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“El 29 de enero la Confederación Campesina de Francia presentó públicamente las 20 principales reivindicaciones que fundamentan su participación en las protestas. Las dos primeras consisten, en efecto, en “La suspensión inmediata de todas las negociaciones de acuerdos de libre comercio, incluida la negociación con el MERCOSUR”, así como en “La ruptura con la competencia desleal, consecuencia directa del libre comercio, mediante el establecimiento de herramientas de protección económica y social para los agricultores: la regulación de los mercados agrícolas para estabilizar y asegurar los precios agrícolas” Para la poderosa Confederación gala, la principal preocupación de sus agricultores en el propio terreno cotidiano es ganarse la vida dignamente con su profesión y por ello señala que “Las políticas orientadas a producir más no se corresponden con los problemas actuales”.
E
insiste que es fundamental contar con “políticas
coherentes para asegurar la continuidad laboral de
numerosos-as agricultores-as, garantizar el relevo generacional y
construir nuestra soberanía alimentaria en el
contexto de la crisis climática y ambiental”.
Además, recuerda que la causa de la profunda crisis resultado del malestar
agrícola es la remuneración del trabajo campesino e
insiste en que se debe “encontrar soluciones concretas para
todos los agricultores, no acentuar las desigualdades dentro del mundo
agrícola”. Para la Confederación, algunas
responsabilidades son nacionales; otras, europeas,
y otras están ligadas al eventual impacto negativo de los tratados liberalizadores
suscritos con otras regiones del mundo.
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LA
PROTESTA AGRARIA EUROPEA VAPULEA AL ACUERDO CON EL MERCOSUR.
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Por Sergio Ferrari | 12/02/2024 | Europa.
Fuente.
Revista Rebelión lunes 12 de febrero del 2024.
Fuentes: Rebelión
La protesta campesina generalizada las últimas semanas en Europa ya logró, entre otras
reivindicaciones, la casi segura suspensión
del Acuerdo entre
el MERCOSUR y la UNIÓN
EUROPEA, el cual cuenta con más detractores que simpatías en las dos orillas del Atlántico.
El miércoles 7 de febrero, las posturas críticas que venían circulando sobre dicho acuerdo de libre comercio se
hicieron patentes en las declaraciones de Maros Sefcovic, vicepresidente
ejecutivo de la Comisión Europea (CE) para el Pacto Verde Europeo y las Relaciones
Interinstitucionales. En la actualidad, según Sefcovic, no se puede concretar este Acuerdo entre la Unión Europea
y el MERCOSUR, bloque regional integrado
por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Venezuela forma parte del mismo, pero se encuentra suspendida,
en tanto que Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú y Surinam son Estados
asociados y Bolivia solicitó su admisión
«Me gustaría confirmar que, a juicio de la Comisión
Europea, no se cumplen las condiciones para la conclusión del acuerdo
con el Mercosur”, afirmó este alto funcionario
en el marco de una sesión plenaria del Parlamento Europeo para analizar el impacto de las
crecientes protestas del sector rural en muchos
de los países del continente.
Por su parte,
Hadja Lahbib, ministra belga de Asuntos Exteriores y Comercio
Exterior (Bélgica preside actualmente el Consejo
de la UE), sostuvo que los acuerdos comerciales
deben permitir que los agricultores de los 27 Estados que integran ese bloque regional puedan
«exportar a nuevos mercados y diversificarse, pero no en
su propio detrimento».
El Tratado de Libre Comercio
entre el MERCOSUR y la Unión Europea viene negociándose desde la década del 90. Aunque el 28 de junio de 2019
se logró un acuerdo anunciado por Mauricio Macri, Jair Bolsonaro, Emmanuel
Macron y Angela Merkel, la versión final del mismo no se pulió, adoptó ni ratificó por los Estados
involucrados y, por lo tanto, no ha entrado en vigor. Sectores
progresistas de América Latina denunciaron
entonces el “secretismo” del proceso de
discusión de dicho Acuerdo y la falta total de transparencia en su elaboración. Incluso los
parlamentos de los Estados miembros no habían
sido informados sobre sus contenidos.
