Ahora que se marcha Zapatero, el optimismo cunde entre los españoles. Estamos seguros de que sin este siniestro político mejorará mucho la situación económica de España. Bien por España, pues a pesar de estar colonizados y sojuzgados por España, nos sentimos solidarios con el pueblo español y con sus tragedias, pero no con sus gobernantes, que son los que las causan y los que no quieren que seamos independientes para seguir exprimiéndonos. Porque la Hacienda española, que no depende del pueblo llano sino de los mandatarios españoles, sigue rapiñando las riquezas de Canarias año tras año. Por eso afirmamos contundentemente que la recuperación de unas Islas que antes eran afortunadas y hoy son desgraciadas, no comenzará simplemente con la marcha de Zapatero. También resulta necesario que se marche el incapaz político que tenemos al frente del Gobierno regional -¿o sirve para algo don Paulino?- y, sobre todo, que alcancemos el estatus de nación soberana y con Estado.
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Más paro, más hambre y más indecencia política. Canarias, desempleo y Autonomía.
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El Día.es Martes 2 de agosto del 2011.
A estas alturas nuestros lectores ya conocerán la noticia, pues la publicamos ayer en primera página: el paro de larga duración se dispara en Canarias. El número de desempleados que llevan más de dos años sin encontrar trabajo ha aumentado en 17.300 personas durante el segundo trimestre de este año hasta 93.700, el 28,3% de los 331.800 desempleados que existen en este Archipiélago; un porcentaje superior al de cualquier otra comunidad autónoma.
Si se suma el otro 24,3% de desocupados que rebasa los 12 meses sin trabajar, la cifra de quienes están parados desde hace al menos un año asciende ya a 174.200. Pese al despegue del turismo, la atonía de la actividad económica sigue dificultando en Canarias la reinserción laboral de quienes carecen de un puesto de trabajo.
¡Qué viva don Paulino, sus falsos nacionalistas y sus amigos socialistas!, añadimos en el comienzo de este editorial a la información que, como decimos, trasladamos ayer a nuestros lectores. Zapatero se va, pero Paulino Rivero se queda, cuando debería tomar la decisión no de esperar a las próximas elecciones para no volver a presentarse más, sino dimitir ahora mismo y desterrarse por el bien de los canarios a los que tanto daño está haciendo con su inepta gestión política y de gobierno.
Por muchas vueltas que le demos, por mucho que se empeñen los españolistas y los amantes de la españolidad en seguir uncidos al yugo colonial que nos impone la metrópoli, nuestra situación será cada vez peor mientras no alcancemos la independencia. Incomprensiblemente, todavía existen muchos canarios que le tienen miedo a la independencia. No miedo por una posible acción de los militares, que son abnegados y valerosos y que jamás dispararían contra el pueblo, sino miedo a la situación económica porque durante siglos los españoles nos han hecho creer que no podemos subsistir por nuestra cuenta. Eso es falso; eso es una burda mentira para mantenernos atados con las cadenas coloniales.
Ahora que se marcha Zapatero, el optimismo cunde entre los españoles. Estamos seguros de que sin este siniestro político mejorará mucho la situación económica de España. Bien por España, pues a pesar de estar colonizados y sojuzgados por España, nos sentimos solidarios con el pueblo español y con sus tragedias, pero no con sus gobernantes, que son los que las causan y los que no quieren que seamos independientes para seguir exprimiéndonos. Porque la Hacienda española, que no depende del pueblo llano sino de los mandatarios españoles, sigue rapiñando las riquezas de Canarias año tras año. Por eso afirmamos contundentemente que la recuperación de unas Islas que antes eran afortunadas y hoy son desgraciadas, no comenzará simplemente con la marcha de Zapatero. También resulta necesario que se marche el incapaz político que tenemos al frente del Gobierno regional -¿o sirve para algo don Paulino?- y, sobre todo, que alcancemos el estatus de nación soberana y con Estado.
