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El presente Artículo sobre "TECNOFEUDALISMO,
ETAPA SUPERIOR DEL CAPITALISMO", exige
de nosotros Lectores, mucha
tranquilidad, reflexión y conocimientos sobre la Crisis Global de hoy - crisis
civilizatoria mundial - donde la Humanidad en su conjunto luchamos desde
diferentes y distintas Tribunas Democráticas, para ser parte y exigir Cambios Sociales y Reformas Económico-Políticas, que
nos permitan estar en "mejores
condiciones" que las actuales para afrontar la graves consecuencias
humanas, que ya están con nosotros producto del Cambio Climático Global, sin embargo; la corporaciones dominantes - sus
propietarios "Los
Nuevos Amos del Universo", están
"retrocediendo en la Historia”
hacia un nuevo Tipo de Feudalismo,
el TECNOFEUDALISMO
donde el capitalismo de las Plataformas
Digitales, está imponiendo un nueva
forma de dominación del mundo y nuevas
formas de dependencia- sobre todo en servicios, que imponen como en tiempos de cuarentena de la Crisis Sanitaria (Educación, Comunicación,
Artísticas, etc.) ante el poder
delas Plataformas, desde la alta concentración y
acumulación de la riqueza, como alta “definición” en el mundo de la
Política y el Estado, jamás vista y menos producida en
la Historia de la Humanidad.
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TECNOFEUDALISMO, ETAPA SUPERIOR DEL
CAPITALISMO.
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Bajo el manto de una
retórica de democratización y acceso a la información, progreso e innovación se
esconde el más puro y antiguo sistema de dominación.
Alfredo Moreno |04/02/2022| Análisis.
Fuente ALAI domingo 6 de febrero del
2022
La derecha política y mediática regional
repite eslóganes y prejuicios contra el Estado y
su presencia en políticas públicas de inclusión social y
cuidado en salud.
Desconoce el debate mundial que apunta a fortalecer la presencia del Estado, ya no sólo por el papel central ocupado en la
pandemia, sino para enfrentar el
avance despiadado de los gigantes del
mundo digital que abusan de la posición
dominante de mercado y del mega
flujo de datos que alimentan sus
algoritmos como “armas de destrucción matemática”.
Vivimos en un feudalismo propio a los tiempos tecno digitales, muy alejado de la libertad y la equidad prometida por las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC). Bajo el manto de una retórica de democratización y acceso a la información, progreso e innovación se esconde el más puro y antiguo sistema de dominación. La implementación social y cultural de las TIC, la “inocencia de los ingenieros informáticos”, las Tecno Corporaciones y sus modelos de negocios son todo lo contrario de lo que prometen.
El ensayo publicado por el investigador Cédric Durand: "Tecno-Feudalismo, crítica de la
economía digital" demuestra cómo el capitalismo se renovó hacia
atrás. Se instaló en el contexto
del medioevo
con las herramientas y servicios de la
modernidad. No dio ni nos hizo dar un
salto hacia el futuro en términos de acceso y representación ciudadana, sino que
se replegó hacia atrás y resucitó las formas más crueles de la dominación y el sometimiento.
El mito del Silicon
Valley californiano se derrite ante nosotros; /acumulación escandalosa de ganancias,
/tecno empresarios dictadores,
/desigualdades sociales indecorosas,
/desempleo crónico,
/millones de pobres suplementarios y
/un puñado de tecno oligarcas que han acumulado fortunas jamás igualadas.
La tan cantada “nueva economía” dio lugar a una economía
de la dominación y la desigualdad. Politizar las TIC es una necesidad
humana para vivir en el territorio digital.
Cédric Durand inicia un viaje al revés, una
desconstrucción de los mitos tecnológicos: la digitalización del mundo no ha conducido al progreso
humano sino a una gigantesca regresión en
todos los ámbitos:
/restauración de los monopolios,
/dependencia,
/manipulación política,
/privilegios y
/una tarea de depredación global
son la identidad verdadera de la nueva economía concentrada como nunca en la historia.
Yanis Varoufakis afirma que las transformaciones
radicales que tuvieron repercusiones
trascendentales como la Gran
Depresión, la Segunda Guerra Mundial,
la Gran Recesión y el Largo Estancamiento posterior a 2009, no
alteraron la característica principal
del capitalismo: un sistema impulsado
por ganancias privadas y rentas extraídas a través de algún mercado.
Ahora, en cambio, la
extracción de valor se ha alejado cada vez más de los mercados y se ha trasladado a plataformas digitales,
como Facebook, Google (Alphabet Inc.),
Apple y Amazon que ya no operan sólo
como empresas oligopólicas, sino
como feudos donde
los datos
son el valor de sus territorios
digitales.
Para Varoufakis
"Las plataformas digitales han reemplazado a los mercados como el lugar de extracción de riqueza privada. Por primera vez en la historia, casi todo el mundo produce gratuitamente el capital social de las grandes corporaciones. Eso es lo que significa cargar cosas en Facebook o moverse mientras se está vinculado a Google Maps".
Aclara que no es que los sectores
capitalistas tradicionales hayan desaparecido puesto que las relaciones
capitalistas permanecen intactas, sino que las relaciones
tecno-feudalistas han comenzado a superarlas.
Lo que está en juego
dentro de la economía
digital es una reconfiguración de las
relaciones sociales. Esta
reconfiguración se manifiesta a través del resurgimiento de la figura de la dependencia,
que era una figura central en el mundo feudal. La idea
de la dependencia remite al principio
según la cual existe una forma de
adhesión de los seres humanos a un
recurso.
Las corporaciones globales
llevan décadas desarrollando una capacidad de
expansión y acumulación de ganancias superior a
muchos Estados del mundo.
La pandemia del Covid 19 visibilizó aún
más el poder concentrado de las Tecno Corporaciones,
a partir de la incidencia que tuvieron en el plano de la comunicación, la industria
del entretenimiento y los grandes monopolios farmacéuticos, entre
otras actividades. Las FinTech (corporaciones financieras) han potenciado exponencialmente sus ganancias,
y además, son las principales blanqueadoras
e inversionistas de dineros dudosos en sus orígenes.
Apple es una de esas corporaciones que no ha
detenido su crecimiento. Se ha convertido en la primera compañía en valer US$3 billones
(más que el PBI de las 3 principales
economías de América Latina). Sin embargo, el poder y ramificación de
las tecno
corporaciones basadas en un complejo
entramado de acumulación económica y
paraísos fiscales; hoy condicionan a
gobiernos y sus Estados ya que discuten e imponen negocios en los propios estados que le dieron vida hace
varias décadas como es el caso de Estados
Unidos.
De acuerdo a las cifras publicadas por
el Banco Mundial la suma de los bienes y servicios producidos en Brasil
en 2020 fue de US$1,43 billones, la de México
se sitúa en US$1,08 millones seguido por Argentina con
US$388.000 millones. La suma de estos 3 PIB asciende
aproximadamente a US$2,89 billones, una cantidad menor que el valor
de Apple en bolsa (BBC News Mundo).
Tres ideas se están debatiendo en los
máximos niveles políticos de las potencias, que necesariamente
deberían tener influencia en países periféricos como Argentina
1. Las multinacionales contabilizan ganancias extraordinarias y, para
financiar a un Estado que ha
destinado muchos recursos para atender la pandemia,
deben pagar un impuesto adicional.
2. La posición dominante de grandes empresas monopólicas u oligopólicas
deriva en aumentos de precios excesivos y en ausencia de competencia.
3. El cada vez mayor poder de mercado y financiero de las grandes empresas está limitando la
efectividad de tradicionales instrumentos de política monetaria, como la suba de la tasa de interés por parte de
las bancas centrales para atender
tensiones inflacionarias.
Como afirma Zaiat en la nota de referencia, los puntos enunciados surgen como la reacción de un sistema con fuerte presencia estatal que, desde su origen, estuvo aliado y fomentó el desarrollo de las corporaciones digitales. Corporaciones que, a la vez, han condicionado las políticas estatales para despegar a una presencia global y que ahora se han independizado del circuito político y de control económico tradicional de los sistemas estatales.
Esta desmarcación de
los contrales estatales se expresa
en la utilización
de guaridas fiscales para pagar poco o nada de impuestos en los países de origen; los aumentos
de precios por encima del promedio luego de eliminar por absorción a la competencia;
y la abundancia de recursos financieros líquidos que hace que no les
importe la estrategia monetaria de
las bancas centrales.
Las enormes ganancias se visibilizan en
el contexto de pandemia. Por primera vez, una extraordinaria crisis económica-financiera global no afectó en forma
negativa el negocio bursátil de las tecno corporaciones.
Por el contrario, el índice promedio de las principales bolsas mundiales está en niveles
récord, mientras las economías se
derrumbaron y están tratando de recuperar lo perdido, la desocupación
se ha disparado y el drama sanitario y social
ha sido fulminante.
Este comportamiento divergente entre la
economía real y la evolución de las cotizaciones de
las Big Tech es uno –no el único- factor que refleja la nueva etapa del capitalismo. En la
misma, se está desvinculando la
histórica asociación entre los Estados
y las corporaciones dominantes del sistema de organización y control tradicional de las fuerzas de producción y
las financieras.
Las tres menciones arriba
indicadas sobre las multinacionales sólo
son la reacción del mundo político de
las potencias, en especial las de Occidente,
para tratar de no ver disminuida la
capacidad de intervención e
influencia de los Estados o la pretensión de no perder importancia en las relaciones de poder. La película de Netflix,
“No miren
arriba”, deja una clave sobre la
final expresada por Randall Mindy el
científico interpretado por Leonardo DiCaprio que
reflexiona "La cosa es que nosotros
realmente lo teníamos todo. ¿No lo creen? Quiero decir, si nos ponemos a
pensar"…
En el seno del mercado
hubo una monopolización, por parte
del capitalismo,
de los medios de producción, pero
estos medios han sido plurales. Los
trabajadores debían encontrar trabajo
y, en cierta forma, podían elegir el puesto
de trabajo. Existía una forma de circulación
que daba lugar a la competencia. En
esta economía digital, en este tecno feudalismo,
los individuos y también las empresas adhieren a las plataformas digitales que centralizan
una serie de dispositivos y elementos
que les son indispensables para existir económicamente en el territorio digital.
Se trata del Big Data, de las bases de datos y de los algoritmos que posibilitan el tratamiento de los datos y la producción de conocimiento. Aquí nos encontramos ante un proceso que se potencia a sí mismo: cuando más personas participamos en la vida de las plataformas digitales, cuando más servicios indispensables ofrecen, más se acentúa la dependencia. Esta situación es muy importante porque mata la idea de competencia, un valor central del capitalismo.
Esta dominación captura y fusiona a
los individuos a este trasplante
digital. Este tipo de relación de dependencia
tiene una consecuencia: la estrategia de
las plataformas que controlan esos territorios
digitales es una estrategia de desarrollo
económico por medio de la depredación,
por medio de la conquista.
Se trata de conquistar más datos y espacios digitales. Y adquirir más y más espacios digitales significa
acceder a nuevas fuentes de datos. Entramos aquí en una suerte de competición donde, a diferencia de otra etapa, no se busca producir
con más eficacia, sino que se trata
de conquistar más espacios.
Corporaciones que compran empresas
exitosas (startups) como el caso Facebook que incorporó a WhatsApp
e Instagram por más de 19 mil
millones de dólares para expandir sus
políticas de extractivismo de datos. (Ojo con esta última
expresión)
Este tipo de conquista es similar al
feudalismo, es decir, la
pelea entre los señores feudales por nuevos
territorios, la cual no se manifestaba por la mejoría de las condiciones sino en una lucha por la conquista. Ambos elementos, o sea, la dependencia y la conquista de territorios digitales, nos acercan a la lógica del feudalismo.
Las plataformas lo controlan todo y
cuando algo está fuera de su control compran a las empresas que compiten con
ellas. Monopolizan todo.
El desafío para economías periféricas
como la argentina, en este mundo en transformación y de pospandemia, es no
caer en las trampas de recetas
tradicionales de la ortodoxia.
Potenciar la presencia del Estado y encontrar
espacios para el desarrollo nacional que fortalezcan políticas estatales entre
las fisuras de esta nueva y compleja etapa de la globalización.
Lo que no cierra es la idea de que
existe una solución individual frente a este movimiento. No somos inocentes. Hay una preocupación que se torna cada vez más visible. El desafío consiste en encontrar soluciones que pasen por la intervención política que sometan el funcionamiento de esas plataformas a la lógica de los servicios públicos y los Estados. Hay
que ir hacia eso. Las plataformas desempeñan hoy un papel político enorme.
No obstante, aún persiste un principio de autonomía política.
Como decía un cartel en la
UNICAMP, “Es preferible un bit en 1 que un byte en 0”.
-
ALFREDO MORENO: Computador
Científico, Ing. TIC en ARSAT. Profesor de TIC en Universidad Nacional
Moreno
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