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“Lo cierto es que la tal “contraofensiva” de las Fuerzas Armadas de Ucrania no estuvo a la altura de las esperanzas de Occidente y probablemente haya sido la última oportunidad para Ucrania porque ya no tiene recursos para realizar una operación de envergadura importante en el frente. Toda esta situación está colocando sobre el tapete la posibilidad de una salida negociada al conflicto si es que la hubiera a estas alturas. El propio The Washington Post ha señalado que hubo una posibilidad de resolver diplomáticamente el conflicto ucraniano, pero ya ha desaparecido, toda vez que Rusia tiene una ventaja en el frente y es poco probable que se congele. “Aunque Zelenski se niegue a tal idea, la misma se ha ido extendiendo cada vez más. Por ejemplo, el ministro de Asuntos Exteriores y Europeos de Eslovaquia, Juraj Blanar afirmó sin ambages que el conflicto en Ucrania no tiene solución militar. Hasta Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y sempiterno belicista, ha tenido que reconocer que la crisis en Asia Occidental ha tenido fuerte impacto en la política hacia Ucrania. En un arranque inusual de honestidad, Borrell afirmó:
«Seamos francos, la crisis de Oriente Medio ya está teniendo un impacto
duradero en nuestra política en Ucrania». Borrell llamó a buscar una solución al conflicto en
Oriente Medio pero no olvidarse de Ucrania
porque: » Si Ucrania pierde, nosotros perdemos. Tenemos que mantener nuestra
unanimidad y nuestra unidad en el apoyo a Ucrania”.
Como ha dicho el diplomático y analista político internacional indio MK Bhadrahumar: “La guerra de Ucrania
está en piloto automático”. Lo argumenta afirmando que los objetivos
estratégicos fijados por el Presidente Vladimir Putin en
febrero del año pasado se mantienen incólumes. Pero ahora, “Rusia siente que ha tomado la delantera en la guerra y que
eso es irreversible”.
“Aunque Rusia no ha iniciado una gran ofensiva, la
preparación para ella es ostensible. Sin embargo, desde hace un mes lo que
ocurra en Ucrania estará irremediablemente
amarrado al conflicto en Asia Occidental. Esta
situación no podrá estar ausente de las apreciaciones políticas y militares. La
simultaneidad en el tiempo de ambos acontecimientos y muchos otros que están
ocurriendo en variados rincones del planeta dicen relación con la crisis de Occidente y de Estados Unidos y la incapacidad de
mantener su hegemonía unilateral en el globo. Parece difícil que Estados
Unidos logre lidiar con los dos conflictos al mismo tiempo, sobre todo
porque no son los únicos. En paralelo, debe contender con China en el plano económico,
manejar su propia crisis interna, sostener el poder colonial que hoy se
tambalea en África y generar respuestas a la
rebelión silenciosa que se comienza a manifestar de diferentes formas en América Latina y el Caribe sobre todo porque Cuba, Nicaragua y Venezuela han sido capaces de resistir y mantener en alto sus banderas.
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UCRANIA SERÁ LA PRIMERA
BATALLA GANADA EN EL MUNDO QUE ESTÁ NACIENDO.
*****
Por Sergio Rodríguez G.
Fuente. Prensa Latina viernes 10 de
noviembre del2023.
Mientras en Palestina
se produce un genocidio en vivo y en directo que ya dura más de un mes,
auspiciado y alimentado militarmente por Estados
Unidos, Ucrania, la otra hija putativa de Washington
se debate en el olvido. Noviembre ha hecho públicas una serie de declaraciones
que dan cuenta del estado putrefacto y en fase terminal en que se encuentra Kiev, solo esperando por una extremaunción que, sin
dudarlo, tendrá repercusiones más allá de sus fronteras.
El primer día de este mes, el jefe del Pentágono, general Lloyd
Austin, al intervenir en la audiencia del Senado sobre los fondos
adicionales, afirmó con extraordinaria contundencia que Ucrania no podría ganar el conflicto con Rusia
sin el apoyo de Washington. De esta manera se
hizo patente algo sabido por los militares desde hace mucho tiempo que los
líderes políticos occidentales han pretendido ocultar. Dicho en pocas palabras,
el esfuerzo militar de Ucrania depende casi
exclusivamente del aporte que haga Estados Unidos para
sostenerlo.
Para hacer más evidente la aseveración y
tal vez pensando en que podría haber algunas dudas al respecto, solo tres días
después, el 4 de noviembre, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, advirtió
que el gobierno de Estados Unidos “se está
quedando sin fondos para financiar los envíos de armas a Ucrania”. En algo que podría parecer risible si no
estuvieran en juego miles de vidas humanas, la vocera afirmó que van a comenzar
a entregar “paquetes más pequeños de ayuda” para
ampliar la capacidad de apoyo al régimen de Kiev “durante
el mayor tiempo posible”.
Vale recordar que el 20 de octubre, la Casa Blanca pidió al Congreso un nuevo paquete de ayuda para Kiev por un valor de 60 mil millones de dólares. Sin embargo, el pasado jueves 2, la Cámara de Representantes aprobó un proyecto de ley que prevé más de 14 mil millones de dólares en ayuda de emergencia para Israel, pero en el que no se menciona a Ucrania. La explicación vino del congresista republicano Mike Johnson, nuevo líder de la Cámara de Representantes, quien destacó que las necesidades de Israel son más “urgentes” que las de Ucrania.
Todo esto ocurre cuando el ministro de Finanzas de Ucrania, Serguéi
Marchenko, informará a la opinión pública que su país se enfrenta a un
déficit de 29 mil millones de dólares para 2024 por lo que, sin la ayuda de sus
aliados occidentales, difícilmente podrá ser superado tal escollo. Marchenko aseguró que veía mucho “cansancio” y “debilidad” entre
los socios de Ucrania agregando que a los
funcionarios occidentales “les gustaría olvidarse” de
las acciones militares, aunque las hostilidades “siguen
en curso, a gran escala”.
Agregando datos para avalar la
situación, el propio comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, general Valeri
Zaluzhny, admitió en una entrevista para la revista británica The Economist, que Rusia
estaba en una mejor posición en el conflicto armado, describiendo la situación
actual en el frente como “un punto muerto” en
términos del nivel de tecnología.
La entrevista de Zaluzhny causó no solo descontento y desmoralización en Ucrania, también terror generalizado entre algunos de
sus aliados. En sentido contrario, el presidente Zelenski
aseveró que su país no estaba en un punto muerto respecto de Rusia. Afirmó que lo que ocurría era que Moscú tenía una total superioridad aérea que los
obligaba a cuidar a sus militares. A continuación, esbozó una propuesta para
superar tal situación, a partir de la entrega por parte de Occidente de los aviones caza polivalentes F-16 prometidos.
Echándole “más
leña al fuego”, al día siguiente, 5 de noviembre el exasesor del jefe de la Oficina Presidencial de Ucrania, Alexéi Arestóvich, señaló su conformidad con Zaluzhny al afirmar que Ucrania
no podía- en las condiciones actuales- derrotar a Rusia
en el campo de batalla. Argumentando a favor de su idea, Arestóvich aseguró que:
“El enemigo es más poderoso
en términos económicos, militares, de movilización y de organización, y
nuestros socios, de los que dependemos, no están interesados en derrotar a la Federación Rusa».
Lo interesante de esta declaración es
que, por una parte, fue la primera vez que se refuta públicamente desde Ucrania la idea de que el fracaso de las operaciones
depende exclusivamente del aporte de Occidente
en armamento y recursos financieros, al
incorporar los grandes déficits en materia de recursos
humanos y organización en los que la ayuda
externa no tiene mayor influencia. Por otro lado, en esta declaración es
explícita la dependencia de Occidente para
sostener las acciones, como ya lo había señalado el general Austin.
Este debate que cubre la noticia
informativa interna del país, se inserta en una dinámica electoral de cara a
los comicios presidenciales
del próximo año. Pero Zelenski cerró cualquier
posibilidad al respecto al decir que no se pueden hacer elecciones en una
situación en la que impera la Ley Marcial.
Aunque se rumoró que el nuevo ministro
de Defensa, Rustem Umérov, vinculado al
expresidente Piotr Poroshenko, habría presentado
una solicitud para destituir a Zaluzhny, tal
información fue desmentida por el asesor de la Oficina Presidencial Serguéi Leschenko, quien la caracterizó como una «noticia falsa». No obstante, el mal ya estaba hecho
cuando se hizo patente que un sector de la sociedad desea que Zaluzhny se vaya.
Al respecto, la Oficina
Presidencial emitió una dura crítica pública a Zaluzhny,
pero el presidente no tomó la decisión de destituirlo. Zelenski
debe haber tomado nota de las excelentes relaciones de Zaluzhny con los mandos militares de la OTAN y en especial con el secretario de Defensa de Estados Unidos. No obstante, hay que entender la
dimensión negativa de lo que significa para cualquier país que el jefe de Estado y el jefe de
las fuerzas armadas emitan opiniones contradictorias públicamente en
particular al referirse a la situación del conflicto en su aspecto bélico. El New York Times señaló que tal situación es
expresión de
“una brecha emergente entre
el liderazgo militar y civil en un momento ya
difícil para Ucrania» sobre todo porque “la
fisura [entre Zelenski y Zaluzhny] se produce
mientras Ucrania está luchando en su esfuerzo de
guerra, militar y diplomáticamente».
Esta controversia, fue una vez más motivo para la intervención de Arestóvich a fin de continuar “echando sal en la herida”. Para nadie es un secreto que el ex asesor ha manifestado su aspiración a la presidencia. De alguna manera, eso explica su permanente aparición en los medios y en las redes sociales. En este contexto se explica su aparente interés en mediar en la reyerta que evidentemente atenta contra el espíritu de combate de las fuerzas armadas. Arestóvich ha hecho un llamado a Zelenski para que “muestre sensatez” y dirima sus discordias con Zaluzhny. Así mismo le ha hecho saber que está en sus manos.
“la clave para cambiar la postura de la oposición, de los
estadounidenses, de todo el mundo, del Ejército y
de la sociedad» aprovechando de decirle que no
son quienes lo critican e instan a hacer las elecciones los que generan inestabilidad en el país, «sino usted mismo, con sus
políticas ineficaces que socavan la fe de los ciudadanos en la victoria, los
sentimientos en el Ejército, la confianza de los socios y
aliados”.
A esta polémica se han ido incorporando
algunos de los más influyentes medios de comunicación
occidentales. Por ejemplo, la revista “Time”, que ahora se ha tornado
-sin tapujos- en fuerte detractora del gobierno de Ucrania,
publicó un artículo en el que califica a Zelenski de
persona que vive al margen de la realidad. La aseveración resulta sorprendente sabiendo
que este medio informativo está fuertemente ligado a la CIA, principal agencia de inteligencia exterior de Estados Unidos.
A este respecto, el periodista y ex presentador de “Fox News”,
Clayton Morris se preguntó:
“¿Por qué una revista
respaldada por la CIA decide de repente mostrar el verdadero y sombrío panorama
de la situación en Ucrania? ¿Para conseguir su apoyo o [para] sentar las bases
de algo menos agradable?» Morris afirmó que,
para escribir el artículo, “Time” consiguió
acceder al círculo íntimo de Zelenski y como
resultado de ello, se le pudo retratar como un «líder
mentalmente inestable y no realizado».
El artículo,
publicado el pasado 30 de octubre, hace
comentarios sobre Zelenski y su entorno,
señalando que el excesivo optimismo fuera de la realidad del presidente ucraniano, incluso a pesar de los fracasos
en las operaciones de combate, “obstaculiza los intentos de su equipo de
realizar nuevas estrategias e ideas”.
Con extrema dureza, la publicación asegura que Ucrania
ya no podrá contar con el recurso humano necesario para utilizar todo el
armamento que Occidente le ha prometido. Al
mismo tiempo afirma que también conspira contra ello que los funcionarios
locales «roban como si no hubiera un mañana».
En el trasfondo de esta disputa se
manifiesta el desacuerdo entre Zaluzhny y Zelenski en
la apreciación que cada uno tiene de la situación en el frente ante el fracaso
de la contraofensiva. Sobre este asunto, el The New
York Times llegó a decir que las operaciones de los militares ucranianos
no lograron tener «ningún avance» provocando- por el contrario- un gran número
de víctimas y agregando que «Ucrania está enfrentando
ataques intensivos rusos en el este», mientras que el escepticismo en
Europa y el partido Republicano de Estados Unidos
ha crecido.
Desde el 4 de junio (fecha de inicio de
la “contraofensiva”), las fuerzas armadas de Ucrania
han tenido 90 mil bajas (entre muertos y heridos
graves irrecuperables) así como 557 tanques y mil 900 vehículos blindados destruidos. Para que se
tenga una idea del significado de esta cifra baste decir que hasta el momento Occidente ha enviado a Ucrania
595 tanques (de los 830 comprometidos) y
mil 550 vehículos blindados.
Rusia por su parte, está realizando
operaciones de defensa activa lo que significa
la ejecución de acciones ofensivas a pequeña escala en algunos
sectores, centrando sus ataques a través
de golpes contra los medios aéreos, los lugares de concentración de tropas y la logística. Debe recordarse que- desde el
punto de vista bélico- para Rusia este conflicto
tiene básicamente las características de una guerra de desgaste que ya rebasó
las posibilidades de Ucrania, afectando también
a Estados Unidos y sobre todo a Europa.
