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¿Qué características tendrían que definir
a las filosofías de la resistencia y un “nuevo humanismo” con capacidad de
enfrentarse al Antropoceno y la época del colapso civilizatorio? Frente al miedo y al caos se levantan las
diferentes experiencias comunitarias que cuestionan el individualismo, el
sálvese quien pueda, se extiende la conciencia ecologista y feminista, avanzan
las reclamaciones por la justicia ambiental y las múltiples resistencias del
Sur global.
Los
movimientos populares que luchan por los derechos de los pobres y
desposeídos acaban planteando, de forma autónoma, otras formas de desarrollo y
sistemas alternativos de producción. Son experiencias económicas para la vida
que cubren una amplia gama de actividades: la ocupación
productiva de fincas, la resistencia de los pescadores artesanales, las
luchas por el agua, el abastecimiento de alimentos, la creación de cooperativas
en las empresas quebradas o abandonadas, la oposición frente a las
megaminerías, o las luchas ante el extractivismo salvaje. -El magnate Elon Musk (con una fortuna de
181.300 millones de dólares según Forbes)
promueve mediante su empresa SpaceX el lanzamiento al espacio de los
denominados satélites de Internet (en octubre sumaba 3.558
unidades lanzadas). ¿Es uno de los rostros visibles del Antropoceno? ¿Se
apuntan en el libro otros casos?
"Me
temo que la fortuna de este personaje egocentrista es muy
superior, enormemente superior, dependiendo de las fuentes que utilicemos. Pero
lo cierto es que encarna a la perfección la deriva de un mundo en manos de cada
vez menos personas, que lo utilizan a su antojo y por encima del resto de la
humanidad, poniendo a su servicio no solo el planeta,
sino incluso el espacio exterior. Que una persona decida hacer propaganda
de la marca de sus coches enviando un vehículo suyo en un cohete al espacio interplanetario, o que decida
emplear miles de millones de dólares para darse un paseo suborbital de cinco
minutos en ingravidez demuestra que el mundo por el que avanza el Antropoceno se está construyendo bajo criterios que
amenazan nuestra propia supervivencia de la mano de un puñado de zumbados
codiciosos y egocéntricos con dinero.
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«LA ECONOMÍA DIGITAL GENERA
UNA GRAN CANTIDAD DE RESIDUOS CADA VEZ MÁS DIFÍCILES DE GESTIONAR»
Entrevista al sociólogo Carlos Gómez Gil, coautor de El debate
sobre el Antropoceno en la crisis ecososcial (Ed. Universitat d’Alacant)
*****
Por Enric Llopis | 23/12/2022
| Ecología social
Fuente Rebelión viernes 23
de diciembre del 2022.
Inundaciones,
tormentas extremas, olas de calor o incendios forestales; se trata de
catástrofes asociadas al clima y, muy a menudo, a la actividad humana que
caracterizan el Antropoceno.
Son mencionados por los investigadores Carlos Gómez Gil y José Ramón González Parada en el ensayo de 136 páginas El debate sobre el Antropoceno en la crisis ecosocial, publicado en septiembre por la Universitat d’Alacant (UA). Los autores se hacen eco del Informe Mundial 2020 sobre Desastres de Cruz Roja, que contabiliza 1.700 millones de personas “afectadas gravemente” en el planeta -durante la última década- por los citados fenómenos climáticos; y en al menos 400.000 personas fallecidas.
Asimismo, se
destaca en el libro,
“de la misma
forma que el carbón impulsó la revolución industrial en Europa durante el siglo
XIX, la digitalización y las tecnologías de la información están propulsando la
economía y la sociedad global en el siglo XXI con características novedosas,
marcadas por el poder absoluto de un reducido grupo de megacorporaciones (…)”.
El sociólogo Carlos Gómez Gil responde a
la siguiente entrevista por correo
electrónico. Además de profesor
titular e investigador en Cooperación
para el Desarrollo en el Departamento de Análisis Económico Aplicado de la UA,
es autor –entre otras obras- de Debates
y controversias en la cooperación al desarrollo” (Universitat d’Alacant,
2020).
Pregunta. P. -El ensayo dedica un
capítulo al Antropoceno, el Capitaloceno y tanto al avance como a los cambios
vinculados a la llamada nueva economía
digital. ¿En qué consiste el feudalismo digital? (se destaca, por ejemplo, que
la corporación Facebook tuvo unos beneficios de 29.246 millones de dólares en 2020,
el 58% más que en el año anterior).
Respuesta.
R. Este nuevo capitalismo digital avanza sobre un
nuevo tecnoextractivismo que obtiene cantidades ingentes de información
personal y sobre nuestras vidas, con las que
consigue un capital y unos beneficios
nunca vistos en el mundo. De esta manera, se está avanzado de una acumulación de capital físico a capital algorítmico, generador de fabulosas
plusvalías. Si sumamos los beneficios
de cuatro gigantes tecnológicos (Facebook,
Apple, Microsoft y Alphabet-Google) solo en 2020, año de crisis mundial y pandemia global, ascendieron a 171.208 millones de
dólares, más que el PIB de 139
países, lo que otorga un poder
financiero extraordinario para impulsar investigaciones, inversiones o adquirir empresas y sociedades en todo
el mundo.
