Sociología del Fraude – el Fraude Político – es hasta ahora muy
común en varios países de América latina, en especial en aquellos países
donde el Sistema de Vigilancia – control
– o de Procesos Electorales – es aún incipiente, no genera confianza en el Ciudadano votante, lo cual al final
del proceso electoral sirve de justificación por lo general, a los perdedores o
a quienes perdieron por escasos votos. Una primera mirada que exige que el Sistema Democrático asuma desde el
inicio legitimidad Constitucional,
es decir, que la Ciudadanía tenga plena confianza en el proceso electoral y las
propias Instituciones propias de la Democracia gocen de credibilidad política
de la Opinión Pública, desde el principio.
Una segunda Opinión se presenta cuando este sistema de procesos
electorales,
así como otras instituciones encargadas del sistema de Ciudadanos inscritos y con derecho a voto, debe igualmente
funcionar en paralelo y al mismo ritmo con camina todo el Sistema Electoral.
Organismo que debe precisarnos de acuerdo a los adelantos técnicos número de ciudadanos, edad, localidad de votación
– primero para eliminar quién desee originar un fraude político con Boletas de Identificación adulteradas; segundo, para eliminar desde el
arranque el llamado
“voto golondrino” – precisamente en localidades pequeñas, alejadas o
mesas distintas de grandes urbes electorales recurrir a los “votantes pagados y
trasladados de una localidad a otra – o muy simple con boletas falsas sustituir a votantes
fallecidos, viajantes, enfermos, etc.
En tercer lugar con un Sistema de Procesos Electorales que goce de toda la confianza
de la Ciudadanía, garantiza al buen votante, al partido político y
genera reconocimiento nacional e internacional, cuando se elimina – pero en
forma drástica – la presencia de los llamados “partidos vientres de alquiler” – el
negocio político en todo proceso electoral, vender la representación a los
mercaderes de la política, a empresarios y comerciantes que desean “incursionar” valerse de la política y
aún el negocio les puede resultar absolutamente más redondo cuando
intencionalmente se reciben grandes fajos de miles de billetes verdes – y uno cree haber hecho el negocio de su vida – y simplemente
estás abriendo el camino al ingreso del narcotráfico en la política, incluso más allá a la economía criminal en
todas sus formas visibles e invisibles.
En cuarto lugar, el fraude político se puede presentar cuando desde
el principio,
del arranque del proceso electoral, comprometes corrupta y criminalmente a
varias seudo “instituciones” que falsa y con arreglos en mesa y tras
bambalinas, te generan en la Opinión
Pública, que la “encuesta” nacional – amarrada por supuesto – te presenta
una mayoría y sigue la mayoría y al final comprometes al fallido sistema
tecnológico de los organismos de procesos electorales que “validen” tu candidatura: es la forma más destructiva y corrupta
como la Sociología
Política descubre el largo proceso del Fraude Político.
Y finalmente, localidades muy alejadas, donde están presentes familias,
amigos, socios, unidos en movimientos políticos recurren al llamado “anforazo” – cambio de los resultados finales en una “nueva” Ánfora y si no da resultado al
secuestro salvaje de las Actas
electorales – muy común en varios países de Nuestra América – . Cambiarlas
por otras que “garanticen” nuestro “triunfo”
o muy simple las desaparecen o las queman para anular el proceso electoral. Una
primera aproximación como miramos desde la Sociología Política – que grande y como avanzamos
en todo los campos del saber humano – cuando se presenta y prepara el fraude electoral y como se debe exigir la Modernización de los Sistemas de Procesos
Electorales. Un proceso electoral transparente, garantizado por Organismos de Procesos Electorales, que
generen CONFIANZA en la Opinión Pública,
en un Sistema Democrático, las Instituciones Constitucionales desde el principio – no solo ganan credibilidad
de la Ciudadanía sino lo más
importante y fundamental del sistema democrático es que dicho proceso electoral
transparente, democrático, participativo, proporciona a las instituciones legitimidad
constitucional, legitimidad
de trabajo y rendición de cuentas, y legitimidad de evaluación final de la
representación política constitucional.
