&&&&&
SEMEJANTE MISERIA MORAL, SOCIAL QUE LA SRA PERIODISTA SILVINA FRIERA SE DEDIQUE A PONER
COMO “HOMENAJE-DESTRUCTOR” DE UNA PERSONALIDAD DE LA POESIA MUNDIAL, PREMIO NOBEL COMO EL INOLVIDABLE Y RESPETABLE PABLO NERUDA, a quien
tuve el honor de conocer en mi Juventud, aquí en mi
tierra Arequipa. En los años de 1964 en una Cumbre de Letras y Literatura
y en uno de mis libros firmado con su recuerdo.
En el presente año – no solo es denuncia de su ex chofer – que envenenaron a NERUDA los fascistas Golpistas. Estaba fijo su pasaje
para salir del país, pero era una PERSONALIDAD MUNDIAL que
libremente denunciaría los atropellos criminales que
realizaban todos los días del fascistas, militares y agentes de la CIA, de la
dictadura pinochetista. Ya acabaron con el Dr. SALVADOR
ALLENDE el Presidente Constitucional de Chile, NO podía salir al
exterior una personalidad de la talla mundial como
NERUDA y el día de hoy está comprobado como asesinaron
al Poeta y como garantizaron toda la secuencia
criminal para que quede “enterrada” en la
Historia como si fuera una “muerte natural” producto
del Cáncer Terminal que padecía. Pero la Obra
Maestra de NERUDA es más grande que los “fieros rastreros” anti URSS. y renegados comunistas, por su militancia que
tenía el POETA UNIVERSAL. Mire sra. Periodista, como ayer y hoy el pueblo de Chile en especial la Juventud
y los Trabajadores, rinden Homenaje a si más Grande
Poeta, el POETA UNIVERSAL, PABLO NERUDA, será sin duda más grande que todas las miserias que hoy sacan a luz sus enemigos y muchos disfrazados de seudo poetas, especialmente algunos “partos salvajes” de la última generación de fines del siglo
XX.
/////
PABLO
NERUDA, DEL POETA DEL PUEBLO AL "CONFIESO QUE HE VIOLADO". A
cincuenta años de su muerte.
*****
Consagrado con el Premio Nobel en 1971, uno de los poetas chilenos más universales hoy es visto con ojos muy diferentes, tanto por su obra como por su proceder.
Por Silvina Friera.
Fuente. Página /12 domingo 24 de septiembre
del 2023.
Pablo Neruda nació en Parral, Chile, el 12 de julio
de 1904. Imagen: EFE
*****
Pablo
Neruda no se llamaba Pablo Neruda. A cincuenta años de su muerte, que uno de los poetas chilenos más universales -premio Nobel de Literatura en 1971 por
“una
poesía que con la acción de una fuerza elemental da vida al destino y los
sueños del continente”- haya elegido un seudónimo resulta apenas una nota al
pie de una obra exuberante y dispar.
La
grandilocuencia poética que deslumbró a varias generaciones de lectores y a sus camaradas comunistas de la primera mitad del siglo XX queda eclipsada por la reconsideración
de su figura: de la imagen del "poeta del
pueblo” –cuyos versos circularon por
plazas, calles, fábricas, aulas y teatros- al
poeta cancelado por violador confeso en
el perturbador fragmento de Confieso que he
vivido, sus memorias editadas póstumamente. Unas líneas que siempre
estuvieron a la vista desde 1974, pero que
entonces no escandalizaron a casi nadie.
Poeta
cancelado
La violación -narrada por Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, el nombre con
el que fue anotado el poeta que nació en Parral, el 12 de julio de 1904- sucedió a finales de
la década de 1920, cuando era el cónsul de Chile en el territorio de la actual Sri Lanka. La víctima fue
“la
mujer más bella que había visto hasta entonces en Ceilán”, quien limpiaba la
letrina del autor de Crepusculario y Veinte poemas de amor y una canción
desesperada. “Una mañana, decidido a todo, la tomé fuertemente de la
muñeca y la miré cara a cara. No había idioma alguno en que pudiera hablarle.
Se dejó conducir por mí sin una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi cama. Su delgadísima cintura, sus plenas caderas, las
desbordantes copas de sus senos, la hacían igual a las milenarias esculturas
del sur de la India. El encuentro fue el de un
hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos,
impasible. Hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia”, reveló el
propio Neruda.