Periódicamente ha habido
propuestas, principalmente de parte de la Unión Europea,
de acelerar su ratificación; sin embargo, la
reciente movilización campesina en todo el
continente decretó su “muerte
temporal”. En caso de que entrara en vigor, este Acuerdo sería uno de los más importantes del mundo: 780 millones de personas
involucradas y volúmenes comerciales de entre 40 y 45
mil millones de euros en concepto de importaciones y exportaciones.
Varios países
europeos que no integran la Unión Europea, como Suiza, Noruega, Islandia y Liechtenstein, pero que sí
conforman la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC), han estado negociando en paralelo un acuerdo con el MERCOSUR.
Tampoco éste entraría en vigor si no avanza el tratado principal de los países
sudamericanos con la UE.
Stop a los tratados de libre comercio.
Una de las reivindicaciones promovidas por las recientes
manifestaciones agropecuarias es la eliminación de los acuerdos de libre comercio
debido a que los mismos podrían abrir la puerta a productos agroalimentarios que no cumplen con los estándares
acordados en la UE. Según los campesinos del Viejo Mundo,
se trata de una competencia
desleal debido a que los estándares latinoamericanos son menos exigentes y, por lo tanto, abaratan los costos de producción.
El 29 de enero la Confederación Campesina de Francia presentó
públicamente las 20 principales reivindicaciones
que fundamentan su participación en las protestas.
Las dos primeras consisten, en efecto, en
“La suspensión inmediata de todas las negociaciones de acuerdos de libre comercio, incluida la negociación con el MERCOSUR”, así como en “La ruptura con la competencia desleal, consecuencia directa del libre comercio, mediante el establecimiento de herramientas de protección económica y social para los agricultores: la regulación de los mercados agrícolas para estabilizar y asegurar los precios agrícolas” Para la poderosa Confederación gala, la principal preocupación de sus agricultores en el propio terreno cotidiano es ganarse la vida dignamente con su profesión y por ello señala que “Las políticas orientadas a producir más no se corresponden con los problemas actuales”. E insiste que es fundamental contar con “políticas coherentes para asegurar la continuidad laboral de numerosos-as agricultores-as, garantizar el relevo generacional y construir nuestra soberanía alimentaria en el contexto de la crisis climática y ambiental”. Además, recuerda que la causa de la profunda crisis resultado del malestar agrícola es la remuneración del trabajo campesino e insiste en que se debe “encontrar soluciones concretas para todos los agricultores, no acentuar las desigualdades dentro del mundo agrícola”.
Para la Confederación, algunas responsabilidades son
nacionales; otras, europeas, y otras están
ligadas al eventual impacto negativo de los tratados liberalizadores suscritos con otras
regiones del mundo.
Ese mismo día
de enero, la Coordinación Europea de la Vía Campesina había exigido enfáticamente que se suspendan las negociaciones del Acuerdo UE-Mercosur. Al convocar la gran movilización del sector rural para
el 1 de febrero frente a la sede misma de las
instituciones de la UE, en Bruselas, la Vía Campesina,
principal plataforma internacional del campesinado, exigió un cese inmediato de las negociaciones sobre acuerdos
de libre comercio y
la suspensión de
aquellos vinculados a la agricultura. Para esta
organización, esto significa cesar
las negociaciones con el MERCOSUR, no ratificar el acuerdo UE-Nueva Zelanda y frenar las negociaciones en curso con Chile, Kenia, México, India y Australia.
Sociedad civil alza su voz
“La suspensión por parte de la UE
de las negociaciones sobre un acuerdo de libre comercio con el MERCOSUR
es algo positivo, y Suiza y la Asociación
Europea de Libre Comercio deberían seguir este ejemplo”, declaró a este corresponsal
Isolda Agazzi, experta en Relaciones Comerciales
de la Alliance Sud (Alianza Sur). Dicha
plataforma reúne a las principales Organizaciones No
Gubernamentales de la cooperación suiza para el
desarrollo.
Según
Agazzi,
“la liberalización de los productos
agrícolas conduciría a una aberración ecológica
contraria a los esfuerzos para proteger el clima.
Este Acuerdo es anacrónico y obsoleto. No tiene razón de ser ni de existir”.
Desde hace
años Alliance Sud, que integra la Coalición Suiza sobre el MERCOSUR,
se ha opuesto a estos acuerdos. Ya en 2021 los
había definido como “un
disparate climático” y evaluaba que los mismos
“conducirán a un aumento del 15%
en las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes
del comercio agrícola”
Dicha Coalición señaló
entonces que el acuerdo
“tendrá
un impacto negativo tanto en la situación medioambiental y de derechos
humanos en los países latinoamericanos como en la agricultura en Suiza”.
Además, que
contribuirá a la destrucción progresiva de los bosques tropicales y al uso de pesticidas peligrosos, algunos de los cuales están prohibidos en
los propios estados de la AELC. Y que también provocará un aumento de las importaciones de carne
“cuya producción no cumple en absoluto
con los estándares suizos en materia de bienestar animal y contradice las expectativas
legítimas de los consumidores”.
Autor. Sergio Ferrari. Periodista argentino, radicado en Suiza.
***
Por
su parte Greenpeace, que también se opone radicalmente al Acuerdo
Mercosur-Unión Europea, recuerda que “a menudo
[este acuerdo] es presentado como un acuerdo de “coches
por vacas” porque tiene como objetivo promover las exportaciones
europeas de automóviles, aunque
también apunta a promover las de textiles y
alimentos (queso, leche en polvo, etc.). Lo que Europa importe de los países del MERCOSUR será, fundamentalmente, carne (de res,
pollo, etc.) y etanol.
Según Greenpeace,
“este acuerdo es fuertemente criticado por los agricultores europeos, quienes denuncian una
competencia desleal con diferentes
estándares medioambientales, sociales o sanitarios, así como por las asociaciones
ecologistas, las cuales señalan un impacto
negativo sobre los bosques y un fortalecimiento de
la agroindustria”.
Cuestionamiento de las dos orillas
No faltan las
voces latinoamericanas que consideran que la
resistencia europea al Tratado representa una
nueva vuelta de tuerca
neocolonial de parte de Europa y que anticipan que dicha posición pretende vampirizar las relaciones
entre el Viejo Mundo y
América Latina (https://nuso.org/articulo/mercosur-union-europea/).
La Fundación Rosa Luxemburg de España publicó a
mediados de 2022 una “Aproximación
Crítica al Acuerdo UE-Mercosur” en la que sostiene que
“el tratado supone abundar en las mismas matrices [que las actuales]: MERCOSUR
acentuaría su papel como exportador de materias primas
agropecuarias y Europa
le vendería coches
y otros productos industriales,
desarticulando así el tejido industrial interno
de la región [latinoamericana]”. Y concluye que, “a grandes rasgos, ganan las multinacionales de un lado y el otro, que
pueden producir de manera deslocalizada, a gran
escala y a bajo precio, pero a un alto coste humano y
ambiental”
El
torbellino agrario que las últimas semanas ganó
las rutas y las calles de una mayoría de las capitales de Europa
Occidental se ha convertido en una de las protestas
continentales más “globales”
de los últimos años. Con reivindicaciones
amplias y diversas –por momentos hasta contradictorias–, con acento de izquierda o de derecha, según los casos y los países o regiones,
pero de todos modos de un impacto político innegable.
La dirigencia europea ha debido escuchar la protesta y hacer concesiones. El Tratado con el MERCOSUR es
uno de los primeros baluartes que cae,
acorralado por la movilización popular, cuestionado
desde las dos orillas atlánticas por su falta de
transparencia y debilitado por recelos de uno y otro sector
agropecuario temerosos de que les hagan goles en contra que no imaginaban.
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