Existe miedo a la independencia, lo reiteramos, pero con ese miedo coexiste un ansia por la libertad que convierte en irreversible el proceso, ya iniciado, hacia esa soberanía nacional que un día más exponemos a la atención de nuestros lectores. Ningún canario auténtico, ningún isleño que sienta su tierra, puede estar convencido de que es español. Sabe que es español a la fuerza, pero no por propia voluntad ya que su identidad es la de canario. Sabe que no es español porque no ha nacido en España, aunque le hayan dicho lo contrario. Es una mentira que los canarios nacidos en Canarias tengamos naturaleza española, porque Canarias no forma parte de España.
España es otro país que está allá lejos, en otro continente. Por lo tanto, ya es hora de que Canarias asuma su papel como nación mayor de edad. Solo con su posición geoestratégica, y aguas y cielos propios, este Archipiélago puede ser un emporio mundial de riqueza, como lo son Singapur, Hong Kong, Panamá y otros lugares que carecen de recursos naturales propios, pero que tienen la enorme ventaja de ser enclaves por los que transcurre el tráfico marítimo y aéreo.
También está la agricultura canaria. El campo se ha abandonado en los últimos años debido a una gran actividad en la construcción que permitía pagar mayores salarios, pero hay que recuperar la actividad agraria. Cuando Canarias sea una nación independiente, sus nuevos gobernantes, hombres y mujeres con las manos limpias a diferencia de la podredumbre actual, potenciarán el sector agrario. La agricultura, junto con el trabajo, es una gran fuente de riqueza. No puede ser, como también señalábamos ayer en nuestra primera página, que La Palma, siendo una isla eminentemente agrícola, importe el 85 por ciento de los productos alimenticios que consume. Otro fracaso del Gobierno del señor Rivero, pues estos falsos nacionalistas, bolsilleros políticos, sólo se acuerdan del campo cuando les toca vestirse se magos para ir a una romería.
Si queremos salir de la crisis, junto con la agricultura hemos de fomentar la industria de transformación, como han hecho los países desarrollados que carecen de materias primas. Por ejemplo, Japón o Suiza. No tienen materias primas, pero son naciones ricas por su industria y su trabajo. También está el sol de Canarias, que igualmente podemos explotar para beneficio propio y no para el enriquecimiento de empresas foráneas. En definitiva, el canario debe convencerse de que tiene recursos económicos suficientes para vivir como ciudadano de una nación propia y no como un súbdito español, despreciado y expoliado.
Es inadmisible y muy injusto que España siga saqueando nuestros recursos mientras nuestros compatriotas, que son los canarios y no los españoles, tengan que acudir a las colas del hambre para comer. Las rentas del trabajo que se generen aquí deben quedarse aquí; debe recaudarlas la hacienda canaria y no la española. Aunque seamos una nación pequeña, podemos ser económicamente autosuficientes para que todos los canarios disfruten de un nivel de vida digno.
Paro, hambre, miseria, desesperanza de una juventud obligada a emigrar, deficiencias en sanidad, educación y otros servicios básicos para el bienestar de la población son, entre otros, los males que se derivan de nuestra situación colonial. ¿Y qué hacen los que se llaman nacionalistas para remediarlo? Nada. En vez de pedir la independencia, andan mendigando de los españoles que les reformen el Estatuto de Autonomía, que es el principal instrumento con el que cuenta España para disfrazar ante el mundo, y con ello tratar de engañar a los organismos internacionales, la vergonzosa situación colonial de nuestra tierra. Qué babiecada esa reforma del Estatuto, en la que está empeñado el hijo de papá político, mientras la quícara, completamente ajena a la existencia de esos 331.800 parados canarios, se entrega al juego de la política pura. ¿No es esto un crimen político? ¿No debería ser esta señora juzgada y despreciada por el pueblo, y con ella todos los falsos nacionalistas?
Y mientras EL DÍA y José Rodríguez cantan las verdades y piden libertad, identidad y dignidad, y bienestar, los ruines políticos y dirigentes canariones y sus medios informativos, y algunos ineptos y traidores tinerfeños, azuzan a la justicia para que los persigan y los callen. Igual que ocurrió no hace mucho con los cinco magistrados de Las Palmas. A pesar de los golpes recibidos, seguimos creyendo en la Justicia y en los jueces, hombres y mujeres justos.
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