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“Por desgracia,
Pakistán se
ha convertido en un campo de pruebas de lo que es capaz el cambio climático. Y no hay razón para esperar que se
quede confinado en las fronteras de Pakistán. Rafay
Alam fue consciente por primera vez del impacto potencial del cambio climático hace casi 20 años, cuando vio “Una verdad incómoda”, de Al
Gore (Paramount Classics, mayo de 2006), que abrió muchos ojos. Sin
embargo, las naciones del mundo no se han
enfrentado adecuadamente a la causa principal, la quema
de combustibles fósiles, que alimenta un cambio
climático radical que ha azotado el medio
ambiente de Pakistán más allá de sus
límites. Alam cree que la base de los sistemas jurídicos y del sistema internacional no
puede hacer frente a una crisis existencial como el cambio
climático: «Una de las peores formas de afrontar algo como el cambio climático es dividir el mundo en 200 países diferentes y que discutan entre ellos». El
Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático -IPCC- así lo
atestigua: 30 años después, el CO2 sigue aumentando cada año sin cesar, apuntando a
Pakistán. Pero, ciertamente, Pakistán no es un
caso aislado. Según Alam, en conclusión: «El ecosistema de la Tierra ha estado en equilibrio
desde la última era glacial… Esa civilización se ha
acabado… la forma en que interactuamos unos con otros: uso
extremadamente intensivo de energía, uso extremadamente intensivo de agua, consumo increíble de recursos
naturales que producen gases de efecto
invernadero para casi todo… Es este comportamiento, esta civilización, lo que está en riesgo. Y sí, es en gran medida un apocalipsis».
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AL BORDE DEL
APOCALIPSIS.
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Por Robert Hunziker | 27/06/2024 | Ecología social
Fuentes.
Revista Rebelión miércoles 27 de junio del 2024
Fuentes: Voces
del mundo [Imagen: Roxanne Desgagnés]
Traducido del inglés por Sinfo Fernández
Inundaciones bíblicas, calor
abrasador, colapso de la red eléctrica, animales que se desploman, aguas que
suben, cosechas que se agostan, la economía al borde del abismo y millones de
desplazados.
Bienvenidos al futuro del
cambio climático… Pakistán.
Si pudiera clasificarse una
prueba beta del calentamiento global como un éxito hacia el objetivo final del
apocalipsis, se convertiría, por desgracia, a Pakistán en un país poblado por
millones de desplazados en los primeros capítulos de una historia de terror sin
final a la vista porque es probable que empeore. Pakistán ha pasado de un año
(2022) de inundaciones bíblicas a años de calor sin precedentes. La normalidad
ha huido, perseguida por un ogro de oscuro apocalipsis en ciernes.
Por eso, Inside Climate News, 8 junio 2024, tiene una serie notable titulada Living on Earth [Vivir en
la Tierra], que recientemente entrevistó a Rafay Alam, que es abogado
medioambientalista y miembro del Consejo de Cambio Climático de Pakistán. El
título de la entrevista fue “Cuando las temperaturas en Pakistán superan los
49ºC, no hay adónde huir”. Esa entrevista es la base de este artículo sobre un
país de 240 millones de habitantes al borde del apocalipsis.
A partir de la
grave experiencia climática de Pakistán, esto es lo que concluye Rafay
Alam, un punto de vista ampliamente compartido en todo el Sur Global:
«Existe un importante
negacionismo sobre el cambio climático en
lugares como Estados Unidos. Y eso me enfurece
porque veo gente afectada. Veo animales afectados. Y esta es una experiencia
vivida por la mayoría global, por el Sur Global.
Es extremadamente exasperante ver cómo las personas que han participado en este
calentamiento global lo niegan, niegan cualquier responsabilidad, intentan
seguir adelante como si nada hubiera pasado e intentan seguir ganando dinero e
impulsando ese balance final».
Hay un adagio de los años 50 sobre los «Ugly Americans» [americanos
feos] que perdura hasta hoy fuera de las fronteras de Estados
Unidos. Se refiere peyorativamente a los estadounidenses
como ruidosos, arrogantes, ensimismados, denigrantes, desconsiderados,
ignorantes, con un feo comportamiento etnocéntrico, que también se aplica a los
intereses corporativos estadounidenses a nivel internacional. Lamentablemente,
el cambio climático está reviviendo este degradante dictum a lo grande,
70 años después. Y la gente que piensa que la
atmósfera sociopolítica actual está envenenada,
dividida y preparada para los problemas en Estados Unidos debería estar
vigilante, ya que la ira se fomenta en todo el mundo con Estados Unidos como
objetivo. Los problemas son universales.
Rafay Alam reside en Lahore (13 millones de habitantes), conocida como la «Ciudad
de los Jardines». Es el corazón cultural de Pakistán, con exquisitos
festivales de arte, cocina y música, conocida por la cinematografía y el
reconocido hogar de la intelectualidad. Lahore
es una metrópolis sofisticada y un lugar seguro para
vivir. Según el Índice Mundial de Delincuencia, es más seguro vivir en
esta ciudad que en Londres, Nueva York o Melbourne.
Sin embargo, la vida de millones de
paquistaníes ha empeorado de la noche a la mañana. Hoy, el país experimenta
persistentes olas de calor de más de 49ºC en
algunas ciudades, y el verano no ha hecho más que empezar. Cualquier cosa que
se acerque al ritmo de vida normal de décadas pasadas se ha visto abrumada por
un cambio climático brutal y gravemente
perjudicial. El país aún se está recuperando de las inundaciones
bíblicas de 2022, cuando las precipitaciones
normales se volvieron voraces entre un 400% y un
800% más allá de lo experimentado jamás, un diluvio
torrencial que duró semanas en las regiones del país que no desaguan en
la cuenca del Indo. Así, se formó un lago
artificial de 100 kilómetros que desplazó a 10 millones de personas y tuvo impacto sobre 30 millones, dejando a su paso daños en
infraestructuras por valor de 35.000 millones de
dólares, carreteras barridas, escuelas barridas,
hospitales barridos. La reconstrucción llevará una generación. Este es
el cambio climático en su máxima expresión.
Rafay Alam:
«Desde mediados de mayo hasta principios de junio
hemos visto temperaturas de más de 50ºC, es
decir, más de 120°F. Lahore, donde vivo, tiene
hoy 44ºC, lo que equivale a unos 111°F… Salgo a pasear por las tardes cuando se pone el
sol No es desagradable, pero observo animales y pájaros desplomados en el suelo buscando agua, perros al borde de la carretera incapaces de
levantarse… Hace poco, hubo 52ºC, el lugar más
caluroso de la Tierra, en Mohenjo-Daro, un lugar
histórico que alberga una antigua civilización».
Por consiguiente, Pakistán no sólo está
sufriendo una ola de calor abrasador, sino que está experimentando activamente
y en tiempo real la crisis climática en todas sus variantes. Y según los
meteorólogos «Va a seguir haciendo más calor durante
más tiempo».
El cambio climático ha provocado una pesadilla económica, ya que Pakistán ha buscado ayuda para las inundaciones que llegó en forma de préstamos, no de subvenciones o ayudas, lo que ha duplicado la deuda externa de Pakistán en sólo dos años. Esto es devastador para un país que intenta recuperar el equilibrio y reconstruir una economía que el cambio climático hizo polvo.
Sin embargo, el país está aprendiendo a
vivir con temperaturas devastadoras cambiando
las pautas normales de la vida. Los niños salen de
la escuela a las 12.00,
pero cierran por completo cuando las temperaturas suben
demasiado, algo habitual últimamente.
Aún más
preocupante, y
posiblemente el escenario más peligroso de
todos, es la llegada de la estación de los monzones a finale de junio, principios de julio, que convertirá el calor seco en calor húmedo
extremo con temperaturas mortales de
bulbo húmedo. Con 35°C y 70% de humedad,
impactará en el cuerpo humano como si hubiera 49°C. Eso
es mortal porque a ese nivel el cuerpo humano no puede liberar calor sudando.
En su lugar, se cuecen los órganos internos.
Llevamos un tiempo con temperaturas de tres dígitos y
las previsiones indican que se mantendrán hasta finales de junio, y
probablemente más allá, en pleno verano.
La agricultura representa el 20% del PIB de Pakistán.
Según Alam, uno de los principales periódicos
ingleses, publicó recientemente un titular sobre los cultivos
diezmados en Pakistán por el calor: el algodón está
básicamente chisporroteando, el maíz, los mangos y otras hortalizas, y el forraje para el ganado, esperando un descenso
de la productividad. Casi la mitad de la mano de
obra pakistaní se dedica a la agricultura, y el implacable cambio climático les
está llevando al umbral de la pobreza.
«Esta ola de calor es
un acontecimiento provocado por el hombre debido a los gases de efecto
invernadero consumidos y lanzados a la atmósfera por el Norte Global desde la revolución industrial. Estos gases de efecto invernadero tienen que acabar». (Alam)
Mientras tanto, afirma que el país
debe adaptarse cuanto antes a un sistema climático fuera
de control alimentado por los motivos de lucro fuera de Pakistán. Sugiere cambios en la agricultura
trabajando en cultivos resistentes al calor. Actualmente, ningún cultivo
resiste temperaturas de más de 50 grados centígrados.
Y la economía del agua debe aprender a
adaptarse, ya que el 90% del agua se destina a
la agricultura, que representa el 20% del PIB y
emplea al 40% de la mano de obra, que está ya en
el umbral de la pobreza.
Mientras tanto, estamos en plena
temporada de cosecha. Los trabajadores agrícolas se levantan cuando sale el sol para trabajar sólo un par de horas antes de que haga
demasiado calor para trabajar. Cuando hace
demasiado calor para seguir trabajando, la gente se reúne en el interior para resguardarse del
sol. Pero quienes viven cerca de los campos están
advertidos de que las serpientes y los escorpiones también buscan espacios más frescos,
entrando en masa en las casas en busca de refugio.
Lo que más preocupa a Alam es la mayoría de los pakistaníes
de clase media, clase trabajadora y en el
umbral de la pobreza, incapaces de resistir
mucho más las perturbaciones climáticas. Además,
no hay muchos lugares seguros a los que puedan ir para escapar del calor global, a menos que tengan un amigo rico.
Incluso dirigirse a las montañas del Himalaya en busca de un terreno más
fresco podría ser traicionero. Hay más de 3.000 glaciares que, debido al calentamiento global, forman lagos glaciares en las
montañas. Con el tiempo, estos lagos estallan en devastadoras
inundaciones imprevistas que derriban laderas y arrasan carreteras y
puentes, dejando desamparados a quienes buscan el aire
fresco de la montaña. Según el Centro Internacional para el Desarrollo
Integrado de las Montañas, el Hindu Kush
Himalaya es un «punto caliente de riesgo» de inundaciones repentinas.
Por desgracia,
Pakistán se
ha convertido en un campo de pruebas de lo que es capaz el cambio climático. Y no hay razón para esperar que se
quede confinado en las fronteras de Pakistán.
Rafay Alam fue consciente por primera vez del impacto potencial del cambio climático hace casi 20 años, cuando vio “Una verdad incómoda”, de Al Gore (Paramount Classics, mayo de 2006), que abrió muchos ojos. Sin embargo, las naciones del mundo no se han enfrentado adecuadamente a la causa principal, la quema de combustibles fósiles, que alimenta un cambio climático radical que ha azotado el medio ambiente de Pakistán más allá de sus límites.
Alam cree que la base de los sistemas jurídicos y del sistema internacional no
puede hacer frente a una crisis existencial como el cambio
climático:
«Una de las peores
formas de afrontar algo como el cambio climático es
dividir el mundo en 200 países diferentes y que
discutan entre ellos». El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio
Climático -IPCC- así lo atestigua: 30 años después,
el CO2 sigue aumentando cada año sin cesar,
apuntando a Pakistán. Pero, ciertamente, Pakistán
no es un caso aislado.
Según Alam, en conclusión:
«El
ecosistema de la Tierra ha
estado en equilibrio desde la última era glacial… Esa
civilización se ha acabado… la forma en que interactuamos unos con
otros: uso extremadamente intensivo de energía, uso extremadamente intensivo de agua, consumo increíble de recursos
naturales que producen gases de efecto
invernadero para casi todo… Es este comportamiento, esta civilización, lo que está en riesgo. Y sí, es en gran medida un apocalipsis».
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