Otra acusación que
suma más nubarrones a su vida es el abandono de su única hija, Malva Marina, la niña que tuvo con su primera esposa
-la holandesa María Antonieta Hagenaar-, quien
sufría de hidrocefalia y murió poco antes de cumplir 8
años. Malva aparece en una carta que el poeta chileno le escribió a Sara Tornú, la esposa del escritor argentino Pablo Rojas Paz, en cuya casa en Buenos Aires Neruda conoció a Federico
García Lorca en 1934.
“No hay
escritores, aunque ya es invierno; todos andan de veraneo. Federico en Granada, desde donde ha mandado unos
lindos versos para mi hija. Mi hija, o lo que yo así denomino, es un ser
perfectamente ridículo, una especie de punto y coma, una vampiresa de tres
kilos”.
Entonces se enamoró de Delia del Carril, pintora y dibujante argentina que se
convertiría en su segunda esposa desde 1936
hasta 1954. Hagenaar, su exesposa, regresó a
Holanda y Neruda dejó el consulado de Chile en
Barcelona por la Guerra Civil Española.
Además de militar en el frente antifascista, publicó un libro
emblemático, España en el corazón. Matilde Urrutia sería la tercera esposa del poeta y
luego su heredera legal.
En 1943 fue electo senador por
las provincias de Tarapacá y Antofagasta, con lo que se metió de lleno en
la vida política al ingresar a las filas del Partido
Comunista de Chile, donde militaban también dos
poetas que se convertirían en rivales críticos de Neruda: Pablo de Rokha y Vicente
Huidobro.
“Stalin es el mediodía, la madurez del hombre y de los pueblos”,
escribió Neruda en un libelo olvidable. Huidobro echó más leña al fuego de los
cuestionamientos: “Escribe una poesía fácil, bobalicona, al alcance de
cualquier plumífero. Es... la poesía especial para todas las tontas de América.
No me agrada lo calugoso, lo gelatinoso. Yo no tengo alma de sobrina de jefe de
estación”, ironizaba Huidobro.
Como si el apellido Neruda no pudiera evitar estar en “el ojo de la tormenta” hasta su muerte -a los 69 años, el 23 de septiembre de 1973, doce días después del golpe militar de Augusto Pinochet que derrocó al presidente Salvador Allende- está rodeada de polémica. La versión de un supuesto crimen contra el poeta surgió de su exchofer en 2011, y abrió la puerta a la hipótesis de que agentes o colaboradores de la dictadura de Pinochet le habrían inoculado una bacteria en la clínica de Santiago donde estaba internado. Antes se había establecido como causal de muerte el cáncer de próstata con metástasis que padecía.
Una
poesía impura
Alicia
Genovese (Buenos Aires, 1953) subraya que a cincuenta años de la
muerte de Neruda persiste la figura del autor
de Canto general y Odas elementales como la de “un gran poeta” que es un referente en
Latinoamérica.
“Neruda fue un poeta abierto y permeable a todas las cosas del
mundo, es decir, las más impuras y antipoéticas para la época. Tenemos que
situarnos en la época, alrededor de los años '30, cuando
escribió el libro que sigue siendo para mí más interesante, Residencia en la Tierra,
y también escribió un manifiesto titulado ‘Sobre una
poesía sin pureza’, donde él llamaba a buscar una poesía impura como un
traje, con arrugas, con manchas de comida. Esa es una enorme
apertura en la poesía latinoamericana y también allí radica lo que sería
luego la poesía de Nicanor Parra. No existe la poesía de Parra sin
Neruda, sin esa entrada que él da a los elementos considerados antipoéticos. Después Parra
se la agarró con otras cosas, dijo que no se podía seguir sosteniendo algo así
como la figura del poeta como Dios, pero ese es
otro tema”, reflexiona la poeta, ensayista y docente, y pone como ejemplo que
en Residencia en la tierra y en el manifiesto “Sobre
una poesía sin pureza” el poeta chileno tomó esa libertad para escribir que dejaron de manera explícita las vanguardias. “La poesía puede ensuciarse con las cosas
mundanas”, resume Genovese lo que podría
denominarse “operación Neruda”.
