viernes, 11 de febrero de 2022

PERÚ: CRISIS DE GOBIERNO Y SALIDA CONSTITUCIONAL.

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“Historia y presente del proyecto de Estado pluricultural. La aspiración de tener una patria suma de todas las patrias, no es nueva. Por el contrario, es una aspiración muy antigua de nuestros pueblos. En el lejano 1742, Juan Santos Atahualpa inició la larga saga de rebeliones contra la dominación colonial; en 1780, T. Amaru II llevó las aspiraciones libertarias a su punto más alto. A finales del siglo XIX una serie de rebeliones campesinas persistieron en la defensa de la tierra y la justicia; iniciando el siglo XX, el movimiento indigenista, que congregó a destacados intelectuales peruanos, principalmente provincianos, trató de recoger las aspiraciones de una sociedad en que lo andino jugara un rol central.  En las décadas del 60-70 nuevamente los grandes levantamientos campesinos de la sierra central y sur-este del ande peruano van a retomar este largo camino de lucha y resistencia.

“Es el antecedente inmediato para que, en 1969, el gobierno militar que lidera el general Juan Velasco Alvarado, adopte una serie de medidas políticas y sociales que cambiaron la situación del campesinado indígena.  La Reforma Agraria, el reconocimiento del quechua como idioma oficial y la Ley de Comunidades Nativas, fueron elementos decisivos para que el campesino dejara su condición de servidumbre y transitara a la condición de persona y ciudadano. El reconocimiento del voto al analfabeto en la constitución de 1979 puede entenderse como corolario del proceso anterior, y significó un cambio radical en la presencia de los pueblos indígenas en la sociedad. Pues analfabeto era mayoritariamente el que hablaba un idioma nativo, sea andino o amazónico.

Estos antecedentes van a configurar el Perú actual, mayoritariamente urbano, de amplio mestizaje y andinizado social y culturalmente. EL emprendedurismo de los pueblos andinoamazónico se da en los diversos aspectos de la sociedad. Economía, música, danza, gastronomía, y empieza también a producirse en sectores técnico- profesionales. En otras palabras, empieza a formarse una elite intelectual y cultural que se reconoce en su espiritualidad andino-amazónico, y en el carácter diverso y múltiple de nuestro ser nacional, condición esencial para la formación de los núcleos que hegemonicen la reorganización y conducción del Estado pluricultural.  Arguedas lo resume y describe magistralmente en Todas las Sangres y El Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo

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PERÚ: CRISIS DE GOBIERNO Y SALIDA CONSTITUCIONAL.

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Por Vicente Otta Rivera.

Otra Mirada. Lima jueves 10 de febrero del 2022.


La aguda inestabilidad que padece el gobierno de Pedro Castillo: cuatro gabinetes en menos de 7 meses de gestión, no hace sino evidenciar las debilidades del sistema político peruano, de las elites políticas y la institucionalidad, en resumen, de la precaria democracia peruana.

Todo lo cual no debe llevar a soslayar las cuestiones de fondo del presente desbarajuste. El fracaso del actual modelo neoliberal sustentado en la fraudulenta y mafiosa constitución de 1993, construida sobre los escombros de la política que dejó el terrorismo senderista y la guerra sucia fujimorista entre los años 80 y 90 del siglo pasado.

La constitución de 1993 consagra la contrarreforma de los avances de las reformas velasquistas, consagrados en la constitución de 1979, que instituye los sustantivos logros en la construcción de la democracia y la cohesión nacional. No otra cosa significa la eliminación de la servidumbre y el gamonalismo semifeudal, el reparto de la tierra a los campesinos y su conversión en protociudadanos. Igual, el reconocimiento del quechua como idioma oficial y la Ley de comunidades nativas. Todo este avance en construcción de democracia, ciudadanía y nación, modernidad, en suma, es lo que se revirtió en buena parte con la constitución fujimorista del 93.

La derrota de las fuerzas democráticas y el Férreo control dictatorial de los poderes del estado y el alineamiento de los medios de prensa, contribuyeron a generar un escenario de bonanza y prosperidad sustentado en un crecimiento económico real, pero limitado y lejos del peruano de a pie. Esta borrachera de éxito despertó a la realidad con la pandemia que desnudó las miserias y falacias de un modelo que enriqueció a los más ricos mientras mantuvo en la pobreza a los más pobres.

Evidenció de modo fragante y cruel la verdadera naturaleza de un régimen político que era incapaz de garantizar la protección social y la reproducción de la sociedad.

Esta incapacidad del régimen vigente, no advertida ni encarada por el actual gobierno de Castillo, es lo que alimenta su inestabilidad y desgobierno, y pone la lupa en las falencias de una gestión que lo están llevando al despeñadero de la vacancia.

Esta crisis de régimen es uno de esos fenómenos socio-políticos que permanecen larvados y fuera de agenda por décadas, que cobran actualidad de manera imprevista y urgente.



Es lo que la pandemia y el triunfo electoral de Perú Libre y Pedro Castillo producen con su llegada al gobierno. Se transforma en la fuerza catalizadora y debelan una realidad desastrosa, escondida por imágenes de eficacia y control mediático.

Logran este triunfo inesperado levantando las banderas del cambio constitucional, que adquiere legitimidad con el flagrante fracaso del modelo neoliberal vigente incólume por 28 años. La muerte de más de 200 mil peruanos, el desempleo y el hambre que se abaten sobre miles de familias y el colapso del sistema sanitario en medio de la corrupción y la indolencia del gobierno, llenaron de indignación y verdad la conciencia de la gran mayoría de peruanos. Que votaron contra este desastre, votaron por el cambio.

A esta situación se debe el triunfo y gobierno Pedro Castillo

1.  El cambio de la actual constitución es un compromiso ineludible, una tarea irrenunciable. Así lo entienden los peruanos de a pie.

No se trata de adecuar el actual estado fundado en 1821 a los requerimientos del sistema mundial neoliberal.

Se trata de refundar el Estado Nación, de construir otro Estado. Porque la diversidad cultural, que en nuestro país debe entenderse como pluriculturalidad, no se resuelve mediante llamados a la tolerancia y aceptación de las diferencias o con campañas contra la exclusión.  Es el estado actual que con su carácter criollo-colonial excluyó a las mayorías indígenas; su esencia y razón de ser es su colonialidad euro-céntrica y en tanto tal, opuesto a la diversidad y heterogeneidad de la sociedad peruana; en otras palabras, es incapaz de recoger la pluralidad cultural, rasgo central de un estado nacional verdaderamente democrático. Por eso, es que su transformación es necesaria, imprescindible.

Somos un país en el que convivimos pueblos con idiomas, costumbres y tradiciones diferentes de una rica diversidad cultural y no tienen expresión en el Estado monocultural, que tenemos en la actualidad. Un estado que histórica y sistemáticamente ha excluido a los otros pueblos (quechuas, aymaras, asháninkas, awajun y otros).

El reconocimiento del carácter pluricultural de nuestra sociedad tiene su expresión política en un Estado pluricultural e intercultural. Es el gran reto. Un organismo de esta naturaleza se convierte en representante de nuestra comunidad nacional heterogénea, en tanto que los intereses fundamentales de los diversos pueblos estén recogidos y representados de manera efectiva en esta nueva entidad jurídica y política.

Significa que la constitución, leyes, políticas públicas, elite gobernante y burocracia se fundamentan en estos intereses, los encarnan y expresan cotidianamente.

Estas transformaciones deberán traducirse en el reconocimiento oficial y vigencia efectiva de los diferentes idiomas, en la administración de justicia, en la educación, salud, alimentación etc.

Llevar adelante transformaciones de esta envergadura es un verdadero Pachakuti, una subversión raigal del orden establecido hace casi 500 años que se ve reforzado con el estado que se organiza con la independencia de España y la constitución de 1993.

2- Historia y presente del proyecto de Estado pluricultural

La aspiración de tener una patria suma de todas las patrias, no es nueva. Por el contrario, es una aspiración muy antigua de nuestros pueblos. En el lejano 1742, Juan Santos Atahualpa inició la larga saga de rebeliones contra la dominación colonial; en 1780, T. Amaru II llevó las aspiraciones libertarias a su punto más alto.

A finales del siglo XIX una serie de rebeliones campesinas persistieron en la defensa de la tierra y la justicia; iniciando el siglo XX, el movimiento indigenista, que congregó a destacados intelectuales peruanos, principalmente provincianos, trató de recoger las aspiraciones de una sociedad en que lo andino jugara un rol central.

En las décadas del 60-70 nuevamente los grandes levantamientos campesinos de la sierra central y sur-este del ande peruano van a retomar este largo camino de lucha y resistencia.

Es el antecedente inmediato para que, en 1969, el gobierno militar que lidera el general Juan Velasco Alvarado, adopte una serie de medidas políticas y sociales que cambiaron la situación del campesinado indígena.

La Reforma Agraria, el reconocimiento del quechua como idioma oficial y la Ley de Comunidades Nativas, fueron elementos decisivos para que el campesino dejara su condición de servidumbre y transitara a la condición de persona y ciudadano.

El reconocimiento del voto al analfabeto en la constitución de 1979 puede entenderse como corolario del proceso anterior, y significó un cambio radical en la presencia de los pueblos indígenas en la sociedad. Pues analfabeto era mayoritariamente el que hablaba un idioma nativo, sea andino o amazónico.

Estos antecedentes van a configurar el Perú actual, mayoritariamente urbano, de amplio mestizaje y andinizado social y culturalmente. EL emprendedurismo de los pueblos andinoamazónico se da en los diversos aspectos de la sociedad. Economía, música, danza, gastronomía, y empieza también a producirse en sectores técnico- profesionales. En otras palabras, empieza a formarse una elite intelectual y cultural que se reconoce en su espiritualidad andino-amazónico, y en el carácter diverso y múltiple de nuestro ser nacional, condición esencial para la formación de los núcleos que hegemonicen la reorganización y conducción del Estado pluricultural.

Arguedas lo resume y describe magistralmente en Todas las Sangres y El Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo 

3- Del Baguazo y el triunfo electoral del 06 de junio a la Patria de todas las sangres.

Como el espacio sudamericano andino-amazónico es una sola realidad geográfica y sociocultural, el desarrollo político-organizativo del movimiento indígena peruano ha sido estimulado y acompañado de experiencias similares en Ecuador y Bolivia, experiencia que se retroalimenta por miles de redes y canales invisibles pero actuantes y poderosas.



En Ecuador la emergencia de los pueblos indígenas empieza a inicios de la década del setenta del siglo pasado con la formación de Ecuador Runacunapac Riccharimui-Confederación de los 5 Pueblos de Nacionalidad Kichua del Ecuador (ECUARUNARI) y va a continuar a lo largo del 80 y 90 con avances organizativos y participación política de alcance nacional.

Pero es en Bolivia, donde se está produciendo la experiencia política más avanzada. La movilización campesina-indígena ha mantenido una constante a lo largo de las últimas décadas, y su organización alcanza mayor densidad con la formación de la Confederación de los Pueblos Indígenas de Bolivia en 1982 y del Consejo Nacional de Ayllus Markas de Quillasuyo, en 1997. Su rica experiencia organizativa y trayectoria de lucha son los que explican su activa y potente presencia en la construcción del actual Estado Plurinacional que, el Movimiento Al Socialismo (MAS), bajo el liderazgo de Evo Morales está llevando adelante.

Señalar estas experiencias que se desarrollan en los hermanos países de Ecuador y Bolivia, sirven para ilustrar la unidad histórica que mantenemos con estos pueblos, que nuestras raíces andinas siguen vigentes y operantes, pero, sobre todo, para enfatizar que es el camino a transitar.


Las luchas que se libran en estos países, particularmente en Bolivia, guardan similitudes muy grandes con las que se han abierto en el Perú. Las mayores tensiones y las resistencias más duras, como los odios más enconados tienen su origen en el hecho de que las oligarquías criollas y sus aliados internos y externos, se resisten al cambio del carácter criollo y monocultural del Estado vigente. Temen y odian la posibilidad de que el vetusto orden se revierta, que como en el Sueño del pongo de Arguedas, los indígenas y cholos subviertan el orden y se encuentren en el vértice de la pirámide.

En nuestro caso, la lucha por llevar adelante la construcción de un Estado-Nación pluricultural, implica un reto gigantesco, supone una transformación ontológica de los intelectuales y políticos formados en una visión criolla- euro-céntrica (al margen de su rótulo de izquierda o derecha) para abrazar una causa que exige una ruptura tanto política, como epistémico y cultural

Persistir en el llamado a la Asamblea Constituyente y el cambio de la constitución es la prueba de fuego del actual gobierno. Sobre este objetivo trascendente es que Pedro castillo debe alinear su gestión: aliados, ministros, presupuesto, políticas públicas y acciones prioritarias. Eficacia, transparencia y ética como divisas de gestión pública.

Esto evidenciaría que son los altos intereses de la nación y la democracia los que guían su presidencia. Esto significa cumplir con la promesa de cambio, justicia e igualdad, que lo lleva al triunfo electoral el 06 de junio pasado.

Febrero 2022

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