En este escenario es inevitable la caída de la demanda internacional y vendrá entonces el reacomodamiento de la balanza comercial entre países ricos, emergentes y pobres. No hay mercado interno ni regional que pueda absorber lo que no compre Europa o Estados Unidos. Ni mercado emergente o en desarrollo que resista el impacto, salvo quizá los grandes productores de materias primas y energía, que se verían golpeados por la caída de los precios y del volumen de las exportaciones, pero contarían todavía con los activos más valiosos para el mundo que se avecina; el mundo no funciona sin energía ni alimentos.
Oscuros nubarrones se ciernen sobre la economía mundial.
“Lunes negro que vivieron las bolsas del mundo”.
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Martes 16 de agosto del 2011.
Raúl de Sagastizabal (especial para ARGENPRESS.info)
La rebaja de calificación de los bonos estadounidenses y los problemas del sobreendeudamiento europeo alimentan el temor de una recesión o una fuerte desaceleración de la economía mundial.
Gran parte de la turbulencia en los mercados obedece a la coyuntura, al temor de los inversionistas, que ante un escenario de recesión salen en busca de monedas o activos más seguros.
En este escenario sube el valor del oro y el franco, y el dólar, por su parte, se aprecia contra otras monedas, entre ellas las de América Latina y bajan las tasas de interés de los bonos a largo plazo, y las acciones suben y bajan en todos los mercados del mundo.
Otros valores caen previendo menores demandas. Por ejemplo, el lunes 8 de agosto el precio contado del cobre cerró con una caída de 2,08% en la Bolsa de Metales de Londres, a US$4,01 la libra, y se ubicó en su menor valor en casi tres meses, y el del petróleo caía por debajo de la barrera de los 100 dólares, cosa que no ocurría desde febrero, en que se iniciaron los disturbios en el mundo árabe.
Sin embargo, muchos de estos movimientos son temporales, de hecho tras el lunes negro que vivieron las bolsas del mundo el 8 de agosto, al día siguiente algunos mercados se recuperaban y otros estaban a la expectativa de las decisiones que adoptara la Reserva Federal.
Por otra parte, hay otros indicadores que muestran tendencias menos temporales, y que alertan sobre la situación que atravesará el mundo en los próximos meses, o años, aunque se alivie la tensión en los mercados.
Los enormes recortes en los presupuestos de Estados Unidos y Europa, que afectarán a la obra pública, a los programas sociales y a los salarios, se traducen en menos empleo y menos consumo con lo cual caerá la demanda, la producción y el crecimiento.
Pero además, gran parte de ese dinero irá directamente al pago de deuda pública y no a la creación de empleo, y el sector privado en modo alguno puede generar los puestos de trabajo que genera la inversión pública.
En este escenario es inevitable la caída de la demanda internacional y vendrá entonces el reacomodamiento de la balanza comercial entre países ricos, emergentes y pobres. No hay mercado interno ni regional que pueda absorber lo que no compre Europa o Estados Unidos. Ni mercado emergente o en desarrollo que resista el impacto, salvo quizá los grandes productores de materias primas y energía, que se verían golpeados por la caída de los precios y del volumen de las exportaciones, pero contarían todavía con los activos más valiosos para el mundo que se avecina; el mundo no funciona sin energía ni alimentos.
En este escenario resulta cuando menos sorprendente que Rusia se apreste a vender hasta un 85% de uno de sus gigantes del petróleo, Rosneft, conforme al nuevo plan de privatizaciones del Presidente Medvedev.
Hay cientos de indicadores que describen el escenario futuro, de los cuales los siguientes son apenas unos pocos:
En Estados Unidos el empleo no se recupera al ritmo previsto y en el segundo trimestre del año cayó la productividad, mientras se mantenían altos los costos laborales, y bajos los niveles de consumo. En Europa los recortes alcanzan apenas para contener el déficit fiscal y pagar deudas.
En julio cayó la producción de manufacturas en Rusia por primera vez desde diciembre de 2009, como consecuencia de la desaceleración del crecimiento en China y de una menor demanda europea. También en julio se debilitó en Europa el crecimiento en el sector de los servicios y las manufacturas, avanzando a su ritmo más lento en casi dos años.
En China este mes se disparó inesperadamente la inflación, llegando a un 6,5%; aumentan los precios de los alimentos y el costo de la mano de obra, la economía se está enfriando, con una desaceleración del crecimiento del PIB en el segundo trimestre, y se prevén más aumentos de precios en los meses venideros. También se desaceleró el sector de las manufacturas, debido a que la producción y los pedidos de exportación avanzaron a su ritmo más lento en varios meses.
Finalmente, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), dio a conocer recientemente su informe mensual del mes de agosto(i], anunciando “oscuros nubarrones sobre la economía mundial”. En el informe se sostiene que los problemas de fondo que enfrenta la economía mundial afectarán al mercado del petróleo y que la Organización ha revisado a la baja su pronóstico de demanda de crudo para este año y el año próximo.
La OPEP estima que el consumo mundial del crudo rondará en 2011 los 88,14 millones de barriles diarios, alrededor de 1,2 millones de barriles diarios más que el año pasado, pero unos 150.000 barriles diarios menos que sus previsiones del mes pasado, y para 2012 prevé un aumento de la demanda de 1,3 millones de barriles diarios, lo que representa otros 190.000 barriles diarios menos de lo que estimaba en el informe anterior.
Los analistas de la Organización sostienen que según los datos e indicadores económicos más recientes existe “un riesgo significativamente mayor de que la fragilidad económica se profundice en los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE)”, lo que tendría “repercusiones inevitables” para los países emergentes y para el mundo en general.
La tormenta está ya en la economía; no sólo en los mercados.
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