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“Con Estados Unidos como
principal comprador del
petróleo argentino, y en una lista que también
incluye a los Países Bajos y a Brasil, no resulta extraño el interés del futuro
gobierno de Milei por privatizar Yacimientos Petrolíferos Fiscales
(YPF), empresa pública que cerró el año pasado
con ingresos récord por más de 2200 millones de dólares. Aun teniendo en cuenta el
alineamiento con Washington, el futuro gobierno
deberá tomar decisiones esenciales en torno a la
explotación del litio, otro mercado en expansión, en cuya extracción en Argentina participan empresas de más de diez países,
pero que tiene a China, líder global en la
fabricación de baterías y de autos eléctricos, como principal comprador.
En una etapa de la historia marcada por la decadencia
de la principal potencia
hegemónica, y en la que son cada vez más las coincidencias por la
construcción de un mundo regido desde el multilateralismo y a través del fortalecimiento de la multipolaridad, el próximo recambio de gobierno encaminará a la Argentina
en un sentido opuesto, para conservar relaciones
tradicionales que podrían ser revisadas y hasta modificadas con una mirada estratégica. Al parecer,
durante el próximo turno presidencial prevalecerán
las anteojeras ideológicas
y los históricos lazos
de dependencia,
contraviniendo incluso el sentido
pragmático y diversificador del libre mercado
que, de manera ilusoria, se dice defender.
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MILEI
FRENTE AL CAPITALISMO DEL SIGLO XXI.
Fuente. Página /12 viernes 24 de
noviembre del 2023.
El futuro gobierno neoliberal
de Javier Milei se
ubicará en un escenario de recomposición de fuerzas de
mercado y será condicionado por aquellos grandes
procesos políticos que, sobre todo desde fines de la pandemia, movilizan enormes recursos
militares, financieros y energéticos, redefiniendo los circuitos y flujos económicos en todo el mundo.
Sin
embargo, y pese al evidente cambio de época y a
las nuevas posibilidades económicas generadas en
estos últimos tiempos, para Milei la prioridad
será cobijarse bajo la protección de los Estados
Unidos.
Se
tratará así de un revival de las
“relaciones carnales” expresadas por el excanciller Guido di Tella en los menemistas años ’90 del siglo pasado como un eufemismo de la
subordinación de Argentina a los imperativos ideológicos
surgidos del Consenso de Washington una vez
caído el bloque soviético.
A nivel político, el
gobierno de Joe Biden tomará esta pretensión de
acercamiento con todas las precauciones del caso. Es sabido que Milei es un admirador confeso de Donald Trump, el líder
republicano que el próximo año intentará retornar a la Casa Blanca desplazando a los demócratas, y,
eventualmente, al propio Biden si es que
finalmente va por su reelección.
Para ahuyentar miedos y dudas, la Argentina apelará a una fórmula de apertura total y de alineamiento irrestricto, en una etapa en la que también las fuerzas de mercado se están reconfigurando a nivel internacional a partir de criterios de amistad y de confianza ante la Casa Blanca.
Ahora son gobierno y son "hermanitos" Milei y Bullrich( Su nueva ministra de Seguridad) La represión asegurada como en los tiempos del gobierno de Macri
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El “nearshoring”
y el “friendshoring” se adoptarán como premisas centrales
en el relacionamiento con el poder económico de los Estados
Unidos para la obtención de distinto tipo de beneficios
en una común postura comercial frente a China.
La construcción de una alianza
entre Buenos Aires y Washington frente a Beijing
buscará contrapesar, por tanto, la evidente y problemática afinidad
ideológica entre Milei y Trump.
Más
allá de este alineamiento
clave, el nuevo
gobierno en Argentina
deberá tomar en cuenta otros amplios procesos de alto impacto en la economía global, como el conflicto en Ucrania y las sanciones a Rusia,
así como también las derivaciones económicas y políticas provocadas por el
actual conflicto en Gaza
y sus repercusiones en Medio Oriente y en
factores clave como la explotación y venta de petróleo.
De
igual modo, deberá atender a las permanentes tensiones
entre Estados Unidos y China por fijar acuerdos
en sus complejas relaciones comerciales, con
todas las implicaciones que esto conlleva en el territorio del Asia-Pacífico, y en realidades tan diversas como las
de la India, Australia, Japón y, por supuesto,
también en las dos Coreas.
Por
más que celebre la renuncia al estratégico
bloque de los BRICS, cuya invitación a formar
parte fue resultado de una laboriosa actividad diplomática,
el gobierno de Milei deberá prestar atención a
la reconfiguración del capitalismo que este
bloque en expansión y liderado por China y por Rusia está efectuando en buena parte del planeta.
Con
acuerdos comerciales y bancarios basados en
criterios alternativos a los prevalecientes en Occidente, los BRICS contradicen los propios deseos de Milei, cuando apuestan a la “desdolarización” en los mecanismos de
intercambio como una tendencia que ya está en marcha en buena parte del planeta.
La
suerte de la participación argentina en la
escena regional también estará marcada por el
distanciamiento a partir de las diferencias ideológicas.
Distanciado del gobierno brasileño de Lula da Silva, al que califica como “comunista”, el gobierno argentino seguramente apueste
a desestructurar el
funcionamiento interno del Mercosur en sintonía
con los reclamos autonomistas planteados por Uruguay.
Y es
probable que la retracción argentina resienta el
trabajo ya hecho en la CELAC y todavía más el
proyecto de la UNASUR que, aún de manera
incipiente, apunta a ser reconstruida bajo el liderazgo
brasileño.
Por
otra parte, la avidez y disputa global por
diversas fuentes energéticas en medio de la
creciente complejidad por su extracción y, sobre todo, por su comercialización y distribución a nivel internacional,
coloca a la Argentina en un primer plano.
En
este sentido, abundarán las empresas de capital
extranjero interesadas en hacer pie en nuestro mercado
gracias a las facilidades que el próximo gobierno seguramente
proporcionará a través de una amplia desregulación
del sector de la energía.
Con Vaca Muerta como
máximo objeto de interés para las corporaciones estadounidenses que ya se encuentran operando en
ese lugar, el gobierno de Milei obtendrá los
réditos de lo ya avanzado y concretado hasta ahora para terminar de consolidar
a Argentina como un abastecedor de gas a nivel sudamericano gracias a su creciente red de gasoductos, y con la posibilidad cada vez más
concreta de exportar este recurso estratégico a Europa
en los próximos años.
De manera paralela,
existe hoy una enorme expectativa frente al mercado en expansión del petróleo, que en nuestro país mantuvo un crecimiento
del ciento por ciento en 2022 en materia de exportaciones.
Con Estados Unidos como principal comprador
del petróleo argentino, y en una lista que
también incluye a los Países Bajos y a Brasil, no resulta extraño el interés del futuro
gobierno de Milei por privatizar Yacimientos Petrolíferos Fiscales
(YPF), empresa pública que cerró el año pasado
con ingresos récord por más de 2200 millones de dólares.
Aun
teniendo en cuenta el alineamiento con Washington,
el futuro gobierno deberá tomar decisiones
esenciales en torno a la explotación del litio,
otro mercado en expansión, en cuya extracción en
Argentina participan empresas de más de diez
países, pero que tiene a China, líder global en
la fabricación de baterías y de autos eléctricos, como principal comprador.
En
una etapa de la historia marcada por la decadencia de la principal potencia hegemónica, y en la que son
cada vez más las coincidencias por la construcción de un mundo regido desde el multilateralismo
y a través del fortalecimiento de la multipolaridad,
el próximo recambio de gobierno encaminará a la Argentina en un sentido opuesto, para conservar relaciones tradicionales que podrían ser revisadas y
hasta modificadas con una mirada estratégica.
Al parecer, durante el próximo
turno presidencial prevalecerán las anteojeras ideológicas y los históricos lazos de dependencia,
contraviniendo incluso el sentido
pragmático y diversificador del libre mercado
que, de manera ilusoria, se dice defender.
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