miércoles, 14 de septiembre de 2011

La lucha de clases no es algo ajeno a la lucha por el socialismo.

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La, calle, la plaza pública, la recuperación del espacio público y una opinión pública democrática, la nueva democracia moderna y participativa, hoy es el escenario de escenarios de las clases y la lucha de clases, es la Sociedad Civil, emergente, popular, plural, democrática, expresión de millones y millones de ciudadanos, trabajadores, juventud, mujeres, sindicalistas, desempleados, emigrantes, excluidos, y en general es el pueblo que vuelve, que retorna a inicios del siglo XXI en defensa de sus derechos y por la conquista de un mundo no solamente de calidad de vida, bienestar, sino un mundo superior, democrático, un mundo socialista, participativo, solidario, dialogante, democrático y con visión y derecho al futuro que es nuestro. Ese es hoy el escenario mundial donde las clases y la lucha de clases libran “combates” profundos, radicales, llenos de utopía y esperanza por un mundo mejor. Que la barbarie y el salvajismo capitalista de hoy se está auto-destruyendo, producto de su voracidad, fundamentalismo consumista, explotación, saqueo, de los “nuevos” piratas, gánster y ladrones del nuevo milenio. La nueva Sociedad Civil, como el escenario de escenarios de las clases y la lucha de clases, como la voz de la calle, la protesta y la movilización en “nuestro” espacio público, la nueva voz insurgente en la opinión pública, nuevas formas de comunicación intercultural, los emergentes y emprendedores Líderes sociales, humanistas, asertivos, visionarios, participativos del siglo XXI, es la lucha por la conquista y construcción de un Mundo Nuevo, Un Mundo Socialista con Democracia Moderna, directa, participativa, solidaria, dialogante, Democracia del Trabajo, Democracia de la Madre Tierra y la Madre Naturaleza.


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La lucha de clases no es algo ajeno a la lucha por el socialismo.


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Jueves 8 de septiembre del 2011.


Homar Garcés (especial para ARGENPRESS.info)



La lucha de clases no es algo que deba entenderse como algo abstracto y ajeno respecto a la lucha por el socialismo revolucionario, tal como lo asumieron los partidos revisionistas en Italia, Portugal y España, dando paso a lo que llamaron eurocomunismo. Aunque aún se presenten argumentos a su favor que desdicen abiertamente lo que sería este elemento característico del socialismo, es imposible concluir en que el mismo resulte posible sin él.



Ciertamente, un punto a favor de tales argumentos es el hecho innegable de los cambios sufridos por el capitalismo durante el siglo pasado y las primeras décadas del presente, sin embargo, sus rasgos esenciales generadores de explotación, depredación ambiental y desigualdades sociales siguen intactos, lo cual nos impone replantearnos los conceptos de la lucha socialista de un modo que nos permita una mejor comprensión del momento histórico actual, tanto en términos nacionales como internacionales.



Al producirse una crisis global del sistema capitalista que sacude por igual a naciones ricas como pobres, con medidas de ajuste económico y protestas populares que apenas se diferencian entre sí y han merecido una represión similar de parte de los organismos de seguridad del Estado, hace falta una aproximación dialéctica mediante la cual podamos determinar los acontecimientos del presente con la objetividad requerida, especialmente si hay la disposición revolucionaria de construir el socialismo. Esto, por supuesto, no debe llevarnos a generalizaciones que se conviertan en dogmas que obvien las peculiaridades específicas de cada situación analizada, puesto que ello no contribuye al avance revolucionario, estancándolo muchas veces. Así, en el caso de la lucha de clases en relación con el socialismo revolucionario, algunos olvidan las contradicciones presentes en la sociedad regida por el capitalismo, degradando la calidad revolucionaria de las luchas emprendidas por los sectores populares y, otras veces, llevándolas a un nivel revolucionario del cual carecen absolutamente.



Por ello, al plantearse la lucha por el socialismo revolucionario no puede eludirse lo inherente a la lucha de clases, desconociéndose al mismo tiempo el carácter de la turbulencia social, política y económica causada por el capitalismo a nivel mundial, en una confrontación generalizada de trabajadores de todo nivel y corporaciones transnacionales, cuyos intereses han hecho de la soberanía nacional un asunto hipotecable y descartable, como puede rastrearse a través de las guerras de intervención imperialistas y la imposición de recetarios neoliberales bajo la batuta del Fondo Monetario Internacional. De hacerse así, sería más que difícil la posibilidad real de una revolución socialista, logrando en su lugar una mera reforma, sin cambios sustanciales que transformen la realidad existente.



Como bien lo refleja Alan Woods, “es imposible consolidar las conquistas de la revolución dentro de los límites del sistema capitalista. Tarde o temprano, habrá que elegir: o la revolución liquida el poder económico de la oligarquía, expropia a los banqueros y a los capitalistas y emprende la dirección al socialismo, o la oligarquía y el imperialismo liquidarán la revolución”.


Esta es una conclusión que paulatinamente se está haciendo presente en las actuales luchas sociales, no obstante que sus dirigentes estén dominados aún por un espíritu reivindicativo, sin trazarse ir más allá de ello; representando una prueba de fuego para los revolucionarios socialistas, venciendo las resistencias ideológicas, políticas, legales y extralegales montadas por quienes piden cautela cuando un grueso porcentaje de los sectores populares exigen acciones más radicales. En tal momento, la lucha de clases definirá el perfil de la revolución socialista que se estaría impulsando, sin caer en medias tintas.


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