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La historia no debe
repetirse. Lo que le sucedió al Presidente Lugo, hoy o mañana le puede suceder
a cualquier de los Presidentes de América latina y
por supuesto que parte del trabajo que hoy debe estar realizando las fuerzas oscuras del imperialismo en componenda con los
sectores más conservadores de las clases dominantes latinoamericanas, es “planificar”, preparar, organizar un golpe de estado, pero no al estilo del viejo cuartelazo y poner un “gorila” en
el gobierno. Esa metodología se acabó, primero
porque al Democracia Latinoamericana, tiene “la llave maestra” en su poder: La Carta
Democrática Interamericana, aprobada el 11 de septiembre del 2001 en Lima, que declara de manera sencilla y
directa:”Los pueblos de América tienen derecho
a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla”. Segundo, hoy no como en el pasado, no
encuentran las condiciones sociales,
políticas, culturales, ambientales – porque están en su absoluta oposición,
por su saqueo, pillaje y devastación de la diversidad de los recursos naturales
– pero sí tiene a su favor su famoso y extraordinario crecimiento macroeconómico, - porque pertenece a ellos y solo a ellos y
son los únicos y absolutos beneficiados – modelo ponderado al máximo de la
fortuna y beneficios, y hoy en todo el mundo reconocido y premiado como el “único”, el “mejor”, mediante el poder de sus medios de comunicación que
en la práctica están sustituyendo, reemplazando a las instituciones mundiales – hoy en crisis “final” - que hasta finales
de la década de los 80’ tenían como
tarea y responsabilidad central el papel y función de articuladores principales
entre el gobierno, el mercado y la sociedad civil en su conjunto.
Hoy el pueblo, los gobiernos
democráticos, donde ha sido secuestrada la gobernabilidad,
no tienen quien los defienda y con el
poder de los “mass-media” de su propiedad imponen y justifican el mundo
cualquier atropello a la dignidad del
ser humano. Hoy ven incluso, como es la condición salvaje, diabólica, de la codicia del capitalismo
financiero como utiliza niños en la
mezquindad de su publicidad y quien dice algo, para parar este atropello a
los niños. Nadie, todos seguro lo justifican. Por ello, en este escenario complejo, salvaje de
incertidumbre colectiva y violencia ciudadana, es capaz de “callar” grandes verdades y
acontecimientos y justificar hechos
destructivos, acciones de vandalismo,
ruina, estrago y aceptar como ciertos actos de barbarie criminal y apoyar golpes de estado institucional como la
del presidente
Lugo, presentándolo como decisiones de su democracia interna y que deben ser respetados bajo el
argumento de no intervención en los asuntos
internos de cada país y menos entrometerse políticamente en decisiones de
su democracia representativa del poder
legislativo, el primer poder del Estado. Cuidado con justificar y aceptar como “legitimo”
esta tropelía política y salvajismo constitucional.
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Al PRESIDENTE LUGO: Entrevista a Canciller
Timerman. “Es triste lo que ocurrió”.
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Aunque no quiso adelantarse a
la decisión de los presidentes que se reunirán el jueves en Mendoza, la forma
que el canciller argentino utilizó para definir la destitución de Lugo anticipa
qué harán el Mercosur y la UNASUR.
Por Martín Granovsky
Desde Asunción. Página /12 lunes 25 de junio del 2012.
En diálogo telefónico, el
canciller Héctor Timerman aceptó relatar desde Buenos Aires las gestiones de
los ministros de Relaciones Exteriores de la Unión Suramericana de Naciones, el
viernes último, para que no se produjera lo que denominó “una ejecución
sumaria”.
–¿Cuál es la caracterización
argentina sobre el cambio de presidente en Paraguay?
–El gobierno argentino
considera que estamos frente a una ruptura del orden democrático.
–¿Por qué ruptura, si la
destitución de Fernando Lugo se basó en el juicio político?
–Es que en Paraguay se utilizó
un mecanismo contemplado en la Constitución, pero fue aplicado de tal forma que
viola no sólo el espíritu de esa Constitución sino toda práctica constitucional
del mundo democrático.
–¿Cuál sería la violación?
–Practicar una ejecución
sumaria. Darle dos horas de defensa a un presidente democráticamente electo es
un tiempo menor al que tiene quien pasó un semáforo en rojo. Es triste lo que
ocurrió en Paraguay. Es triste haber visto a Lugo el viernes a la tarde solo,
en su despacho de la casa de gobierno, sin papeles sobre el escritorio, viendo
por televisión cómo el Congreso lo destituía.
–¿Los cancilleres de Unasur
estaban allí con él en ese momento?
–Sí. Después de haber hecho
todo lo posible para buscar alternativas. Pero en ningún caso encontramos el
más mínimo interés en la oposición de dialogar con nosotros y buscar una opción
a la ejecución sumaria de un presidente. Y eso que les dijimos claramente que
estábamos allí para respetar, al mismo tiempo, la soberanía de Paraguay y los
documentos internacionales que todos firmamos.
–¿Los textos de Unasur y de
Mercosur?
–Ambos. Y quiero aclarar algo
que les dijimos a los dirigentes de la oposición a Lugo. No sólo Paraguay
estaba obligado a cumplir con los acuerdos firmados. También cada uno de los
otros países. Nosotros también estamos obligados a cumplir con los acuerdos.
Debemos aplicarnos las cláusulas incluso a nosotros mismos.
–¿En algún momento los
cancilleres de Unasur vieron una chance de arreglo?
–Cuando llegamos y hablamos
con Lugo por primera vez él nos dijo que aún tenía alguna esperanza. Pero
después fuimos topándonos con la realidad. Primero nos reunimos con los
dirigentes del Partido Colorado. Nos dijeron que el gobierno era inviable y se
tenía que ir. Y que había que hacerlo rápido porque supuestamente Lugo había
llamado a elementos subversivos y violentos. También nos reunimos con el líder
del Partido Liberal Radical Auténtico en el Congreso. Recuerdo una de las
respuestas de un dirigente opositor: “Lo mejor que pueden hacer los cancilleres
de Unasur es irse”.
–¿Cuál fue la respuesta?
–Esta: “Señor, son las 11 de
la mañana. A las 12 empieza el juicio. ¿Hay algo que ustedes puedan decirme
para ayudarlos a que esta situación no llegue a mayores?” Me dijeron: “No. La
Constitución manda formas de hacer el juicio, no tiempos”. Les contesté: “Están
hablando de un jefe de Estado que asumió con la representación popular. Por
otra parte, no veo a nadie en la calle, y menos con ánimo violento”. Un rato después
insistí.
–¿Con qué argumento?
–Ya eran las 11 y media de la
mañana. “Sigamos hablando. Díganme cualquier idea que tengan.” Otros
cancilleres les decían que el Congreso estaba inventando un reglamento. Nos
repusieron que no había que probar los hechos porque eran de público y notorio
conocimiento. Y lo repetían a cada momento: público y notorio. A las 12 menos
cuarto faltaban 15 minutos para el comienzo del juicio. Les dije: “Señores, se
vienen épocas muy duras para el Paraguay porque nosotros vamos a tener que
aplicar la cláusula democrática”. No pareció conmoverlos nada. Nos fuimos otra
vez a hablar con Lugo. Allí, entre los cancilleres, se decidió que fuéramos con
Antonio Patriota, de Brasil, a conversar con Federico Franco.
–Todavía era el vice.
–Sí. Le dije: “Mire, no queda
mucho tiempo. ¿Usted cree que es justo lo que están haciendo? ¿Piensa que el
mundo va a reconocer la destitución de esta manera como un procedimiento
correcto”. Recuerdo su contestación: “En Paraguay un vicepresidente tiene tres
tareas: presenciar la reunión de gabinete, actuar como nexo con el Congreso y
asumir en caso de enfermedad, muerte y destitución del presidente. Voy a
cumplir con la Constitución paraguaya”. Le pregunté si dos horas para preparar
una defensa le parecía un tiempo suficiente. Me dijo: “Solo Dios sabe el tiempo
que le di”. Le pedí que nos acompañara a los cancilleres al Congreso y que
dijera delante nuestro que su compañero de fórmula no había tenido tiempo de
preparar la defensa y que, por lo tanto, él no asumiría la presidencia en caso
de destitución. “Es que es mi obligación asumir”, dijo Franco. Uno de los
acólitos suyos comentó entonces que Fernando Collor de Mello tuvo licencia por
seis meses. Le pregunté si en caso de que pudiéramos convencer a Lugo de pedir
licencia, le darían seis meses para preparar su defensa. Fue ahí que me dijo
una frase que ya habíamos escuchado de otros dirigentes: “Este gobierno es
inviable. Aquí comienza la violencia mañana”. Le dijimos que había poca gente
en la calle y que no habría quien quisiera generar violencia. “No, ya es
tarde”, repetía Franco. Patriota ofreció pedirle a Lugo un llamamiento contra
la violencia. Yo le dije: “Le voy a decir la verdad de lo que va a ocurrir.
Paraguay sufrirá y quedará aislado y usted deberá gobernar en condiciones
difíciles”.
–Por lo visto, Franco estaba
muy decidido.
–Me contestó: “Soy médico y
estoy acostumbrado a tomar decisiones”. Le repliqué que los médicos juran hacer
el menor daño posible a los pacientes y que él le estaba por hacer el mayor
daño posible al Paraguay y a la democracia. También le dijimos que Paraguay se
convertiría en un caso Honduras Dos. Contestó: “¡Pero ahí sacaron a un
presidente en pijama!”. Le pedimos que no se confundiera, que la cuestión no
era cómo está vestido un presidente cuando es destituido irregularmente sino la
irregularidad de la destitución. Ya con un clima caldeado nos fuimos, con
Patriota, diciéndole por último que Paraguay estaba por concretar un golpe.
–¿A dónde fueron?
–A ver otra vez a Lugo en la
casa de gobierno. Cuando llegamos no sólo no había violencia. Había menos gente
en la calle. Los cancilleres de Unasur y el secretario Alí Rodríguez nos
quedamos hablando con Lugo, para no dejarlo solo. Vimos la votación por
televisión y cuando terminó la destitución le dijimos: “Presidente, nos vamos
porque no queremos estar cuando asuma Franco. La Argentina ofrece asilo a
cualquiera que lo solicite”. Lugo anunció que se quedaría en Paraguay y que no
llamaría a un levantamiento porque quería evitar muertos. Le dije que Juan
Perón hizo lo mismo en 1955 y que siempre se puede volver si no hay muertos.
Media hora antes del fin de la destitución aparecieron en el palacio de
gobierno militares que hasta ese momento no estaban. Lugo pensó que se trataba
de una forma de presión y nos contó que retomaría el trabajo en las bases y
recorrería el país. Alí Rodríguez le dijo: “La retirada es el primer paso de la
ofensiva”. Yo le comenté: “Evidentemente, usted es el presidente que nunca
debió haber sido, porque va en contra de la tradición de Paraguay”. Nos pidió
que no abandonáramos al pueblo paraguayo y que los ayudáramos a defender los
derechos humanos y las libertades cívicas. A las seis de la tarde nos abrazamos
y nos fuimos. Había poca gente en la calle.
–¿El Mercosur castigará al
gobierno paraguayo?
–El Mercosur aplicará los
tratados que firmamos. Y Unasur también.
–¿Está prevista la
incorporación de Venezuela como miembro pleno?
–La Argentina, Brasil y
Uruguay están interesados en el ingreso de Venezuela, como se sabe, pero no creo que una situación
amerite la otra.
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