&&&&&
“Debate electoral concordante con una
Europa demacrada. Aunque sea casi
imposible evaluar cabalmente la dinámica política de cada uno de los veintisiete países de la Unión
Europea previa a las próximas elecciones, la tendencia
global señala un común denominador: un debate
muy pobre sobre el proyecto común europeo
debido a que ha cedido su espacio pre-electoral a
los temas más puntuales y polarizantes que dominan la agenda en cada uno de los
Estados miembros. En otras palabras: dicho
debate solo serviría para plebiscitar la
relación de fuerzas internas en cada uno de esos
países, no para consensuar un programa de futuro para la Europa comunitaria. La discusión de fondo sobre Europa casi no se percibe a nivel nacional, excepto en
algunos espacios televisivos. En España, por
ejemplo, estas últimas semanas las diversas fuerzas
políticas han estado argumentando muy poco sobre sus proyectos estratégicos para el continente y siguen
enfrascadas en una áspera disputa doméstica con
una agenda centrada en los casos de corrupción
(de unos y otros), la amnistía en Cataluña y el reciente reconocimiento
español del Estado Palestino.
“La
situación en Francia no es muy
diferente. El martes 28 de mayo el sitio Web del cotidiano Le Figaro evaluaba
el debate televisivo entre dirigentes políticos galos sobre
las elecciones europeas de la noche anterior. Lo calificó como “angustioso espectáculo”, haciéndose eco del historiador Maxime Tandonnnet, quien opinó que “ilustra el gran disparate de este inicio de campaña y
la creciente desconexión entre ciudadanos y políticos”. Significativo el título
del artículo de Le Figaro: “Un
debate grotesco a imagen de una elección para desahogarse”.
“Por
su parte, en un artículo intitulado “Elecciones europeas: una campaña marcada por el declive de la
ambición ecológica”, el cotidiano Le
Monde del 23 de mayo afirmó que,
“convertidas en chivos expiatorios o invisibles, las cuestiones climáticas están
casi ausentes, relegadas a la periferia de los debates para las
elecciones del 9 de junio”. Según Le Monde,
dicha omisión muy bien podría “desesperar a científicos
y activistas” en cuanto a la incapacidad de la política para actuar en
favor del medio ambiente. Tal vez el debate
programático europeo principal (y tal vez el único de este tipo) fue el
del 23 de mayo en Bruselas entre cinco de los
candidatos cabezas de lista y con aspiraciones a presidir la Unión Europea. Una vez más, los Estados miembros de la UE delegaron en esa superestructura política la discusión de contenidos prácticamente inexistentes a nivel
nacional.
/////
UN GIRO MÁS HACIA LA DERECHA. ELECCIONES PARLAMENTARIAS EUROPEAS, ENCUESTAS Y TENDENCIAS.
*****
Por | 04/06/2024 | Europa
Fuentes. Revista rebelión martes 3 de junio del 2024.
Fuentes: Rebelión [Imagen: protestas de agricultores
europeos contra las políticas de la UE para el agro. Foto ATTAC]
*****
Entre el 6 y el 9 de junio los ciudadanos de veintisiete países elegirán sus 720 diputados al Parlamento
Europeo a través de sufragio universal,
directo, proporcional y secreto. El posible reforzamiento de la derecha y la extrema derecha, así como la minimización
del debate sobre temas esenciales como el cambio
climático enmarcan esta compleja coyuntura
continental.
Las
elecciones comenzarán en los Países Bajos el
jueves 6 de junio. Continuarán en Irlanda el
viernes 7 y en Eslovaquia, Letonia y Malta el
sábado 8. En la República Checa el 7 y el 8,
mientras que en Italia tendrán lugar el sábado 8
y el domingo 9. Los ciudadanos de los otros veinte países de la Unión Europea (Alemania, Austria, Bélgica, Bulgaria,
Chipre, Croacia, Dinamarca, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia,
Grecia, Hungría, Lituania, Luxemburgo, Polonia, Portugal, Rumanía, y Suecia) concurrirán a las urnas el domingo 9 de junio.
Los
eurodiputados electos que portarán el mandato de 450 millones de sus
compatriotas de la Unión Europea (UE) deberán
designar una nueva presidencia de la Comisión
Europea para el próximo quinquenio, además de
constituirse como el nuevo poder legislativo comunitario rol que compartirá con
el Consejo de la Unión, órgano con
representación ministerial de los países.
El primer paso luego de la elección consiste en formar los diferentes grupos o bancadas teniendo en cuenta las respectivas afinidades político-ideológicas. Para que un grupo puede existir debe reunir al menos 23 diputados de un mínimo de 7 países.
