Respecto al artículo del conocido economista Dr. Nouriel Roubini –
el doctor muerte – por sus
críticas muy fuertes al modelo fracasado del neoliberalismo y a la propia
globalización, críticas que han sido absolutamente veraces y con
fuertes fundamentos en relación al fracaso de las políticas de austeridad,
que en vez de encontrar o construir una alternativa de solución a la crisis
estructural del sistema, muy por el contrario se han transformado en verdaderos
instrumentos de políticas públicas que están
agudizando la crisis y terminando con todo el sistema institucional del Estado
de Bienestar. En relación al contenido del artículo, muy breve debemos
enfocarlos en dos aspectos centrales: derechos
de los trabajadores y situación real de los partidos políticos, tanto los
anti-sistema en Europa, como lo propios partidos políticos de la derecha
nacional, Sin embargo, que el contenido de fondo, estructural del modelo neoliberal
y su fracaso histórico está en relación a como se han dado los resultados en el
presente con respecto a la real y objetiva Desigualdad Económico-social-laboral-política – y la ofensiva
informativa de la ONG OXFAM – con respecto a cómo
el 1% de la población mundial - la élite financiero-especulativa del capital
corporativo global– ha logrado acumular
el 99% de la riqueza mundial, situación donde se originan hoy las grandes
contradicciones dentro del propio sistema y dejar al margen a ese 99% de los
beneficios de la globalización..
Con respecto a la situación de los trabajadores, han logrado realmente
a nivel Europeo,
trazar una línea divisoria de carácter político muy importante y definida, al
ser los trabajadores que hoy sufre el desempleo, salarios de sobrevivencia y donde
hoy están en rebelión general contra las
políticas – no solo de austeridad absoluta –sino con respecto a las Leyes de Reforma Laboral, y la
eliminación de los derechos sociales de los trabajadores. Los años de vigencia
de la Unión, no han mejorado la situación real y social de los trabajadores. Igual otro sector votante ha sido la
juventud – hoy la víctima directa del más alto desempleo en todo Europa y
con mayor profundidad y extensión social
en los países de la zona euro. En
este mismo escenario polarizado, turbulento también han marcado – y en este
proceso de deslinde político – la situación real y transparente de los partidos políticos, sean de izquierda
emergente que deslindó programas políticos con la vieja social-democracia –
centrando esta crítica y alternativas frente a la crisis económico – estructural
– la deuda voluminosa de los Estados, el empleo, servicios públicos, derechos sociales
de la juventud; frente a esta realidad miles
de jóvenes encontraron que la calle y la plaza pública como su hogar de
protesta y lucha, Escenario que les permitió salir como Los Indignados, Democracia Real Ya y otros miles de jóvenes
que dieron lección de dignidad de cómo defender sus derechos constitucionales
fundamentales. Punto de inflexión política en este proceso de separación (el
Brexit – de Inglaterra con respecto a la Unión Europea es también la situación de los partidos de derecha tradicional,
y nacional – pro- fascistas – donde se está incubando en forma muy peligrosa
un fascismo con todas sus características salvajes e inhumanas para todos
Ciudadanos. Al final líneas divisorias muy definidas, que generan propuestas y
alternativas de que el proceso de Unificación de Europa, favoreció totalmente a
la élite político-empresarial.
/////
El incierto futuro de los trabajadores europeos, sera la migración hacia otros continentes o tratarán de encontrar una solución dentro de sus propios países. Al final la calle y la plaza pública serán decisivos como escenarios centrales de sus luchas sociales y políticas.
***
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LAS LÍNEAS POLÍTICAS DIVISORIAS DE LA GLOBALIZACIÓN.
*****
Los jóvenes, hallaron
campeones en los partidos de izquierda: Corbyn y Sanders.
Dr. Nouriel Roubini.
La Nación.
(Costa Rica) viernes 8 de julio del 2016.
NUEVA YORK –
La votación del Reino Unido a favor de salir, aunque por un margen muy
estrecho, de la Unión Europea aconteció debido a razones específicamente
británicas. Y, no obstante, también es como el proverbial canario en la mina de
carbón, que envía señales sobre una amplia reacción populista-nacionalista –al
menos en las economías avanzadas– en contra de la globalización, el libre
comercio, la deslocalización, la migración laboral, las políticas orientadas al
mercado, las autoridades supranacionales e incluso en contra del cambio
tecnológico.
Todas
estas tendencias reducen los salarios y el empleo de los trabajadores con bajas
cualificaciones en las economías avanzadas, que son economías que tienen
escasez de mano de obra y son ricas en capital, y los incrementan en las
economías emergentes que tienen abundancia de mano de obra. Los consumidores en
las economías avanzadas se benefician de la reducción de los precios de los
productos objeto de comercio; pero los trabajadores con bajas e incluso
medianas cualificaciones pierden ingresos ya que sus salarios de equilibrio
caen y sus puestos de trabajo se ven amenazados.
En
la votación por el brexit,
las líneas divisorias estuvieron claras: ricos frente a pobres, ganadores
frente a perdedores del comercio y la globalización, cualificados frente a no
cualificados, personas con un alto nivel de educación formal frente a personas
con un menor nivel de educación formal, jóvenes frente a personas maduras, lo
urbano frente a lo rural, y comunidades diversas frente a comunidades más
homogéneas. Las mismas líneas divisorias están apareciendo en otras economías avanzadas,
incluyendo en las de Estados Unidos y la Europa continental.
Ya
que sus economías y mercados de trabajo son más flexibles, EE. UU. y el Reino
Unido se han recuperado con más fuerza que la Europa continental en términos
del PIB y empleo desde la crisis financiera mundial del año 2008. La creación
de empleo ha sido robusta, situándose la tasa de desempleo por debajo del 5%,
aunque los salarios reales no están creciendo mucho.
No
obstante, en EE. UU., Donald Trump se ha convertido en el héroe de los
trabajadores enojados y amenazados por el comercio, la migración y el cambio
tecnológico. En el Reino Unido, el voto por el brexit fue fuertemente influido por el
temor a que los inmigrantes provenientes de países de la UE con bajos salarios
(el proverbial “fontanero polaco”) se apoderen de los puestos de trabajo y de
los servicios públicos de los ciudadanos.
En
Europa continental y la eurozona, sin embargo, las condiciones económicas son
mucho peores. La tasa promedio de desempleo se sitúa por encima del 10% (y es
mucho mayor en la periferia de la eurozona –más del 20% en Grecia y España–)
con un desempleo juvenil superior al 30%. En la mayoría de estos países, la
creación de empleo es anémica, los salarios reales están cayendo, y los
mercados duales de mano de obra se traducen en que en el sector formal los
trabajadores sindicalizados tienen buenos salarios y beneficios, mientras que
los trabajadores más jóvenes tienen empleos precarios que pagan salarios más
bajos, no proporcionan ninguna seguridad en el empleo y ofrecen pocos o ningún
beneficio.
En
lo político, las tensiones de la globalización vienen por partida doble. En
primer lugar, los partidos dentro del sistema tradicional de derecha e
izquierda, que desde hace más de una generación apoyaron al libre comercio y la
globalización, están siendo cuestionados por partidos anti-sistema,
nativistas-nacionalistas y populistas. En segundo lugar, los partidos del
sistema están siendo perturbados –e incluso hasta destruidos– desde dentro, en
la medida que surgen defensores de la antiglobalización y desafían la ortodoxia
convencional.
Los
partidos del sistema que en algún momento fueron controlados por los
beneficiarios de la globalización: los propietarios del capital; trabajadores
cualificados con un alto nivel de educación formal y digitalmente inteligentes;
élites urbanas y cosmopolitas; y empleados de cuello blanco y azul
pertenecientes a sindicatos. Sin embargo, estos partidos también incluían a
trabajadores –tanto de cuello blanco y azul– que se encontraban en las filas de
los perdedores de la globalización, pero que a pesar de ello se mantenían
leales, ya sea porque eran conservadores social o religiosamente, o porque los
partidos de centro izquierda fueron en el pasado partidarios de los sindicatos,
de los derechos de los trabajadores y de los programas de ayuda social.
Después
de la crisis financiera del 2008, los perdedores de la globalización comenzaron
a organizarse y encontrar a los campeones antisistema, tanto en la izquierda y
con en la derecha. En la izquierda, los perdedores en el Reino Unido y EE. UU.,
especialmente los jóvenes, encontraron campeones en los partidos tradicionales
de centro izquierda: Jeremy Corbyn en el Partido Laborista del Reino Unido y Bernie
Sanders en el Partido Demócrata de Estados Unidos.
Las
líneas divisorias más profundas surgieron entre los partidos de centro derecha.
Estos partidos –los republicanos en EE. UU., los conservadores en el Reino
Unido, y los partidos de centro derecha en toda Europa continental– enfrentan
una revuelta interna contra sus propios líderes. El surgimiento de Donald Trump
–un líder anticomercio, antimigración, antimusulmanes y nativista– es un
reflejo de un hecho incómodo para las corrientes tradicionales republicanas: el
votante promedio del partido está más cerca de aquellos que han perdido a
consecuencia de la globalización. Una revuelta similar tuvo lugar en el Partido
Conservador del Reino Unido, donde los perdedores de la globalización se han
congregado en torno de la campaña del “salir” del partido o han desplazado su
apoyo hacia el Partido de la Independencia del Reino Unido.
En
la Europa continental, donde los sistemas parlamentarios multipartidistas son
prevalentes, la fragmentación política y la desintegración son aún más graves
que en el Reino Unido y EE. UU. En la periferia de la Unión Europea (UE), los
partidos antisistema tienden a ser de la izquierda: Syriza en Grecia,
Movimiento Cinco Estrellas de Italia, Podemos de España, los partidos de izquierda
en Portugal. En el núcleo de la UE, estos partidos tienden a ser de la derecha:
Alternativa para Alemania, el Frente Nacional de Francia, y partidos similares
de extrema derecha en Austria, los Países Bajos, Dinamarca, Finlandia, Suecia,
y en otros lugares.
Pero,
a pesar del creciente número y de la organización y movilización de los
perdedores de la globalización, esta no es necesariamente condenada. Para
empezar, continúa produciendo beneficios netos para los mercados emergentes y
avanzados por igual, por lo que los perdedores no terminan de ser una minoría
en la mayoría de las economías avanzadas, mientras que aquellos que se
benefician de la globalización son una gran mayoría –si bien a veces son una
mayoría silenciosa–. De hecho, incluso los “perdedores” se benefician de los
precios más bajos de bienes y servicios que traen consigo la globalización y la
innovación tecnológica.
Esto
también se debe a que los partidos populistas y anticorrientes tradicionales
son todavía una minoría política. Incluso Syriza, una vez en el poder, dio
marcha atrás y tuvo que aceptar la austeridad, ya que una salida de la UE
habría sido mucho más costosa. Y las recientes elecciones generales en España,
que se celebraron tres días después del referéndum por el brexit, sugieren que, a
pesar de un alto desempleo, austeridad y reformas estructurales dolorosas, las
fuerzas proeuropeas moderadas siguen siendo una mayoría.
Incluso
en EE. UU., el atractivo de Trump es limitado, debido a la estrechez
demográfica de su base electoral. La posibilidad de que pueda ganar las
elecciones presidenciales en noviembre es altamente dudosa.
Esta
es también la razón por la que las coaliciones proeuropeas de centro izquierda
y centro derecha se mantienen en el poder en la mayor parte de la UE. El riesgo
de que los partidos anti-UE pueden llegar al poder en Italia, Francia y los
Países Bajos –entre otros– está aumentando, pero sigue siendo una posibilidad
lejana.
Por
último, la teoría económica sugiere que se puede hacer que la globalización
beneficie a todos, siempre y cuando los ganadores compensen a los perdedores.
Esto puede tomar la forma de compensación directa o mayor provisión de bienes
públicos gratuitos o casi libres (por ejemplo, educación, reentrenamiento,
asistencia sanitaria, prestaciones por desempleo, beneficios de pensiones
transferibles).
Para
que los trabajadores acepten una mayor movilidad y flexibilidad laboral en la
medida que la destrucción creativa elimina algunos puestos de trabajo y crea
otros, son necesarios sistemas adecuados para reemplazar la pérdida de ingresos
como consecuencia del desempleo transicional. En la Unión Europea continental,
los partidos del sistema se mantienen en el poder, en parte debido a que sus
países mantienen extendidos sistemas de bienestar social.
La
reacción contra la globalización es real y creciente. Sin embargo, puede ser
contenida y gestionada a través de políticas que compensen a los trabajadores
por sus daños y costos colaterales. Solo mediante la promulgación de dichas
políticas, los
perdedores de la globalización empezaran a pensar que, con el transcurso del
tiempo, ellos también podrán unirse a las filas de los ganadores.
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Nouriel
Roubini es presidente de Roubini Macro Associates y profesor
de Economía en la Stern School of Business de la Universidad de Nueva York. ©
Project Syndicate 1995–2016.
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