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“La
evolución política del panorama latinoamericano y la ubicación de Cuba
como un factor prestigiado y activo en la región son elementos no menores, pero más bien latentes, que pesan y no
pueden ser ignorados en los cálculos del gobierno de
Estados Unidos en su política hacia Cuba. En
resumen, se requeriría una modificación de los alineamientos en el Congreso que puedan generar un balance de fuerzas como para conformar una mayoría capaz de votar por el levantamiento
del bloqueo que, como apuntamos, fue codificado y no depende solo del Poder Ejecutivo.
Obviamente el
objetivo perseguido con el bloqueo de rendir por
hambre al pueblo cubano y provocar un alzamiento o derrocamiento de
la Revolución no ha sido ni será alcanzado. Pero ello no debe opacar que
ese fracaso en lo político ha sido acompañado
por un impacto real nefasto sobre la sociedad y la economía
cubanas. Mucho daño y sufrimiento ha generado para la población, para el ciudadano
de a pie, lo cual testifica el carácter ilegal, cínico y criminal de esa política anticuada, hipócrita y contraproducente.
Ante ello la inmensa mayoría del pueblo cubano ha
dado muestra de una impresionante capacidad de resistencia y para enfrentar
sacrificios.
Hace unos
años, el entonces presidente Barack Obama reconoció
abiertamente el fracaso de tal política. En
algunos aspectos, esa política junto a las agresiones de todo tipo por parte de la mayor potencia
de todos los tiempos, les ha resultado
contraproducente pues ha catalizado la capacidad
de resistencia de los cubanos y ha concitado una
mayor simpatía y la solidaridad para con Cuba en el resto del mundo. A la par
con ello, el gobierno cubano ha reiterado una y
otra vez la disposición para desarrollar un diálogo respetuoso y edificar un
nuevo tipo de relaciones con los Estados Unidos,
sin pretensiones de que Cuba renuncie a los
principios de la Revolución y el Socialismo, ni
que realice concesiones inherentes a su soberanía e
independencia, o ceda en el ejercicio de su política
exterior comprometida con las causas justas, la defensa
de la autodeterminación de los pueblos y el histórico apoyo a países hermanos.
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ESTADOS
UNIDOS HA MANTENIDO SANCIONES Y BLOQUEO CONTRA CUBA Y SU PUEBLO POR MÁS DE 60
AÑOS.
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Por Fernando García Bielsa | 08/11/2023 | Cuba, EE.UU.
Fuente.
Revista Rebelión miércoles 8 de noviembre del 2023.
El 3 de febrero de 1962, hace ya más de 60 años, el presidente Kennedy anunció un embargo
total sobre el comercio con Cuba, con lo
que amplió prohibiciones adoptadas en los dos
años precedentes y se inició el carácter extraterritorial
del bloqueo.
El jueves 2 de noviembre, y como cada año en más de treinta ocasiones anteriores, la Asamblea general de Naciones Unidas acaba de aprobar nuevamente, con el voto favorable de 187 países y dos en contra (Estados Unidos e Israel)
una resolución que pide a Estados Unidos poner fin al bloqueo
económico, comercial y financiero contra Cuba, que es calificado como violatorio del derecho internacional.
De modo que el levantamiento del bloqueo además de ser una demanda de Cuba, lo es también de la mayoría de los países de la comunidad internacional y de los amigos de Cuba en todo el mundo. Durante tres décadas Estados Unidos ha hecho oídos sordos a resoluciones en las que es emplazado por su nombre a detener esa cruel política de sanciones.
La hostilidad
de los gobiernos estadounidenses hacia la nación
cubana se potenció con el triunfo de la Revolución de 1959, al establecer esta una política de
rescate de sus recursos nacionales y de su soberanía,
y al superar su condición de país neocolonial y
dependiente. Por ello, junto al añejo afán de adueñarse de la isla vecina, para los gestores de la política yanqui devino esencial acabar con el mal
ejemplo en la región de una Cuba soberana y
rebelde.
Se recurrió a la subversión, al terrorismo, a una invasión mercenaria,
a planes de atentado contra Fidel Castro y mucho
más. Y desde temprano se fue perfilando la política de bloqueo:
económico, financiero, extraterritorial, totalizador.
¿En qué consiste?
Una
formulación oficial, el Memorando de Lester Mallory,
Vicesecretario de Estado Asistente para Asuntos
Interamericanos del Departamento de Estado, que
fue puesto a la atención del presidente Dwight
Eisenhower, y fechado 6 de abril de 1960,
sintetiza las intenciones para establecer el bloqueo, al
señalar:
“La mayoría de los cubanos apoya a Castro… No existe una
oposición política efectiva… La influencia comunista
está impregnando el gobierno… Todos los medios posibles deben emprenderse con
prontitud para debilitar la vida económica de Cuba…
Realizar los mayores avances para negar dinero y
suministros a Cuba, para disminuir los salarios monetarios y reales, para provocar hambre, desesperación y el derrocamiento
del gobierno…”.[1]
Con el
espíritu de aquella nota, y con la fuerza de una directiva
llevada a cabo y reforzada por doce administraciones,
tanto demócratas como republicanas,
la mayor potencia que jamás haya existido ha pretendido durante seis décadas doblegar al pueblo
de una pequeña isla y destruir sus esfuerzos
para desarrollarse y vivir en paz. ¿El pecado?: lo
que consideran un mal ejemplo, al persistir Cuba en
sus empeños de defender su independencia y soberanía.
El tenor
general de la posición de EE. UU. hacia la
República de Cuba es un enfoque de línea dura en
lo que considera su patio trasero al estilo de
la Doctrina Monroe, y de su temprano afán
durante más de un siglo por anexarse la isla. Esa política ha sido acompañada con agresiones militares, sabotajes, el uso de mercenarios y renovados planes y acciones subversivas
que intentan el llamado “cambio de régimen”.
El
bloqueo económico, financiero, comercial, con pretensiones totalizadoras contra Cuba y de alcance extraterritorial,
es llamado por ellos eufemísticamente un “embargo”. Aunque
algunas medidas lo antecedieron desde 1960, fue
establecido a comienzos de 1962 y han generado pérdidas de entre dos y
cuatro mil millones de dólares anuales durante sesenta años; un daño acumulado de más
de $254 mil millones de dólares. Al
margen de la magnitud de esas cifras es difícil aquilatar la dimensión y todos
los ámbitos en que el bloqueo estadounidense ha
ocasionado incalculables dificultades cotidianas y sufrimientos a la población cubana. E incluso, de manera sostenida y hasta el día
de hoy, ha dificultado o impedido la obtención de medicamentos
que se necesitan para salvar vidas.
Jurídicamente hablando es un crimen, por injusto,
ilegal e inhumano; un conjunto de acciones ilícitas de alcance extraterritorial que pretende rendir por hambre al pueblo cubano. Es una masiva y sistemática violación de los derechos
humanos de todo un pueblo, incluyendo el derecho al desarrollo. Es una
permanente saturación de acciones hostiles de
todo tipo y sin apenas ropaje de derecho, que
excede las facultades de un Estado integrante de
la comunidad internacional.
Las
sanciones (¡una verdadera guerra económico-financiera contra Cuba!) fueron impuestas mediante directivas del
Ejecutivo y luego promulgadas por el Congreso.
Este bloqueo es una carga dolorosa para todos y cada uno de los cubanos.
No es solo denegarle a Cuba tener acceso al mercado estadounidense: las medidas tienen proyección e impacto extraterritorial y sobre terceros países. Debe tenerse en cuenta que: → el asedio obliga al país a comerciar con la mayor desventaja; se ve en la necesidad de utilizar costosos préstamos comerciales a corto plazo; → no es posible realizar transacciones directamente en dólares estadounidenses; → terceros países no pueden vender sus productos en el mercado estadounidense si contienen insumos cubanos; → las entidades cubanas tienen prohibido comprar en ningún lugar del mundo productos o componentes en los cuales parte de su valor total esté representado por contenidos originarios de los Estados Unidos; → un barco de cualquier procedencia que hace escala en la isla, en sus costas, debe esperar seis meses antes de poder visitar cualquier puerto de los Estados Unidos, lo que eleva aún más los costos de nuestro comercio; → debido al bloqueo el país no puede acceder a tecnologías de los Estados Unidos ni, a veces, a las de muchos otros países desarrollados; → se llega al punto de obstaculizar la adquisición de equipos y medicamentos necesarios para salvar vidas.
Han
perseguido y tratado de frustrar cuanta oportunidad de negocio
Cuba gestiona en el mundo; → aprietan las tuercas hasta el más mínimo
detalle para impedir cualquier vía de ingreso de divisas
al país y han tratado de impedir nuestros programas de cooperación Sur-Sur; → dificultan el envío
de remesas y el turismo;
prohíben la llegada de cruceros y establecen
limitaciones a los vuelos aéreos; → funcionarios estadounidenses se dedican a presionar, con amenazas y/o la aplicación de fuertes sanciones a bancos, entidades privadas, instituciones y gobiernos
de todo el mundo para que se abstengan de relacionarse con Cuba; → tiene
el efecto de limitar el marco de suministradores
disponibles y los encarece; → han
intentado y en ocasiones propiciado el robo de marcas comerciales, por ejemplo marcas de ron y de tabaco; → la embestida se extiende al campo de las nuevas tecnologías digitales y las telecomunicaciones; → asimismo, el gobierno de los Estados Unidos
llegó hasta el punto de recompensar a elementos terroristas del exilio en Miami con activos y depósitos bancarios
cubanos congelados…, etcétera.
El
comercio recíproco está vedado. Las pocas operaciones
permitidas de compras cubanas en el mercado de Estados Unidos se realizan bajo condiciones onerosas, sin créditos y mediante pagos por
adelantado.
Agreguemos
que muchas transacciones globales que no
involucran directamente a los EE. UU. tienen que
realizarse, no obstante, a través de instituciones o
bancos sujetos directa o indirectamente a la legislación estadounidense.
En el marco de esa política se dificulta la reunificación familiar con quienes residen en ese país y
paralelamente se mantiene la prohibición de viajar a
Cuba aplicada a los ciudadanos estadounidenses, lo cual, con ese carácter permanente,
no se establece respecto a ningún otro país del mundo.
Al
menos 10 agencias diferentes son responsables de hacer cumplir las
diferentes disposiciones del llamado embargo y,
según la Oficina de Responsabilidad
Gubernamental, el gobierno de EE. UU. dedica
cientos de millones de dólares y decenas de
miles de horas hombre a administrar el “embargo” cada
año. Las llamadas regulaciones han venido complejizándose y detallan las sanciones,
prohibiciones y los blancos de sus ataques,
tanto hacia Cuba como respecto a entidades en
terceros países que entren en tratos con la isla. En
los Informes presentados por Cuba en la ONU en
estos años abundan los testimonios y ejemplos concretos de esas acciones
extraterritoriales.
El mundo votó contra el bloqueo criminal. (1 Ucrania) (187 países de los 5 continentes) (contra EE.UU. e Israel)
***
En los
últimos cinco años el gobierno estadounidense
ha adoptado unas 250 nuevas medidas hostiles.
Con cada nueva administración se agregan nuevos pretextos y acciones hostiles
en ámbitos que bordean y amplían la política de bloqueo.
Entre esos ámbitos están el migratorio y
cuestiones que deberían facilitar los vínculos entre Cuba
y las personas de origen cubano radicadas en Estados
Unidos.
Tradicionalmente
la política migratoria ha sido instrumentalizada
para atacar a Cuba con fines desestabilizadores
y de crear dificultades bilaterales. Un ejemplo fue la campaña
anticubana orquestada acerca de supuestos “ataques”
sónicos de naturaleza desconocida que denominaron “síndrome de La
Habana” que sirvió como pretexto para cerrar el Consulado en La
Habana, dejar de cumplir la entrega de visados fijada en los acuerdos migratorios bilaterales y aumentar tensiones y
amenazas. Finalmente, varias agencias estadounidenses reconocieron
que no había base para tales sospechas.
Otra acción arbitraria y unilateral que afecta grandemente a la ciudadanía, a las gestiones externas del país y le agrega vulnerabilidades en el sistema
financiero internacional fue la inclusión de Cuba
en una espuria lista de países patrocinadores del
terrorismo dictada por el presidente Trump el 12 de enero de 2021, días antes de entregar
el cargo. Es otro acto arrogante y cínico por parte del gobierno que propicia
el terrorismo en todo el mundo para proveerse de
un argumento que utilizan para aplicar nuevas sanciones
contra Cuba y a terceros países. El presidente Biden
no ha hecho nada para revertir esa medida luego de tres años de mandato.
¿Puede ser eliminado el bloqueo?
Los
obstáculos son muchos y muy difíciles de superar. El mismo
está codificado – consolidado como un cuerpo de leyes metódico
y sistemático – y solo lo puede eliminar el Congreso en votaciones por mayoría simple en cada una
de ambas cámaras, lo cual en la actualidad está
muy lejos de ser posible dado el ambiente hostil y
la imagen caricaturesca que los políticos de Washington
y los grandes medios de difusión han construido acerca de Cuba.
Asimismo,
como antes mencionamos, las leyes y regulaciones del
bloqueo se han ido complejizando en el curso de
los años, con nuevos añadidos y complementos. La
variedad de entidades que aplican las sanciones,
así como las múltiples obligaciones legales establecidas y sus vericuetos harán que se requiera una diversidad de complejos procedimientos para levantar el bloqueo.
Un importante
factor de política interna en Estados Unidos con
el cual justifican y les sirve de excusa para buena parte de la política hacia Cuba, es el peso que tiene el Estado
de la Florida en los cálculos electoreros
y la determinación del triunfo o derrota en las elecciones presidenciales
estadounidenses, donde se dan votaciones cerradas que pueden inclinar la
balanza electoral nacional. Esa situación potencia permanentemente la influencia de la
claque política y económica anti cubana de ese Estado sobre
los funcionarios electos y las maquinarias políticas nacionales
de ambos partidos del sistema, para quienes, lo que cuenta es cortejar
especialmente al electorado y los sectores
pudientes en ese estado.
Al propio
tiempo, desde el gobierno aducen que el tema Cuba no es una prioridad, y ciertamente no se dan
pasos para modificar la política vigente. En realidad,
la oposición a la mejora de las relaciones bilaterales es
central, en alguna medida, solo en ciertos medios políticos
influyentes en Washington y en estados
como la Florida y Nueva Jersey.
Varios
elementos indican la existencia de una situación
diferente en la mayor parte de la nación donde
la opinión anticubana predominante es bastante
epidérmica y sería moldeable en caso de que se manifiesten con mayor
determinación los sectores empresariales, exportadores
agrícolas, y otros que pueden beneficiarse con la mejoría de las
relaciones entre ambos países. Sin embargo,
para muchos de ellos Cuba tampoco es una
prioridad. Por tanto, no llegan ni remotamente a servir de contrapeso ante las fuerzas anticubanas – de hecho, minoritarias, pero que
por su naturaleza acometen su labor de presión de
forma permanente, militante y agresiva.
No obstante,
por la naturaleza imperialista de la política de
Estados Unidos y por la complejidad de su
coyuntura interna, no está en los cálculos de las elites
del poder revisar sustantivamente la política hacia
Cuba y por tanto tampoco está en el orden del día de sus gobiernos de
turno, sean ellos de los partidos Demócrata o Republicano.
La evolución política del panorama latinoamericano y la ubicación de Cuba como un factor prestigiado y activo en la región
son elementos no menores, pero más bien
latentes, que pesan y no pueden ser ignorados en los cálculos del gobierno de Estados Unidos en su política hacia Cuba.
En
resumen, se requeriría una modificación de los
alineamientos en el Congreso que puedan generar
un balance de fuerzas como para conformar una mayoría capaz de votar por el levantamiento
del bloqueo que, como apuntamos, fue codificado y no depende solo del Poder Ejecutivo.
Obviamente el
objetivo perseguido con el bloqueo de rendir por
hambre al pueblo cubano y provocar un alzamiento o derrocamiento de
la Revolución no ha sido ni será alcanzado.
Pero ello no
debe opacar que ese fracaso en lo político ha
sido acompañado por un impacto real nefasto sobre la sociedad y la economía cubanas. Mucho daño y sufrimiento ha generado
para la población, para el ciudadano de a pie, lo cual testifica el carácter ilegal, cínico y
criminal de esa política anticuada, hipócrita y
contraproducente. Ante ello la inmensa mayoría del pueblo
cubano ha dado muestra de una impresionante capacidad de resistencia y
para enfrentar sacrificios.
Hace unos
años, el entonces presidente Barack Obama reconoció
abiertamente el fracaso de tal política. En
algunos aspectos, esa política junto a las agresiones de todo tipo por parte de la mayor potencia
de todos los tiempos, les ha resultado
contraproducente pues ha catalizado la capacidad
de resistencia de los cubanos y ha concitado una
mayor simpatía y la solidaridad para con Cuba en el resto del mundo.
A la par con
ello, el gobierno cubano ha reiterado una y otra
vez la disposición para desarrollar un diálogo respetuoso y edificar un nuevo
tipo de relaciones con los Estados Unidos, sin
pretensiones de que Cuba renuncie a los
principios de la Revolución y el Socialismo, ni
que realice concesiones inherentes a su soberanía e
independencia, o ceda en el ejercicio de su política
exterior comprometida con las causas justas, la defensa
de la autodeterminación de los pueblos y el histórico apoyo a países hermanos.
Mientras el bloqueo y la hostilidad de los gobiernos estadounidenses no se modifiquen y no se dispongan a
un trato respetuoso y de igual a igual entre
nuestros países es y será siempre fundamental que Cuba
y el pueblo cubano sigan adelante, sin ceder en
lo esencial de su soberanía y demostrando como hasta ahora su capacidad de mantener la estabilidad,
el desarrollo, el incremento de sus vínculos
internacionales y su inserción económica con el resto del mundo.
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