Aparecen así nuevas oligarquías digitales que monopolizan
la economía, desplegando un amplio
dominio sobre el poder político, al
tiempo que ejercen una concentración
progresiva de recursos a su servicio.
Basura Electrónica en cuatro gráficos.
***
P-¿Puedes mencionar ejemplos de impactos
ambientales negativos por efecto de la nueva economía digital,
relacionado con el abastecimiento continuo de materias primas, minerales y
tierras raras?
La economía
digital depende del acceso a tierras raras y materiales esenciales cuya explotación y suministro está poniendo en riesgo océanos, ecosistemas valiosos, aguas profundas de los océanos o la propia Antártida,
limitando la expansión de las energías
verdes, del vehículo eléctrico y los planes de descarbonización anunciados.
Esta
economía digital genera, además,
una ingente cantidad de residuos cada
vez más difíciles de gestionar que están contaminando países empobrecidos, convertidos en vertederos de
nuestro desarrollo tecnológico. Al año se estiman en 53 millones de toneladas
de basura tecnológica generadas en todo el mundo, que para 2030 se convertirán en 75 millones, de las que solo se recicla y
procesa el 17%, según datos del informe de la Universidad de las Naciones
Unidas, Global E-Waste Monitor.
Esto
convierte a los desechos electrónicos en la basura doméstica de más rápido
crecimiento en el mundo, impulsado
principalmente por el consumo de equipos
eléctricos y electrónicos, con ciclos de vida cortos y pocas opciones de reparación, representando un importante peligro
para la salud y el medio ambiente al contener sustancias altamente
tóxicas para los seres vivos.
-¿Qué territorios del planeta habría que
señalar en una Geografía del Antropoceno? ¿Se podría relacionar este
mapa, de algún modo, con la idea de Colapso?
Si bien la
Tierra ha sido siempre un planeta de equilibrios complejos, a medida que el Antropoceno ha avanzado
podemos recorrer el impacto de sus
efectos en una especie de geografía del Antropoceno, que nos da cuenta del mundo distópico hacia el que
caminamos: Chernóbil
y Fukushima, la deforestación salvaje del Amazonas y la progresiva
desaparición de los casquetes polares y los glaciares continentales, la muerte del Mar
negro y las islas artificiales de plástico en el
océano Pacífico, los búnkeres
atómicos abandonados en el desierto de Nevada y los atolones radioactivos en las islas Marshall por las pruebas nucleares, las regiones
contaminadas en la selva de Nigeria
por las extracciones petrolíferas y las minas a cielo abierto en Siberia o
África.
Son tantos los escenarios apocalípticos del Antropoceno que se van acumulando sobre nuestro castigado planeta, sin posibilidad de regeneración, que la pregunta ya no es el qué, sino hasta cuándo.
-¿Existen evidencias sobre el punto en
que se sitúa el origen del Antropoceno?
Desde el
punto de vista científico, geólogos y paleontólogos buscan los marcadores
primarios que identifiquen, sin género
de dudas, el inicio del Antropoceno. Aunque existe unanimidad en
identificar la presencia del
plutonio-239 usado en la bomba
atómica que cayó sobre Nagasaki, de factura humana, hay otros muchos
indicadores en el mundo sobre los
que los científicos
debaten:
sedimentos
marinos formados por arcillas ricas en carbono procedentes del hollín emitido
por los combustibles fósiles, microplásticos en los océanos o pesticidas en los
arrecifes de corales, son muchas las huellas indelebles del ser humano sobre la
biosfera que dan testimonio del daño que estamos produciendo sobre nuestro
planeta.
-“Vivimos una época de tensión permanente
entre dos polos, el ecofascismo frente a un acuerdo social global o el suicidio
colectivo frente a la emancipación social”, se afirma en el epílogo. ¿Puede
constatarse ya el aumento de la conflictividad en el planeta?
La sociedad
vive tiempos extraordinarios, de una singularidad que tiene que ser digerida
lejos del desencanto y del catastrofismo paralizante. Para ello, tenemos que recomponer el sentido de humanidad que el capitalismo
ha pulverizado con su lacerante
desigualdad, sus injusticias y ese daño generalizado sobre la Tierra. Nos toca
aprender a adaptarnos a otro clima, creando nuevas
relaciones sociales de cooperación y solidaridad, modificando con urgencia
hábitos de consumo y cambiando las dinámicas de producción para que respondan a
las necesidades sociales.
¿Cómo
se van a producir esos cambios imprescindibles e ineludibles? Es una de las
grandes dudas que tenemos por delante, porque a medida que se perciban la
gravedad e inevitabilidad de los cambios que vamos a vivir, no van a caber más
engaños. Pero cosas más increíbles estamos viendo. Nunca imaginábamos que las mujeres
oprimidas en Irán
salieran a las calles exigiendo igualdad y libertad contra el régimen de los ayatolas.
-En contraposición a un Capital “que se atrinchera
en la fortaleza tecnológica y militar”, el libro recoge unas palabras del sociólogo
Immanuel Wallerstein, durante una conferencia celebrada en 1995
en Ciudad de México:
“La esperanza reside, como siempre, en nuestra
inteligencia y en nuestra voluntad colectiva” ¿Hay experiencias y referentes
concretos que contribuyan a la esperanza frente a la barbarie?
Esa amalgama
tóxica que emerge en todo el mundo de
neofascismo, negacionismos de todo pelaje, movimientos
ultra religiosos y desprecio por la ciencia y la
educación encuentra el apoyo de poderosos grupos económicos
y políticos que temen que se ponga en
riesgo el poder histórico que han venido
detentando.
Frente a
ello, y a pesar de todo, estamos viendo cómo se mantienen y avanzan grupos que
apuestan por reconstruir espacios y economías públicas, por impulsar sociedades descolonizadas,
por enriquecer convivencias desde
el feminismo, por dar voz a aquellos a los
que se les ha negado, por reconocer la importancia
de movimientos indígenas en sociedades mestizas,
por reconstruir unas vidas alejadas
del consumismo desaforado, por
establecer relaciones distintas con
la naturaleza, por abandonar la
violencia, el patriarcado y la acumulación como señas de identidad
de gobiernos fracasados.
Y lo vemos
en movimientos de resistencia en países del Sur, pero también en
sociedades en países del Norte, a pesar del endurecimiento en las condiciones de vida de la gente corriente.
Ahí está el avance de gobiernos de
izquierda en buena parte de Latinoamérica
de muy distinta condición, pero en contextos económicos y políticos muy
difíciles.
-¿Qué características tendrían que
definir a las filosofías de la resistencia y un “nuevo humanismo” con capacidad
de enfrentarse al Antropoceno y la época del colapso civilizatorio?
Frente al
miedo y al caos se levantan las diferentes experiencias comunitarias que
cuestionan el individualismo, el sálvese
quien pueda, se extiende la conciencia
ecologista y feminista, avanzan las reclamaciones
por la justicia ambiental y las múltiples resistencias del Sur global.
Los
movimientos populares que luchan por los derechos de los pobres y
desposeídos acaban planteando, de forma
autónoma, otras formas de desarrollo y
sistemas alternativos de producción. Son experiencias económicas para la vida que cubren una amplia gama de
actividades: la
ocupación productiva de fincas, la resistencia de los pescadores artesanales,
las luchas por el agua, el abastecimiento de alimentos, la creación de
cooperativas en las empresas quebradas o abandonadas, la oposición frente a las
megaminerías, o las luchas ante el extractivismo salvaje.
-El magnate Elon Musk (con una fortuna de 181.300
millones de dólares según Forbes)
promueve mediante su empresa SpaceX el lanzamiento al espacio de los denominados
satélites de Internet (en octubre sumaba 3.558 unidades lanzadas). ¿Es uno de los rostros
visibles del Antropoceno? ¿Se apuntan en el libro otros casos?
Me temo que
la fortuna de este personaje egocentrista es muy superior,
enormemente superior, dependiendo de las fuentes que utilicemos. Pero lo
cierto es que encarna a la perfección la
deriva de un mundo en manos de cada
vez menos personas, que lo utilizan
a su antojo y por encima del resto
de la humanidad, poniendo a su servicio no solo el planeta, sino incluso el espacio exterior.
Que una
persona decida hacer propaganda de la marca de sus coches enviando un vehículo
suyo en un cohete al espacio interplanetario, o que decida emplear miles de millones de dólares
para darse un paseo suborbital de cinco
minutos en ingravidez demuestra que el mundo
por el que avanza el Antropoceno se está
construyendo bajo criterios que amenazan
nuestra propia supervivencia de la mano de un puñado de zumbados codiciosos y egocéntricos con dinero.
-Por último, ¿reivindicas en el libro la
idea (y la necesidad) del Decrecimiento, tal como la expone el politólogo e investigador
Carlos Taibo (En defensa del decrecimiento: sobre capitalismo, crisis y
barbarie, La Catarata 2017).
La demanda
de beneficios ilimitados basados en el crecimiento, en el que se fundamenta
el capitalismo, está destruyendo el planeta y empujando la crisis
ecosocial que vivimos, al poner
a la sociedad, al planeta y a las personas a su servicio. De manera que sacralizar el dogma del crecimiento económico ilimitado y sin
normas, como hace la Agenda 2030 y los
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), es
profundamente insostenible y nos conduce
a la catástrofe.
Creo que no
hay que temer lo que hemos vivido con naturalidad durante la pandemia, por
ejemplo, y que ha demostrado que podemos mantener
las bases de nuestras vidas sin que
suponga un
cataclismo. Naturalmente que compartimos con investigadores como Carlos Taibo sus propuestas
de decrecimiento, como una llamada de atención para reparar el daño que se está causando sobre el planeta y la necesidad de cambiar nuestra forma de vida.
La importancia de sus trabajos y la
aportación de su pensamiento es una fuente de
inspiración, sin duda, para una mejor comprensión del Antropoceno.
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