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En Río+20 no puede disimularse el
fracaso, aún con la colorida propuesta por una “economía verde”, que no es otra cosa que la mercantilización de la
naturaleza. Pintar de verde la
mercantilización de la producción en curso no esconde los problemas
económicos sociales y la crisis mundial del capitalismo contemporáneo, donde se verifica el crecimiento de la
desigualdad, con millonarios más millonarios, en el mundo y en la región
nuestramericana, según Informe de la Consultora Capgemini - RBC Wealth
Management, y sin sorpresa, estos millonarios en dólares provienen del sector minero,
agrícola y energético, es decir, del negocio de los recursos naturales,
de la llamada “economía verde”.
No hay duda que la apuesta a la
industrialización trasnacionalizada de la producción agraria y minera tiene entre sus beneficiarios a grandes
corporaciones económicas que privilegian sus beneficios por encima de la
calidad de vida de las poblaciones en que asientan sus inversiones; y aún hablando de “trabajos verdes” la
apuesta es a la reducción de los ingresos de los trabajadores, ya que el
salario es concebido como un costo que debe reducirse para enfrentar la crisis;
y ni que hablar de la depredación de los recursos naturales. El fracaso de Río+20 era un resultado
esperado, más allá de la magnitud del cónclave con presencias prácticamente
de todo el mundo. El problema es que el modelo productivo capitalista, aún en
crisis, es contaminante, súper explotador, depredador y destructor.
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Entre la crisis mundial y
las tensiones políticas: Datos Para una semana turbulenta.
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Lunes 25 de junio del 2012.
Julio C. Gambina (especial para ARGENPRESS.info)
Transitamos una semana
turbulenta, con muchos asuntos globales, regionales y locales para considerar.
En el plano global se
mezclan la finalización de dos cónclaves gubernamentales que analizaron la
crisis: el G20 en México y Río+20 en Brasil.
A nivel regional destaca
el golpe institucional en Paraguay, con mucho olor a soja.
Localmente creció la
tensión entre la CGT y el gobierno.
El mundo y su crisis
Del encuentro en México,
más allá de declaraciones por el crecimiento de la economía y el empleo, lo
real resultante es la recapitalización del FMI
por 456.000 millones de dólares, sin aportes de Estados Unidos y
compromisos de contribuciones sorprendentes.
Entre otras, las de
Europa con 200.000 millones de dólares, que confirma que el salvataje es a los
bancos y empresas en problemas más que atender las necesidades de desempleados
y empobrecidos por la crisis.
Más sorprendente aún
resulta el apoyo de los países emergentes, donde China se anota con 43.000
millones; Brasil y México con 10.000 millones cada uno, e incluso Colombia con
1.500 millones. Imaginemos esos recursos aplicados soberanamente al desarrollo
alternativo de nuestros países.
¿En qué piensan aquellos
que imaginan un buen destino de esos cuantiosos recursos en manos del FMI?
¿Cuánto cuesta que emerja el Banco del Sur y con qué facilidad resurge el FMI
desde la existencia del G20?
En Río+20 no
puede disimularse el fracaso, aún con la colorida propuesta por una “economía
verde”, que no es otra cosa que la mercantilización de la naturaleza.
Pintar de verde la
mercantilización de la producción en curso no esconde los problemas económicos
sociales y la crisis mundial del capitalismo contemporáneo, donde se verifica
el crecimiento de la desigualdad, con millonarios más millonarios, en el mundo
y en la región nuestramericana, según Informe de la Consultora Capgemini - RBC
Wealth Management, y sin sorpresa, estos millonarios en dólares provienen del
sector minero, agrícola y energético, es decir, del negocio de los recursos
naturales, de la llamada “economía verde”.
No hay duda que la
apuesta a la industrialización trasnacionalizada de la producción agraria y
minera tiene entre sus beneficiarios a grandes corporaciones económicas que
privilegian sus beneficios por encima de la calidad de vida de las poblaciones
en que asientan sus inversiones; y aún hablando de “trabajos verdes” la apuesta
es a la reducción de los ingresos de los trabajadores, ya que el salario es
concebido como un costo que debe reducirse para enfrentar la crisis; y ni que
hablar de la depredación de los recursos naturales.
El fracaso de Río+20 era
un resultado esperado, más allá de la magnitud del cónclave con presencias
prácticamente de todo el mundo. El problema es que el modelo productivo
capitalista, aún en crisis, es contaminante, súper explotador, depredador y
destructor.
Las cumbres populares
desarrolladas en México y Brasil demandan un debate en la sociedad para
modificar el modelo productivo y de desarrollo, pensando en soluciones
alternativas.
En ese sentido sorprende
el llamamiento de los movimientos campesinos que destacan la potencia de la
producción alimentaria indígena, campesina y de agricultura familiar, contra la
segmentación irracional de la industrialización que domina desde el paquete
tecnológico inicial a la comercialización en grandes tiendas y supermercados,
que achica la diversidad de la dieta y la riqueza proteica necesaria para una
vida cotidiana.
Pero también destaca las
convocatorias realizadas a investigar el delito económico cotidiano,
especialmente con el movimiento de dinero y principalmente con la deuda
pública, gran condicionante de nuestras economías, y por supuesto rechazar el
accionar de los organismos internacionales y el salvataje de bancos que
continúan acumulando grandes ganancias a costa del empobrecimiento de gran
parte de la población.
El Paraguay “verde”
golpea
Es más, no puede
entenderse el fenómeno del golpe institucional a Lugo, el Presidente paraguayo
sin la dominación de la producción sojera que pinta de verde la agricultura de
los países del Mercosur, la región productora y exportadora por excelencia de
la oleaginosa y sus derivados.
Horas previas al golpe,
en una potente denuncia, el periodista paraguayo Idilio Méndez anticipaba el
“duro revés a la izquierda, a las organizaciones sociales y campesinas,
acusadas por la oligarquía terrateniente de instigar a los campesinos; avance
del agronegocio extractivista de manos de las transnacionales como Monsanto,
mediante la persecución a los campesinos y el arrebato de sus tierras y,
finalmente, la instalación de una cómoda platea para la los oligarcas y los
partidos de derecha para su retorno triunfal en las elecciones de 2013 al Poder
Ejecutivo.” (1)
Todavía no se había
producido el golpe, pero había claridad sobre quienes había provocado la
maniobra que terminó con la muerte de 18 personas, policías y campesinos, y que
el poder endilgó a Lugo para destituirlo en pocas horas, poniendo en discusión
la debilidad de las democracias en nuestra región.
Los campesinos ocupan
tierras ante la creciente ocupación terrateniente, de paraguayos, y vecinos,
especialmente brasileños (brasiguayos), todos sustentados en el paquete
tecnológico de las transnacionales de la alimentación y la biotecnología con
Monsanto a la cabeza. Es algo para pensar en el conjunto de los países del
Mercosur.
Queda el interrogante si
Paraguay se sumará a la experiencia de Honduras, que luego de fuertes
declaraciones críticas de los gobiernos, el golpe institucional finalmente se
abrió camino. El gran interrogante será la movilización popular que eludió el presidente
destituido.
El cambio político en la
región tiene el límite del poder económico, lo que supone una lección a
considerar, que si no se afecta estructuralmente ese poder, enfrentándolo con
otro poder (anti capitalista), para otra ecuación de beneficiarios y
perjudicados, el sistema capitalista retoma la iniciativa y el rumbo de la
acumulación.
No solo se trata de
derechas, izquierdas o centro izquierdas, sino de orientación del rumbo
económico; si afirmando las tendencias de la acumulación capitalista en curso
más allá de la crisis mundial, o promoviendo rumbos alternativos al
capitalismo.
Queda claro por la
experiencia reciente que el poder económico no solo recurre a las armas en su
iniciativa política, aunque tenga el apoyo de las crecientes bases militares en
la región, la aplicación generalizada de leyes antiterroristas y otros
mecanismos de intromisión e incidencia; pues con los medios de comunicación y
las formas que asume la democracia representativa (poder ejecutivo, legislativo
y judicial) mantiene la hegemonía del régimen del capital.
El conflicto es por la
apropiación de la riqueza social
La discusión es por las
riquezas. Es lo que se discute en la coyuntura de la Argentina. Es un debate
sobre la riqueza y la pobreza.
Un reciente estudio de
Flacso da cuenta que en la última década la tasa de ganancia es altamente
superior a la de la década anterior, la del menemismo. (2)
El promedio de la tasa
de ganancia durante el 2002-2010 alcanzó al 37,2%, mientras que entre 1993-2001
fue del 24,8%. En los últimos años se verifica un porcentual de ganancia mayor
al 50% que en tiempos del menemismo.
¿Cómo se explica ello?
En economía no hay magia, en todo caso la riqueza cambia de bolsillo. El
documento lo explica con la disminución de los salarios y el incremento de la
productividad.
Esa es la razón de la
recurrencia en el debate sobre distribución del ingreso, porque aún bajando el
desempleo del 22 al 7% en una década, no solo se está por encima de la media de
los años previos, los 80´, y ni hablar de los 70´, sino que se trata de una
recuperación del empleo sobre la base de ingresos disminuidos históricamente, y
ganancias en alza.
La turbulencia de la
semana, con opiniones políticas muy diversas, sobre quien juega el partido que
pretende la derecha, el conflicto continuará ante la convocatoria a
movilización de la CGT, con un tema sensible para el debate: el aporte de los
trabajadores al financiamiento del Estado vía impuesto a las ganancias.
Tal como señalamos para
el caso paraguayo, si no se afectan los intereses del poder económico, este
retoma la iniciativa política para asegurar su utilidad, y con ella el modelo
de acumulación.
Sea por las cumbres
globales o la experiencia paraguaya, en la Argentina se abre paso la discusión
sobre el modelo económico y el rumbo político, es decir, sobre el modelo
productivo y de desarrollo, tanto como sobre el gobierno del capitalismo local,
incluso, una perspectiva alternativa.
No es una cuestión de
apoyo o crítica al gobierno, sino de la orientación de la política económica y
la estructura de dominación que surge de allí, con el interrogante de si es posible
consolidar un rumbo por transformaciones profundas, estructurales, contra la
ganancia y por los ingresos populares.
Julio C. Gambina es Doctor en Ciencias Sociales
UBA. Profesor Titular de Economía Política en U.N. de
Rosario. Presidente de la FISYP. Integrante del Comité Directivo de CLACSO.
Notas:
1) Idilio Méndez; “Monsanto golpea en Paraguay: Los
muertos de Curuguaty y el juicio político a Lugo”.
2) Pablo Manzanelli, “La tasa de ganancia durante
la posconvertibilidad. Un balance preliminar”.
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