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“Según la investigación de
Grupo ETC, Grain y otras organizaciones,
más del 70% de la población mundial
basa su alimentación en lo que provee la red campesina de alimentos, aunque esa red tiene menos del 25% de la tierra y agua agrícola. En contraste, la
cadena industrial alimentaria, controlada por empresas transnacionales, tiene y
usa más del 75%
de la tierra, agua y combustibles de uso agrícola
a nivel global. Además, por cada peso que pagamos por un alimento de la cadena industrial,
pagamos dos pesos más por los daños ambientales y a la
salud que provoca esa cadena, un dato que estimó el Grupo ETC en 2017 y que volvió a
mostrar un estudio de la Fundación
Rockefeller en 2021. (“Quien nos alimentará” https://tinyurl.com/4kr6h8uv)
La cifra de que el 70% de la población mundial se alimenta por las redes
campesinas, incluye en esas redes, entre otras, a la producción campesina e indígena, las y los pescadores artesanales, sistemas
pastoriles, apicultura, agricultura de montaña y silvicultura tradicional,
recolección y caza tradicional, así como
huertas urbanas. Todas esas fuentes que son esenciales para proveer alimentos,
son total o mayormente ignoradas en el nuevo estudio de FAO”.
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LA DISPUTA SOBRE QUIÉN NOS
ALIMENTA.
La Red Campesina de Alimentos
o las Grandes Empresas y Supermercados del Mundo.
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Más del 70% de la población
mundial basa su alimentación en lo que provee la red campesina de alimentos,
aunque esa red tiene menos del 25% de la tierra y el agua agrícola.
Silvia Ribeiro |16/02/2022 | Opinión.
Fuente ALAI. Miércoles 16 de febrero del
202.
Mucha gente, sobre todo en ciudades,
cuando se pregunta quién produce los alimentos, piensa en extensos campos y
maquinarias, grandes empresas y supermercados. Muchos saben que
esos alimentos no son los mejores, pero creen que son los que proveen la alimentación de la mayoría. Es
un mito. Incluso la FAO (organización de
alimentación y agricultura de la ONU) reporta
que las granjas familiares producen el 80% de los alimentos, lo cual reafirmó
al inicio del Decenio de la agricultura familiar (2019-2028).
No obstante, un
estudio reciente patrocinado por la propia FAO
(Which farms feed the world and has farmland
become more concentrated?, Lowder S.K. et al, en World Development, 2021) afirma
que la agricultura campesina solamente produce cerca de un tercio de los
alimentos, una conclusión similar a la de otro estudio anterior (How much
of the world's food do smallholders produce? Ricciardi V. et
al, en Global Food Security,
2018) en el que se basan parcialmente. Esto en parte se debe a la confusión
de conceptos que ha creado la propia FAO sobre qué es agricultura familiar.
Pero lejos de ser un tema académico, el problema es que esos estudios se toman como referencia para definir políticas públicas sobre alimentación. Por ejemplo, el artículo de Lowder et al concluye que existe una parcialidad en favor de la agricultura de pequeña escala y se debe apoyar mucho más con recursos públicos a la gran agricultura industrial.
La realidad es diametralmente opuesta: mientras la
agricultura de pequeña escala sufre todo tipo de discriminación y escasamente cuenta con apoyo de programas
oficiales, las cadenas industriales
están subsidiadas directa e indirectamente a gran escala en la mayoría de los
países.
Ante esta nueva posición de FAO; un grupo de organizaciones
que hemos investigado el tema por décadas, dirigimos
una carta a ese organismo, planteando la contradicción de estas posiciones y
exponiendo los múltiples errores en que se basan estos estudios. La carta y
un documento más extenso explicando éstos con detalle se puede descargar aquí).
La FAO no
ha respondido.
Las trasnacionales de agronegocios están
felices con los nuevos estudios. También fueron acogidos con entusiasmo por prensa
internacional y adoptados como referencia por fuentes de información muy
acudidas y que se presentan como neutrales como Our World in Data,
aunque ésta es financiada por la Fundación Bill y Melinda Gates, conocidos promotores
de la producción alimentaria industrial, química y transgénica.
Según la investigación de Grupo ETC,
Grain y otras organizaciones, más del 70% de la
población mundial basa su alimentación en lo que provee la red
campesina de alimentos, aunque esa red
tiene menos del 25% de la tierra y agua agrícola.
En contraste, la cadena industrial alimentaria, controlada por empresas
transnacionales, tiene y usa más del 75% de la tierra, agua y combustibles de uso agrícola
a nivel global. Además, por cada peso que pagamos por un alimento de la cadena industrial, pagamos dos pesos más por los daños ambientales y a la salud que provoca esa
cadena, un dato que estimó el Grupo ETC
en 2017 y que volvió a mostrar un estudio de la Fundación Rockefeller en 2021. (“Quien nos alimentará” https://tinyurl.com/4kr6h8uv)
La cifra de que el 70% de la población mundial se alimenta por las redes campesinas, incluye en esas redes, entre otras, a la producción campesina e indígena, las y los pescadores artesanales, sistemas pastoriles, apicultura, agricultura de montaña y silvicultura tradicional, recolección y caza tradicional, así como huertas urbanas. Todas esas fuentes que son esenciales para proveer alimentos, son total o mayormente ignoradas en el nuevo estudio de FAO
Ese estudio (Lowder et al) solo
considera la producción de cultivos (y algo de ganadería),
solo toma en cuenta la producción, no el consumo ni si esa producción es para alimentación y a quién llega; define además una medida única y limitada de superficie de
tierra (finca campesina sería hasta
2 hectáreas sin importar el tipo de terreno, las condiciones ni las diferencias
regionales); no hace diferencia entre el valor nutricional de los alimentos, entre otras
cosas. (Se puede ver una crítica detallada en este documento)
Aun así, con esos parámetros tan
limitados, llegan a la conclusión que las fincas pequeñas
(menos de 2 hectáreas) cultivan 35% del alimento mundial con 12% de la tierra agrícola, lo cual por sí solo muestra
que son mucho más productivas en alimentos que las grandes instalaciones.
Tampoco toman en cuenta que, en agricultura industrial,
pese a producir grandes volúmenes
por hectárea, una gran parte no va a alimentación sino a agrocombustibles, forrajes y otros usos industriales, además de conllevar un alto nivel de desperdicio (hasta 50%
según otros reportes de FAO) en campo, transportes, supermercados y
hogares. No consideran tampoco el desperdicio causado por la comida industrial
que no alimenta, sino que produce malnutrición,
obesidad, diabetes, hipertensión, etc.
El tema de quién y cómo nos alimentamos
es vital para todas y todos. Conocer, apoyar y afirmar a las redes campesinas, que son quienes realmente proveen el alimento de la mayoría
de la población es fundamental, a todos los niveles.
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*investigadora del Grupo ETC
El campesinado sigue alimentando al mundo,
aunque la FAO diga lo contrario, Grupo ETC, febrero 2022.
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