/////
SOCIOLOGÍA DEL FRAUDE. LO QUE VENDRÁ.
*****
|
La Prensa lunes 7de
septiembre del 2015.
|
Ya hemos comentado lo
evidente y muy fácil de comprobar en cualquier hemeroteca: en este año
electoral, planteamos, un par de meses antes de los comicios, que tanto en
letras de molde como en diversos cenáculos politizados se batía el parche con
los riesgos de un fraude generalizado. ¿Error o qué?
La radiografía de las
PASO exhibió -seguro- un cuadro robusto a favor del oficialismo, tal vez no
del todo suficiente para éste, pero harto preocupante para sus oponentes. De
allí en más, los vaticinios acerca de la falta de transparencia gubernamental
en estos asuntos comenzaron a intensificarse hasta hallar en Tucumán un
ámbito supuestamente ideal para poner en marcha la mar de sospechas,
inicialmente sólo preventivas, hasta que una distancia de catorce puntos separó
del peronismo a una alianza antigubernamental, sin el massista Vargas.
Este ha demostrado que la
ominosa quema de urnas surgió de capillas de dirigentes opositores, claro que
alejadas de presencias periodísticas celosas, por casualidad, o no, en actos
que encendieron otros faroles, con toda la apariencia de lucir exagerados o
imaginarios: lo pronosticado -se dijo- se habría corporizado poniendo a todo
el sistema en alerta, aun para octubre o noviembre. ¿Cuál era, o es, la
impronta de tales actores? A su vez, ¿cómo identificarlos? No es fácil, pero,
no obstante, hay algunas pistas culturosas o pitucas.
DUDA METODICA
Cualquiera sabe que el
macrismo adoptó un camino de duda metódica acompañada de denuncias encendidas
para todos los procesos electorales en que resultó perdidoso desde el voto
electrónico de Salta pasando por el sistema santafesino de boleta única hasta
arribar al engorroso escrutinio tucumano de los llamados acoples que, como
señaló un presidenciable, la casi totalidad de los partidos intervinientes
aprobaron, y hasta usufructuaron, según fuese el caso.
Aun así, sigue en algo
parecido a la incompleta definición el identikit (o el ADN social) de quienes
parecen aferrarse sin pruebas a los hipertícs denunciatorios. Veamos.
Es útil precisar, entonces,
el papel de los objetores frente a los derechos que constituyen parte de una
reparación social irrenunciable, y sin por ello resultar así como meros
sujetos pasivos, aludiendo a quienes algunos suponen carentes de aptitud para
distinguir derechos y obligaciones ciudadanas propias, en función, claro, de
sus respectivos intereses. ¿Manipuladores sorprendidos in fraganti?
No es, a su vez, secreto
alguno que en los padrones generales de cualquier punto del país puede haber
individuos dedicados a intentos, lamentablemente a veces no fallidos, de las
más de las veces mínimos trapicheos comiciales y otras yerbas al estilo de
robos de boletas, debiendo aclararse que siempre están sujetos a miles y
miles de controles entre autoridades comiciales, variopintos fiscales
partidarios, integrantes de Fuerzas Armadas y de Seguridad, y sin descartar
el papel del Correo como mero, y también supervisado, transportista de urnas
y telegramas.
¿Será, entonces, que, en
San Miguel de Tucumán o en cualquier otra gran urbe, luce imposible el
fraude, mientras que frente a los mayoritarios padrones de los restantes
distritos de esa y otras provincias, impera el viva la Pepa por estar
conformados por colonizados justicialistas carentes de cultura?
No se trata, seguro, de toda la oposición. Pero bien vale precaverse de
cierta industria de la soberbia de voz alzada para imponer, usando malas
artes, lo que no se supo ganar por la persuasión y el voto mayoritario de los
ciudadanos. En Democracia, la sociología del fraude, erróneamente proclamado
y a cargo de malos perdedores, luce impregnada de fracasos imposibles de ocultar. Se les
cree poco.
*****
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario