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Crisis o colapso. Puede haber especulación
mezquina de algunos o
muchos grandes empresarios de no quedar descolocados ante la eventualidad de un
triunfo de Milei.
Es una jugada, en este caso, bastante audaz en relación a la proyección de la
rentabilidad de sus negocios. Pueden
suponer que la actividad
específica en donde se desarrollan, por ejemplo, medios de comunicación, producción de hidrocarburos
o complejos exportadores, no se verá afectada
independientemente de quién sea el próximo Presidente.
Es una muestra de
autosuficiente sorprendente porque
no es necesaria una memoria prodigiosa para recordar los quebrantos que han acumulado en los años
del gobierno de Macri. Incluso algunos grandes
empresarios fueron perseguidos, otros encarcelados y
otros corrieron
el riesgo de perder la compañía a manos de empresarios macristas. Considerar que
Milei,
subordinado a Macri
luego del saldo que dejó la primera vuelta electoral,
no es un peligro para sus negocios expresa una mirada corta. El eventual esquema Milei al gobierno y Macri al poder es muy nocivo en el objetivo de alcanzar un
marco de estabilidad económica y política.
Existe una diferencia
sustancial entre cómo enfrentar los desafíos de una crisis –escenario probable en un gobierno de Sergio Massa-
y la forma de afrontar un conflicto generalizado
hasta descender a niveles de colapso –drama previsible en un gobierno de Javier Milei licuado por el macrismo-. Si a esta altura, luego de estar
alimentado el enfrentamiento político con el kirchnerismo hasta cuestiones que superan las disputas políticas y que se ha convertido
en una obsesión patológica, no tienen capacidad de
identificar que continuar fomentando esta grieta tiene elevados costos
económicos además de incrementar el malestar social, es que
han aprendido muy poco de esta prolongada crisis.
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¿POR QUÉ EL PODER ECONÓMICO
ESTÁ EN SILENCIO CON EL BALOTAJE?
Hay algo peor que el caos
Milei: la hecatombe Milei con Macri.
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La plataforma libertaria de ultraderecha de Javier Milei interpela a partidos políticos, organizaciones
sociales y culturales, centrales de trabajadores, entidades
de pymes y también a cámaras empresariales de las compañías más grandes. Por el
momento sólo se ha escuchado un silencio estruendoso del poder económico. Sus miembros pueden aprender de la experiencia brasileña.
Por Alfredo Zaiat
Fuente Página /12 lunes 6 de noviembre del 2023.
El mapa del poder político está definido con la elección de gobernadores, senadores y diputados nacionales,
intendentes, legisladores provinciales y concejales. La candidata
del poder económico perdió y los dueños de
las empresas más grandes del país no pueden modificar el horizonte político
institucional de los próximos años. Quedó trunco el deseo profundo que tenían de
derrota humillante del peronismo y el hundimiento
hasta la extinción del kirchnerismo.
Ahora está en juego otra cosa. En el balotaje se elige entre dos opciones para determinar quién habitará la Casa Rosada con la responsabilidad de convivir con un escenario político diverso y fragmentado. Sergio Massa o Javier Milei tendrán que gobernar con un cuadro político global ya plasmado en el rally de comicios de este año. La decisión de a quién votar el 19 de noviembre próximo se remite a quién se considera con más capacidad para enfrentar los inmensos desafíos inmediatos y de mediano plazo que tiene la sociedad argentina, y entre ellos sobresale el económico.
Es un balotaje especial. A diferencia del de 2015, en el cual disputaban dos
modelos de país, en éste lo que está en pugna excede
las diferencias que puede haber en la cuestión económica en términos
amplios. Se trata de una elección con uno de los dos candidatos que cuestiona pilares básicos de la convivencia democrática, de la
protección social y laboral, de las históricas
relaciones internacionales del país y de las creencias religiosas de la
mayoría de la población. Un outsider del sistema político, parido en el show
mediático de la televisión, propone un programa de ultraderecha violento y
excluyente.
En otras circunstancias desentenderse del balotaje y no entregar un pronunciamiento público previo formaba parte del juego político tradicional. No es éste el caso. La plataforma libertaria, las ideas de sus principales referentes y las posiciones de ultraderecha de Javier Milei interpelan a partidos políticos, organizaciones sociales y culturales, centrales de trabajadores, entidades de pymes y también a las cámaras empresariales que agrupan a las compañías más grandes.
El deber de tomar posición
Como se mencionó al comienzo, el cuadro político ya está armado, entonces ahora se
plantea una disyuntiva que exige toma de posición, que no
es por preferencia política. En casi todos los ámbitos de participación pública ha habido manifestaciones a
favor, en contra o de prescindencia. Por el momento sólo se ha escuchado un silencio estruendoso
de las entidades o asociaciones empresariales representativas del poder
económico. No así de agrupaciones que
reúnen a las pequeñas y medianas empresas que, con las enseñanzas que dejaron experiencias
políticas pasadas, saben visualizar el peligro que las acecha en un gobierno de ultraderecha
Milei-Macri.
Las entidades del poder
económico no
se toman tanto tiempo de reflexión cuando tienen
que fijar posición en aspectos institucionales
como el juicio político a la Corte Suprema, medidas impositivas o normativas
oficiales de administración de política económica.
En estos momentos en cambio ignoran la crítica situación política-electoral como si no les afectara quién pueda
ser el ganador del balotaje.
La Unión Industrial Argentina no
se pronuncia pese a que Milei y sus economistas –propios y de Macri- postulan una estrategia antiindustrial que
terminará barriendo a la mayoría de las compañías. Después de escuchar a Sergio Massa y del desplante de Javier Milei, la UIA sigue mirando para otro lado.
Las visitas de los candidatos a la sede de la UIA
es un acto protocolar. Lo importante es que sus integrantes hacen silencio
sobre un candidato a Presidente que desprecia a los
industriales y a la industria nacional. El mismo sentimiento que ellos
recibieron en el gobierno de Mauricio Macri, interventor de la campaña de
Milei. No dicen nada pese a los siguientes datos industriales:
* El empleo privado formal
en la industria volvió a encadenar otro mes de crecimiento en agosto.
* Según datos del
Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial del
Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, sobre la base del Sistema
Integrado Previsional Argentino (SIPA), en agosto el empleo industrial creció
2,9% interanual y 0,2% respecto de julio.
* De esta manera, acumuló 25 meses de crecimiento mensual ininterrumpido en el marco de 39 meses de crecimiento o sostenimiento de los niveles de empleo en el sector (sin estacionalidad).
* Se trata del período de expansión
más prolongado desde 2009 (inicio de la serie).
La Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas, que reúne a empresarios destacados con
una profunda vocación religiosa y moral, no dice nada a pesar de las
declaraciones ofensivas de Milei dirigidas al Papa Francisco, máxima autoridad mundial de la Iglesia Católica Apostólica Romana, además de ser
argentino. Por cuestiones menores de la política argentina, en general
referidas a acciones del kirchnerismo, no
ahorran críticas con presuntuosos comunicados.
La Asociación Empresaria Argentina no difunde ningún
comunicado, ejercicio que tiene muy aceitado por casi cualquier
cosa que involucra la cuestión política y económica,
cuando Milei no puede afirmar, ante una consulta periodística, que la democracia
es el mejor sistema político. La posición de AEA tiene relevancia porque se erige en la conducción
política del poder económico con el liderazgo
compartido de Héctor Magnetto, del
Grupo Clarín, y Paolo Rocca, del Grupo Techint.
El Foro de Convergencia Empresarial no
reacciona
para cuestionar los arrebatos violentos dirigidos a
dirigentes políticos y periodistas, o por las propuestas de venta libre de órganos humanos y de armas.
La reivindicación de la dictadura
militar por parte de la fórmula presidencial Milei-Villarruel, como el agravio del "curro de los derechos humanos" de Mauricio
Macri y repetido por Milei, no se incluye en las
motivaciones que puedan despertar rechazo entre los miembros más
representativos del poder económico. Con el resto del menú
libertario sin embargo es impactante el aval silencioso que entrega el
establishment.
El silencio es un aval y no es
una abstención electoral
La afonía extrema de estas entidades del establishment impulsa a realizar un juego irónico de
suplantar protagonistas:
¿cuál
sería la reacción de estos grupos representativos del poder económico si
algunas de las groserías, violencia discursiva y delirios de Milei hubiesen sido realizadas por Cristina
Fernández de Kirchner?
La respuesta predecible a este interrogante retórico exige
plantear un dilema que, con el riesgo global que
implica un eventual gobierno de Milei, resulta increíble tener que exponerlo: en
los hombres de negocios
más poderosos del país
la ideología política que profesan es mucho más importante que la viabilidad y
perspectivas de sus empresas y de la economía en general.
En una forma más directa la pregunta sería:
¿el antiperonismo, hoy resumido en odio a Cristina y al kirchnerismo,
es más fuerte que lo que pueda pasar en la actividad que les permite ganar mucho dinero?
El argumento-excusa
referido a que no expresan preferencias electorales
y que se trata de una decisión individual de cada uno de los miembros,
se debilita, en este balotaje particular, porque
uno de los candidatos implica un desorden de gestión y social de envergadura por
la ignorancia que expone acerca del
funcionamiento del Estado y de la economía en
general, y de las carencias exhibidas para abordar las
relaciones humanas.
Uno de los comportamientos señalados para describir la personalidad de Milei es que habla con muy pocos de los miembros de su equipo. No es un detalle insignificante para alguien que aspira a gobernar el país. Además, muestra una escasez inmensa de equipos técnicos para ocuparse de cada uno de las áreas clave de un gobierno, además del desorden en el grupo encargado de diseñar y ejecutar un programa económico, más aún luego de la intervención directa de Mauricio Macri en el campamento libertario.
Crisis o colapso
Puede haber especulación mezquina de
algunos o muchos grandes empresarios de no quedar descolocados ante la
eventualidad de un triunfo
de Milei. Es una jugada, en este caso, bastante audaz en relación a la proyección de la
rentabilidad de sus negocios. Pueden
suponer que la actividad
específica en donde se desarrollan, por ejemplo, medios de comunicación, producción de hidrocarburos
o complejos exportadores, no se verá afectada
independientemente de quién sea el próximo Presidente.
Es una muestra de
autosuficiente sorprendente porque no es necesaria una memoria prodigiosa para recordar
los quebrantos que han acumulado en los años del gobierno de Macri.
Incluso algunos grandes empresarios fueron perseguidos, otros
encarcelados y otros corrieron el riesgo de perder
la compañía a manos de empresarios macristas. Considerar que Milei, subordinado a Macri luego del
saldo que dejó la primera vuelta electoral, no
es un peligro para sus negocios expresa una mirada corta. El eventual esquema Milei al gobierno y Macri al poder es muy nocivo en el objetivo de alcanzar un
marco de estabilidad económica y política.
Existe una diferencia
sustancial entre cómo enfrentar los desafíos de una crisis –escenario probable en un gobierno de Sergio Massa-
y la forma de afrontar un conflicto generalizado
hasta descender a niveles de colapso –drama previsible en un gobierno de Javier Milei licuado por el macrismo-. Si a esta altura, luego de estar
alimentado el enfrentamiento político con el kirchnerismo hasta cuestiones que superan las disputas políticas y que se ha convertido
en una obsesión patológica, no tienen capacidad de
identificar que continuar fomentando esta grieta tiene elevados costos
económicos además de incrementar el malestar social, es que han aprendido muy poco de
esta prolongada crisis.
No tomar posición ante una situación tan
delicada que puede extender otros cuatro años de
inestabilidad hasta descender a un estadio peor que el del colapso, que sería la hecatombe nacional como promete la alianza Milei-Macri,
sólo refleja una pasión perversa por el desastre. En esta instancia mostrarán
que las anteojeras
ideológicas son tan potentes que permiten
desdeñar las consecuencias económicas, sociales y
laborales del caos.
Tienen la oportunidad de
observar la experiencia
brasileña cuando el
poder económico apostó por Jair Bolsonaro para que no ganara el PT
con Lula encarcelado,
para luego de cuatro años desastrosos para los
negocios correr abrazarse a Lula para sacar del poder a
un líder de ultraderecha que hundió a Brasil.
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