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“El
éxito de la política de substitución de
importaciones implementada por Putin, que ha
permitido a Rusia pasar de ser importadora a ser
exportadora de bienes agrícolas y alimentarios,
éxito que el autor mencionado antes remarca y detalla, sin menoscabo de apuntar
peligros de orden secundario. Si Rusia importaba el 46%
de la carne en el año 2005, en el 2020 tan sólo era del 6%, siendo
autosuficiente en porcino y avícola y en gran
medida en bovino y lácteos. En ese último año,
las exportaciones agroalimentarias rusas ascendieron
a 30 mil millones de dólares, superando a las de
gas natural (26 mil millones de dólares).
“Rusia reaccionó a
las sanciones occidentales, iniciadas en el año 2014, preparando todo su sistema financiero para no
depender de los instrumentos e instituciones dominadas por EE.UU., ofreciendo alternativas al sistema SWIFT y a las tarjetas Visa y
MasterCard, creando su sistema de pagos nacional ruso, el sistema
nacional de tarjetas de pago (NSPK) en 2015, con la tarjeta Mir (87% de
la población la posee y es el principal medio de pago del 42% de los rusos, además de ser utilizada en Crimea). La desdolarización en
la economía rusa ha seguido a pasos agigantados
en el ámbito del comercio exterior y en el de las reservas en el Banco Central Ruso (BCR).
“Por
último, el complejo militar ruso, tratado
en extenso en otro texto anterior, Keynesianimo con botas,
ha retomado la reforma del sector de la defensa con la sociedad estatal Rosoboronexport, el sector aeroespacial al que le sigue el sector nuclear con la
sociedad Rosatom. No cabe aquí adentrarnos en detalles, pero vale mencionar que
Rusia no deja de ser una gran potencia industrial: primer
exportador de centrales nucleares y segundo exportador de armamento del mundo, sigue
formando parte del club muy cerrado de las grandes potencias espaciales y conserva competencias
de primer plano en la aeronáutica.
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LA
UNIÓN CHINO-RUSA, UN DOLOR DE CABEZA.
*****
Por Alejandro Marcó del Pont |
27/05/2024 | Economía
Fuentes Revista Rebelión lunes 27 de
junio del 2024.
Fuentes: El
tábano economista
Malas
noticias para Ucrania y Occidente: Beijing cruzó el Rubicón (El Tábano Economista)
Existen
numerosos motivos para suponer que este título encierra una
hipótesis. Lo evidente es que el protagonismo de Rusia
se ha consolidado tras años de recuperación del desastre que supuso la
desintegración de la Unión Soviética. La anexión
de Crimea, la guerra en Siria,
la vacuna Sputnik contra el COVID-19 y la operación especial de Ucrania son claros indicios de que Rusia ha regresado como una potencia
global.
La
alianza con China tiene para cada participante aspectos estratégicos, económicos y geopolíticos particulares.
Para Rusia, la transición de una alianza euroasiática hacia una Gran
Eurasia representa un paso monumental. Este proceso implica la creación
de instituciones como la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), que podría considerarse una «OTAN euroasiática», la Unión Económica Euroasiática (UEE), además de la Organización de Cooperación de
Shanghái (OCS), así como acompañar la Iniciativa de la Franja y la Ruta juegan roles
cruciales.
Por
su parte, China, desde un punto de vista estratégico, consideraría
la alianza con Rusia como una forma de ganar
profundidad territorial en un escenario bélico en el mar de China, particularmente en relación con Taiwán. De este modo, se aseguraría una retaguardia
terrestre estable, lo que podría resultar de gran importancia si llegara a estallar un conflicto abierto. Esta alianza
garantizaría una sólida defensa terrestre frente a las amenazas
marítimas.
La Ruta de la Seda, en su vertiente terrestre, y no la marítima, desempeña un papel crucial en esta estrategia (ver mapa). La Franja y la ruta junto con Rusia no es sólo una iniciativa; es una respuesta de la importancia de la geografía marítima del Indo-Pacífico. En los últimos años, el Indo-Pacífico se ha vuelto central para la seguridad y las políticas exteriores de países como Estados Unidos, Japón, Australia, India, Reino Unido, Francia, Alemania y los países de la ASEAN. EE.UU. sigue fortaleciendo sus alianzas militares y de seguridad tanto a nivel bilateral como a través de la potenciación de las nuevas alianzas, ya sea Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (QUAD: Estados Unidos, Japón, Australia e India) o AUKUS, una alianza estratégica militar entre tres países de la angloesfera: Australia, Reino Unido y Estados Unidos.
Esa
gran pinza estratégica preocupa en China.
Atemperarla y equilibrarla, en buena medida, pasa por establecer unas buenas
relaciones con Rusia; de este modo, puede
concentrar sus preocupaciones y recursos en los desafíos que plantean la estabilidad de las rutas
marítimas y la gestión de los contenciosos en esta frontera. El
entendimiento bilateral se sustenta en un avance
de la relación comercial, pero, además, en lo
político, ambas naciones comparten el rechazo al orden liberal que lidera EE.UU. y reclaman su derecho a plasmar regímenes
políticos adaptados a su propia historia, cultura o
necesidades como expresión de garantía de soberanía. En lo diplomático, desde la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) a los BRICS +, ambos países han entretejido una red de
socios con una proyección que no deja de crecer, aun a pesar de las
contradicciones que pudieran prodigarse en su
seno. La multipolaridad es el santo y seña que
les convoca.
La
Ruta de la Seda se inició para resolver el exceso de productos de China, como acero, cemento y otros materiales básicos,
y para hacer un uso más eficiente de las reservas de
divisas del país a través de préstamos.
Este enfoque neomercantilista tenía como objetivo inundar Europa y otras regiones con productos chinos. Desde la
llegada al poder de Xi Jinping en 2012 y el
lanzamiento de la Iniciativa de la Franja y la Ruta en
2013, esta estrategia cobró un sentido claro.
Sin embargo, en 2016 todo cambió. La Corte Permanente de Arbitraje de La Haya desestimó el reclamo de Beijing sobre gran parte del Mar de China Meridional. Este fallo modificó el enfoque de las inversiones chinas, orientándolas hacia el sur global y dejando en suspenso la ruta marítima. Solo el Corredor Económico China-Pakistán (CPEC) ha experimentado una expansión significativa desde entonces. Desde aquel tiempo la visión de Xi es defensiva, ya que incluye la creación de una vasta red de ferrocarriles, oleoductos, carreteras y cruces fronterizos simplificados, tanto hacia el oeste (a través de las antiguas repúblicas soviéticas montañosas) como hacia el sur, hasta Pakistán, India y el resto del sudeste asiático. Según Xi, una red de este tipo ampliaría el uso internacional de la moneda china, el renminbi. En tierra, Beijing pretende conectar el interior subdesarrollado del país con Europa a través de Asia Central.
La
idea de la ruta cambió y se expandió a nivel
mundial: en agosto de 2023, alrededor
de 150 países se
habían adherido a la iniciativa. Terminó sirviendo como una plataforma valiosa para desarrollar las ambiciones del
presidente Xi como líder
mundial y presentó una oportunidad para exportar productos chinos a países que no son ricos
y extraer recursos naturales de esas naciones en desarrollo. Los datos
sugieren que Asia, África y América Latina se
han convertido en destinos importantes para las exportaciones
de productos básicos, representando alrededor del 21% de las exportaciones totales de China
en 2022, según cifras oficiales del gobierno chino.
Al
mismo tiempo, China ha invertido en muchos proyectos de infraestructura
no rentables en varios países. Según cifras oficiales
chinas publicadas en 2024, la deuda con
el Export-Import Bank de China por los países que participan en la ruta ha
alcanzado más de 300 mil millones de dólares del compromiso
total de China de aproximadamente 1 billón de dólares desde el inicio de La Ruta de la Seda.
El alineamiento con Rusia es ahora una prioridad declarada de la política exterior china. El comercio bilateral es uno de los puntos nodales. En 2006 Putin anunció el objetivo de aumentarlo al menos 60 mil millones de dólares para 2010, luego, ascendió a 100 mil millones de dólares, lo que los países lograron en 2018, y en 2023 alcanzó un récord: 240.100 millones de dólares. La inversión del gasoducto Power of Siberia-2, que transportará gas ruso a China está en juego, este año, China pagó sólo 300 dólares por 1.000 metros cúbicos de gas bombeado a través del gasoducto Power of Siberia-1, mientras que Europa y Turquía pagaron más de 500 dólares por 1.000 metros cúbicos.
La
energía representa más del 70% de
las exportaciones rusas a china y esto es
natural, pero las exportaciones rusas de sistemas de energía
nuclear, aviones e incluso un sistema de alerta de misiles son
importantes. Rusia es el mayor proveedor de
armas de China y proporcionó el 70% de las importaciones de armas de China entre 2014 y 2018.
La
guerra comercial entre Estados Unidos y China
reveló el afán de Rusia por reemplazar
las exportaciones agrícolas estadounidenses a China,
y puso de relieve las barreras que enfrenta. Hay un nicho que se está liberando
en China por los aranceles
estadounidenses que Rusia debería
aprovechar, tendría que vender todo lo que puede cultivar; se sabe que la
demanda China es ilimitada, pero la capacidad de
Rusia para crecer es limitada. Veamos entonces
que ha hecho Rusia con esta oportunidad.
En
su libro “Rusia: El retorno del poder»,
David Teurtrie marca algunos datos interesantes. Rusia es un estado multinacional, con diversidad
étnica-nacional y religiosa, de 145 millones de habitantes, con una riqueza de
recursos que se evidencia al señalarlo como el número 1
mundial en cuanto a reservas de gas; 2.º en
carbón; 4º en uranio y el 5º en petróleo; además de ser el primer productor mundial de
paladio y el 2º
productor mundial de diamantes, y muy relevante
en cuanto a acero, aluminio, níquel, platino y oro.
El
análisis demográfico es crucial para comprender varias cuestiones. Rusia cuenta con aproximadamente 11.5 millones de extranjeros,
divididos por nacionalidad de la siguiente manera: Uzbekistán:
30%, Ucrania: 20%, Kazajistán: 15%, Tayikistán: 10%, Armenia: 10%, Kirguistán:
5%, Azerbaiyán: 5% y provenientes de otras
regiones: 5%.
La
cuestión demográfica rusa ha sido un problema persistente durante los últimos
treinta años. A pesar de una mejora en la
esperanza de vida de sus ciudadanos y de una
política natalista cuyos resultados a medio plazo están por evaluarse, Rusia enfrenta una crisis
demográfica. La pirámide de población del
país es peculiar, con una sobre mortalidad notable de hombres
en comparación con mujeres en la edad adulta.
Esto
lleva a dos conclusiones rápidas. La primera es
la baja tasa de desempleo, actualmente en 2.9%, históricamente baja debido a la falta de mano de obra, una situación agravada por el
reclutamiento para la guerra. La segunda es que,
aunque Rusia puede reclutar jóvenes para combatir en la actualidad, en cinco años
esto es incierto, lo que subraya la necesidad de resolver el conflicto en Ucrania a corto plazo.
El
éxito de la política de substitución de
importaciones implementada por Putin, que ha
permitido a Rusia pasar de ser importadora a ser
exportadora de bienes agrícolas y alimentarios,
éxito que el autor mencionado antes remarca y detalla, sin menoscabo de apuntar
peligros de orden secundario. Si Rusia importaba el 46%
de la carne en el año 2005, en el 2020 tan sólo era del 6%, siendo
autosuficiente en porcino y avícola y en gran
medida en bovino y lácteos. En ese último año,
las exportaciones agroalimentarias rusas ascendieron
a 30 mil millones de dólares, superando a las de
gas natural (26 mil millones de dólares).
Rusia reaccionó a
las sanciones occidentales, iniciadas en el año 2014, preparando todo su sistema financiero para no
depender de los instrumentos e instituciones dominadas por EE.UU., ofreciendo alternativas al sistema SWIFT y a las tarjetas Visa y
MasterCard, creando su sistema de pagos nacional ruso, el sistema
nacional de tarjetas de pago (NSPK) en 2015, con la tarjeta Mir (87% de
la población la posee y es el principal medio de pago del 42% de los rusos, además de ser utilizada en Crimea). La desdolarización en
la economía rusa ha seguido a pasos agigantados
en el ámbito del comercio exterior y en el de las reservas en el Banco Central Ruso (BCR).
Por
último, el complejo militar ruso, tratado
en extenso en otro texto anterior, Keynesianimo con botas,
ha retomado la reforma del sector de la defensa con la sociedad estatal Rosoboronexport, el sector aeroespacial al que le sigue el sector nuclear con la
sociedad Rosatom. No cabe aquí adentrarnos en detalles, pero vale mencionar que
Rusia no deja de ser una gran potencia industrial: primer
exportador de centrales nucleares y segundo exportador de armamento del mundo, sigue
formando parte del club muy cerrado de las grandes potencias espaciales y conserva competencias
de primer plano en la aeronáutica.
En
conjunto, los factores que hemos visto revelan una
asociación de desiguales que se volverá aún más desequilibrada en el futuro. China ya supera a Rusia
en casi todas las dimensiones, y si puede superar sus propios desafíos
internos, en una década su tamaño será aún
mayor. Durante ese período, Beijing necesitará
la ayuda de Moscú, o al menos su beneplácito,
para continuar expandiéndose hacia Occidente.
Ningún país está mejor posicionado que Rusia para
arruinar las ambiciones terrestres de China o complementarlas. Pero
aislada de Occidente, Rusia tiene pocas
alternativas para no profundizar los vínculos económicos con China.
El
enigma radica en la respuesta de Occidente,
especialmente de Estados Unidos. Como señala Emmanuel Todd en su último libro, “La derrota de Occidente”, lo
mejor que podría ocurrir para la Unión Europea sería
la desaparición de Estados Unidos, aunque esto
es altamente improbable. Los resultados de las elecciones
estadounidenses dejan a la sociedad profundamente dividida, pero en esta
división yace la clave.
La
guerra en Ucrania probablemente se prolongará, al menos hasta saber
quién gobernará Estados Unidos durante los
próximos cuatro años. La idea de atraer a Rusia hacia
Occidente, poniendo fin a la guerra para alejarla de China, es una propuesta novedosa y discutida en círculos republicanos. Sin
embargo, los neoconservadores demócratas no
contemplan una acción de este tipo, lo que perpetuará
los errores en la misma dirección actual.
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