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¿Soluciones de mercado o delirios? Aunque la tarificación del carbono y los mercados de
compensación se han promovido como soluciones para mitigar el calentamiento global, sus
limitaciones e ineficacia para reducir significativamente las emisiones subrayan la necesidad de estrategias
alternativas. Son cruciales unas políticas selectivas de inversión y fomento de la
tecnología y un aumento considerable de la financiación
climática para la adaptación y la mitigación
en los países en desarrollo. Solo podrán tener éxito si
se conciben y aplican de forma pragmática, teniendo en cuenta
el abanico de retos de desarrollo sostenible y
de otro tipo a los que se enfrentan. Hacer
frente al cambio climático requiere un enfoque global, equitativo y
pragmático que dé prioridad a una reducción sustancial de las emisiones y apoye a las poblaciones vulnerables más afectadas por el
calentamiento global.
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LA
HIPOCRESÍA DE LOS PAÍSES RICOS ACELERA EL CALENTAMIENTO GLOBAL.
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Por Jomo Kwame Sundaram | 03/05/2024 | Ecología social
Fuentes.
Revista Rebelión viernes 3 de mayo del 2024.
KUALA LUMPUR – La hipocresía climática de las naciones ricas
está acelerando el calentamiento global, acercando al planeta a una catástrofe
irreversible, cuyas peores consecuencias recaerán sobre los más pobres, tanto
países como ciudadanías.
Injusticia climática
Los
discursos oficiales y otros públicos
reconocen o incluso invocan la necesidad de una responsabilidad
colectiva, pero la disparidad de culpabilidad entre los países ricos y el mundo en desarrollo es patente.
Históricamente, los países
del Norte industrial han sido los principales
responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero, pero siguen eludiendo su parte de responsabilidad.
La
idea de un reparto equitativo de la carga de
la lucha contra el cambio
climático oculta convenientemente las emisiones desproporcionadamente
más altas y la explotación histórica de los
países ricos.
Las
nuevas y pretendidamente ambiciosas
políticas climáticas equitativas de la Unión
Europea, como el Mecanismo de Ajuste en la Frontera del Carbono (CBAM, en inglés), continúan con esta hipocresía.
Aunque aparentemente pretenden reducir las emisiones, estas medidas gravan más a los países en desarrollo, profundizando aún más las desigualdades mundiales.
¿Son mejores las soluciones de mercado?
Del
mismo modo, los impuestos sobre el carbono, los precios y los
sistemas de comercio de derechos de emisión hacen
mucho más difícil que las naciones con menos recursos puedan permitirse una acción climática adecuada.
Tienen
pocos recursos para adaptarse al calentamiento global y sus efectos, y mucho menos
para permitirse las costosas transiciones hacia tecnologías
más limpias y otras medidas de mitigación.
Además, los países desarrollados han trasladado sus industrias de alto consumo energético
al Sur para exportar sus emisiones. De este modo, trasladan de hecho la
culpa mientras consumen la mayoría de los bienes y
servicios producidos con elevados costes medioambientales.
Limitar
el aumento de la temperatura media a
no más de 1,5 C
(grados centígrados) por encima de los niveles preindustriales, tal y como acordó la
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (MNUCC), requerirá una drástica reducción de las
emisiones de carbono (dióxido
equivalente) en 45 % por debajo de los niveles de 2010 para 2030.
En
cambio, el Grupo Intergubernamental de Expertos
sobre el Cambio Climático (IPCC) estima que las
tendencias actuales aumentarán la temperatura media en 2,7 grados C de aquí a 2100, muy por encima de
los niveles catastróficos.
A
pesar de la urgencia, los países se centran principalmente en
comprometerse a la distracción de las emisiones netas de
carbono cero para 2050,
ignorando la necesidad urgente de reducciones sustanciales de las emisiones de
gases de efecto invernadero (GEI).
En las
últimas Conferencias de las Partes(COP) sobre el
cambio climático,
la tarificación del carbono y los mecanismos de
mercado relacionados se han vendido como un medio eficaz y justo de reducir rápidamente las emisiones de dióxido de carbono y otros GEI para mitigar el
recalentamiento planetario.
Distribución de los ingresos del impuesto
sobre el carbono
Peor
aún, no se discute cómo deberían distribuirse equitativamente los ingresos procedentes de los impuestos sobre el carbono
para acelerar los esfuerzos de adaptación y mitigación del
cambio climático en
los países más pobres.
La
tarificación del carbono pretende penalizar a los emisores de GEI por los daños y pérdidas
económicas causados por el calentamiento global. Sin embargo, hay pocos
indicios de que se hayan realizado esfuerzos para
compensar a los más perjudicados.
Además,
los sistemas de mercado del carbono solo han tenido efectos muy insuficientes.
Las
emisiones únicamente se han reducido marginalmente, muy por
debajo de lo que el mundo necesita para hacer
frente a la amenaza
climática.
Además de ser ineficaces, sólo una pequeña fracción de las emisiones mundiales de GEI está sujeta a impuestos sobre el carbono, a menudo impuestos con métodos y supuestos sesgados.
Descuentos en los precios del carbono
Los
precios del carbono también han sido objeto de grandes descuentos para
inducir la participación del mercado y la
aceptación pública. De ahí que los tipos de los impuestos sobre el carbono no reflejen los
supuestos costes sociales de las externalidades
adversas.
Todavía
peor, a pesar del potencial de los impuestos sobre el carbono para generar ingresos
significativos para la financiación del clima, no se han desarrollado, y mucho menos
aplicado, medidas redistributivas progresivas.
Por
tanto, las políticas de tarificación del carbono no
están a la altura de las circunstancias. Tampoco abordan los problemas
sistémicos subyacentes que provocan el calentamiento global. Los impuestos sobre el carbono tienden a ser
regresivos y gravan de forma desproporcionada a las personas
y países con rentas bajas.
Sin una reasignación progresiva de los recursos, las naciones
y las personas pobres no pueden permitirse
adaptarse al calentamiento global, y mucho menos
contribuir a los necesarios esfuerzos mundiales de
acción por el clima
o lograr un desarrollo sostenible.
Las
subvenciones gubernamentales a los combustibles fósiles, por ejemplo, para garantizar
el apoyo contra Rusia tras su invitación a Ucrania, han socavado el propósito de la
tarificación del carbono.
Con tales subsidios, los precios del carbono
pasaron a ser negativos en muchos países en 2022.
Cero por cero, neto
Los mercados
de compensación de carbono,
promocionados como una forma de lograr emisiones netas
cero, han sido criticados como una distracción ineficaz, que permite a los ricos seguir
emitiendo GEI mientras se benefician los intermediarios
financieros.
El
objetivo de emisiones netas cero es peligrosamente engañoso. Los
compromisos para alcanzar las emisiones netas cero
suelen basarse en la compensación, que permite a los países y a las empresas evitar la reducción de emisiones.
A
pesar del aumento de la demanda
de compensaciones de carbono por parte de grandes
inversores financieros, gran parte de los beneficios se destinan al arbitraje, la especulación
y el comercio, en
lugar de a los esfuerzos de descarbonización.
Iniciativas
como la Alianza Financera de Glasgow para el
Cero Neto se anunciaron como avances significativos. Sin embargo, hay muchas
razones para ser escépticos sobre la eficacia de
tales iniciativas para reducir las emisiones de GEI.
Menos
de medio año después de la COP26 de
Glasgow, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y los países
aliados abandonaron su compromiso declarado de
acabar con la quema de carbón a pesar de todos sus peligros adicionales, como
las emisiones de sulfuros
y sulfatos.
¿Soluciones de mercado o delirios?
Aunque
la tarificación del carbono y los mercados de compensación se han promovido como
soluciones para mitigar el calentamiento
global, sus limitaciones e ineficacia para reducir significativamente
las emisiones subrayan la necesidad de
estrategias alternativas.
Son
cruciales unas políticas selectivas de
inversión y fomento de la tecnología y un aumento considerable de la financiación climática para la adaptación y la mitigación en los países en desarrollo.
Solo
podrán tener éxito si se conciben y aplican de forma pragmática,
teniendo en cuenta el abanico de retos de desarrollo sostenible y de otro tipo a los que se
enfrentan.
Hacer frente al cambio climático requiere un enfoque
global, equitativo y pragmático que dé
prioridad a una reducción
sustancial de las emisiones
y apoye a las poblaciones vulnerables más afectadas por
el calentamiento global.
Jomo Kwame Sundaram, profesor de economía y antiguo secretario general
adjunto de la ONU para el Desarrollo Económico.
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