De acuerdo con el planteamiento central, en torno a la crisis final del capitalismo. Hemos venido sosteniendo a lo largo de todo este tiempo que la crisis global, no es una simple crisis financiero-especulativa del modelo del capitalismo salvaje, de la economía de casino, sino que en su esencia, en su matriz, guarda la verdadera razón del carácter de la crisis. Son Tres Crisis Mundiales multidimensionales, es decir, estructurales, que hoy están demoliendo, no el modelo, sino el sistema. No es una crisis cuyo hipicentro lo encontremos en los países de economías subdesarrolladas, tercermundistas, incluso caminando más allá, en economías emergentes, hoy todos sabemos que es una crisis en la raíz, en el centro del capitalismo en su fase neoliberal, en países de economías capitalistas desarrolladas, países de la OCDE – el club de los ricos -. Vemos hoy como Europa, se cae en pedazos, el desmadre central está en la “columna vertebral” del capitalismo.
Sin solución viable y oportuna hasta el momento. Pero una vez más, están aplicando políticas verticales, autoritarias y salvajes, destruyendo los derechos de los trabajadores, y ciudadanos, producto de ello crece la indignación, el resentimiento aún así – producto de la crisis de las ideologías y la política – es el camino que hoy conduce hacia un cambio en democracia del sistema capitalista, se desangra producto del veneno inyectado – avaricia, usura, robo, corrupción, consumo extremo, destrucción de la confianza y el sistema de valores – por ellos mismos. Un nuevo fantasma recorre Europa. Millones de jóvenes indignados con el sistema capitalista. La plaza pública, la calle, las avenidas es el verdadero hogar de la Nueva Sociedad Civil, motor del cambio y transformación social y política. Otro Mundo si es posible. Un mundo Socialista, democrático, participativo, solidario, dialogante, tener como una de sus herramientas creativas y principales la Democracia del Trabajo y la Democracia de la Madre Tierra.
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¿Crisis terminal del capitalismo?.
Depredación de la Tierra, destrucción del trabajo y la crisis humanitaria mundial.
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Leonardo Boff.
Viernes 24 de junio del 2011.
Vengo sosteniendo que la crisis actual del capitalismo es más que coyuntural y estructural. Es terminal. ¿Ha llegado el final del genio del capitalismo para adaptarse siempre a cualquier circunstancia?. Soy consciente de que pocas personas sostienen esta tesis. Dos razones, sin embargo, me llevan a esta interpretación.
La primera es la siguiente: la crisis es terminal porque todos nosotros, pero particularmente el capitalismo, nos hemos saltado los límites de la Tierra. Hemos ocupado, depredando, todo el planeta, deshaciendo su sutil equilibrio y agotando sus bienes y servicios hasta el punto de que no consigue reponer por su cuenta lo que le han secuestrado. Ya a mediados del siglo XIX Karl Marx escribía proféticamente que la tendencia del capital iba en dirección a destruir sus dos fuentes de riqueza y de reproducción: la naturaleza y el trabajo. Es lo que está ocurriendo.
La naturaleza efectivamente se encuentra sometida a un gran estrés, como nunca antes lo estuvo, por lo menos en el último siglo, sin contar las 15 grandes diezmaciones que conoció a lo largo de su historia de más de cuatro mil millones de años. Los fenómenos extremos verificables en todas las regiones y los cambios climáticos, que tienden a un calentamiento global creciente, hablan a favor de la tesis de Marx. ¿Sin naturaleza cómo va a reproducirse el capitalismo? Ha dado con un límite insuperable.
Él capitalismo precariza o prescinde del trabajo. Existe gran desarrollo sin trabajo. El aparato productivo informatizado y robotizado produce más y mejor, con casi ningún trabajo. La consecuencia directa es el desempleo estructural.
Millones de personas no van a ingresar nunca jamás en el mundo del trabajo, ni siquiera como ejército de reserva. El trabajo, de depender del capital, ha pasado a prescindir de él. En España el desempleo alcanza al 20% de la población general, y al 40% de los jóvenes. En Portugal al 12% del país, y al 30% entre los jóvenes. Esto significa una grave crisis social, como la que asola en este momento a Grecia. Se sacrifica a toda la sociedad en nombre de una economía, hecha no para atender las demandas humanas sino para pagar la deuda con los bancos y con el sistema financiero. Marx tiene razón: el trabajo explotado ya no es fuente de riqueza. Lo es la máquina.
La segunda razón está ligada a la crisis humanitaria que el capitalismo está generando. Antes estaba limitada a los países periféricos. Hoy es global y ha alcanzado a los países centrales. No se puede resolver la cuestión económica desmontando la sociedad. Las víctimas, entrelazas por nuevas avenidas de comunicación, resisten, se rebelan y amenazan el orden vigente. Cada vez más personas, especialmente jóvenes, no aceptan la lógica perversa de la economía política capitalista: la dictadura de las finanzas que, vía mercado, somete los Estados a sus intereses, y el rentabilismo de los capitales especulativos que circulan de unas bolsas a otras obteniendo ganancias sin producir absolutamente nada a no ser más dinero para sus rentistas.
Fue el capital mismo el que creó el veneno es el que lo puede matar: al exigir a los trabajadores una formación técnica cada vez mejor para estar a la altura del crecimiento acelerado y de la mayor competitividad, creó involuntariamente personas que piensan. Éstas, lentamente van descubriendo la perversidad del sistema que despelleja a las personas en nombre de una acumulación meramente material, que se muestra sin corazón al exigir más y más eficiencia, hasta el punto de llevar a los trabajadores a un estrés profundo, a la desesperación, y en algunos casos, al suicidio, como ocurre en varios países, y también en Brasil.
Las calles de varios países europeos y árabes, los “indignados” que llenan las plazas de España y de Grecia son expresión de una rebelión contra el sistema político vigente a remolque del mercado y de la lógica del capital. Los jóvenes españoles gritan: «no es una crisis, es un robo». Los ladrones están afincados en Wall Street, en el FMI y en el Banco Central Europeo, es decir, son los sumos sacerdotes del capital globalizado y explotador.
Al agravarse la crisis crecerán en todo el mundo las multitudes que no aguanten más las consecuencias de la super-explotación de sus vidas y de la vida de la Tierra y se rebelen contra este sistema económico que ahora agoniza, no por envejecimiento, sino por la fuerza del veneno y de las contradicciones que ha creado, castigando a la Madre Tierra y afligiendo la vida de sus hijos e hijas.
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