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El futuro de América Latina está abierto. Ya cuenta con varios gobiernos progresistas y un apoyo popular antineoliberal muy fuerte. Pero la supervivencia del neoliberalismo en el continente y en el mundo, y la existencia de una derecha y una ultraderecha que llegaron para quedarse, presentan desafíos que los gobiernos y líderes políticos latinoamericanos tienen que enfrentar. El destino de América Latina en los próximos años definirá el destino del continente en toda la primera década del siglo y, de alguna manera, pesará en el destino del neoliberalismo y del posneoliberalismo en el mundo.
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EL FUTURO DE AMERICA LATINA.
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Por
Emir Sader. Dr. En Sociología.
Página
/12 sábado 23 de abril del 2022.
América Latina ingresó al siglo XXI dominada
por gobiernos neoliberales. Era la región del
mundo con los gobiernos más neoliberales y los más radicales. El neoliberalismo
llegó a América Latina a través de los Chicago Boys durante
la dictadura de Pinochet.
Por ello, fue la región del mundo donde surgieron las mayores
manifestaciones de resistencia popular a los efectos de las políticas
neoliberales. Desde el caracazo en Venezuela, en 1989, (El llamado Caracazo)
hasta las manifestaciones en Argentina, a principios de este siglo, hasta
expresarse en gobiernos
antineoliberales.
El continente vivió así la impresionante secuencia de elecciones de gobiernos antineoliberales: Hugo Chávez en 1998, Lula en 2002, Néstor Kirchner en 2003, Tabaré Vázquez en 2004, Evo Morales en 2005, Rafael Correa en 2006. Gobiernos que favorecieron políticas sociales en lugar de los ajustes fiscales, procesos de integración regional en lugar de los Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos, el rescate del papel activo del Estado, en lugar de la centralidad del mercado.
La primera década del siglo XXI estuvo marcada por estos gobiernos, que lograron reducir significativamente las
desigualdades,
el desempleo
y la pobreza
en esos seis países. Y se proyectaron los principales
líderes políticos de izquierda en el mundo.
En la segunda década hubo crisis de algunos de
estos gobiernos, retorno efímero de gobiernos conservadores --alguna vía golpes de Estado--, hasta
que los gobiernos antineoliberales se
extendieron a México, Honduras, Chile, Perú. Y el continente llega a la tercera década del siglo con la posibilidad de que Colombia y Brasil se sumen a este grupo de gobiernos, constituyendo el mayor bloque de gobiernos
progresistas que haya conocido el continente. Lo que, a la vez, representa la situación de mayor aislamiento de
Estados Unidos en América
Latina.
A partir de la tercera década del siglo, ¿qué
futuro podemos imaginar para América Latina?
La primera pregunta es saber, ¿hasta qué punto los gobiernos progresistas podrán superar el
neoliberalismo e instalar un nuevo modelo económico? ¿Hasta qué punto podrán
pasar de ser antineoliberales a posneoliberales?
Es un obstáculo muy grande, porque el neoliberalismo sigue predominando en el capitalismo a escala mundial. Además,
incluso en los países latinoamericanos,
el peso del capital
financiero sigue siendo muy grande, bloqueando la posibilidad de retomar un nuevo ciclo de crecimiento
económico, condición para la generación
de empleo y las políticas de
distribución del ingreso.
Será un gran desafío para los gobiernos
progresistas implementar políticas que puedan pasar la página del neoliberalismo. Esto
solo es posible a través de la integración de los gobiernos latinoamericanos y la construcción de políticas económicas coordinadas.
El segundo es la necesidad de superar el aislamiento de América Latina, lo que se puede hacer a través
de los BRICS,
un espacio que reúne a gobiernos
favorables a un mundo multipolar, con países emergentes.
El tercero es la necesidad de construir otro tipo de Estado que pueda democratizar radicalmente nuestras sociedades.
El futuro de América Latina depende de estos factores, pero
depende especialmente del futuro de
algunos países clave del continente,
como Brasil,
Argentina, México, Colombia, Bolivia, cuyo peso en el continente es
decisivo.
Que, en Argentina, aprovechando la crisis de gobierno, la derecha no pueda ganar las próximas
elecciones presidenciales. Que el peronismo logre, una vez más, reencontrarse, tener
una candidatura consensual y dar continuidad a la reconstrucción del
país.
Que López Obrador, a pesar del sabotaje
de las grandes empresas, logre que la economía
mexicana vuelva a crecer, para apoyar
las políticas sociales del gobierno.
Que Petro triunfe en Colombia y logre pacificar el país, luego de décadas
de violencia e inestabilidad.
Que Lula vuelva a ser elegido presidente en Brasil y logre recuperar al país de la peor crisis de su historia, vuelva a ser el gran líder que necesita Brasil, con una destacada actuación internacional, que vuelva a proyectar a América Latina como el epicentro de la democracia.
El futuro de América Latina está abierto. Ya cuenta con varios gobiernos progresistas y un apoyo popular
antineoliberal muy fuerte. Pero la supervivencia del neoliberalismo en el continente y en el mundo, y la existencia de una derecha y una ultraderecha que llegaron para quedarse, presentan desafíos que los gobiernos y líderes políticos
latinoamericanos tienen que enfrentar.
El destino de América Latina en los próximos años definirá el
destino del continente en toda la primera década del
siglo y, de alguna manera, pesará en el destino del neoliberalismo y del
posneoliberalismo en el mundo.
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