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LOS PUEBLOS INDÍGENAS NO CONTACTADOS TAMBIÉN ESTÁN EN AISLAMIENTO. El catastrófico impacto de las enfermedades nuevas es una de las razones por las que hay más de 100 comunidades actualmente que evitan deliberadamente la interacción con foráneos. Se los conoce como pueblos indígenas no contactados y la mayoría viven en la Amazonia. Sus experiencias previas de contacto con forasteros condujeron, en la mayoría de los casos, a muchas muertes, por la violencia y las enfermedades, a manos de quienes invadieron sus tierras para robar sus recursos
"La tos,
el catarro y el dolor de pecho los mataron a todos. Todos murieron… No fueron
enterrados. Estaban
demasiado débiles para enterrar a sus muertos. Estaban muy enfermos, así que no
los enterraron. Los buitres se los
comieron del suelo porque no estaban enterrados". Imagina
la fuerza mental necesaria para seguir adelante cuando, todo a tu alrededor, tus seres queridos caen muertos sin razón
aparente a medida que epidemias extrañas devastan
tu comunidad en cuestión de días. Los efectos terribles de las enfermedades nuevas
son dolorosamente familiares para los pueblos
indígenas de las Américas: hasta el 90% han muerto por enfermedades
introducidas por los colonos en los últimos 500 años. Las palabras
de arriba vienen de Ake, un miembro de los panarás, una tribu indígena brasileña que evitó desesperadamente el contacto hasta
principios de los años 70, cuando obreros
de la construcción arrasaron su territorio en el bosque atravesándolo con
una autovía. Entre 1973 y 1975, más de un tercio de su población murió por infecciones; más de cuatro quintas
partes fallecieron en ocho años.
El
catastrófico impacto de las enfermedades nuevas es una de las razones por las
que hay más de 100 pueblos indígenas en la
Tierra actualmente que evitan deliberadamente la
interacción con foráneos. Se los
conoce como pueblos
indígenas no contactados y la mayoría viven en la Amazonia. Sus
experiencias previas de contacto con
forasteros condujeron, en la mayoría de los casos, a muchas muertes, por la
violencia y las enfermedades, a manos de
quienes invadieron sus tierras para robar sus recursos. Muchas personas no contactadas huyeron o son los
descendientes de supervivientes de la fiebre del caucho en la Amazonia que tuvo lugar a principios del siglo XX;
algunos habrán sufrido ataques genocidas
hace décadas, otros incluso más recientemente. No
hay nada
romántico en vivir evitando el contacto.
Tiene que ser duro. Imagina ser el
último de la tribu, el único superviviente que atestiguó la masacre de su
pueblo y ahora vive completamente
solo. Este hombre
solitario vive en un pequeño pedazo de bosque en la Amazonia rodeado de
agricultores y granjeros hostiles. No sabemos quién es, el nombre de su tribu o qué idioma habla. Su
pueblo probablemente fue masacrado a manos de agroganaderos
que invadieron su región a
toda velocidad durante los años 70 y 80. Utilizaban pistoleros para perseguir y asesinar a indígenas no contactados y
así reclamar la tierra como suya.
Hoy en día rechaza furiosamente todo
contacto y continúa cazando y cultivando sus huertos. Cuando muera, todo vestigio de su pueblo, su lengua, su
conocimiento, habrá desaparecido para siempre.
Para
algunas tribus, estos esfuerzos por sobrevivir les han supuesto
adaptar toda su forma de vida: se han visto
forzados a abandonar la vida en aldeas y el cultivo de sus huertos para acostumbrarse
a la vida nómada como cazadores-recolectores
y así dejar las mínimas huellas
posibles en la tierra y poder escapar rápidamente para evitar su
descubrimiento y contacto. Nunca saben
cuándo llegará el próximo ataque, cuándo la siguiente ola de epidemias asolará
sus hogares. Algunos vivían
prácticamente en silencio para evitar que les descubrieran, imitando las
llamadas de las aves y los animales del
bosque para comunicarse, siempre pendientes de sonidos extraños. El pueblo de los avá canoeiros se escondía
en cuevas durante el día y cazaba por la noche, siempre
preparados para huir tras el grito de alarma de los macacos; incluso dejaron de
tener hijos. Fuente. Fiona Watson. Planeta Futuro. 2020.
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UN
PUEBLO INDÍGENA NO CONTACTADO Y HASTA AHORA DESCONOCIDO, AL BORDE DEL
EXTERMINIO.
(Viven en la frontera entre Perú y Brasil).
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Por | 21/02/2022
| Ecología social
Fuente rebelión lunes 21 de febrero del
2022.
Miembros de un pueblo indígena no contactado, que aparecieron en la
frontera entre Brasil y Perú en 2014,
denunciaron una masacre de sus familiares mayores. El pueblo indígena sin
contactar del que se acaba de confirmar su existencia vive en esta misma
región.
Un pueblo indígena amazónico no contactado, cuya existencia acaba de
ser confirmada, corre
ya el riesgo inminente de ser aniquilado,
mientras las autoridades brasileñas hacen la vista gorda.
La presencia de este pueblo fue verificada recientemente por una expedición oficial. Sin embargo, su territorio no se está protegiendo, y está cerca de una zona a lo largo del río Purus, en la región occidental de la Amazonia, donde muchos colonos no indígenas viven, recogen alimentos del bosque, pescan y cazan
Cesta
descubierta por agentes de la FUNAI en
un territorio habitado por un pueblo indígena no contactado, en la cuenca del río
Purus. © FUNAI
Otros grupos
no contactados en un estado amazónico
colindante han sido masacrados en los últimos años, al
parecer por madereros que operaban
ilegalmente en su selva, así como por
narcotraficantes.
Además del
peligro de un ataque violento,
cualquier encuentro con foráneos expondría a este pueblo indígena a enfermedades como la malaria o la Covid-19 frente a las que no
tienen inmunidad. Ambas están extendidas en la región.
Un equipo de
trabajadores de FUNAI visitó la zona
entre agosto y octubre de 2021
y encontraron pruebas concluyentes de la presencia de este pueblo indígena no contactado: refugios de caza, cestos hechos a mano, cazuelas
y arcos. También escucharon a
algunos de sus miembros hablando en las
proximidades.
Se sabe muy
poco de ellos, más allá de que son un pueblo cazador-recolector y podrían sumar
varias decenas de personas.
El equipo de
protección de la FUNAI en la región envió
un informe a su sede en Brasilia en
el que solicitaba que se adoptaran acciones inmediatas, como la emisión de
una Ordenanza de Protección Territorial (OPT)
para proteger la región habitada por
este pueblo, la creación de una base para que el equipo pueda vigilar y proteger la selva, la
implementación de un “cordón sanitario” para evitar la propagación de enfermedades
y la presencia continuada de un equipo para recabar más información con el fin de reconocer a este pueblo y su
territorio.
Sin embargo,
la oficina central de FUNAI no
respondió a su petición y ha ignorado dos peticiones urgentes posteriores para que se adopten medidas de protección.
La COIAB (Coordinadora
de Organizaciones Indígenas de la Amazonia Brasileña) y el OPI (Observatorio de Pueblos Indígenas No
Contactados) han emitido un comunicado en el que piden a la FUNAI que
actúe:
“Es una peligrosa negligencia por parte de FUNAI en Brasilia que no inicien medidas urgentes de protección de ese grupo aislado (…) Asistimos con mucha preocupación a la continuada destrucción de la política pública indigenista volcada en los pueblos indígenas aislados, capitaneada por los ataques frontales del Gobierno al importante mecanismo de restricción de uso (OPT). Esta herramienta administrativa fue fundamental en otras ocasiones para evitar la destrucción de los territorios y de las vidas de grupos indígenas aislados”.
Brasil, la tierra de un pueblo indígena No Contactado, es invadida y destruida para la producción de carne. Los empresarios de Vacunos.
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La Federación
de Organizaciones y Comunidades Indígenas del Medio Purús (FOCIMP) ha emitido un comunicado en el que declaran:
“Sentimos
una enorme preocupación y enfado por la situación de nuestros hermanos y
hermanas no contactados del río Mamoriá. El
riesgo de su genocidio es cierto debido a la
demora de FUNAI Brasilia en el
cumplimiento de su función de reconocer oficialmente su presencia en la región
(…) Es inaceptable que FUNAI no haya
hecho nada en cinco meses, poniendo en riesgo a los no contactados (…) Sabemos
el peligro que corren los no contactados por las enfermedades y los invasores,
y por cualquier contacto con foráneos que podría llevar a su aniquilación”.
Por su parte,
Fiona Watson, directora de Investigación y
Campañas de Survival, ha declarado hoy:
“Survival está profundamente preocupada por el incumplimiento
criminal de FUNAI de su obligación
legal de proteger a este pueblo tan vulnerable, y la selva de la que depende.
Esta es la última de una serie de acciones
recientes que demuestran hasta qué punto la dirección de FUNAI está sometida a la agenda
genocida del presidente Bolsonaro. La historia
reciente de Brasil muestra que, a menos que las
autoridades actúen inmediatamente, todo un pueblo indígena no contactado será
condenado a muerte, y otra parte vital de la diversidad
humana desaparecerá para siempre”.
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