Forjar y construir la Unidad de la Izquierda al calor de la lucha de clases. De acuerdo con Sinesio, sin embargo, consideremos tres puntos centrales. Primero Sinesio olvídate de Ollanta si es captura, metamorfosis o es secuestro, ya perdimos y punto, sabes porque, por confiados, por no tener un Partido Político o un Frente Amplio de Izquierda, que nos pertenezca y nosotros desde el poder local decidir su futuro. Pero no debemos salir de Gana Perú, porque como capital político y democrático pertenece a más de 3 millones de peruanos, que votamos por la Gran Transformación. Segundo la Unidad de la Izquierda, representa la forja de un trabajo conjunto – por encima de los caudillos, los intereses personales, los odios y resentimientos – la Unidad, es compromiso, responsabilidad, dignidad, ética, confianza. Se sostiene principalmente en como recuperamos el Sistema de Valores y pongamos con Valor Supremo de legitimidad y soberanía la Unidad de la Izquierda Peruana. Sustentar como principio supremo de unidad, la Confianza personal, social e institucional, como garantía de trabajo en unidad - la desconfianza es el mal social y político del siglo XXI – confianza en nosotros mismos, en la sociedad civil - como poder local emergente - y en las Instituciones que debemos construir; Tercero, forjemos desde los colectivos sociales representativos un nuevo Liderazgo – nosotros somos los constructores de la Unidad, necesitamos un Arquitecto, como conductor y líder – con visión de futuro, para forjar la unidad al calor de la lucha de nuestro pueblo en las calles y en la plaza pública, los Ciudadanos Múltiples, como parte de los Nuevos Actores Sociales: desempleados, migrantes, juventud, sindicatos, Asentamientos Humanos, en el mundo agrario, Andino de las Comunidades Históricas y en el Mundo de los Pueblos Originarios. Cuarto, todos los que profesamos una fe, una doctrina y una esperanza desde la izquierda democrática, debemos trabajar para construir una Nueva Democracia Participativa, Directa, Solidaria, Dialogante, fundada en el reconocimiento y práctica de nuestro asociacionismo histórico tradicional y moderno, recuperando nuestro espacio público, activando con coraje y decisión una verdadera Opinión Pública que nos arrebataron y la contaminaron con violencia, salvajismo y brutalidad neoliberal. Depositemos nuestro compromiso, forjemos nuestra responsabilidad y construyamos con fe y esperanza la Confianza social como derecho al futuro, trabajando por un Perú Nuevo en un Mundo Nuevo.
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La izquierda despierta y se despabila. Ollanta: ¿metamorfosis o captura?.
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Grupo Editorial. Bajo la Lupa. Domingo 25 de marzo del 2012.
Algo se mueve en los predios de la izquierda. Reencuentros con ciudadanos de a pie que mantienen aún una cierta expectativa de cambio en el gobierno, pero expresan al mismo tiempo un ánimo contestatario. Reuniones semanales de los diversos partidos y movimientos de izquierda con miras a una acción conjunta tanto en la coyuntura como en el mediano y largo plazo. Preparación de eventos ciudadanos y partidarios que anuncian el abandono del letargo y la puesta en marcha de un poder en movimiento. Todas estas movidas apuntan, al parecer, a la conformación de una fuerza política de izquierda como alternativa de gobierno.
Si quiere gobernar las regiones en el 2014 y el país en el 2016, la izquierda está obligada a realizar una serie de tareas políticas indispensables. En primer lugar, debe convocar a la unidad de los partidos y los movimientos (nacionales y regionales) de ese signo que quieren realizar la gran transformación en democracia. Eso supone el abandono de las nostalgias y los dogmas del pasado y la superación de la desconfianza y del espíritu faccioso. En segundo lugar, ella está llamada a hacer un balance crítico y autocrítico del 80 en adelante. Hay avances significativos en esa dirección. Es el caso del libro editado por Alberto Adrianzén, cuya presentación desbordó el auditorio de la BNP.
En tercer lugar, la izquierda tiene que ofrecer una visión del Perú en el largo plazo que defina un horizonte utópico movilizador. Es necesario recuperar el derecho de los peruanos a soñar en un Perú ideal. Los pilares de esa sociedad soñada son los eternos ideales de la justicia, la libertad, la solidaridad y la autonomía del Perú en el mundo globalizado. En cuarto lugar, la izquierda tiene que partir del Perú actual con sus continuidades y sus cambios. Para bien o para mal, este país ya no es el mismo de los 70. Se tiene que tener en cuenta los cambios producidos para mantenerlos o para superarlos. Salvo uno, el de la servidumbre rural y la independencia de los campesinos, los grandes clivajes que definen la estructura social, económica, política y cultural del país (dependencia-autonomía, modernidad-tradición, capital-trabajo, centralismo-descentralismo, homogeneidad-diversidad cultural) se mantienen en pie, pero ha cambiado el peso y la importancia de cada uno.
La conformación de la izquierda como un frente amplio, de su estrategia y de sus tácticas tiene que partir de la articulación ponderada de estos clivajes. Los partidos no se fundan por decreto ni por refinados diseños institucionales. Se forman en la lucha que nace de estos clivajes. En quinto lugar, la izquierda debería abandonar el esquema schmittiano (también leninista) de amigo-enemigo en el campo de la política interna. Esa concepción conduce a ver la política como guerra y como confrontación permanente. Lo que la izquierda tiene que evitar sobre todo es la mezcla de la política con la religión o con la ética que conduce a la idea de una enemistad absoluta. Según esta tesis todos los enemigos son malos y hay que eliminarlos.
En sexto lugar, la izquierda está obligada a defender el Estado-nación como espacio de ejercicio de la ciudadanía y de la democracia mientras no se invente la comunidad sudamericana que integre a los Estados-naciones actualmente existentes. Eso implica el impulso de políticas que encaucen y hagan gobernable la globalización. En sétimo lugar, la izquierda debiera postular los avances de la ciencia y la tecnología como base del desarrollo y revalorar a los intelectuales y a los organizadores de cultura como creadores de proyectos políticos, culturales y morales y de espacios de hegemonía y de integración social y nacional. En esta tarea juegan un papel muy importante los medios que, en su mayoría, han sido monopolizados por la derecha. Felizmente hay medios y programas que ponen el toque del pluralismo. Pero sobre todo están las redes sociales y el internet, el diario libre en el que pueden comunicarse un número creciente de ciudadanos.
En octavo lugar, la izquierda está llamada a adecentar la política convertida por algunos políticos y gobernantes en un albañal. Política y ética son realidades diferenciadas, pero no debieran caminar separadas. Entre los fines buenos y los medios no siempre santos de la política, la izquierda tiene que colocar los valores que adecentan la política. En noveno lugar, la izquierda tiene que acompañar y expresar (en el campo de la política) las demandas contestatarias y negociadoras de los ciudadanos que constituyen un poder en movimiento. Finalmente, si la izquierda quiere gobernar tiene que ganar a las clases medias rescatando sus valores de progreso y sus exigencias de respeto a la libertad.
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Ollanta: ¿metamorfosis o captura?
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La República. Domingo, 25 de marzo de 2012
El 28 de marzo Ollanta cumple ocho meses en el gobierno. Un rápido balance político muestra más sombras que luces, más frustraciones que esperanzas. Ollanta llegó al gobierno sobre los hombros de las masas descontentas y esperanzadas en el cambio y de las clases medias liberales y democráticas que huían de la perversión fujimorista. Ocho meses después se percibe que las expectativas populares se van apagando, que los miedos de las clases altas han desaparecido gracias a la continuidad de sus privilegios, que las clases medias se han cobijado resignadamente bajo el paraguas del gran capital y que, para colmo de males, el actual primer ministro es un exmilitar autoritario y profujimorista. ¿Qué ocurrió? ¿Cómo se produjo lo que pasó? ¿Y por qué sucedió?
Lo que ha pasado es algo que sucede de una manera más o menos frecuente en Perú y en AL: los que pierden las elecciones gobiernan y los que ganan o ayudan a ganarlas son expulsados del gobierno. Como lo sugirió el genial Carlín, Ollanta bien podría pedir en el Consejo de Ministros que levanten la mano quienes votaron por Keiko Fujimori y tendría una mayoría de manos levantadas. En la práctica se ha producido (y se está produciendo) un cambio de mando en el gobierno sin afectar las formalidades democráticas. La derecha ha dado una especie de golpe de Estado con guante de seda, ganando en la mesa mullida del gobierno lo que perdió en la cancha dura de las urnas. El país asiste a una comedia política cuyo título bien podría ser “El arte de gobernar habiendo perdido las elecciones”.
En este caso la pregunta que hay que hacer es la siguiente: ¿metamorfosis o captura del presidente? ¿Ollanta, al estilo de Gregorio Samsa de Kafka, se acostó como un líder político (de abajo y de izquierda) y se despertó como un insecto (derechista) o ha sido más bien capturado por la derecha? Mi hipótesis es que la derecha capturó a Ollanta en Cajamarca, lo mantiene preso en Palacio, lo ha enmudecido con sus críticas despiadadas y, sin embargo, le exige sádicamente que hable. Eso no obstante, Ollanta mantiene su identidad política, ajada y maltrecha, pero la mantiene. ¿Cómo hemos llegado a esta situación? El cambio de un gobierno de centroizquierda por otro de centroderecha en crisis fue un proceso que comprende cuatro momentos.
El primero (junio y julio del 2011) fue de resistencia. Ollanta quiso organizar un gobierno legítimo sobre la base de los resultados electorales de la segunda vuelta con un equipo propio académicamente bien formado y con experiencia de gestión, pero las presiones, las amenazas, los chantajes, los halagos y los susurros de la derecha y de sus operadores pudieron más que su voluntad de resistir e hizo subir a la nave del gobierno a los representantes del gran capital (Castilla y Velarde). Desde ese momento, Ollanta dejó de ser para la derecha el chavista repudiado para convertirse en un estadista respetado. El segundo momento es el del gobierno de la concertación (agosto-4/12/11) integrado por los amigos del presidente, por los amigos de Castilla y los ministros de Ciudadanos por el Cambio con Salomón Lerner Ghitis a la cabeza como Primer Ministro. Este es el momento de los cambios más importantes: el gravamen minero, la consulta previa, la organización del MIDIS.
El tercer momento se inicia con la orden presidencial de Gonga va, con el desplazamiento de la izquierda y del toledismo para girar a la centroderecha (11 de diciembre). Castilla incrementa su poder controlando más ministerios; lo mismo sucede con Valdés que controla el Premierato, Defensa e Interior. El gabinete Valdés es el acompañamiento autoritario del neoliberalismo en apuros frente a los movimientos sociales contestatarios. Este el momento en el que se produce la captura de Ollanta por la derecha. El cuarto momento es el de la fragmentación del gobierno en circuitos de poder (febrero 2012) y de la ofensiva despiadada de la derecha por apoderarse de todo el gobierno y del Estado.
¿Por qué se produjo todo este cambalache político? Hay varios factores explicativos, pero pienso que el más importante es la correlación social y política de fuerzas totalmente favorable a la derecha que controla casi todos los espacios de poder a través de los medios, la CONFIEP y los poderosos grupos económicos. ¿Es posible cambiar esta relación de fuerzas? Mi hipótesis es que se puede siempre y cuando se articule un frente amplio de movimientos contestatarios, de frentes y gobiernos regionales y de izquierda unificada. ¿Hasta dónde van a llegar la desenfrenada audacia y los apetitos desmedidos de la derecha? Pienso que ella prefiere transformar la captura en metamorfosis de Ollanta.
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