En
estas próximas elecciones se elegirán 720
diputados, 15 más que en la votación
anterior. Proporcionalmente, las naciones con más ciudadanos
tienen la mayor representación. Tal es el caso de Alemania,
con 96 diputados; Francia,
81; Italia, 76; España,
61 y Polonia, 53. Le siguen Rumania, con 33, Países Bajos, 31
y Bélgica, 22. Todos los otros Estados cuentan
con 22 eurodiputados o menos. Sin embargo, lo
más importante, a fin de cuentas, será la cantidad de congresistas
con que contará cada una de las diferentes bancadas del Parlamento Europeo,
desde la extrema derecha a la extrema izquierda del abanico continental.
En la actual legislatura a punto de concluir su mandato, los grupos con mayor peso son el Partido Popular Europeo (de tendencia demócrata cristiana, centro derecha), con 177 representantes. La actual presidenta del Parlamento Europeo, Ursula von der Leyen, pertenece al mismo. Le siguen la Alianza Progresista, mayormente socialdemócrata, con 140, y Renovar Europa (Renew Europa), una alianza de liberales y demócratas, con 102. Los Verdes constituyen la cuarta fuerza, con 72 parlamentarios. Y le siguen el grupo de extrema derecha CRE (Conservadores y Reformistas, que incluye entre otros a Hermanos de Italia de Giorgia Meloni y al español Vox de Santiago Abascal) con 68; la no menos derechista Identidad y Democracia (que incluye a Marine Le Pen de Francia y Matteo Salvini de Italia) con 59; y la extrema izquierda con 37 eurodiputada-os. 50 representantes sesionan individualmente, sin pertenecer a un grupo determinado.
Todavía más a la derecha
A
escasos días del inicio de las elecciones,
los sondeos de muy diversas fuentes coinciden en un escenario marcado por un
fortalecimiento del centro derecha, así como un
significativo salto adelante de la extrema derecha más
dura y radical, que de una u otra forma buscarán crear nuevas alianzas en la
próxima legislatura. Las tendencias en los cuatro
países de la UE más poblados, y por lo tanto con
mayor cantidad de diputados, puede servir de
brújula indicativa.
La
última semana de mayo, y
basándose en sondeos de la encuestadora alemana Politpro,
el periódico Frankfurter Rundschau proyectabauna victoria
cómoda en ese país de las fuerzas democratacristianas
(CDU/CSU), con un 30% de la intención del voto.
En segundo lugar, la extrema derecha AfD, con casi el 16%.
Los socialistas y los Verdes
estarían disputándose la tercera posición, con algo más del 14% cada una. A la luz de otras encuestas, el
cotidiano alemán proyectaba resultados en la misma dirección, con diferencias
de porcentaje no significativas entre la segunda y la
cuarta posición.
Sin
duda la crisis reciente de la AfD,
cuyo candidato y cabeza de lista Maximilian Krah,
fue penalizado por sus declaraciones abiertamente pronazis,
puede perjudicarla, restándole expectativas electorales
en relación a sus proyecciones precedentes. Sin embargo,
de confirmarse estos sondeos, la hegemonía en Alemania quedará en manos
de la derecha democristiana y de la extrema derecha
xenofóbica.).
En Francia, según la encuesta Ifop-Fiducial publicada el 27 de mayo, el Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen, con el candidato Jordan Barella como cabeza de lista, obtendría el 33,5%. Muy por detrás, Renacimiento (Renaissance), de Emmanuel Macron, un 16%, mientras que la alianza Partido Socialista-Plaza Pública se quedaría con el 14,5% de los votos. Los Verdes, los Republicanos y la progresista Francia Insumisa oscilarían, según este mismo sondeo, entre el 7 y el 8% de los votos por cada fuerza. En el país galo, estos resultados significarían, por un lado, una dura sanción al Gobierno actual; por el otro, una victoria incuestionable de la extrema derecha lepeniana.
En España, y según el promedio de sondeos de DatosRTVE publicado el 23 de mayo, el opositor Partido Popular obtendría el 35,7% de los votos y 24 eurodiputados, muy por encima de su resultado en las últimas elecciones europeas, en 2019. De esta manera aventajaría por 7 puntos y 5 eurodiputados al Partido Socialista (PSOE), el cual obtendría el 28,2% de los votos y 19 eurodiputados. VOX, de extrema derecha, podría conseguir 6, en tanto que la progresista Sumar, 4. De confirmarse estos sondeos, también en España la derecha recuperaría posiciones y se proyectaría hacia adelante.
