Que está pasando en Francia, un país del Primer Mundo, París, capital cultural de la Humanidad, un miserable maldito, aun loco, un desquiciado, un fascista, un xenófobo, un asesino, quienes realmente el que está matando, niños, adultos, soldados, pero todos son de las minorías nacionales, franceses, pero será parte de la campaña de la extrema derecha o de la propia derecha gubernamental para asustar a los votantes, a los ciudadanos socialistas franceses. La investigación, lo dirá pero que sea eficiente, eficaz y rápida. La carnicería en el colegio de Toulouse interrumpió la campaña electoral para las elecciones presidenciales del próximo 22 de abril y 6 de mayo. La campaña entraba ayer en su fase oficial con la lista final de los diez candidatos. Sarkozy y Hollande cancelaron sus actos de campaña y ésta recién recomenzará mañana, después de que se celebren los funerales de los tres soldados asesinados en Toulouse y Montauban. Francia quedó en alerta máxima. El asesino sigue suelto. Anoche, varios miles de personas se aunaron en una marcha en París desde la Plaza de la República hasta la Plaza de la Bastilla. Los siete asesinatos provocaron una honda sensación de horror y una unión nacional. Los crímenes se produjeron en un clima exacerbado por la campaña electoral. Los extranjeros han sido objeto de incontables ataques por parte de candidatos como la ultraderechista Marine Le Pen y autoridades del Estado. El gesto de un loco llama a la prudencia y a evitar interpretaciones rápidas y abusivas. La demencia racial es un signo de estos tiempos, cualquiera sea el continente. Los integristas de todas las confesiones siempre buscan el mismo final: la desintegración.
La campaña electoral quedó suspendida por este drama. Algunos políticos como el centrista François Bayrou y el candidato del Frente de Izquierda Jean-Luc Mélenchon, se negaron a interrumpir los actos de campaña. Sin embargo, los dos principales candidatos, el presidente Nicolas Sarkozy y el socialista François Hollande, marcaron un compás de espera. Nadie se anima a decirlo en voz muy alta, pero estos crímenes marcan el retorno de la violencia racial y política a uno de los países más importantes de Europa: antisemitismo de barbarie con el asesinato de niños en una escuela judía, crímenes contra los árabes con la muerte de tres soldados franceses de origen magrebí y agresión contra los negros tras el ataque de que fue blanco un soldado de las Antillas francesas.
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FRANCIA: Las balas del racismo fascista, asesinan a inocentes. Incapacidad de la Policía para detener el crimen.
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FRANCIA: Alerta máxima tras un ataque racista.
Un hombre asesinó a cuatro personas, tres niños y un adulto. En un Colegio Judío de Toulouse.
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Eduardo Febbro.
Desde París. Martes 20 de marzo del 2012.
Un lobo solitario, adepto de la eliminación racial, asesinó a balazos a cuatro personas, tres niños y un adulto, en la puerta de una escuela judía de la sureña localidad de Toulouse. El individuo repitió la escenografía que había empleado entre el 11 y el 15 de marzo cuando asesinó a tres soldados franceses de origen magrebí e hirió gravemente a un cuarto oriundo de las Antillas francesas. La policía pudo determinar que el criminal usó la misma arma en los dos atentados. Según adelanta el semanario Le Point, las autoridades están buscando a tres militares franceses ligados a los grupos neonazis que pertenecían al mismo regimiento que los tres militares asesinados a sangre fría entre el jueves pasado y el domingo en la localidad de Toulouse y Montauban. El atentado de ayer es un acto de barbarie completo: a las ocho menos cinco de la mañana el individuo, a bordo de una potente moto blanca, llegó a las puertas del colegio judío Ozar Hatora de Toulouse. Disparó contra las personas que estaban en la puerta y mató a quemarropa a un profesor de religión de 30 años, a sus dos hijas de tres y seis años y a otra niña de ocho años, hija del director del colegio. Esta última víctima murió en los brazos de su padre. La matanza continuó luego dentro del colegio. El individuo ingresó al establecimiento para perseguir a los alumnos disparando hacia todas partes. Otras cinco personas resultaron heridas, entre ellas un joven de 17 años que se encuentra en estado crítico.
El carácter racial del operativo no deja lugar a dudas. El hasta ahora desconocido mató en un par de días a personas de origen magrebí, a judíos e hirió a un negro. Ayer, se trataba de eliminar a judíos sin importar que fueran niños o adultos. Matar para eliminar. El ministro francés de Interior, Claude Guéan, declaró que el “sentimiento de impunidad” del asesino “preocupa” al gobierno. La descripción hecha por los testigos y lo que muestran las imágenes de las cámaras de vigilancia dan cuenta de un hombre frío, perfectamente entrenado en el uso de las armas, exento de toda compasión. Luego de matar al profesor, su primera víctima, el hombre persiguió a la niña de seis años y la ultimó a balazos. “Disparó contra todo lo que tenía por delante”, dijo el fiscal de la República, Michel Valet. Llevaba dos armas, una calibre 11.43 y otra de 9 milímetros. La pistola de nueve milímetros se le trabó y sacó la segunda, con la que continuó la matanza. Es esa arma –la calibre 11.43– la que fue empleada en los asesinatos de los tres militares. En esos crímenes anteriores, el hombre actuó con la misma metodología y frialdad. El semanario conservador Le Point adelantó que las investigaciones se orientan hacia la participación de tres militares neonazis pertenecientes al decimoséptimo regimiento de Ingenieros paracaidistas de Montauban. En 2008, el semanario satírico Le Canard Enchaîné y otros diarios publicaron una foto en la que se veían a estos militares haciendo el saludo nazi ante una cruz gamada.
Dos de los tres militares asesinados la semana pasada pertenecían a este regimiento. El perfil de los tres soldados neonazis coincide con el retrato que surge de los testigos de los crímenes: grandes, musculosos, llenos de tatuajes y vestidos de negro. Esta no es, sin embargo, la única pista que exploran los investigadores. Con todo, las similitudes entre los asesinatos son aplastantes: la moto, el arma, las descripciones de los testigos y el hecho de que todas las víctimas tienen origen étnico y confesional distinto. El presidente francés acudió de inmediato al lugar de los hechos y lo mismo hizo el candidato socialista, François Hollande. Sarkozy decretó para hoy un minuto de silencio. “Es toda la República francesa la que está afectada por este drama abominable”, dijo.
La carnicería en el colegio de Toulouse interrumpió la campaña electoral para las elecciones presidenciales del próximo 22 de abril y 6 de mayo. La campaña entraba ayer en su fase oficial con la lista final de los diez candidatos. Sarkozy y Hollande cancelaron sus actos de campaña y ésta recién recomenzará mañana, después de que se celebren los funerales de los tres soldados asesinados en Toulouse y Montauban.
Francia quedó en alerta máxima. El asesino sigue suelto. Anoche, varios miles de personas se aunaron en una marcha en París desde la Plaza de la República hasta la Plaza de la Bastilla. Los siete asesinatos provocaron una honda sensación de horror y una unión nacional. Los crímenes se produjeron en un clima exacerbado por la campaña electoral. Los extranjeros han sido objeto de incontables ataques por parte de candidatos como la ultraderechista Marine Le Pen y autoridades del Estado. El gesto de un loco llama a la prudencia y a evitar interpretaciones rápidas y abusivas. La demencia racial es un signo de estos tiempos, cualquiera sea el continente. Los integristas de todas las confesiones siempre buscan el mismo final: la desintegración.
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FRANCIA: Bajo la sombra del serial Killer racista.
Pese a los medios policiales sin precedentes que se movilizaron, no encuentran al asesino.
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Desde el 11 de marzo, cuando el desconocido mató a quemarropa al primer militar en Toulouse, cada cuatro días repitió su operativo. Mató a siete personas a sangre fría, tres de ellos son niños de seis, ocho y diez años.
Desde París.
Página /12 Miércoles 21 de de marzo del 2012.
La sombra del serial killer racista que ultimó a siete personas a sangre fría entre el 11 y el 19 de marzo en el sur de Francia, entre ellos tres niños de 6, 8 y 10 años en una escuela judía de Toulouse, envolvió a la sociedad en una carrera contra el reloj. Pese a los medios policiales sin precedentes que se movilizaron, no se pudo encontrar al asesino ni siquiera saber quién es. El fiscal de la República, François Molins, advirtió que el asesino “está determinado” y podría “volver a atacar”. El reloj está en marcha. Desde el pasado 11 de marzo, cuando el desconocido mató a quemarropa al primer militar en la localidad de Toulouse, cada cuatro días repitió su operativo: el 15 de marzo asesinó a otros dos militares en Montauban y el 19 cometió el acto más salvaje: llegó con la moto hasta la escuela judía Ozar Hatorah, disparó contra las personas que estaban en la puerta y luego ingresó al recinto para completar la caería.
Psicólogos, especialistas en perfiles, criminólogos, servicios secretos, brigadas antiterroristas, expertos en comportamiento humano y unidades especiales, lo mejor de los cuerpos de elite, están detrás de un hombre que los especialistas definen como “un asesino en serie determinado”, con “mucha experiencia en el manejo de las armas e investido de una misión”. La tensión creada por la campaña electoral de cara a las elecciones presidenciales de próximo 22 de abril y 6 de mayo se desplazó hacia el responsable de este acto racista en el que confluyen ahora y con medias palabras la denuncia de una campana que, en las últimas semanas, se empezó a teñir con matices xenófobos.
El serial killer desconocido es asimilado a una suerte de seguidor del criminal noruego Anders Behring Breivik, que el año pasado masacró a más de 70 personas en nombre de la lucha contra las sociedades multirraciales. Hasta ahora, las autoridades apuntaron las investigaciones hacia la pista de un grupo de ex militares neonazis que habían sido expulsados de las Fuerzas Armadas por esa razón. Sin embargo, el vespertino Le Monde, que cita fuentes policiales, reveló que los investigadores desecharon esa pista. Se abrieron otras, pero ninguna da en el blanco. “No tenemos nada”, dijo el presidente francés, Nicolas Sarkozy. Se dispone de haz de informaciones que no han desembocado en un retrato explotable: el arma, un calibre 11.45 utilizado en todos los atentados, la moto de 500 cilindradas, de marca Yamaha, el modo operativo, los tatuajes, la exactitud y la frialdad con que actuó en cada caso. Detrás de ese cerebro que, según los investigadores, preparó cada acción con minuciosidad, sigue habiendo un hombre invisible, sin identidad. No dejó mensaje ni reivindicación alguna. Laurent Motet, director del Instituto de Altos estudios en criminología, describe al individuo como un tipo que actúa “sin un móvil clásico” –venganza o dinero–, pero que es “narcisista”, con una evidente “voluntad de erradicar, de eliminar aquellos a los que juzga que no merecen vivir”.
La campaña electoral quedó suspendida por este drama. Algunos políticos como el centrista François Bayrou y el candidato del Frente de Izquierda Jean-Luc Mélenchon, se negaron a interrumpir los actos de campaña. Sin embargo, los dos principales candidatos, el presidente Nicolas Sarkozy y el socialista François Hollande, marcaron un compás de espera. Nadie se anima a decirlo en voz muy alta, pero estos crímenes marcan el retorno de la violencia racial y política a uno de los países más importantes de Europa: antisemitismo de barbarie con el asesinato de niños en una escuela judía, crímenes contra los árabes con la muerte de tres soldados franceses de origen magrebí y agresión contra los negros tras el ataque de que fue blanco un soldado de las Antillas francesas. Queda una sensación muy desagradable al leer ciertas crónicas donde se denuncia el antisemitismo, pero se menciona como de pasada y por casualidad el asesinato de los militares magrebíes. Algunos comentaristas importantes sitúan los acontecimientos ocurridos desde hace 14 días en el tenso rumbo que tomó la campaña electoral donde la extrema derecha xenófoba figura en el tercer lugar de las intenciones de voto con una perspectiva de obtener 17 por ciento. El discurso de su candidata, Marine Le Pen, es un rosario de improperios, condenas y dispositivos de exclusión especialmente diseñado para los extranjeros. Un editorialista del semanario Le Nouvel Observateur, Serge Raffy, escribió el martes: “Incluso psicópata, el asesino de Toulouse no cayó del cielo. No actuó en una atmósfera de aguas calmas sino en un ambiente de rechazo al otro (...). Desde hace largas semanas vivimos una campaña que hiede a xenofobia. No pasa un día sin que un candidato de derecha o de extrema derecha, o alguien de su entorno, no alimente el rechazo al extranjero”. El retrato de Raffy es exacto. Han sido semanas y semanas de ofensas masivas hacia los extranjeros. Demasiado. La tregua que impuso la serie de actos de barbarie tal vez apacigüe los discursos, tal vez valide esa idea central de los socialistas, “vivir juntos”, o lleve al presidente candidato Nicolas Sarkozy a moderar su conquista del electorado de la extrema derecha, indispensable para su victoria. Lo peor es que el asesino anda suelto, que opera con una periodicidad de cuatro días y que el horror real puede volver en cualquier momento.
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