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“Si un partido político de izquierdas propusiera exactamente lo mismo
que propone Von der
Leyen pero para otro tipo de
industrias y mercados serían tachados de locos comunistas bolivarianos La
diferencia con este Estado emprendedor de Mazzucato es que lo que quiere Von der Leyen y otros dirigentes son Estados en guerra constante
y que utilicen su potencial
militar para seguir manteniendo la hegemonía y statu quo de Occidente, en vez de hacerlo por la vía de la inversión y adelantos tecnológicos,
donde los países asiáticos empiezan a volar solos y a superar a Europa y Estados
Unidos. Repito, si un partido
político de izquierdas propusiera exactamente lo
mismo que propone Von der
Leyen pero para otro tipo de industrias y mercados
serían tachados de locos comunistas bolivarianos.
Pero para las armas y la guerra todo vale,
incluso romper los consensos neoliberales. Los que deben estar gozando de este cambio de
paradigma deben ser los grandes señores europeos de las armas, que tienen que haber dado palmas con las orejas al escuchar a Von der Leyen. No se va
a premiar “la oferta más
barata” o “el mejor
producto”. No. Patada
al libre comercio para arrancar una nueva era
donde se intentará gastar el dinero de los
europeos en Europa, para generar empleo aquí y fortalecer
una industria que
se está quedando atrás en comparación con los otros dos grandes bloques
(una más).
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UNION EUROPEA. U.E. VON
DER LEYEN, GASTO EN ARMAS, POPULISMO MILITAR Y DOCTRINA DEL SHOCK.
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Por Yago Álvarez Barba | 21/02/2024 | Economía
Fuente.
Revista Rebelión miércoles 21 de febrero del 2024.
La presidenta de la Comisión Europea nos
da pistas del rumbo
de una Europa cada vez más
militarizada que aumentará el gasto en industria
armamentística en los próximos años.
“Tenemos
que gastar más, tenemos que gastar mejor, tenemos que gastar europeo”. Esas han sido
las palabras que la presidenta de la Comisión Europea (CE),
Ursula von der Leyen,
ha utilizado para anunciar en una entrevista en The Financial Times la
nueva estrategia y sus intenciones en cuanto a gasto en la industria armamentística europea. O igual no es
tan nueva, sino que ahora se reviste de otra forma. “El
mundo se ha vuelto más duro”, dijo la dirigente que justo ha anunciado al comienzo de esta semana que quiere seguir
siendo la presidenta de la
Comisión una legislatura más, en
referencia a los conflictos
bélicos y el “incremento
de las amenazas geopolíticas”.
Tampoco es la
primera vez que se utiliza el miedo a “las amenazas externas”
para seguir apuntalando los negocios de la industria armamentística a
base de incrementar la partida de los presupuestos
públicos que acaba en sus bolsillos. Dinero que, como siempre, acabará siendo recortado de
la parte de esos mismos presupuestos que debería ir enfocado a apuntalar el estado de
bienestar. Es lo que Naomi Klein llamó la
doctrina del shock en
su libro bajo ese mismo título. Generar todo un relato de terror hasta conseguir que la población acepte que la única vía posible para combatir
ese miedo y sentirse seguros sea la de gastar dinero en fortalecer la industria de las armas
y, en consecuencia, perder algunos derechos y
libertades. Todo está en la narrativa.
Von der Leyen, en un acto de populismo revestido de militar, ha llegado a comparar este incremento del gasto público en armamento con el que se acometió con las vacunas frente a la Covid.
Von
der Leyen, en un acto de populismo
revestido de militar, ha llegado a comparar este incremento del gasto público en armamento con el que se acometió con las
vacunas frente a la Covid.
“Lo hicimos con
las vacunas y el gas”, afirmó en la
entrevista la mandataria europea en relación con el incremento del gasto y las compras de manera conjunta para afrontar
la pandemia y para
sortear la dependencia de energías
rusas y sus consecuencias sobre la inflación. Pero, además, ha colocado el tema
nacional del continente en la mesa. Algo así
como un “si me dejáis gastar en armas,
crearé empleo y haré que las empresas crezcan”. Si un partido de izquierdas propusiera ese mismo paradigma sobre otro
tipo de industrias no consideradas estratégicas, sería tachado de peligroso populista y comunista que quiere intervenir los mercados para
acabar con la libre competencia y subvencionar
sectores que serían acusados de ser dependientes del
dinero público. Pero hablamos de la industria de
las armas y lo dice la más alta representante
del Partido Popular Europeo dentro de las
instituciones de la Europa de los mercados.
Es curioso
también ver cómo los liberales
siempre hablan de recortar
el gasto público empleado en mantener el estado de
bienestar y se les llena la boca hablando de mejorar
el gasto, de recortar despilfarros y toda
una serie de conceptos que son utilizados para denostar
y estigmatizar el gasto
(nunca llamado inversión) público.
Pero, en cambio, ese debate nunca se encuentra en el seno del gasto militar.
“Tenemos
que gastar el 2% de nuestro PIB”. Así de simplona es la que se está consolidando como
la regla del gasto militar global. Si estás en
la ONU, gasta el 2%
de tu PIB en defensa. Si quieres defenderte como
es debido, gasta el 2%
de tu PIB. Si
quieres evitar los problemas
geopolíticos globales y desenvolverte en este mundo que se ha vuelto más
duro, gasta el 2% de tu PIB. Da igual si lo
gastas en armas con fecha de caducidad, si no
las acabas usando nunca, si son más caras porque prefieres comprar a empresas locales que a las de tus adversarios geopolíticos, no importa si ese gasto choque de frente
con las reglas fiscales europeas, porque la austeridad no cuenta si
estamos hablando de comprar armas. Pase lo que pase, gasta el 2% de su PIB.
No es una estrategia de defensa tan sólo militar, sino de defensa de las cuentas de resultados de un puñado de empresas.
Aunque si las
palabras de la presidenta de la Comisión Europea intentan instaurar ese miedo de manera más
sutil, al otro lado del charco
Trump lo hace de una manera más directa: “Animaría
a Rusia a hacer lo que diablos quisiera” con los países que no aumenten su gasto en defensa hasta alcanzar el famoso 2% del PIB, ha dicho el nuevamente candidato a ocupar
la Casa Blanca. Trump, y cualquier otro
presidente de los EE UU, sabe de sobra que un
aumento del gasto militar de todos los países de la OTAN
se traduce en un aumento inmediato en la facturación y beneficios
de las principales empresas de armas a nivel mundial, casi todas norteamericanas. No es una
estrategia de defensa tan solo militar, sino de defensa de las cuentas de resultados de un puñado de empresas.
Estado emprendedor, pero sólo para las
armas
Vuelve
el imperio del miedo y los tiempos oscuros. Unos tiempos de
“necesitamos gastar tu dinero, pero lo hacemos por vuestro bien”, de “hay que tener miedo y ante el miedo sólo nos queda gastar más armas”. Los conceptos de soberanía e independencia se
mezclan con los discursos de seguridad
y defensa.
Y
vuelven los Estados a intervenir en la economía,
pero sólo para temas estratégicos y
salvaguardando siempre los beneficios de las
empresas privadas, como es el caso de la industria armamentística.
Dicha estrategia va ligada a ese nuevo mundo de grandes bloques, de pasos atrás en la globalización y de saltarnos las sagradas reglas de libre comercio cuando ya no convienen
En esta ocasión, dicha estrategia va ligada a ese nuevo mundo de grandes bloques, de pasos atrás en la globalización y de saltarnos las sagradas reglas de libre comercio cuando ya no convienen. Unas normas que venían muy bien cuando no había un jugador como China amenazando la hegemonía mundial estadounidense ni un viejo país imperialista como Rusia saliéndose del guion de la paz mundial. Ahora vuelven los conceptos de soberanía y de independencia, que se sitúan por encima de los de libertad comercial y de libertad de concurrencia. Una “desglobalización selectiva”, tal y como lo define el periodista y escritor Esteban Hernández, donde la industria y el sector de la defensa forma parte de los pilares estratégicos del bloque europeo. Y no, no es tan sólo por las guerras, sino por intentar la amenaza que supone para Occidente el constante crecimiento de China y la cola de espera de países que se ha formado para entrar a formar parte de los BRICS.
Esto se puede
palpar con claridad en las palabras de Von der Leyen. “Hay que gastar europeo”,
dijo en la entrevista, a lo que añadió que “tenemos un mercado del defensa muy
fragmentado y necesitamos cambiarlo” y ella misma se preguntaba y
contestaba: “¿Qué es la competencia de
la CE? La industria. Es nuestra actividad
principal”. Para rematar, acabó asegurando que “somos un facilitador, no un
comprador”. Von
der Leyen reconociendo que las administraciones
públicas no son simples compradores, sino que con su gasto e inversiones pueden
moldear y controlar el mercado. Ojalá se
aplicara a tantos otros sectores. La Europa de
los mercados habla de que
“necesitamos que una justa parte del dinero
de los contribuyentes europeos se gasten dentro de la Unión
Europea”. Otro de los dogmas
del neoliberalismo
que se va al carajo.
Ese
Estado facilitador se asemeja bastante a lo que la economista Mariana Mazzucato llama “el Estado
emprendedor”. Mazzucato explica en un libro bajo ese mismo nombre cómo
los Estados pueden ser los impulsores de industrias de la innovación que aporten
mejoras a las vidas de la mayoría, mediante la
inversión en sectores donde puede haber más riesgo a la hora de obtener beneficios o mediante colaboraciones
con el sector privado para
impulsar dichas industrias. En su libro pone como ejemplo la inversión que hizo el Gobierno de Estados Unidos para conseguir colocar al hombre en la Luna y explica cómo aquella
inmensa inversión pública fue el germen de
cientos de avances científicos y de desarrollo
de innovaciones que mejoraron la vida de la gente y, de paso, trajo muchos
beneficios económicos.
Si un partido político de izquierdas propusiera exactamente lo mismo que
propone Von der
Leyen pero para otro tipo de
industrias y mercados serían tachados de locos comunistas bolivarianos
La diferencia con este Estado emprendedor de Mazzucato es que lo que quiere Von der Leyen y otros dirigentes son Estados en guerra constante y que utilicen su potencial militar para seguir manteniendo la hegemonía y statu quo de Occidente, en vez de hacerlo por la vía de la inversión y adelantos tecnológicos, donde los países asiáticos empiezan a volar solos y a superar a Europa y Estados Unidos. Repito, si un partido político de izquierdas propusiera exactamente lo mismo que propone Von der Leyen pero para otro tipo de industrias y mercados serían tachados de locos comunistas bolivarianos. Pero para las armas y la guerra todo vale, incluso romper los consensos neoliberales.
Los que deben
estar gozando de este
cambio de paradigma deben ser los grandes señores europeos
de las armas, que tienen que haber dado palmas con las orejas al escuchar a Von der Leyen. No se va
a premiar “la oferta más
barata” o “el mejor
producto”. No. Patada
al libre comercio para arrancar una nueva era
donde se intentará gastar el dinero de los
europeos en Europa, para generar empleo aquí y fortalecer
una industria que
se está quedando atrás en comparación con los otros dos grandes bloques
(una más).
“Somos un facilitador, no un comprador”, como nuevo paradigma del gasto
militar en Europa y la intervención de los mercados desde lo público
Libre
mercado, pero sólo para lo que no conviene. Desglobalización y
refuerzo del papel del Estado, pero tan sólo en algunos
sectores estratégicos más relacionados con
mantener a raya a China que con mejorar la vida
de la gente. El de las armas es uno de ellos. “Somos un
facilitador, no un comprador”, como nuevo
paradigma del gasto militar en Europa y
la intervención de los mercados desde lo
público. “Gastar europeo”
como nuevo lema de un populismo
militar de generar empleo
y riqueza mediante el gasto
en armas. “El mundo se ha vuelto más duro” como
doctrina del shock.
Yago Álvarez Barba. @EconoCabreado. Coordinador de la
sección de economía
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