Debate electoral concordante con una
Europa demacrada.
Aunque sea casi
imposible evaluar cabalmente la dinámica política de cada uno de los veintisiete países de la Unión
Europea previa a las próximas elecciones, la tendencia
global señala un común denominador: un debate
muy pobre sobre el proyecto común europeo
debido a que ha cedido su espacio pre-electoral a
los temas más puntuales y polarizantes que dominan la agenda en cada uno de los
Estados miembros. En otras palabras: dicho
debate solo serviría para plebiscitar la
relación de fuerzas internas en cada uno de esos
países, no para consensuar un programa de futuro para la Europa comunitaria. La discusión de fondo sobre Europa casi no se percibe a nivel nacional, excepto en
algunos espacios televisivos.
En
España, por ejemplo, estas últimas semanas las diversas fuerzas políticas han estado argumentando muy poco
sobre sus proyectos estratégicos para el
continente y siguen enfrascadas en una áspera disputa
doméstica con una agenda centrada en los casos de corrupción (de unos y otros), la amnistía en Cataluña y
el reciente reconocimiento español del Estado Palestino.
La
situación en Francia no es muy
diferente. El martes 28 de mayo el sitio Web del cotidiano Le Figaro evaluaba
el debate televisivo entre dirigentes políticos galos sobre
las elecciones europeas de la noche anterior. Lo calificó como “angustioso espectáculo”, haciéndose eco del historiador Maxime Tandonnnet, quien opinó que
“ilustra
el gran disparate de este inicio de campaña y la creciente
desconexión entre ciudadanos y políticos”. Significativo el título del artículo
de Le Figaro: “Un debate grotesco a
imagen de una elección para desahogarse”.
Por
su parte, en un artículo intitulado
“Elecciones
europeas: una campaña marcada por el declive de la ambición ecológica”, el
cotidiano Le Monde del 23 de mayo afirmó que, “convertidas en chivos
expiatorios o invisibles, las cuestiones climáticas están
casi ausentes, relegadas a la periferia de los debates para las
elecciones del 9 de junio”. Según Le Monde,
dicha omisión muy bien podría “desesperar a científicos
y activistas” en cuanto a la incapacidad de la política para actuar en
favor del medio ambiente. Tal vez el debate
programático europeo principal (y tal vez el único de este tipo) fue el del 23
de mayo en Bruselas entre cinco de los
candidatos cabezas de lista y con aspiraciones a presidir la Unión Europea. Una vez más, los Estados miembros de la
UE delegaron en esa superestructura política la discusión de contenidos prácticamente
inexistentes a nivel nacional.
Este
silencio político pre-electoral con respecto a un proyecto europeo
global podría desvirtuar aún más la imagen que
el ciudadano corriente tiene de la UE: apenas una moneda en común, con
un grupo de tecnócratas que la dirigen desde Bruselas,
y eventuales fuentes de financiamiento para proyectos concretos o situaciones
de emergencia como durante la pandemia. Como
mucho, una alianza militar para solicitar y asegurar más apoyo bélico a Kiev en la guerra ruso-ucrania.
Todo muy lejos del concepto fundacional del Tratado de Maastricht de 1992, que cimentó esta
construcción europea como
“una
nueva etapa en el proceso creador de una Unión cada vez más estrecha entre los pueblos de Europa, donde las decisiones serán tomadas de la forma
más próxima posible a los ciudadanos”.
Y
aún más lejos del gran desafío de
una nueva Europa Social que sindicatos y fuerzas progresistas percibieron entonces
como una posibilidad en el marco de un proyecto
para promover
“un alto
nivel de empleo y de protección social, la
elevación del nivel y de la calidad de vida, la cohesión económica y social y
la solidaridad entre los Estados miembros.
Distancia histórica que en solo treinta años separa diametralmente de esa perspectiva de continente vigoroso a un continente envejecido. Una Europa, la actual, con retrocesos en su importancia geopolítica internacional, conservadora, y cada día más dispuesta a brindar más espacio a las extremas derechas. Y que percibe la guerra intra continental como la única posibilidad de cimentar una unidad europea, que en la actualidad parece tener pies de barro.
Esa Europa, además, seriamente cuestionada
por movilizaciones contestarias. Como, en los
últimos meses, las masivas protestas agrarias;
las concurridas manifestaciones en Alemania
contra la extrema derecha o las últimas
demostraciones — en casi cada país–, de denuncia
de la agresión del Gobierno israelí contra Palestina y que cuestionan, también, la pasividad institucional de la Unión Europea.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario