En el pasado reciente hacía mella en ese empeño el contubernio existente entre el capital transnacional y los grupos de poder de las oligarquías locales, que se interponían al necesario consenso político en relación con problemas específicos a la soberanía de las naciones, al rescate de las funciones económicas y sociales de los Estados - de sus recursos naturales, intelectuales y patrimoniales, seguridad y sostenibilidad integra l-, y de su proyección futura basada en el conocimiento. En nuestro criterio y, en este sentido, constituyen hechos fehacientes del cambio de Era acaecido en América Latina:
/////Otro mundo más humanista y responsable sí es posible.
En nuestra América en el nuevo milenio, surgen Proyectos Políticos Soberanos.
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Martes 26 de octubre del 2010.- 16:38:38 / web@radiorebelde.icrt.cu /
Astrid Barnet Rodríguez.
.La Habana, Cuba.- Conocida es la política de Estados Unidos y sus corporaciones transnacionales -junto a sus socios de la Unión Europea (UE) y Japón-, en relación con las naciones del Sur. Política propugnada en organismos y foros internacionales donde fomenta un nuevo orden basado en la globalización por vías neoliberales, que a la vez privilegie sus ventajas imperiales, y profundice la brecha científico-tecnológica e informática y las inequidades Norte-Sur.
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En respuesta, y desde inicios del nuevo milenio, emergen en Nuestra América proyecciones soberanas y superadoras del discurso neoliberal -desestabilizador durante más de dos décadas de las otrora funciones económico- políticas de los Estados del Sur-, en busca de nuevas alternativas al desarrollo económico-social.
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En el pasado reciente hacía mella en ese empeño el contubernio existente entre el capital transnacional y los grupos de poder de las oligarquías locales, que se interponían al necesario consenso político en relación con problemas específicos a la soberanía de las naciones, al rescate de las funciones económicas y sociales de los Estados -de sus recursos naturales, intelectuales y patrimoniales, seguridad y sostenibilidad integral-, y de su proyección futura basada en el conocimiento.En nuestro criterio y, en este sentido, constituyen hechos fehacientes del cambio de Era acaecido en América Latina:
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• La ruptura con las llamadas relaciones carnales de subordinación al llamado Consenso de Washington
• El rechazo aplastante en Mar del Plata (2005) del proyecto de Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA)
• Y, en lo esencial, el creciente surgimiento de gobiernos con proyectos integracionistas - emancipativos y alternativos-, contentivos de estrategias enfiladas al logro de sociedades basadas en el conocimiento, el humanismo y la equidad. Son los casos de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Brasil.
• El rechazo aplastante en Mar del Plata (2005) del proyecto de Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA)
• Y, en lo esencial, el creciente surgimiento de gobiernos con proyectos integracionistas - emancipativos y alternativos-, contentivos de estrategias enfiladas al logro de sociedades basadas en el conocimiento, el humanismo y la equidad. Son los casos de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Brasil.
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Así, resulta más que evidente que el modelo económico norteamericano no ha dado (ni va a dar) respuesta a los principales retos científico-tecnológicos planteados programáticamente ante su propia sociedad y, menos aún, ante el mundo. Cada vez más lejano va quedando ya el tan invocado y paradigmático proyecto imperial basado en la llamada sociedad del conocimiento, que resuelva las necesidades de energía, alimentación, salud, educación, equilibrio ecológico, trabajo, bienestar económico, seguridad social, cultura, vivienda… Sin mencionar, los compromisos contraídos, en el plano internacional, de contribuir al logro de las Metas del Milenio, partiendo del respeto absoluto a las normas de convivencia pacífica entre las naciones.
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Así, resulta más que evidente que el modelo económico norteamericano no ha dado (ni va a dar) respuesta a los principales retos científico-tecnológicos planteados programáticamente ante su propia sociedad y, menos aún, ante el mundo. Cada vez más lejano va quedando ya el tan invocado y paradigmático proyecto imperial basado en la llamada sociedad del conocimiento, que resuelva las necesidades de energía, alimentación, salud, educación, equilibrio ecológico, trabajo, bienestar económico, seguridad social, cultura, vivienda… Sin mencionar, los compromisos contraídos, en el plano internacional, de contribuir al logro de las Metas del Milenio, partiendo del respeto absoluto a las normas de convivencia pacífica entre las naciones.
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En ese sentido -y a pesar del natural orgullo que el pueblo de la Unión prodiga al renombrado nivel científico-tecnológico alcanzado por su país-, aumenta la percepción de insatisfacción y desconfianza en crecientes estratos sociales e, incluso, en importantes personeros del establishment acerca del desempeño unilateral y irracional en esta esfera, causante de controvertidas consecuencias a favor del “rendimiento corporativo”, por un lado, y en detrimento de las expectativas sociales mencionadas, por el otro.
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Algunas cuestiones podrían ilustrar que, cada vez, mayor número de norteamericanos se sienten insatisfechos bajo la égida del modelo vigente. Entre ellas se podrían citar:
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• El afán de las corporaciones agroalimentarias al empleo masivo de agroquímicos sintéticos, enzimáticos-hormonales, transgénicos, simientes encapsuladas…, destinados a elevar sustancialmente la productividad, pero que a la vez, afectan la salud del ser humano, el entorno y la biodiversidad.
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• La posición conservadora de las corporaciones transnacionales energéticas y de los combustibles, priorizando el modus operandi tecnológico instalado. Su posicionamiento extensivo sobre las reservas mundiales de combustibles (en agotamiento) y, más recientemente, del degradable recurso “tierra” para los agrocombustibles (promoviendo así el alza generalizada de los precios). Todo ello muy a pesar de los promisorios logros de científicos y expertos de diversas partes del mundo quienes plantean una seguridad energética basada en fuentes renovables y limpias que garanticen la sostenibilidad integral. Y sin que obstaculicen, por supuesto, la alimentación y otras necesidades del ser humano.
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• Desde el ángulo ecológico, en este mismo sector energético -depredador de las reducidas reservas de combustibles fósiles- se generan desproporcionadas exhalaciones de gases de efecto invernadero, causa científicamente demostrada del calentamiento global con nefastas consecuencias para el equilibrio ecológico y la supervivencia. Es el resultado de que Estados Unidos sea el primer contaminante del Planeta. A pesar de todo ello, persiste una obstinada reticencia oficial a reconocer tal relación causa-efecto, y a la vez a involucrar a las principales naciones contaminantes a adoptar, al respecto, políticas más razonables y urgentes.
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• La reducción y anulación del presupuesto público para proyectos prioritarios encaminados a investigaciones determinantes en el conocimiento de la materia, la vida y el universo (células troncales y proyectos NASA, entre otras) con la consecuente dispersión de su “capital humano y tecnológico”.
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• La búsqueda de fuerza laboral barata (off shore-fuera de fronteras) para importantes cadenas productivas incluidos sus eslabones en Ciencia, Tecnología y servicios de Alta tecnología (ALTEC) y de generación de conocimiento. Todo esto con el consecuente desmembramiento de su fuerza laboral intelectual propia (los cuellos blancos) y a la vez, la sistematización del tristemente célebre robo de cerebros (inmigración selectiva de cuellos blancos desde países subdesarrollados o de menor nivel salarial). Ambos procesos conducentes a la desocupación creciente, a la pérdida de incentivos para el ingreso en el sector científico-tecnológico de los jóvenes y al consecuente envejecimiento de los cuellos blancos norteamericanos.
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• La afectación a la fiabilidad de las estadísticas económicas como consecuencia de cálculos manipulados entre los informes referidos al Producto Nacional Bruto (PNB) y al Producto Interno Bruto (PIB) consistentes, entre otros, en que… “la reducción de costos llevada a cabo por las empresas estadounidenses que producen en el exterior no se registre en el crecimiento del PIB americano, a la vez que los beneficios productivos obtenidos por las empresas americanas cuando trasladan diseño, investigación y desarrollo fuera del país se registre como crecimiento en la productividad norteamericana”.
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• En el discurso electoral y en las decisiones de política de los personeros del establishment se acude con frecuencia a posiciones anticientíficas -carácter creacionista, fundamentalista y de diseño inteligente-, retrotrayendo a significativos sectores de la población hacia niveles ampliamente superados por la cultura mundial y de las propias vanguardias norteamericanas.
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• La ética de la vida avanza muy rezagada tras la masificación incontrolada de los adelantos científico-tecnológicos, viéndose subyugada a los intereses avalados por la llamada ética del mercado. Históricamente, y en cada una de las cuestiones descritas más arriba (y en muchas otras) comprometidas con la vida y el saber, los obstáculos han sido muchos para el triunfo del sentido común, frente a los poderosos intereses corporativos, respaldados por los poderosísimos medios de comunicación y la filosofía de la política oficial de Estados Unidos.A este paradigma de modelo económico-social hay que agregar algo fundamental: el presupuesto militar (in crescendu) usurpador del contribuyente norteamericano y del bienestar social de la nación, por un lado, y de las insostenibles inequidades en las relaciones Norte-Sur, por el otro.
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Igualmente, existe una prolífera literatura que apunta hacia el inminente agotamiento del referido modelo reproductivo movido por su única función-objetivo: la plusvalía extraordinaria, en régimen de apropiación privada del conocimiento, y sustentado en la criminal inventiva terrorista de tener enemigos en cientos o más rincones oscuros del globo, con sus consecuentes guerras de ocupación e intervenciones directas e indirectas, y en las que muy a pesar de su supremacía -incluida la científico-tecnológica-, nunca logran vencer.
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Así las cosas continúan surgiendo fuerzas (dentro y fuera del establishment), que reclaman una función de cambio sostenida, de abrirle paso a un modelo inteligente con voluntad política, que extraiga al sistema de su prolongado atolladero ético y estructural. Hoy más que nunca se evidencia que el modelo (histórico) de Washington no ha dado respuesta a los principales retos científico-tecnológicos planteados programáticamente ante la propia sociedad norteamericana y, menos aún, ante la humanidad. Sin dejar de mencionar sus compromisos contraídos, en el plano internacional, de contribuir al logro de las Metas del Milenio a partir de normas de convivencia pacífica entre las naciones.Es en este contexto en el que se conceptualiza la crisis hegemónica imperial (en general) en el campo específico de la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad. De las vías de solución de este complejo problema depende, sin lugar a dudas, la vida planetaria.
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En estos momentos en que la humanidad se halla en una peligrosísima encrucijada ante los preparativos de un ataque contra Irán y en que, sistemas de alta tecnología --incluso armas nucleares--, están totalmente desplegados, reafirmemos que otro mundo más humanista y responsable sí es posible.
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