Un país secularmente adicto a la economía planificada, Rusia, se ha embarcado en una especie de resovietización basada en hidrocarburos. A tal punto que su monopolio Gazprom, una de las mayores compañías del mundo, sirve para presionar a economías en apariencia tan “globales” como las de Europa occidental. No hace falta hilar fino para verificar que la “globalización” ha puesto la suerte de grandes bancas estadounidenses y el propio dólar en manos de una economía centralmente planificada, China, y autocracias musulmanas de la península arábiga, vía fondos soberanos de inversión. Algunas de ellos (Abú Dhabí, Dubai, Kuweit y Qatar) inclusive compran participaciones en grandes bolsas occidentales.
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Entre el crac de 1907 y crisis tipo siglo 21.
¿Guerra sin cuartel entre Facebook y Google?.
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El descalabro bursátil de 1907 promovió las guerras balcánicas de 1912/13, llevó a 1914/18 y al colapso de la anterior globalización. La siguiente, iniciada en 1945 -no en 1990-, se tambalea desde 2007 y el episodio Strauss-Kahn puede demolerla
Mercado, Lunes 16 de mayo del 2011.
Mirando las cosas por el revés, medios fieles a los mercados (Financial Times, Wall Street Journal, Economist, Neue Zürcher) sostienen que la creciente injerencia estatal –especialmente los rescates de deuda soberana- ponen el peligro la globalización. Máxime tras las intervenciones del Gobierno estadounidense para salvar firmas de valores o, después, hipotecarias paraestatales. Esta escuela de pensamiento identifica la globalización no con la segunda posguerra –como demostraron Kenneth Galbraith o James Tobin-, sino con el supuesto colapso de las economías centralmente planificadas (1989/91).
Ni siquiera eso es correcto, pues se reduce a la ex Unión Soviética, sin tener presentes a China, Brasil o Vietnam. Sea como fuere, tampoco la baja de barreras comerciales o la apertura excesiva de economías en desarrollo (la Argentina fue emblemática en 1990/2001) implicaba una globalización sistémica como la pretendida por el difunto consenso de Washington (1989).
Ejemplos tan actuales como Rusia, Irán, India o los mencionados indican que una variedad de sectores primarios (hidrocarburos, productos agrícolas) nunca dejó de estar sujeta a control o supervisión estatal. Menos ahora, cuando sus precios internacionales –estos sí atados a la globalización especulativa- se han mantenido relativamente firmes desde 2006/7 y así continúan.
Un país secularmente adicto a la economía planificada, Rusia, se ha embarcado en una especie de resovietización basada en hidrocarburos. A tal punto que su monopolio Gazprom, una de las mayores compañías del mundo, sirve para presionar a economías en apariencia tan “globales” como las de Europa occidental.
No hace falta hilar fino para verificar que la “globalización” ha puesto la suerte de grandes bancas estadounidenses y el propio dólar en manos de una economía centralmente planificada, China, y autocracias musulmanas de la península arábiga, vía fondos soberanos de inversión. Algunas de ellos (Abú Dhabí, Dubai, Kuweit y Qatar) inclusive compran participaciones en grandes bolsas occidentales.
¿Guerra sin cuartel entre Facebook y Google?
Mark Zuckerberg contrató a Burson Marsteller para esmerilar la imagen de Google. La agencia condujo la campaña de Hillary Rodham Clinton en la interna demócrata (2008). Durante 1976/81, BM trabajó para Alfredo Martínez de Hoz en la Argentina.
Mercado. Domingo 15 de mayo del 2011.
El impacto de la noticia en Silicon Valley obligó a que Facebook tratara el sábado de restar relevancia al asunto. Pero lo cierto es que Zuckerberg intentaba plantar en varios medios artículos negativos, tarea donde se destaca la agencia de relaciones públicas.
El contrato en efecto existió y su objeto era generar “publicidad adversa. Un boletín de la profesión, el Daily Beast, reveló que la idea era “persuadir a medios y periodistas defensores de la privacidad. Estas eventuales piezas criticarían un nuevo servicio de Google, Social circles (circulos sociales).
Pero el intento fue un fracaso. ¿Por qué? Porque un prominente abogado de la privacidad, Christopher Soghoián, señaló que el servicio no transgredía la intimidad de los usuarios. El experto además difundió por Twitter sus contactos con Burson Masteller sobre el tema. En los correos electrónicos, un operador de la agencia sostenía que “los círculos sociales pretendían captar datos privados para armar archivos muy personales sobre millones de usuarios”. MS trató hasta lo último de no confesar quién era el cliente.
Básicamente, la agencia afirmaba que Google desconocía normas de la comisión federal de comercio. Por el contrario, recuerda Soghoián, “Facebook ha afrontado una larga serie de problemas de privacidad, como también los sufrió el megabuscador”
De acuerdo con Google, Social circles trata de personalizar los resultados de búsquedas añadiendo datos que gustaban a quienes frecuentan la redes sociales. En cuanto a Zuckerberg, niega haberse embarcado en una campaña de difamación. Pero las acciones de BM implicaban dos ex periodistas de alto perfil: James Goldma (CNBC) y Giovanni Mercurio (USA Today).
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