ePor eso, el propósito de todo revolucionario siempre tendrá que girar en torno a la posibilidad real de propiciar un nivel más avanzado de organización, de movilización y de formación teórica de las masas populares, más allá de una simple militancia partidista. De nada valdrá entonces que una determinada organización política ocupe todos los cargos públicos, si no se hace absolutamente nada por cambiar y transformar desde la sociedad civil emergente, popular y democrática las diversas estructuras burguesas que impiden darle validez permanente al poder popular. Esto incluiría, además, crear las condiciones que permitan superar las contradicciones del capitalismo, haciendo del socialismo algo más efectivo para que haya una distribución equitativa de la riqueza generada por todos los latinoamericanos.
¿ Avanzamos o Retrocedemos?
Populismo o Socialismo.
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Jueves 30 de septiembre del 2010.
Homar Garcés (especial para ARGENPRESS.info)
Aunque muchos chavistas (y revolucionarios) afirmen todo lo contrario, la continuidad y la profundización de los cambios revolucionarios no dependen nada más del hecho de colmar la Asamblea Nacional de partidarios incondicionales del Presidente Chávez, puesto que lo más importante para que se produzca realmente una revolución socialista y popular en Venezuela es que el pueblo organizado empiece a generar sus propios espacios de poder y ejerza un papel preponderante en el cambio estructural que debe sufrir el viejo modelo de Estado burgués que aún se mantiene vigente . Esto es algo crucial y definitivo. Sin ello sólo se estará consolidando un modo de gobernar y de entender el poder a la usanza de adecos y copeyanos en el pasado, contradiciendo todo lo que tendría que ver con una revolución socialista, aunque haya gente del chavismo que vea esto como algo normal e inevitable.
Por eso, el propósito de todo revolucionario siempre tendrá que girar en torno a la posibilidad real de propiciar un nivel más avanzado de organización, de movilización y de formación teórica de las masas populares, más allá de una simple militancia partidista. De nada valdrá entonces que una determinada organización política ocupe todos los cargos públicos, si no se hace absolutamente nada por disolver las diversas estructuras burguesas que impiden darle validez permanente al poder popular. Esto incluiría, además, crear las condiciones que permitan superar las contradicciones del capitalismo, haciendo del socialismo algo más efectivo para que haya una distribución equitativa de la riqueza generada por todos los venezolanos.
Ambos elementos son, sin embargo, entorpecidos adrede por quienes ejercen cargos gubernamentales, puesto que su interés está en seguir disfrutando de los privilegios obtenidos a través de los mismos, manteniendo un discurso aparentemente revolucionario que en nada corresponde con su gestión y comportamiento. Esto lo perciben bien los sectores populares, de ahí que se muestren reacios ante quienes se identifican con el oficialismo, lo que podría precipitar situaciones que afecten el liderazgo de Hugo Chávez, dándosele mayores espacios a la oposición. En este caso, hace falta cubrir esta realidad incongruente con propuestas audaces que le permitan al pueblo acceder realmente al poder, cosa que no la logrará mientras la dirección política del proceso de cambios revolucionarios la encabecen personas del reformismo y no de la revolución. Ése sería el reto que ahora se les presenta a los revolucionarios y a los chavistas progresistas en Venezuela. Dependerá de ello si se avanza o se retrocede en la marcha.
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