A Carlos Aldazábal (Salta, 1974) también le
interesa Residencia en la Tierra,
“uno de
los grandes libros de las vanguardias hispanoamericanas,
un buen libro para las personas que empiezan a leer poesía”, sugiere el poeta
salteño. “En algún momento, la poesía latinoamericana se
dividía entre quienes seguían el camino de Neruda
y los que seguían a (César) Vallejo. Eso habla
de que los dos fueron ‘poetas vigorosos’, al
modo en que utiliza Harold Bloom la expresión.
Supongo que de haber tenido que optar me definiría como vallejiano -admite Aldazábal-. Lo
que es cierto es que hubo grandes poetas argentinos
que hicieron una obra estupenda a la sombra de esos dos nombres. Si pienso en Manuel J. Castilla, la retórica de Neruda está muy presente, y sin embargo, de ningún
modo podría decirse que su poesía es epigonal a
la de Neruda: hay algo de la retórica de Neruda, pero la voz propia de Manuel
J Castilla es irrefutable”.
La primera vez
que Mercedes Araujo (Mendoza, 1972)
leyó la obra de Neruda se impuso la leyenda.
“Me impresionó la exuberancia y la explosión rítmica, esa idea de la
poesía como canto y gesta de la revolución, el
poeta encarnado en el personaje que toma la voz del
pueblo, pero rápidamente la grandilocuencia nerudiana
me resultó lejana, así como la pompa en esa idea de ser poeta”, reconoce la poeta y narradora que, con el tiempo, encontró “una gracia justamente opuesta” en algunos de sus
poemas, las odas al tomate, a la cebolla, a la alcachofa y tantos otros. “Son poemas imperfectos, que temblequean, y si les
bajás la voz dan cuenta de la importancia de las pequeñeces, sí, pero también
de que la potencia de la poesía está en su fragilidad”, analiza Araujo.
Los nacidos en los años ‘80 tienen una perspectiva más crítica.
“Es difícil hablar bien de Neruda”, afirma Gabriel Cortiñas (Buenos
Aires, 1983), poeta, docente y editor. “Lo que perdura hoy más que nada es el
nombre, casi como un ‘commodity cultural’. Que
un poeta del siglo XX no se lea en la actualidad
no sería novedad, no sería llamativo; pero que una obra quizá de las más
difundidas -por y desde una colosal política cultural del
propio Neruda y del Partido
Comunista- hoy no se lea, no gravite, es todo un síntoma. Si quisiéramos
hablar bien, ¿dónde vamos a buscar la experimentación, el riesgo en su extensa
obra? ¿Dónde el humor por sobre la solemnidad política? ¿Dónde el pensamiento
en sus ensayos? Quizá mejor no preguntar demasiado”.
Cortiñas distingue que el
valor estético no es lo mismo que ocupar espacios.
“En eso
la cueca que escribió Parra para que la cante su
hermana deja un mapa interesante más allá del ranking que hace de poetas de Chile: mientras que a De Rokha y Huidobro los medía por su valor como poetas
(más al segundo que al primero), a Neruda lo
midió por ser ‘el más gallo’, el que pisaba más
y más fuerte, no el que escribía mejores poemas -compara-. Y lo curioso es que
ese mismo espacio central era el que amenazaba ocupar (y ocupó después) el propio Parra”. Hay "un 10 por ciento"
de Canto general que valora
Cortiñas, unos pocos poemas de Residencia en la
Tierra, y el título -“sólo el título”, aclara- de Incitación
al Nixonicidio y alabanza de la revolución
chilena, de 1972.
Un
imaginario arborescente
Genovese recuerda “el gran afecto” que notó en el pueblo chileno hacia Neruda,
“un poeta con mucha raigambre popular por muchas reivindicaciones de las cosas sencillas, de las
cosas cotidianas, como podían ser en las Odas
elementales la cebolla, una castaña que
cae, el caldillo de Congrio”. Pero también precisa que “encarna ese doloroso vía crucis del pueblo que no ha podido juzgar los crímenes atroces de
la dictadura pinochetista”. "Nosotros no
nos damos cuenta del enorme significado que tuvo el juzgamiento a las juntas
militares en 1985”, compara con la Argentina la
poeta, ensayista y docente.
“Neruda sigue siendo un poeta con un imaginario inacabable,
expansivo, arborescente -lo define-. Uno lee la poesía de Neruda y entra en una profusión de imágenes, de
metáforas; es una poesía que ha sufrido también, porque ha dado lugar
a una retórica que a veces lleva a una cierta
artificiosidad. Pero es una poesía con una reivindicación de las
materias cotidianas, del amor corporal, la mujer amada no
como un ser idealizado que está allá lejos, no en medio de ese pudor de lo
inalcanzable, sino el amor como desnudez de los cuerpos”.
La poeta confiesa
que cuando, a veces, lee poemas que se conforman con
“una pequeña imagen quizás un poco débil que no logra despegar de su línea de tierra”, en esos momentos piensa que sería buena “una zambullida en una poesía llena de aristas”, como la poesía de Neruda, “que es como un bosque creciendo”, señala la autora de los ensayos La doble voz y Abrir el mundo desde el ojo del poema. Y menciona a dos poetas argentinos que también tienen “ese impulso expansivo”: Enrique Molina y Edgar Bayley.
Patriarcado
y crueldad
“‘La prueba del
tiempo’ hace que leamos a un antisemita como (Francisco de) Quevedo, un traficante de esclavos como (Arthur) Rimbaud o un fascista
como Ezra Pound sin escandalizarnos”, plantea
Aldazábal.
“Habrá
que ver si Neruda sobrevive a la prueba de la
cancelación que le ha tocado ahora, y que es merecida. Como muchos simpatizantes del régimen de Stalin,
no escapaba al fuerte patriarcalismo que
derivaba de esa estructura autoritaria, y que estaba muy presente en su época.
Eso no quita que haya sido una más de las víctimas del pinochetismo (tan patriarcal y autoritario como
el régimen soviético) y que, paradójicamente, haya sido alguien que abogaba por un mundo más justo
y solidario, mientras cometía esas
atrocidades en el ámbito privado. Sin dudas
que al marxismo de Neruda le faltaba feminismo”, advierte el poeta salteño y comenta que
en Residencia en la Tierra no aparece ninguno de los motivos por los que se
lo está cancelando ahora. En cambio, sí está
en sus libros más masivos, como los famosos Veinte poemas
de amor, especialmente ese verso que siempre le pareció “trillado”: “me gusta cuando callas porque estás como
ausente”. A partir de una lectura atenta, según postula
el poeta, se podría encontrar otras expresiones
machistas, “así como encontramos el antisemitismo
de Quevedo de un modo brutal cuando
leemos los sonetos que le dedicó a Góngora”.
Genovese dice que mirar
a Neruda desde una perspectiva feminista exige
hacerlo con “mucho cuidado”.
“Hay una leyenda negra que se mezcla con una personalidad que evidentemente fue
oscura, pero que por otro lado carga con todo el machismo de una época en que
las actitudes de subalternidad para con las mujeres no recibían mayores
cuestionamientos. Yo he escrito alguna vez sobre Neruda
como quien ponía en texto una imagen de mujer callada, sumisa, objeto de deseo,
sin que tuviera lugar como sujeto, pero no es algo que solo pudiese ser
achacado a Neruda; era la representación de la
mujer en los textos escritos por varones”, explica la poeta y ensayista. Genovese no deja de destacar “la sensualidad de sus
poemas de amor, que fueron como la puerta hacia, en muchos casos, la
posibilidad de una libertad sexual que estaba cuestionada”. Y vuelve a insistir
sobre el período de entre guerras en el que aparecieron esos poemas de Neruda, “donde él hablaba de la mujer y siempre de los
cuerpos desnudos haciendo el amor”. Aunque para Genovese
no hay que perder el sentido crítico hacia el poeta chileno, “cancelar a Neruda por todo lo que estuvo saliendo a la luz
sería caer en un facilismo un poco estúpido”.
Araujo observa que en
aquellos años era “evidente”, aunque parecía
inevitable, que hablaba desde un lugar patriarcal, que se hacía explícito “en
sus cantos de amor a las mujeres, niñas calladas, pequeñas amadas”. “Hoy lo inevitable es otra certeza: el patriarcado no es
sólo un lugar de enunciación, es un sistema que habilita la crueldad”.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario