masiva era perdida de tiempo. Esta apreciación fue incentivada por la salida pactada de la época dictatorial en que ninguna acción pasada fue sometida a un juicio justo y en particular los chanchullos económicos (robos a Corfo) y demás acciones de quienes estuvieron 17 años medrando del golpe de estado del 73.



Por el contrario, se les dio toda la protección de parte de los órganos del estado (entonces en manos de la Concertación), sin que siquiera se intentara cumplir con promesas políticas de fuste, como fue el cambio de la Constitución espuria del 80, que en definitiva era la que encerraba, todos los amarres que hoy día están teniendo consecuencias nefasta en muchos planos, en particular la educación. ("Cambios en la medida de lo posible", decía el primer presidente de la "transición a la democracia").



Pero como las circunstancias decantan y las personas cambian, las nuevas generaciones van entendiendo por experiencia propia que sus expectativas e ilusiones no pueden ser desarrolladas sin organización y, particularmente, desde las bases, donde la mayorías se siente interpretada por sus mandantes, jóvenes como ellos, audaces como los mas y con una claridad, que no tienen los adultos que manejan los hilos del poder. Lo demostró el dirigente estudiantil Giorgio Jackson en su exposición de la semana pasada en el Senado, el martes 16 de agosto (ver http://www.theclinic.cl/2011/08/17/la-clase-de-giorgio-jackson-a-los-politicos-en-el-senado/).



Hoy la juventud tiene plena conciencia que las cosas no pueden seguir como están y que los maquillajes que desean imponer desde el oficialismo y oposición son ruedas de carreta que ellos no deben tragarse. Que los cambios deben ser profundos y extensos en muchas aéreas. Poner sobre el tapete la discusión sobre el lucro y la gratuidad en TODOS los niveles de la educación y sobre la calidad de la misma, es una tarea titánica, pero nunca imposible. Han tomado conciencia de sus fuerzas y han sacado roncha en los sectores mas retrógrados de la ultra derecha, que han pretendido ningunearlos y satanizar sus demandas como algo “loco” y propio de muchachos inexpertos, manipulados por “comunistas” aprovechadores.



Llama la atención que los partidos políticos opositores, vayan corriendo detrás de los avances de los jóvenes y traten tardíamente de colgarse de los planteamientos irrefutables de los estudiantes. Así es como intentan integrarse al Paro Nacional de la próxima semana, sin ningún pudor, como si ellos no hubieran sido primeros actores en esta estafa anti-popular de 20 años de gobiernos de Concertación.


Ricardo Salcedo Mettroz, economista y analista chileno.


*****


No hay comentarios: