EL DOLOR DEL PADRE. Perdió en el mar a su esposa y sus dos hijos.
El padre del niño ahogado relató el dramático naufragio en el que perdió
a su mujer y sus dos hijos. Abdullah Kurdi (foto), el padre del pequeño Aylan
Kurdi, exigió a la comunidad internacional que haga lo posible para evitar
sufrimientos como el suyo. El drama migratorio se volvió a repetir en Hungría,
donde la compañía estatal ferroviaria (MAV) canceló de forma indefinida los
servicios de trenes que parten desde Budapest con destino al oeste de Europa,
luego de que una formación que partió repleta con cientos de refugiados fuera
detenida por las autoridades al oeste de la capital.
Kurdi
expresó que quiere llevar los cuerpos sin vida de sus hijos y su esposa a la
ciudad siria de Kobani. Ahora su deseo es enterrar los cuerpos de sus
familiares, que perdieron la vida en su intento de alcanzar la isla griega de
Kos, en el mar Egeo, desde una playa cercana al balneario turco de Bodrum.
“Quiero que el mundo entero nos escuche desde Turquía, donde hemos llegado
escapando de la guerra”, dijo. “Hago esta declaración para evitar que otras
personas tengan el mismo sufrimiento que yo”, señaló. Kurdi contó que la
familia había pagado una suma a traficantes para que organizaran la travesía.
“Pero la guardia costera nos detuvo y después nos liberó. Esta vez nosotros
mismos conseguimos el bote y empezamos a remar hacia la isla”, dijo. “Después
de alejarnos unos 500 metros de la costa, empezó a entrar agua en el bote y cundió
el pánico. Algunos se pusieron de pie y el bote volcó. Yo sostenía a mi mujer
de la mano”, recordó entre lágrimas. “Las manos de mis dos niños se soltaron de
las mías, intentamos quedarnos en el bote. Todo el mundo gritaba en la
oscuridad.”
Kurdi
relató cómo, fijando la mirada en las luces, consiguió nadar hasta la costa.
“Cuando llegué, comencé a buscar a mi familia. Llegué a Bodrum y no pude
encontrarlos. Luego fui al hospital y me enteré de las noticias”, dijo. En sus
declaraciones a periodistas frente al Instituto Forense de Mugla, Kurdi contó
que recibió una oferta de asilo en Canadá, pero decidió rechazarla.
La
autora de la foto, la periodista Nilufer Demir, dijo que sintió escalofríos
cuando vio el cuerpo del pequeño con su remera roja. “No podía hacer nada por
él. Lo único que podía hacer es que su grito fuera oído en el mundo, y lo hice
con su fotografía”, dijo.
El dolor de Padre -Padre del niño Aylan - frente a la indiferencia de los políticos europeos, los verdaderos responsables de esta tragedia humana. La crisis humanitaria que exige al mundo una solución social y humana.
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Mientras
tanto, en Budapest, cientos de refugiados ingresaron a la carrera a la estación
y abarrotaron a golpes y codazos los vagones. Después del incidente, las
autoridades anunciaron la cancelación de todos los trenes internacionales por
razones de seguridad. Los agentes de seguridad volvieron al lugar, cerraron las
puertas del tren con destino a Sopron, cerca de la frontera con Austria.
Al
llegar a la ciudad de Bicske, al oeste de la capital húngara, el tren fue
detenido por la policía. Los agentes intentaron bajar a los cerca de 300
migrantes para después trasladarlos en autobuses a centros para refugiados,
aunque algunos se negaron. Después de varios intentos fallidos, los refugiados
se subieron nuevamente al tren, que siguió parado en la estación. La policía
húngara acudió al lugar con decenas de agentes y con una veintena de vehículos,
entre ellos algunos colectivos. Muchos protestaron contra la medida al grito
“No camp! No camp!”.
Los refugiados temen que les tomen las huellas dactilares y los internen
en centros de acogida situados lejos de la capital, lo que les dificultaría
volver a Budapest para partir hacia Occidente. Al respecto, todos los
refugiados parecen tener un solo destino: Alemania, y entre las preferencias las ciudades más citadas
son Hamburgo, Munich, Colonia y Frankfurt.
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Estas son las consecuencias de verdaderos dramas humanos de las políticas neoliberales intervencionistas en los países de Oriente Medio y África. La llamada "globalización de la indiferencia", así llamada por el Papa Francisco, el único que alzó su voz de protesta desde el inicio de esta tragedia.
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LA FOTO FORZÓ
UNA RESPUESTA DE LA CLASE POLÍTICA.
Francia y Alemania
presentarán un Plan con cuotas de refugiados para cada país de la Unión
Europea.
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La imagen del niño Aylan
Kurdi, fotografiado muerto en una playa de Turquía luego de que se hundiera el
barco en que viajaba y se cayera de los brazos de su padre, sintetizó en su
horror solitario toda la magnitud del drama migratorio.
Eduardo Febbro
Desde París Página /12 viernes 4 de septiembre del 2015.
“Una
foto para abrir los ojos.” El título del último editorial del vespertino Le
Monde tiene el mérito de poner en evidencia el grado de ceguera e indolencia
con el que los dirigentes de la Unión Europea reaccionaron ante la espantosa
crisis migratoria que se destapó en los países de Medio Oriente azotados por
guerras en las que Occidente participó. La imagen del niño Aylan Kurdi, de tres
años, fotografiado muerto en una playa de Turquía luego de que se cayera de los
brazos de su padre cuando la familia intentaba llegar por barco a las costas de
Europa sintetizó en su horror solitario toda la magnitud de este drama. Esa
imagen parece sacar del letargo a una dirigencia política que miró de lejos
incluso lo que ocurría, al principio en Italia, y luego en otros países
europeos. Desde ya, el presidente francés, François Hollande, confirmó en París
lo que Angela Merkel había adelantado en Berlín: la necesidad de repartir a los
migrantes en cuotas a través de los países de la Unión Europea. Francia y
Alemania presentarán un plan que apunta a obligar a los Estados a recibir un
numero determinado de refugiados. François Hollande admitió que “los medios
puestos a disposición ya no son suficientes y hay países que no responden a sus
obligaciones morales”.
Este
objetivo ya había sido discutido hace unos meses en Bruselas sin que se llegara
a un acuerdo sobre el destino de 40.000 refugiados. España y los países del
Este del Europa se habían opuesto a este proyecto. Angela Merkel se refiere
ahora a “cuotas obligatorias” de refugiados mientras que François Hollande no
pronuncia la palabra “cuotas”, pero si habla de “un mecanismo permanente y
obligatorio” para recibir a los refugiados. La idea central consiste en
repartir en diversos países y según las posibilidades cerca de 120 mil
refugiados. Esta propuesta será planteada por el presidente de la Comisión
Europea, Jean-Claude Juncker, durante un discurso que pronunciará el próximo 9
de septiembre ante el Parlamento europeo. Juncker milita desde hace rato a
favor de que la problemática migratoria sea un tema europeo y no únicamente de
los países que reciben el mayor numero de refugiados. “Cuando se tienen
fronteras comunes no se puede dejar solos a los países que están en primera
línea”, dijo Juncker en una entrevista publicada la semana pasada por el Irish
Times. Si el principio prospera, se trataría de un cambio rotundo en la
política migratoria. Actualmente, las reglas en vigor para el asilo, llamadas
Dublín 2, estipulan que las solicitudes de asilo deben ser examinadas en el primer
país en al cual una persona ingresó. Alemania fue el primer país Europeo en
romper ese criterio cuando anunció que no devolvería los migrantes a los países
a donde llegaron, en este caso, Italia, Grecia o Hungría. Las imagines
terribles que difunden los medios sobre la situación de los migrantes, el flujo
constante de muertos en el mar y la presión ejercida desde hace un par de
semanas por la canciller alemana Angela Merkel vencieron las reticencias de
antaño.
Los
consensos serán con todo difíciles de elaborar. Esta crisis muestra sin
ambigüedad alguna la existencia de dos Europas cuyas maneras de actuar y sus
principios difieren profundamente. Por un lado, está la Europa fundacional
compuesta por los países que iniciaron el proyecto comunitario. Por el otro, la
Europa de los países del Este que ingresaron a la UE entre 2004 y 2007, luego
de la caída del Muro de Berlín (1989). Robert Fico, el primer ministro de
Eslovaquia, dijo hace unos días: “si se establece un reparto automático nos
vamos a despertar un día con 100 mil personas provenientes del mundo árabe”. En
cuanto a Viktor Orban, el líder político de Hungría, sus palabras fueron aún
más elocuentes cuando manifestó su preocupación por el riesgo que los migrantes
le hacen correr “a las raíces cristianas de Europa”. La República Checa,
Eslovaquia, Polonia y Hungría son los países del Este más opuestos a abrir sus
territorios a los refugiados. La solidaridad global está tanto más lejos de
plasmarse cuanto que también existe otra división entre los países cuya
posición geográfica los expone a la ola migratoria –Italia o Grecia, por
ejemplo– y aquellos, como Francia, que están más protegidos. Los primeros
esperan y exigen medidas urgentes y una responsabilidad global, los segundos
optaron hasta ahora por un reparto ordenado de los migrantes.
Apenas
comenzado septiembre, la cifra de muertos mientras trataban de cruzar el
Mediterráneo con rumbo a Europa llega a 2600.
La Unicef analizó las cifras proporcionadas por la Organización
Internacional para las Migraciones (OIM) y estableció que 30 por ciento de los
migrantes son niños y mujeres. La mayoría de los expertos señala que esto es
solo el comienzo. Por ejemplo, más de 24.000 personas llegaron a las costas
griegas a lo largo de la semana pasada. Esto representa un incremento del 50
por ciento con respecto a la semana precedente. De esas 24.000 personas, cerca
de 6000 fueron rescatadas en alta mar (dato proporcionado por Frontex, la
agencia europea encargada de las fronteras). De hecho, algo lento y espantoso
viene ocurriendo desde hace años y este colapso migratorio no es más que su
consecuencia directa: poco a poco se ha ido produciendo el hundimiento de los
Estados de los cuales los migrantes provienen: Afganistán, Siria, Irak, Libia.
Hasta hace un tiempo, sólo los países de la región, Líbano, Jordania o Turquía,
asumían el costo de la desaparición de esos Estados, todos desarticulados por
intervenciones armadas de Occidente. La descomposición alcanza hoy a Europa con
un ingrediente espeluznante: no se trata más, como en otras épocas, de
refugiados económicos, de desplazamientos medidos, sino de verdaderos éxodos
masivos. Familias
enteras se lanzan al mar y por las rutas con tal de huir no ya de la pobreza
sino del horror de la guerra.
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Inmigrantes sirios en Budapest: Cameron quedó atrapado en su discurso de mano dura. Ahora veremos como responden frente a esta tragedia, de la cual ellos también son responsables.
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EL “DEBER MORAL” DE CAMERON.
El Premier británico suavizó su discurso antiinmigrante.
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Entre la espada y la pared, el
primer ministro defendió la política seguida hasta el momento, pero buscó una
salida a su postura intransigente señalando que “como padre se sintió
terriblemente conmovido” por la imagen del niño sirio.
Marcelo Justo
Desde Londres Página /12 viernes 4 de septiembre del 2015.
La
foto del niño de tres años muerto en las playas de Turquía colmó el vaso. La
política dura antiinmigratoria de David Cameron fue condenada por diputados de
su propio Partido Conservador y una petición firmada por 160 mil personas instó
a los parlamentarios a “incrementar el apoyo a los refugiados en el Reino
Unido”. Entre la espada y la pared, el primer ministro defendió la política
seguida hasta el momento, pero buscó una salida a su postura intransigente
señalando que “como padre se sintió terriblemente conmovido” por la imagen del
niño sirio. “El Reino Unido cumplirá con su deber moral”, dijo el primer
ministro.
La
realidad es que nadie sabe qué significa para el primer ministro este “deber
moral” que parece cambiar de color a medida que se profundiza la crisis. Una
cosa está clara. El tema se debatirá en el Parlamento la próxima semana, ya que
lo exige la ley cuando una petición pública pasa el umbral de 100 mil firmas.
En la práctica el debate ya está instalado en la clase política y la sociedad
británicas.
Nadie
pudo sustraerse a la foto del niño boca abajo inerte en la orilla, ni a la otra
imagen del mismo niño en brazos de un guardacosta turco. Sin excepción todos
los diarios –la mayoría de ellos con una postura duramente antiinmigratoria–
mostraron en sus tapas las fotos con titulares que registraban la tragedia por
primera vez con un tono humanitario.
La
oposición, que venía reclamando un cambio de la postura oficial, pasó a la
ofensiva acusando al gobierno de “insensibilidad”, “negligencia” o “inmoralidad”.
Pero también diputados del mismo Partido Conservador exigieron una nueva
política en una cadena de tweets. “El gobierno no debería avergonzarse por
escuchar y cambiar de posición respondiendo a una crisis humanitaria”, señaló
la ex presidenta del Partido Conservador Sayeeda Warsi. Otros diputados, como
Tom Tugendhat, de Tonbridge, en Kent, sur del país, indicó que “muchos en mi
distrito quieren hacer algo y yo estoy de acuerdo”. En este mismo sentido se
manifestaron parlamentarios de zonas inglesas con cierta fama de racismo y
xenofobia.
Las
fotos convirtieron la frialdad numérica de las estadísticas en un dedo
acusador. Según Eurostat, la oficina de estadísticas europeas, mientras
Alemania recibió en 2014 a 40 mil refugiados, Suecia a 30 mil e Italia a 21
mil, el Reino Unido, sexta economía mundial, está entre los del medio para
abajo con 10 mil. En el caso de los refugiados sirios, Alemania suministró una
tercera parte de las 90 mil solicitudes de refugio del mundo desarrollado: el
Reino Unido 200.
El
cuestionamiento se extendió al mismo lenguaje usado a nivel mediático. En su
página de Internet la BBC insinúa un principio de autocrítica con un recorrido
por el diccionario de Oxford para definir tres términos normalmente confundidos
en el debate: “migrant”, “refugee” y “asylum seeker” . “La palabra “migrant” es
considerada un término más neutral, pero muchos han criticado a la BBC y otros
medios por usar esta palabra que sugiere algo voluntario y que no debería
aplicarse a gente que está huyendo de un peligro muy claro. La palabra
“refugee” (refugiado) se refiere a una persona que tiene un temor bien fundado
de persecución y que termina solicitando asilo”, señala la BBC.
Esta
búsqueda del diccionario y sus definiciones muestra el grado de desorientación
de una sociedad que se acostumbró en los últimos años a considerar a los
inmigrantes como amenazas. En agosto el mismo David Cameron se refirió a los
refugiados en la costa francesa de Calais como un “enjambre” de gente que
quería entrar en el Reino Unido mientras que el canciller Phillipp Hammond
habló de “grupos que merodean” las orillas británicas, como si se tratara de
bandas delictivas.
La
apelación de Cameron a su propia paternidad para explicar el impacto que le
generó la foto puede ayudar a variar un poco la sensibilidad de una nación
embotada por tantos años de mensaje aislacionista y antiinmigratorio. El
problema es que los conservadores jugaron todas sus fichas a contrarrestar al
xenófobo UKIP que les robó votos por derecha con Europa y el tema inmigratorio.
Dar marcha atrás en su línea dura les resultará difícil, costoso y de incierto
rédito político.
Al
mismo tiempo, en el resto de Europa y en particular en Alemania, que suele
simpatizar con la posición de Cameron en temas económicos, hay exasperación con
la postura británica. “Cameron está perdiendo la buena voluntad que necesita
para renegociar la situación del Reino Unido en la Unión Europea antes del
referéndum sobre este tema. Y está comprometiendo su relación con países del
Medio Oriente que están recibiendo millones de sirios”, señala el diario
Financial Times.
Una variante que estaba considerando el gobierno de Cameron anoche ante
esta doble presión nacional e internacional es ofrecer asilo a refugiados que
se encuentran en países limítrofes con Siria. Esto le permitiría mantener la
distinción que han hecho entre refugiados políticos e inmigrantes económicos.
Los de Calais en Francia pertenecerían al segundo grupo y no serían acogidos.
Es una lógica entre débil e insostenible –muchos de los que están en Calais son
sirios– pero por
el momento Cameron está buscando salir del callejón en que lo metió su propia
retórica incendiaria.
*****
Aylan el niño
símbolo de esta inmensa tragedia humana, la migración transcontinental de miles
que mueren en las aguas del Mediterráneo, y miles de miles que logran llegar a
las costas de Europa. Unos son recibidos a pesar de su pobreza como es el
pueblo griego y español, otros poderosos los persiguen los encarcelan y sufren
el odio de los nazis y grupos derechistas internos. La Unión Europea, es parte
de la responsabilidad de esta tragedia humana, porque sus políticos y sus
fuerzas militares intervinieron en varios países, derribaron dictadores, se
apropiaron de miles de millones a través de la OTAN y crearon esa masa de asesinos
llamados el Ejército Islámico y generaron esta guerra interna en varios países.
***
UN DEBATE SIN FRONTERAS.
Dos miradas en torno a la foto que levantó la
polémica mundial.
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En la imagen del niño sirio
muerto en una playa turca convergen preguntas, significados, impactos que
recorren el planeta. Desde la discusión sobre la pertinencia de su publicación
hasta las derivaciones políticas que generó su difusión. Aquí, dos aportes al
debate
Un héroe involuntario
Claudia Fernández Chaparro *
Una
compañera de la carrera de Psicología Social, Florencia, nos dijo: “No quiero
ver la foto del nene sirio”. Inmediatamente, todas las presentes supimos a qué
niño se refería.
Va
a ser muy difícil que Florencia no tome contacto con esa foto viralizada de Aylan Kurdi, el niño de tres años que
murió ahogado mientras escapaba de la guerra de Siria junto con su familia.
La
pregunta es siempre la misma: ¿es correcto publicar una foto tan impactante?
Según las leyes de protección integral de la infancia y la adolescencia, como
la 26.061, no es ético y viola derechos personalísimos del niño. Aylan tiene
derechos y esos derechos son vulnerados en virtud de mostrar algo que, desde
hace mucho tiempo, venimos observando con preocupación: el drama de los
migrantes.
La
Convención sobre los Derechos del Niño también dice que los derechos de la
infancia deberían estar en el primer plano de la agenda internacional en pro de
los derechos humanos.
¿Por
qué esta foto y no otras? Otros niños murieron en el intento de cruzar
fronteras, pero la imagen de ese cuerpo pequeño, vestido y en la orilla de una
playa de moda en una ciudad de Turquía fue impactante. El valor periodístico de
la misma es innegable. Murieron miles, pero ésta es la que más golpea. La
imagen de Aylan pone sobre el tapete el drama humano de este siglo: la
desigualdad. Y demuestra la indiferencia de naciones ricas y poderosas ante la
miseria y el pedido de auxilio de estas poblaciones periféricas.
Podríamos
comparar esta foto con la del fotógrafo Kevin Carter, ganadora del Premio
Pulitzer en 1994, en la que un buitre vigila pacientemente a un niño que agoniza
por desnutrición en el desierto del Sahara, en Sudán.
Aylan
es hoy un símbolo y, como tal, su última foto es la denuncia de este
holocausto.
Los
diarios del mundo que mostraban estadísticas, fotos de naufragios, muros de
alambre y camiones con refugiados que perecieron en la travesía, hoy se hacen
eco de esta foto e interpelan en sus editoriales a los gobiernos.
“El
niño de la playa” les habla a los poderosos del mundo. Aylan Kurdi se convirtió
en un héroe involuntario que les pone nombre y apellido a miles de desconocidos
llamados por la prensa del mundo de modo genérico “migrantes”.
Mañana,
en Venecia, está prevista una marcha de hombres y mujeres descalzos, tal como
se trasladan muchos migrantes. Paradójicamente, Aylan llegó a la orilla, ya sin vida, pero
con sus zapatillas puestas.
* Especialista en Infancia.
La foto que conmovió al mundo. El niño Aylan.
OPINION
Poner los
medios al servicio de los pueblos
Cynthia Ottaviano *
Siete
días bastaron para la creación del mundo, desde la perspectiva católica. La
misma cantidad de días alcanzaron para agitar las redacciones periodísticas del
mundo al debatir sobre si publicar o no un video conmocionante, que mostraba en
tiempo real el asesinato de dos trabajadores de prensa de Virginia, Estados
Unidos, y una foto devastadora del cadáver de un niño sirio, ahogado en la
desesperación migratoria de su familia, a la orilla del mar turco.
En
el primero de los casos, el noticiero de la PBS presentó los hechos, pero no
usó capturas de pantalla del tirador, ni del arma, ni el audio de los tiros ni
los gritos. En la NPR (la Red de radios públicas de Estados Unidos) concluyeron
que la difusión del video “le daría al atacante el tipo de atención que
aparentemente quería. Pero sentimos que le debíamos a nuestro público online
darles una muestra de lo que era el video, y que una captura lo lograría.
Sabemos que es una imagen dura, pero sentimos que era importante mostrarlo”.
En
la radio, la BBC cortó el audio en general, después del sonido de un disparo en
la cobertura. En la tv usó el fundido a negro como recurso para evitar la
difusión del video completo. Se escuchó un disparo antes de cortar el cuadro a
la conductora en el piso, reaccionando en shock. Luego del horario de
protección a la niñez y la adolescencia, el noticiero de las 22 mostró el video
desde el punto de vista del tirador, cuando se acerca a la filmación y baja el
arma. Luego, fundieron a negro. No se mostró el tiroteo, ni la reacción de la
víctima.
La
empresa de radiodifusión finlandesa consideró que la intención del asesino era
que se mostrara el video del antes y durante de la masacre y por eso no usó el
video ni el audio. Sólo difundieron imágenes de las víctimas antes de ser
asesinadas.
En
la Argentina, hubo señales de “noticias” que llegaron a mostrar 43 veces
seguidas el video, en menos de veinte minutos. Se espectacularizó la muerte,
hasta volverla pornográfica. Quienes presentaban el video en un loop
desafectado de la intención del asesino y los derechos de las audiencias,
hicieron descripciones detalladas que buscaban orientar las miradas desatentas
hacia determinados detalles: “fijate ahí”, “mirá ahora”, “ahí está”, “preste
atención”.
La
creatividad dramática exhibió decenas de titulares para profundizar el impacto:
“morir en vivo”, “así lo mataba”, “grabó y subió su crimen a Twitter”.
Expresiones inquietantes construyeron un suspense morboso en pleno horario apto
para todo público: “te vamos a mostrar en exclusiva las imágenes”, “vean la
expresión de la cara... ellos no saben, no se dan cuenta”.
La
falsa sorpresa y hasta el delirio del vivo siguió condimentado la truculencia
de lo ocurrido: “Increíble, increíble... estamos viendo algo que en algún
momento las mentes más brillantes de la cinematografía, de la ficción, creyeron
adelantarse, creyeron ser el Julio Verne de la modernidad”.
Si
en las redacciones periodísticas argentinas existió el debate como en el resto
del mundo, las lógicas de producción y reproducción mercantilistas de la tele
parecen haberlo sofocado.
Todo
hecho presenta una oportunidad extraordinaria para informar sobre los temas más
diversos. No se trata del hecho en sí, sino del abordaje. De la verdadera
intención informativa o distractiva. De la manipulación del morbo o de la
invitación a pensar. De la construcción de sentidos que se propone y de las
responsabilidades que implica.
Ante
la difusión reiterada de los asesinatos, en pleno horario de protección de la
niñez y la adolescencia establecido por la Ley de Servicios de Comunicación
Audiovisual, la Defensoría del Público recomendó reflexionar y tomar
conciencia, ya que “la emisión de secuencias reales de violencia explícita
propone un sentido espectacularizante de la noticia y repone la violencia que
representa”, sobre todo cuando se trata de “generar un impacto antes que de
informar”.
Sin
embargo, desde unos pocos espacios se siguió adelante en busca de rating, de
dinero mediático. Algo diferente ocurrió ayer, cuando desde algunas señales y
canales se preguntaron si difundir o no la foto y el cadáver del niño sirio:
una muestra extraordinaria del fotoperiodismo, que logró lo que el Papa no
había podido: que Merkel y Hollande se reunieran para tratar con algún sesgo
humanitario las crisis migratorias europeas.
Pero
una vez más, no es la foto aislada. No es ese “cuadro único” que captó una
realidad insoportable, que debe ser modificada. Se trata de los contextos y las
intenciones. Se trata de que la radio y la televisión son servicios de interés
público, donde se exterioriza el derecho humano a la comunicación. No un mero
negocio.
Se
trata de comprender que hay múltiples usos posibles de esa imagen, que puede
ser el detonante de informaciones y perspectivas sobre una problemática
histórica, social, económica y cultural mundial como lo es la migración, la
desesperación de millones de personas de diversos rincones del mundo y las
mayores vulneraciones a sus derechos; o simplemente la exhibición deshumanizada
una y otra vez, pidiendo atención, fingiendo sorpresa y consternación.
Se
trata de que a casi seis años de la sanción y promulgación de la Ley de
Servicios de Comunicación Audiovisual se tome conciencia de que las luchas
populares desde la recuperación democrática no fueron para que un puñado de
comerciantes mediáticos se llenen de dinero y asfixien la palabra con videos de
alto impacto, ni para que quienes trabajan en los medios omitan la reflexión y
la toma de decisiones bajo una producción fordista; sino para que la radio y la
televisión sean una herramienta de transformación social, que profundicen la
democracia, poniéndolas al servicio de un pueblo y no de un “dueño”.
Se
trata de la tensión que siempre existirá en la toma de decisiones mediáticas que
pueden construir una violencia pornográfica, que deshumaniza la comunicación o
poner en primer plano una realidad deshumanizada que, a partir de su
comunicación, puede
convertirse en el principio del cambio o la reflexión sobre temáticas
históricamente silenciadas.
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* Defensora del Público de
Servicios de Comunicación Audiovisual.
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