En este contexto se comienzan a apreciar
manifestaciones de desesperación en la élite ucraniana.
Así, se ha comenzado a verificar un llamado a la “comprensión”
de Occidente porque según Zelenski las
tropas ucranianas están defendiendo «valores comunes» como la democracia,
atacados hoy por la autocracia rusa. En el
imaginario colectivo se trata de instalar una nueva bipolaridad “democracia vs.
autocracia”. El desasosiego de Zelenski invoca a Occidente
a luchar contra el peligro ruso que podría “matar a
todos” con lo cual le quedaría la puerta abierta para atacar a los
países de la OTAN, en cuyo caso
“…ustedes enviarán a sus hijos
e hijas [a la guerra]. Y el precio será más alto. Es muy importante no
perder la voluntad, no perder esta fuerte posición, y no perder su democracia».
En el colmo de su frustración, el pasado lunes 6
de noviembre el agobiado presidente ucraniano solicitó a
“Estados Unidos, la Unión Europea y los países asiáticos” enviar a su país sistemas de defensa aérea o “al menos alquilarlos durante el invierno”.
Lo cierto es que la tal “contraofensiva” de las Fuerzas Armadas de Ucrania no estuvo a la altura de las esperanzas de Occidente y probablemente haya sido la última
oportunidad para Ucrania porque ya no tiene
recursos para realizar una operación de envergadura
importante en el frente.
Toda esta situación
está colocando sobre el tapete la posibilidad de una salida
negociada al conflicto si es que la hubiera a estas alturas. El propio The Washington Post ha señalado que hubo una
posibilidad de resolver diplomáticamente el
conflicto ucraniano, pero ya ha desaparecido,
toda vez que Rusia tiene una ventaja en el
frente y es poco probable que se congele.
Aunque Zelenski
se niegue a tal idea, la misma se ha ido extendiendo cada vez más. Por ejemplo,
el ministro de Asuntos Exteriores y Europeos de Eslovaquia, Juraj Blanar afirmó sin ambages que el
conflicto en Ucrania no tiene solución militar.
Hasta Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y sempiterno belicista, ha tenido que reconocer que la crisis en Asia Occidental ha tenido fuerte impacto en la política hacia Ucrania. En un arranque inusual de honestidad, Borrell afirmó:
«Seamos francos, la crisis de Oriente Medio ya está teniendo un impacto
duradero en nuestra política en Ucrania». Borrell llamó a buscar una solución al conflicto en
Oriente Medio pero no olvidarse de Ucrania
porque: » Si Ucrania pierde, nosotros perdemos. Tenemos que mantener nuestra
unanimidad y nuestra unidad en el apoyo a Ucrania”.
Como ha dicho el diplomático y analista
político internacional indio MK Bhadrahumar:
“La guerra de Ucrania está en piloto automático”. Lo argumenta
afirmando que los objetivos estratégicos fijados por el Presidente Vladimir Putin en febrero del año pasado se mantienen
incólumes. Pero ahora, “Rusia siente que ha tomado la
delantera en la guerra y que eso es irreversible”.
Aunque Rusia no ha iniciado una gran ofensiva, la
preparación para ella es ostensible. Sin embargo, desde hace un mes lo que
ocurra en Ucrania estará irremediablemente
amarrado al conflicto en Asia Occidental. Esta
situación no podrá estar ausente de las apreciaciones políticas y militares. La
simultaneidad en el tiempo de ambos acontecimientos y muchos otros que están
ocurriendo en variados rincones del planeta dicen relación con la crisis de Occidente y de Estados Unidos y la incapacidad de
mantener su hegemonía unilateral en el globo.
Parece difícil que Estados Unidos logre lidiar con los dos conflictos al
mismo tiempo, sobre todo porque no son los únicos. En paralelo, debe contender
con China en el plano económico,
manejar su propia crisis interna, sostener el poder colonial que hoy se
tambalea en África y generar respuestas a la
rebelión silenciosa que se comienza a manifestar de diferentes formas en América Latina y el Caribe sobre todo porque Cuba, Nicaragua y Venezuela han sido capaces de
resistir y mantener en alto sus banderas.
Por lo pronto, pareciera extenderse en Estados Unidos la convicción de que Ucrania no le va a ganar la guerra a Rusia, el
pesimismo cunde y el pánico inunda los intersticios del poder imperial. No lo
sabemos aún, pero tal vez, Ucrania sea la primera batalla ganada en el mundo
que está naciendo.
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