Desde América Latina y el Caribe, contamos con un
activo fundamental, como lo es el conocimiento y sabiduría de nuestros pueblos
originarios, que no es un saber arcaico y de museo sino una conciencia vívida
en millones de personas que vivimos en esta región. Hemos venido tratando
de articular estos saberes alrededor del concepto del “Sumak Kawsay” o Buen
Vivir. Básicamente, afirmando que no nos interesa alcanzar el tipo del
Desarrollo que los países del Norte o del Centro nos proponen. Sin
embargo, esto también nos genera inmensas contradicciones, en especial en lo
que se refiere a la “explotación” de nuestros recursos naturales. En un
mundo en el que se dejó para América Latina y el Caribe el lugar de seguir
siendo proveedor de materias primas, siendo este todavía el principal recurso
exportable que tienen nuestros países, es muy difícil encontrar alternativas al
modelo “extractivista” que se nos propone como motor de nuestro propio
desarrollo.
Son muchas y muy profundas las tensiones que
atravesamos como región. Nos preguntamos cómo poder desarrollarnos con un
modelo propio que logre resolver todas las contradicciones que señalamos y que
no agotan todas las existentes. Para los sectores históricamente
dominantes en nuestra región, la salida es resignar lo que entienden son
miradas utópicas de la realidad, e insertarse al mundo para jugar el juego que
se nos propone. Ese juego hoy deja afuera a millones y millones de seres
humanos que son considerados sencillamente como de descarte. Desde la
AOED-ALC no podemos abrazar esa propuesta sin renunciar a nuestra propia razón
de ser. Para nosotros, no existe ningún “desarrollo” que no incluya a
todos y todas, incluyendo a la Madre Tierra, de la que nos sabemos parte.
Cualquier propuesta que no contemple esta perspectiva, para nosotros no
puede entenderse como una salida sino como una trampa. El mandato de los
pueblos andinos de “No mentir, No robar y No ser holgazanes” parece ser tan
sencillo como necesario en medio de los males que nos aquejan...
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UN DESARROLLO PARA AMÉRICA LATINA Y EL
CARIBE: NUESTRA PROPIA PERSPECTIVA.
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Alberto César Croce.
ALAI. Lunes 18 de julio del 2016.
América Latina y el Caribe, nuestra región, se
encuentra atravesada en este momento histórico por inmensos desafíos.
Algunos son estructurales y permanentes. Pero otros son, en cierta
manera, nuevos, y exigen posicionamientos y miradas para las que no estábamos
ni estamos tan preparados.
La segunda década del Siglo XXI nos encuentra en un
continente en donde las desigualdades se han profundizado de manera
dramática. Los esfuerzos de muchos gobiernos “populares” por impulsar
modelos distributivos como nunca antes había sido posible imaginar, se han
enfrentado contra el muro de intereses de sectores de las derechas
latinoamericanas que, desde la nueva articulación entre grupos muy poderosos
del Poder Judicial y los Medios de Comunicación, han logrado frenar estos
procesos y ponerles un límite muy duro.
Ayudados por las propias incoherencias e
inconsistencias al interior mismo de los sectores progresistas, están logrando
torcer la historia hacia un modelo económico neoliberal, que parecía haber sido
derrotado, con mayor contundencia que la que hoy estamos comprobando.
Desde la epopeya del “No al ALCA” a este escenario
de “fortalecimiento del Tratado Transpacífico (TTP)” han pasado –sólo– 10 años.
Todo es demasiado reciente como para poder sacar
conclusiones permanentes. Los cambios se están produciendo y nosotros
estamos siendo protagonistas de los mismos. Nos toca vivirlos como
actores o espectadores. Un proceso como el de Venezuela que está a la
espera de su resolución y que puede hacer variar sustancialmente cualquier
predicción de evolución de la situación regional. O Brasil, que sufre un
nuevo “golpe blando” a partir de las presiones de los sectores más ricos que
manejan la prensa y la justicia, alterando “legalmente” los procesos
democráticos. O la situación del Perú, con una tremenda paridad en un
ballotage que ha dejado al gobierno constitucional con una debilidad que hará
muy compleja su gobernabilidad. Y así siguiendo, por cada uno de los
países de la región... Por eso no es posible aventurarse aún con
definiciones certeras a largo plazo.
Desarrollo para los pueblos.
Las Redes de Organizaciones de la Sociedad Civil
que actúan en los campos de incidencia a nivel global o regional procuran todas
–cada una según su especificidad– impulsar o monitorear los procesos de
Desarrollo de y para los pueblos.
Desde la Alianza de Organizaciones por la Eficacia
al Desarrollo-Regional América Latina y el Caribe (AOED-ALC) nos toca,
especialmente, monitorear los procesos de la Cooperación Internacional al
Desarrollo (CID) e impulsar, desde los distintos países y sectores que la componen,
procesos que la impliquen –a la CID– como actor central. Hoy es una tarea
particularmente compleja.
Por una parte, la Cooperación Internacional al
Desarrollo está viviendo también un momento muy particular. El mundo,
atravesado por contradicciones extremadamente profundas y por formas de
terrorismo que se manifiestan con un poder inusitado y una lógica despiadada, a
la vez que muy difícil de neutralizar, está generando escenarios imprevisibles
respecto de Europa, con migraciones inmensas de poblaciones que buscan refugio
y mínimas seguridades en los países centrales.
Esta situación, entre tantas otras, ha terminado de
poner en jaque a la llamada “Cooperación Internacional”. Los países
centrales miran para “adentro” de sí mismos y esto pone en evidencia cada vez
más descarnadamente que, cuando se proponen cooperación “para afuera”, salvo
honrosas excepciones, se trata de operaciones interesadas en promover el
comercio internacional con otros países.
Poco a poco, la “Cooperación” se ha centrado en las
ayudas a los países que sufren catástrofes humanitarias o naturales. La lógica
de la Cooperación Internacional al Desarrollo va quedando cada vez más relegada
y empequeñecida.
Se impulsa la “Cooperación Sur-Sur”, pero con una
clara intencionalidad de dejar en manos de los países que ahora son
“emergentes” o “de Renta Media”, sus propias posibilidades y necesidades de
desarrollo. Más allá de los discursos que hacen valorar estas iniciativas
y reconocer muchas virtudes de esta cooperación, la búsqueda de desligarse de
las responsabilidades por el desarrollo de los países no centrales, va quedando
cada vez más claro en el escenario internacional.
Por otra parte, la crisis financiera
internacional que afecta a todo el planeta de diversas formas, pero en
especial a los mismos Estados, que están riesgosamente endeudados unos con
otros, hasta niveles que ya no son sustentables, hace mirar al llamado “Sector
Privado” como un actor decisivo para poder alcanzar algunos niveles de
desarrollo. Este Sector, beneficiado hasta el escándalo por las políticas
internacionales que él mismo impone, encuentra en el lucro y la especulación –y
no en la solidaridad– su motor fundamental. Difícilmente será el socio
que declaman y ansían los documentos internacionales que hablan de él. Sin las
regulaciones, controles y sanciones que los Estados deben imponerle, poco o
nada harán por el desarrollo del planeta. Y en la medida en que los
Estados estén más bien controlados por el Sector Privado, el camino por el que
se transita es justamente el inverso. Cada día queda más en evidencia que
este Sector, a nivel internacional, salteando cualquier regla ética, se mueve
en el mundo de la opacidad y la evasión tributaria, volcando grandes capitales
a operaciones transacciones ilícitas.
El otro aspecto decisivo tiene que ver con la
amenaza ambiental en el planeta. La “casa común” está al límite de
sus posibilidades de sustentabilidad, señalan los expertos. Las
advertencias que se realizaron en la última Conferencia sobre el Clima –COP 21–
de París marcan la delgada línea roja que ya estamos atravesando. En este
contexto, “Desarrollo” es una palabra que se vuelve en sí misma paradójica.
Querer “desarrollar” a los países más pobres al nivel de los ricos,
parece llevarnos al abismo. No quererlo hacer nos lleva a cristalizar la
injusticia. Lo mismo sucede al interior de cada país. Los que más
amenazan el ambiente son los que más consumen. Es cierto que los pobres del
mundo, especialmente los que viven hacinados en las grandes ciudades, tienen
prácticas cotidianas muy contaminantes, pero los sectores ricos, que se
presentan como más cuidadosos respecto de estos temas, son los responsables de
los grandes emprendimientos que lo destruyen todo (bosques, mares, ríos, aires,
lluvias…) sin medida alguna.
Eficacia del desarrollo.
En este contexto, ¿qué puede ser realmente la
“eficacia del desarrollo”?
Desde América Latina y el Caribe, contamos con un
activo fundamental, como lo es el conocimiento y sabiduría de nuestros pueblos
originarios, que no es un saber arcaico y de museo sino una conciencia vívida
en millones de personas que vivimos en esta región. Hemos venido tratando
de articular estos saberes alrededor del concepto del “Sumak Kawsay” o Buen
Vivir. Básicamente, afirmando que no nos interesa alcanzar el tipo del
Desarrollo que los países del Norte o del Centro nos proponen. Sin
embargo, esto también nos genera inmensas contradicciones, en especial en lo
que se refiere a la “explotación” de nuestros recursos naturales. En un
mundo en el que se dejó para América Latina y el Caribe el lugar de seguir
siendo proveedor de materias primas, siendo este todavía el principal recurso
exportable que tienen nuestros países, es muy difícil encontrar alternativas al
modelo “extractivista” que se nos propone como motor de nuestro propio
desarrollo.
Son muchas y muy profundas las tensiones que
atravesamos como región. Nos preguntamos cómo poder desarrollarnos con un
modelo propio que logre resolver todas las contradicciones que señalamos y que
no agotan todas las existentes. Para los sectores históricamente
dominantes en nuestra región, la salida es resignar lo que entienden son
miradas utópicas de la realidad, e insertarse al mundo para jugar el juego que
se nos propone. Ese juego hoy deja afuera a millones y millones de seres
humanos que son considerados sencillamente como de descarte. Desde la
AOED-ALC no podemos abrazar esa propuesta sin renunciar a nuestra propia razón
de ser. Para nosotros, no existe ningún “desarrollo” que no incluya a
todos y todas, incluyendo a la Madre Tierra, de la que nos sabemos parte.
Cualquier propuesta que no contemple esta perspectiva, para nosotros no
puede entenderse como una salida sino como una trampa. El mandato de los
pueblos andinos de “No mentir, No robar y No ser holgazanes” parece ser tan
sencillo como necesario en medio de los males que nos aquejan...
No tener todas las respuestas a la mano puede ser
visto como una debilidad. Pero también, reconocerlo es francamente una
fortaleza. Avanzar creídos de saber todo lo que necesitamos, sin saberlo
realmente, puede llevarnos a cometer errores mayores y con consecuencias aún
más devastadoras. Asumimos que en medio de tantas contradicciones y
desafíos, caminamos a tientas. Pero buscamos irrenunciablemente el camino
que nos lleve a la salida de este laberinto, descartando soluciones
individualistas que nos salven en soledad mientras las grandes mayorías
sucumben por las injusticias a las que el modelo internacional las somete.
Los artículos de la edición 515 (julio 2016) de la
revista América Latina en Movimiento, con las miradas diferentes desde
las distintas perspectivas, intentan ayudarnos a encontrar algunas pistas por
dónde sea posible seguir andando. Desde las miradas que dan los distintos
sectores y varias de las subregiones de América Latina y el Caribe. Son
miradas diferentes pero no contradictorias y expresan la búsqueda, las
preguntas y las tentativas que vamos haciendo desde estas tierras protegidas
por la Pachamama, regadas por las lluvias del Amazonas y el Paraná, custodiadas
por los cóndores, alimentadas por el maíz y entibiadas por el Inti que aparece
sobre el Illimani, el Aconcagua y el Popocatépetl y nos recuerda que hay una fidelidad irrenunciable
hacia nuestras raíces y hacia nuestro futuro común.
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Alberto César Croce es Coordinador
Regional de la Alianza de Organizaciones por la Eficacia al Desarrollo-Regional
América Latina y el Caribe – AOED-ALC.
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