&&&&&
“Todos los días Aydee escribe en un cuaderno apuntes sobre el
acampe, dice que lo está haciendo para que sus hijos puedan tener ese documento y
entender cosas que tal vez ahora no se entiendan del todo: “Para mí es
importante dejarles esta documentación, tal vez ahora no están tan involucrados porque
tienen sus cosas, sus trabajos. Pero los pueblos indígenas estamos muy arraigados a la
cosmovisión y a vivir en armonía con la naturaleza. Por eso cuidamos la Pachamama, la madre
tierra”
“Algo parecido con este desentendimiento dice que pasa en Buenos Aires: “Acá de naturaleza tenés solo
este pedacito de pasto. Hay muy poca vegetación y nada de fauna. En cambio,
donde estamos nosotros hay muchísimo y es lo que cuidamos. Y lo que quiere
hacer el gobernador Morales es hacer entrar a empresas extractivistas que es justamente no cuidar
nada, porque esas empresas que se instalan contaminan el agua, el aire y la tierra”.
“En transmitir este mensaje a la sociedad está el conflicto, según ella lo que piensa la gente es que eso no
va a pasar: “Estamos en una
sociedad consumista,
y es muy difícil entender. Es como si yo estuviera diciendo algo que no va a
pasar. Que yo hable de la guerra
por el agua o que
en un momento no va a haber agua parece que es algo tan lejano que no
existe. La gente en la ciudad piensa que el agua es abrir una
canilla o poner un caño”.
“El sostenimiento de la vida en el acampé para ella es muy
parecido a como sostiene la vida en Rodero: “Yo siempre luché, allá en mi comunidad trabajo haciendo tejidos o
trabajando la tierra. Aquí también es luchar buscando
otros recursos, hay gente muy solidaria que
nos trae cosas, nos pregunta qué necesitamos. Hay quienes nos dicen que quisieran venir más
seguido. Eso es muy importante”.
/////
Aydee Gutiérrez, de la comunidad de Rondero, en Humahuaca. Es parte del Tercer Malón por la Paz y acampa desde el 1 de agosto. Imagen: Constanza Niscovolos.
*****
JUJUY
ARDE. LA MUJER QUE ESCRIBE LA LUCHA DE SU PUEBLO MIENTRAS LUCHA POR LA TIERRA Y
EL AGUA.
*****
Aydee
Gutiérrez llegó a Buenos Aires como
parte del Tercer Malón de la Paz que acampa
desde hace casi dos meses en la plaza frente a Tribunales
para demandar que se declare la inconstitucionalidad de la reforma a la carta magna de Jujuy que, a impulso de Gerardo Morales, se sancionó de madrugada y sin las
suficientes consultas obligadas por ley a los pueblos
originarios. Después de haber sufrido la represión,
representantes de las comunidades indígenas sostienen
la vida cotidiana muy lejos de su tierra, en
condiciones durísimas. Aydee toma nota para
llevarles el registro a sus hijos, también para
que el día a día de la lucha no se pierda: "Un día
mi vida se termina, pero estas experiencias continúan".
Por Euge Murillo.
Fuente. Página /12 viernes 29 de septiembre del 2023.
“Es la primera vez que viajo de Jujuy a Buenos Aires” dice Aydee Gutiérrez, que prefiere no dar
a conocer su edad, pero revela que es una mujer
de más de cinco décadas. Mientras se acomoda a
varios metros de las carpas, mira como si fuera
un paisaje familiar el acampe del Tercer Malón de la
Paz del que forma parte. Se instalaron en Plaza
Lavalle el 1 de agosto de este año. No fue una fecha casual, ese día es reconocido como el día
de celebración de la Pachamama o Madre tierra.
Frente a ella están las carpas cubiertas de
plásticos para evitar que las pocas, pero intensas lluvias
de este invierno mojen lo que tienen: colchones,
frazadas, ropa, comida y un cuaderno en donde Aydee
escribe detalladamente su experiencia en estos casi dos
meses de acampe. Una tarea que se propuso para que sus hijos puedan
comprender de qué se trata: nada más y nada menos que de dar una lucha por la vida.
“Así como estamos yendo, te digo que un día no va a
haber agua. Lo de la reforma en Jujuy es inconstitucional”. Sus palabras no son solo una
advertencia, acompaña la frase con un gesto fatídico: cierra los ojos y aprieta
el sombrero que se sacó para la conversación. “La gente
piensa que, porque está aquí en la ciudad y paga el agua, va a tener
agua para siempre, y eso no es así. Por eso estamos acá”.
Es una razón “para estar ahí” que ella explica de manera sencilla. Lo que le resulta difícil de entender es que exista un acampe que lleva más de 50 días en Tribunales y que todavía no haya ninguna respuesta para pedidos muy concretos: denunciar las violaciones a los derechos humanos en la provincia de Jujuy y declarar inconstitucional la reforma impulsada por Gerardo Morales el 20 de junio.
Aydee sufrió la represión en Jujuy
cuando el espacio de Gerardo Morales acompañado por el peronismo
local aprobó una reforma constitucional que incluye entre otras cosas,
la restricción a la libertad de protesta y
modificaciones en el artículo 36 en relación al “derecho
a la propiedad privada”. Estas modificaciones dejan en mejores
condiciones a titulares registrales que disputan
tierras con comunidades originarias, ya que incorpora
"mecanismos y vías rápidas y expeditivas que
protejan la propiedad privada y restablezcan cualquier alteración en la
posesión, uso y goce de los bienes a favor de su titular".
Los días de la represión le hicieron revivir un
recuerdo de niña:
“Yo me acordé de los años de
dictadura, vivíamos con mi papá y mi mamá encerrados
y asustados, de que en cualquier momento iba a venir alguien. Cuando estuve
ahí, en la represión del 17 de junio, volví a
sentir esa sensación. Pero yo sabía que no me podía quedar en mi casa
tranquila, tenía que salir a defender a nuestros
pueblos indígenas”.
Una vez aprobada la reforma, el Tercer Malón de
la Paz decidió viajar a Buenos Aires y acampar. Aydee
está convencida de volver cuando se cumpla la promesa del
Ejecutivo de que una Comisión de Investigación de
violaciones a los derechos humanos viaje
a su provincia: “Yo voy a viajar cuando ellos viajen”.
El compromiso es que esa comisión conformada por organismos nacionales e internacionales pueda investigar las
violaciones de las garantías establecidas en la Constitución Nacional y la
violación sistemática del Convenio 169 de la OIT.
Hace unas semanas el Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires les cortó el suministro de agua que
tenían a pocos metros del acampe. No es un chiste, ahora para cocinar o higienizarse tienen que ir un poco más
lejos. Todo el sostenimiento de la vida se volvió más difícil con la decisión
del gobierno porteño, pero no es casual:
“Quieren que nos vayamos, pero yo cuando era chica
caminaba muchos kilómetros para buscar agua”.
Llevan 54 días ocupando un pedazo de la plaza, entre los Tribunales
y el Teatro Colón, en una de las zonas más
iluminadas de la Ciudad de noche y con más tránsito de personas de día:
“Estamos aquí para pedir la nulidad de la Reforma Inconstitucional, como así también la Intervención Federal de la Provincia de Jujuy, recién ahí voy a volver a mi casa”. Hasta el momento el Poder Legislativo sigue sin tratar el pedido de intervención federal y la Ley de Propiedad Comunitaria Indígena.
La
mujer de las cinco décadas
Aydee nació en Rodero, una comunidad aborigen que pertenece al
departamento de Humahuaca. La lucha no le es ajena:
“Yo crecí viendo a mi papá y a mi mamá
luchando, como la mayoría de las comunidades indígenas nos dedicamos a la agricultura y
la ganadería y a defender la tierra. Las empresas extractivistas están hace
mucho tiempo. No es de ahora”, dice como quien conoce de raíz un conflicto que
ha atravesado generaciones: la discriminación, el
racismo y la expulsión hacia las comunidades originarias.
En Rodero hay 100 familias, pero no
siempre fue así. Cuando Aydee era una niña, la
misma comunidad de Rondero construyó la escuela. A partir de esa iniciativa llegó el correo,
la sala de primeros auxilios y el registro civil. Según Aydee hay gente oriunda de Rondero en
todo el país “desde Ushuaia a la Quiaca” en
general vuelven al lugar de origen para las festividades:
“Cuando yo era una niña se
instalaron allí muchas comunidades de alrededor, sobre todo por la escuela. Después se fueron eliminando las cosas y la
gente se tuvo que ir”.
La escuela hizo que la comunidad creciera
y si bien quienes asistían eran parte de los parajes alrededor de Rodero, los docentes
reproducían una práctica que hoy está naturalizada:
“El Quechua o el Runa Simi se
fue perdiendo, los maestros nos decían que así no se hablaba y así no se
decía. Yo hablaba algunas palabras en Quechua,
que todavía seguimos manteniendo en nuestra comunidad, porque
yo volvía a mi casa, las escuchaba y las entendía. Las palabras que hablaba mi abuelita las tenía guardadas y ahora las puedo
expresar” dice Aydee.
Cuando decidió viajar al acampe lo primero que hizo fue comunicarle la
decisión a sus cuatro hijos que viven en Humahuaca
y en San Salvador de Jujuy.
A ellos también tuvo que explicarles que significa “Huawas”.
Para eso no hacía la traducción al castellano, si no que les decía “ustedes son mis wuawas”. Ahora habla por teléfono
todos los días, su hija mayor que es la que
según ella “está más comprometida” le pregunta “¿Cuándo vas a volver mamá?”. Aydee le dice “la próxima semana”. Pero esa semana pasa en una
cotidianeidad que fueron armando en estos dos meses de acampe.
Además de cocinar todos los días con muy pocos recursos, van a reuniones para visibilizar
las razones por las que están ahí. Están pendientes del clima para resguardar el acampe, producen folletos para repartir a
las personas que se acercan: escuelas, vecinos y organizaciones. Aydee tiene muy claro que no estaría en ningún otro
lugar:
“Ahora me toca a mí, mis
padres no lo pueden hacer y yo estoy dedicando mi tiempo a esto. Y me
voy a quedar hasta que caiga la reforma inconstitucional, porque daña a los
pueblos indígenas”. Para Aydee esto no es nuevo,
el padre de sus hijos trabajaba en la Minera Aguilar: “En
ese momento las mujeres también tuvimos que estar al frente y luchar, cocinar y sostener la protesta por las
injusticias que estaba cometiendo esa empresa. Ahora es un poco distinto,
porque nunca estuve en una experiencia así”.
Las manos de
Aydee y el cuaderno que guarda sus memorias.
*****
“Si dejamos que esto pase en Jujuy, va a pasar en todos lados”, lo dice
convencida de que mucho de lo que pasa en Jujuy no se sabe y la razón es la
enorme discriminación y racismo que existe: “Primero pensaban que éramos del pueblo boliviano, no
sé por qué, después nos pusimos a hablar con la gente,
entregar folletos y contar por qué estamos acá. Una vez que lo
explicamos la gente lo entiende, que esto no es
solo un problema del pueblo jujeño”.
En uno de los últimos comunicados, el
Tercer Malón de La Paz explica porque sumado al acampe también hay una huelga de hambre de personas encadenadas al Congreso desde el 19 de septiembre:
“Con esta reforma la provincia se apropia del territorio, de las tierras fiscales, el agua, los
recursos naturales, la biodiversidad y la genética; como así también prohíbe al pueblo jujeño
expresar sus derechos. Como guardianes naturales del
territorio de vida y defensores ambientales del planeta, acudimos ante
el llamado de la Pachamama, resguardamos estos bienes naturales con la
plena consciencia que estos elementos son la garantía de vida de toda la humanidad y de las futuras generaciones, por ello
instamos a la población argentina en general a acompañar esta lucha que es de
todos y para todos”.
Transmitir
la experiencia.
Todos los días Aydee escribe en un cuaderno apuntes sobre el
acampe, dice que lo está haciendo para que sus hijos puedan tener ese documento y
entender cosas que tal vez ahora no se entiendan del todo:
“Para mí es importante dejarles
esta documentación, tal vez ahora no están tan
involucrados porque tienen sus cosas, sus trabajos. Pero los pueblos indígenas estamos muy arraigados a la
cosmovisión y a vivir en armonía con la naturaleza. Por eso cuidamos la Pachamama, la madre
tierra”
Algo parecido con este desentendimiento dice que pasa en Buenos Aires:
“Acá de naturaleza tenés solo
este pedacito de pasto. Hay muy poca vegetación y nada de fauna. En cambio,
donde estamos nosotros hay muchísimo y es lo que cuidamos. Y lo que quiere
hacer el gobernador Morales es hacer entrar a empresas extractivistas que es justamente no cuidar
nada, porque esas empresas que se instalan contaminan el agua, el aire y la tierra”.
En transmitir este mensaje a la sociedad está el conflicto, según ella lo que piensa la gente es que eso no
va a pasar:
“Estamos en una sociedad consumista, y es muy difícil entender. Es
como si yo estuviera diciendo algo que no va a pasar. Que yo hable de la guerra por el agua o que en un momento
no va a haber agua parece que es algo tan lejano
que no existe. La gente
en la ciudad piensa que el agua
es abrir una canilla o poner un caño”.
El sostenimiento de la vida en el acampé para ella es muy
parecido a como sostiene la vida en Rodero:
“Yo siempre luché, allá en mi comunidad trabajo haciendo tejidos o
trabajando la tierra. Aquí también es luchar buscando
otros recursos, hay gente muy solidaria que
nos trae cosas, nos pregunta qué necesitamos. Hay quienes
nos dicen que quisieran venir más seguido. Eso es muy importante”.
Aydee en Tribunales, apoyada en el ceibo que le permite hacer un resguardo.
En estos casi dos meses que lleva en la ciudad pudo
conocer algunos lugares, ante la pregunta de
¿Qué te parece Buenos Aires? ella responde que
le parece un lugar lindo: “Es un lugar lindo para quienes le gusta lo urbano,
pero no viviría en un
lugar así, porque tengo otra expectativa de vida. En Buenos Aires está
todo bajo llave y es todo muy cerrado, yo quiero ser libre”.
Esos escritos que Aydee tiene en su carpa son una de las tareas de las que
más se ocupa, sobre todo porque cree que los tiempos de entendimiento de ciertas cosas tienen otro ritmo, otra
cadencia:
“Yo quisiera que este legado que yo le dejo a mis
hijos, de cuidar la naturaleza, también se pueda trasmitir a
más generaciones. Porque estas enseñanzas no son mías, fueron transmitidas ancestralmente y milenariamente. Así como la vida es circular, un día mi vida
se termina, pero estas experiencias continúan”.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario