Dilma Rousseff, Presidenta de Brasil, en su visita Oficial a Washington y al Presidente Obama, no utilizó la expresión “tsunami monetario”, referida en Nueva Delhi, pero culpó a la guerra cambiaria por la “inestabilidad, el bajo crecimiento y el desempleo que afecta a varias regiones del mundo”. Hablando por momentos como portavoz de los países latinoamericanos, que a fines de esta semana participarán en la Cumbre de las Américas en Cartagena de Indias, dijo que allí quedará plasmado el “hecho de que América latina es un continente que viene creciendo, distribuyendo renta y realizando un proceso de inclusión social”. “Vamos a discutir cómo la integración trae beneficios de América latina”, porque “el crecimiento económico ocurrirá (como consecuencia) del fortalecimiento de nuestros mercados internos con la inclusión de millones de brasileños y latinoamericanos”.
“La buena noticia es que la relación entre Brasil y Estados Unidos nunca ha estado más fuerte, pero se pueden hacer cosas más ambiciosas”, señaló Obama ante la prensa desde el Salón Oval. Rousseff, en tanto, criticó las políticas monetarias de aquellos países que llevan a la desvalorización de las monedas de las naciones en desarrollo, poniendo en peligro su crecimiento. “Estados Unidos puede jugar un rol muy importante, tanto en la contención de la crisis mundial como en el impulso al crecimiento”, dijo la mandataria brasileña, y consideró que países como Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (enrolados en el BRIChS) contribuyeron de manera significativa al crecimiento mundial.
/////
Una Dilma más fuerte visitó la Casa Blanca.
Brasil: “La sexta economía” de un país BRIChS frente a la economía capitalista-imperialista. USA, en desastre.
*****
Por Darío Pignotti
Desde Brasilia.
Página /12 Martes 10 de abril del 2012.
Dilma Rousseff ya no trastabilla. En marzo del año pasado, cuando recibió a Barack Obama en Brasilia, Dilma, con apenas tres meses en el gobierno, caminaba insegura sobre sus recién estrenados zapatos rojos de taco alto por las escalinatas resbaladizas del Palacio del Planalto. Debutaba, balbuceante, en la alta política mundial ante la mirada de un Washington ávido de aliados de porte en Sudamérica, donde sólo cuenta con la subordinación armada de Colombia y la adhesión librecambista de Chile.
Ayer, en el Salón Oval, Dilma se movió con paso más seguro, como el de alguien que representa a la “sexta economía” mundial y busca establecer una relación de “igual a igual” con la principal potencia mundial, según dijo al desembarcar en Washington el domingo.
Con voz segura y monocorde, la presidenta sostuvo que la bancarrota económica mundial es consecuencia de la inundación de dólares y euros estimulada por los países desarrollados, reiterando las mismas tesis expuestas hace una semana en la cumbre de los Brics celebrada en la India y un mes atrás frente a la inmutable Angela Merkel, durante una visita a Alemania. “Estas políticas monetarias llevan a la devaluación de las monedas de los países desarrollados, comprometiendo el crecimiento de los países emergentes.”
Dilma no utilizó la expresión “tsunami monetario”, referida en Nueva Delhi, pero culpó a la guerra cambiaria por la “inestabilidad, el bajo crecimiento y el desempleo que afecta a varias regiones del mundo”.
Hablando por momentos como portavoz de los países latinoamericanos, que a fines de esta semana participarán en la Cumbre de las Américas en Cartagena de Indias, dijo que allí quedará plasmado el “hecho de que América latina es un continente que viene creciendo, distribuyendo renta y realizando un proceso de inclusión social”. “Vamos a discutir cómo la integración trae beneficios de América latina”, porque “el crecimiento económico ocurrirá (como consecuencia) del fortalecimiento de nuestros mercados internos con la inclusión de millones de brasileños y latinoamericanos”.
En sus casi 15 minutos de alocución ante un Obama atento, Dilma no abordó de forma explícita la situación de Cuba, acaso para evitar incomodar a un anfitrión que la recibió “fraternalmente”, pero el asunto fue mencionado por los miembros de su comitiva en sus diálogos informales ante reporteros.
En esas conversaciones informales, la delegación brasileña sostuvo que la isla, visitada en enero por Rousseff, debe ser convidada al cónclave del cual participan 34 países del hemisferio. Aún se especula, pero sin la insistencia de hace semanas, que Washington y Brasilia lanzarán en Cartagena una alianza por el medio ambiente, tal vez en el área de energías renovables, como antesala de la Cumbre Río+20, de junio, a la que Obama fue invitado ayer formalmente.
Obama habló no más de cinco minutos, concentrándose en el interés norteamericano en las gigantescas reservas de “gas y petróleo” descubiertas en el litoral brasileño y en la búsqueda de consenso sobre temas globales como Medio Oriente, punto eludido por la brasileña, que en otros foros mundiales rechazó una ofensiva militar contra Siria y cuestionó el in crescendo de las presiones sobre Irán.
Como en toda relación de Estado, sus líderes corporizan la balanza de poder entre ellos, modificada en la última década del Partido de los Trabajadores en el poder. Entre enero de 2003 –cuando Luiz Inácio Lula da Silva subió la rampa del Planalto– y marzo de 2012, los cambios fueron drásticos: Estados Unidos, que representaba el 25 por ciento del comercio exterior brasileño, retrocedió al 12,5 por ciento y ya no detenta la corona de principal socio comercial de Brasil, lugar que desde hace dos años ocupa China, cuyas transacciones con Brasilia superan en unos 17 mil millones de dólares a las de Washington.
La agenda de defensa fue abordada lateralmente, dejando casi archivada una alianza militar estratégica: como corresponde a dos países que disputan la supremacía continental.
*****
Estados Unidos y la crisis monetaria.
En Washington, Rousseff criticó la política cambiaria de la Administración Obama.
*****
Entre la presidenta de Brasil y su par norteamericano hubo elogios, pero también reproches, como el de Rousseff sobre la política cambiaria del país del Norte. Evitaron tocar temas como Cuba o Irán y apostaron al buen entendimiento.
En la cumbre entre el presidente de Estados Unidos y su par de Brasil hubo halagos, pero también reclamos. Mientras Barack Obama dedicaba un tramo de su discurso a elogiar el intercambio con el país sudamericano, Dilma Rousseff –en su primera visita a la Casa Blanca– hizo observaciones sobre las medidas económicas de los países avanzados.
“La buena noticia es que la relación entre Brasil y Estados Unidos nunca ha estado más fuerte, pero se pueden hacer cosas más ambiciosas”, señaló Obama ante la prensa desde el Salón Oval. Rousseff, en tanto, criticó las políticas monetarias de aquellos países que llevan a la desvalorización de las monedas de las naciones en desarrollo, poniendo en peligro su crecimiento. “Estados Unidos puede jugar un rol muy importante, tanto en la contención de la crisis mundial como en el impulso al crecimiento”, dijo la mandataria brasileña, y consideró que países como Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (enrolados en el Brics) contribuyeron de manera significativa al crecimiento mundial.
Brasil, que ocupa hoy el lugar de la sexta economía del mundo, enfrenta una apreciación de su moneda frente al dólar, alimentada por la política de tasa casi cero que aplicó la Reserva Federal para combatir los efectos de la crisis de 2008. Ambos colegas se reunieron por espacio de una hora y media, acompañados por delegaciones ministeriales, y continuaron la visita protocolar con un almuerzo de trabajo restringido. Aunque ambos mandatarios coincidieron en la intención de intensificar la cooperación bilateral, los anuncios concretos fueron modestos.
En este sentido, divulgaron un nuevo memorando en materia de cooperación aeronáutica, reafirmaron su compromiso con un programa de intercambio estudiantil y recordaron que han facilitado las condiciones de viaje para los turistas brasileños. Más temprano, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, elogió a la primera mujer que lleva las riendas del gigante latinoamericano, durante un acto celebrado con empresarios en la Cámara de Comercio, y destacó la importancia de ese país en la escena internacional. “Brasil es un socio responsable”, señaló Clinton en presencia de su homólogo brasileño, Antonio Patriota.
Clinton hizo un tiro por elevación a la bonanza que atraviesa la economía brasileña cuando señaló: “Nuestra región y el mundo enfrentan complejos desafíos y necesitamos a Brasil para resolverlos. Brasil tiene (ante sí) complejos desafíos a causa de su creciente poder, que sólo puede resolver con la ayuda de otras naciones, como Estados Unidos”, diagnosticó la canciller norteamericana. Con el timing de un ajedrecista, Patriota salió a responderle: “A medida que presenciamos la transformación hacia un mundo más multipolar, Brasil presta especial atención a todos los polos de esta nueva configuración”.
Y continuó: “No hemos privilegiado a los nuevos polos emergentes en comparación con socios más tradicionales como Estados Unidos”, remarcó. El gobierno de Rousseff mantiene la línea diplomática trazada por Luiz Inácio Lula da Silva. La resistencia de llevar adelante sanciones contra Irán o Siria y su reconocimiento al Estado palestino generaron decepción en Washington.
Sin embargo, desde la última visita de Obama a Brasil, las relaciones fueron mejorando gradualmente. “Nos gustaría ser un vínculo pacífico y constructivo entre todos los polos”, agregó Patriota. Hace un mes, la fuerza aérea norteamericana canceló abruptamente la compra de 20 aviones Super Tucano fabricados por la empresa Embraer. Esta situación encendió una luz de alerta y molestó al país del jogo bonito, que todavía analiza una futura compra de 36 aviones caza, entre ofertas de Estados Unidos, Francia y Suecia. La balanza comercial entre ambos países, de 74 mil millones de dólares en 2011, fue deficitaria en más de 11 mil millones para Brasil.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario