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En el transcurso de las últimas semanas, este boletín ha destacado Un plan para salvar el planeta, que hemos desarrollado junto a 26 institutos de investigación de todo el mundo bajo el liderazgo de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP). Seguiremos señalando ese texto porque desafía significativamente la visión del statu quo sobre cómo debemos proceder en nuestras luchas globales compartidas. En lo que respecta a la educación, por ejemplo, estamos construyendo nuestro marco para el planeta basándonos en las necesidades de las y los profesores y alumnos, no en el PIB o el valor del dinero. En cuanto a la educación, tenemos una lista de once demandas que no son exhaustivas, pero sí sugerentes. Pueden leerlas aquí. (Esta al final, del presente Artículo) Les pedimos que lean atentamente el plan. Esperamos sus comentarios, por favor envíenoslos a plan@thetricontinental.org. Si estas ideas les parecen útiles, les rogamos que las difundan ampliamente. Si se preguntan cómo proponemos financiar estas ideas, echen un vistazo al plan completo (por cierto, actualmente hay al menos 37 billones de dólares en paraísos fiscales ilícitos).
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HAGAMOS RUIDO
POR LA CRISIS SILENCIOSA DE LA EDUCACIÓN.
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Por Vijay Prashad | 05/02/2022 | Mundo
Fuente Rebelión sábado 5 de febrero del 2022.
La
ONU y el Banco Mundial han dado la voz de alarma de que esta «crisis silenciosa» tendrá un impacto devastador en el
futuro económico de las y los estudiantes.
En octubre de
2021, la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el
Caribe (CEPAL) celebró un seminario sobre la pandemia y los
sistemas educativos. Las cifras son impresionantes: el 99% de las y los estudiantes de la región
pasaron un año académico entero con
interrupción total o parcial de las clases presenciales, mientras que más
de 600.000 niñxs lucharon con la pérdida
de sus cuidadorxs debido a la pandemia.
Además, se estima que la crisis podría
obligar a 3,1
millones de niñxs y jóvenes a abandonar la
escuela y a más de 300.000 a trabajar. En el seminario, Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la
CEPAL, dijo que la combinación de la
pandemia, las turbulencias
económicas en la región y los retrocesos en la educación han provocado «una crisis
silenciosa».
La situación
en todo el mundo es igualmente grave, y la frase «crisis silenciosa» quizá necesite una aplicación más global. Las Naciones
Unidas señalan que
«más
de 1.500 millones de estudiantes y jóvenes de
todo el planeta se ven o se han visto afectadxs por el cierre de escuelas y
universidades debido a la pandemia de la COVID-19»; al menos 1.000 millones de escolares
corren el riesgo de quedarse atrás en sus estudios.
«Lxs niñxs de los hogares más pobres», dice la ONU, «no tienen acceso a Internet,
computadores personales, televisores o incluso radios en casa, lo que amplifica
los efectos de las desigualdades de aprendizaje
existentes».
Cerca de un
tercio de todos lxs niñxs —al menos 463 millones— no tienen
ningún acceso a las tecnologías para la
educación a distancia; tres de
cada cuatro de estos niñxs proceden de zonas rurales, la mayoría
de los hogares más pobres. Debido al
cierre de las escuelas durante los confinamientos y a la falta de infraestructura para el aprendizaje en línea, muchos niños y niñas
«se enfrentan al riesgo de no volver nunca a la escuela, deshaciendo años de progreso en la educación en todo el mundo».
En 2015, los
193 Estados miembros de las Naciones Unidas acordaron
la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, estableciendo diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que debían cumplirse en un plazo de quince años. Todo el proceso de los ODS, que
comenzó con los Objetivos de Desarrollo
del Milenio para reducir la pobreza
en el año 2000, contó con un amplio consenso.
El cuarto ODS consiste en
«Garantizar
una educación inclusiva, equitativa y de calidad
y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos».
Como parte del proceso para avanzar en este
objetivo, las Naciones Unidas y el Banco
Mundial desarrollaron conjuntamente un concepto llamado «pobreza de aprendizaje», definido
como
«ser
incapaz de leer y comprender un texto sencillo a los 10 años». La medida de «pobreza de aprendizaje» se
aplica al 53% de lxs niñxs de los países de ingresos bajos y medios y hasta
al 80% de lxs de países pobres. Antes de la pandemia, estaba claro que para 2030 las aspiraciones de los ODS no se lograrían para el 43% de los niños y niñas del mundo. Las Naciones Unidas informan ahora que en 2020 otros
101 millones, o el 9% de lxs niñxs de las clases 1 a 8, «quedaron
por debajo de los niveles mínimos de competencia en lectura» y que la
pandemia ha «anulado los avances en
materia de educación logrados en los últimos 20 años». Ahora se reconoce
universalmente que el cuarto ODS será irrealizable durante mucho tiempo.
La ONU y el
Banco Mundial han dado la voz
de alarma de que esta «crisis silenciosa» tendrá
un impacto devastador en el futuro económico de las y los estudiantes. Calculan que
«esta
generación de niñxs arriesga ahora perder 17 billones de dólares en ingresos de
por vida en valor actual, o alrededor del 14%
del PIB mundial actual, debido a los cierres de escuelas relacionados con el
COVID-19 y a las crisis económicas».
Lxs estudiantes no solo van a perder billones de dólares en ingresos de por vida, sino que también se van a ver privadxs de la sabiduría y las habilidades sociales, culturales e intelectuales vitales para el avance de la humanidad.
Las
instituciones educativas, desde los primeros años hasta la universidad, ya hacen hincapié en la comercialización de la educación. El declive de la formación básica en humanidades
se ha convertido en un problema global, privando a la población mundial de una base en historia,
sociología, literatura y artes, disciplinas que crean una comprensión más rica de lo que
significa vivir en una sociedad y ser un ciudadano del mundo.
Este tipo de educación
es un antídoto contra las formas tóxicas de patrioterismo y xenofobia que nos llevan a la aniquilación y la extinción.
Las
instituciones culturales son las que
más problemas tienen en la «crisis silenciosa». Un
estudio de la UNESCO
sobre el impacto de la pandemia en 104.000 museos de
todo el mundo reveló que casi la mitad de estas instituciones experimentaron una reducción significativa de la financiación
pública en 2020, con ganancias limitadas al año siguiente. En parte debido
a los confinamientos y en parte a
los problemas de financiamiento, la
asistencia a los museos de arte más populares
del mundo se redujo en un 77% en 2020. Además de la pandemia, el auge del capitalismo de plataformas —actividad
económica arraigada en las plataformas
online— ha acelerado la privatización
del consumo cultural. Las formas públicas
de exposición cultural a través de la educación pública, los museos y galerías públicas y
los conciertos públicos no pueden
seguir el ritmo de Netflix y Spotify.
El hecho de que solo el 29% de la población
del África subsahariana tenga acceso a Internet hace que las desigualdades de
la vida cultural sean una
preocupación aún más acuciante.
La forma en
que se ha tratado a las y los profesores
durante la pandemia demuestra la poca importancia que se da a este trabajo crucial y a la educación en general en nuestra sociedad global. Solo en 19 países se colocó a lxs profesores en el primer grupo de prioridad con lxs trabajadores de primera línea para recibir la vacuna COVID-19.
En el transcurso de las últimas semanas, este boletín ha destacado Un plan para salvar el planeta, que hemos desarrollado junto a 26 institutos de investigación de todo el mundo bajo el liderazgo de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP). Seguiremos señalando ese texto porque desafía significativamente la visión del statu quo sobre cómo debemos proceder en nuestras luchas globales compartidas. En lo que respecta a la educación, por ejemplo, estamos construyendo nuestro marco para el planeta basándonos en las necesidades de las y los profesores y alumnos, no en el PIB o el valor del dinero. En cuanto a la educación, tenemos una lista de once demandas que no son exhaustivas, pero sí sugerentes. Pueden leerlas aquí. (Esta al final, del presente Artículo).
Les pedimos
que lean atentamente el plan.
Esperamos sus comentarios, por favor
envíenoslos a plan@thetricontinental.org. Si estas
ideas les parecen útiles, les rogamos
que las difundan ampliamente. Si se preguntan cómo proponemos financiar estas ideas,
echen un vistazo al plan completo (por cierto, actualmente hay al menos 37 billones de dólares en paraísos fiscales
ilícitos).
En Honduras
se están dando pasos en esta dirección. El
27 de enero, la presidenta Xiomara Castro tomó las riendas del país, convirtiéndose en la primera mujer jefa de gobierno en la
historia nacional. Inmediatamente se comprometió a dar electricidad gratuita a más de un millón de los casi diez millones de habitantes de Honduras. Esto mejorará la capacidad de la población hondureña más
pobre para ampliar sus horizontes
culturales y aumentará las posibilidades de que los niños y niñas puedan participar en el
aprendizaje en línea durante la pandemia. El día de la toma de posesión de la presidenta Castro, leí las hermosas
palabras de la poeta
nicaragüense-salvadoreña Claribel Alegría, cuyo
compromiso con el progreso de los
pueblos de Centroamérica se refleja en sus brillantes poemas. En 1978, justo antes de la revolución nicaragüense, Alegría ganó el Premio Casa de las Américas por su colección Sobrevivo. Con D. J. Flakoll, escribió la historia definitiva de la Revolución Sandinista: Nicaragua, la
revolución sandinista: una crónica política 1855-1979, publicada en 1982. El fragmento de su poema “Contabilizando» de su libro Fugues
(1993) nos enseña la importancia de la
poesía y la epifanía, y la importancia que el sueño y la esperanza
tienen para el avance humano:
No sé cuántos años soñando
con la liberación de mi pueblo
algunas muertes inmortales
los ojos de aquel niño desnutrido
Tus ojos cubriéndome de amor
una tarde no me olvides
Y en esta hora húmeda
las ganas de plasmarme
en un verso
en un grito
en una espuma
*****
CONSTRUIMOS EL FUTURO. UN PLAN PARA SALVAR EL
PLANETA.
Educación.
*****
1/.
Desmercantilizar la educación, lo
que supone fortalecer la educación pública e impedir la privatización de la
educación.
2/.
Reforzar el papel de las y los docentes en la gestión de las instituciones educativas
3/.
Garantizar que los sectores más desfavorecidos de la sociedad reciban formación para
convertirse en docentes.
4/.
Reducir las brechas eléctrica y digital.
5/.
Construir sistemas de internet
de banda ancha de alta velocidad financiados y controlados públicamente.
6/,
Garantizar que todas y todos los escolares tengan acceso a todos los elementos del proceso
educativo, incluidas las actividades extraescolares.
7/.
Desarrollar canales a
través de los cuales las y los estudiantes participen en los procesos de toma
de decisiones en todas las formas de educación superior.
8/.
Transformar la educación
en una experiencia para toda la vida, permitiendo a las personas en cada etapa
de la vida disfrutar de la práctica del aprendizaje en diversos tipos de
instituciones. Esto fomentará el valor de que la educación no es solo para
forjar una carrera, sino para construir una sociedad que apoye el desarrollo y
crecimiento continuos de la mente y de la comunidad.
9/.
Subsidiar la educación superior
y los cursos de formación profesional para las y los trabajadores de todas las
edades en áreas relacionadas con su ocupación.
10/.
Garantizar que la educación,
incluida la educación superior, esté disponible para todas las personas en sus
respectivos idiomas. Los gobiernos deben asumir la responsabilidad de
garantizar la disponibilidad de material educativo en los idiomas hablados en
su país mediante traducciones y otros medios.
11/.
Establecer institutos educativos especializados en administración que atiendan las
necesidades de las cooperativas en los sectores industrial, agrícola y de
servicios.
Fuente. Tricontinental. Un Plan para Salvar el Planeta. Dossier N° 48. enero
2022
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