MÉXICO LINDO Y BONITO SE ACABÓ. RESPONSABLES DIRECTOS LA “CLASE POLÍTICA”
CORRUPTA Y MAFIOSA” Y EL PODER DE LAS CORPORACIONES MEDIÁTICAS.- La corrupción ha capturado las instituciones
del Estado y la narco política ha dominado absolutamente a la Democracia – hoy es
una democracia fallida, procedimental, mediática y novelesca-El Estado hoy es
un estado inviable, camino –muy seguro –hacia un narco-estado. Responsabilidad
política, primero del PAN (Partido de Acción Nacional) la derecha extrema, y en
los últimos 30 años de todos los gobernantes del PRI (Partido Revolucionario
Institucional). El actual Presidente señor Peña Nieto es uno de los grandes
responsables políticos y en general toda la “clase política” no solo está contaminada
con la corrupción y la narco-política, sino que es responsable de la muerte y
desaparición de más de 100 mil ciudadanos mexicanos en los últimos 8 años
(entre asesinados y desaparecidos) gobiernos del PAN y el PRI. La mafias y
grupos armados de narcotraficantes han tomado por asalto varias ciudades – en especial
en la zona norte con Estados Unidos – sumado a ello que México es uno de los
países – debe ser el primero – que su gente vive teniendo como primera fuente
de sobrevivencia los millones de dólares de la remesas que envían los residentes
y migrantes en el Imperio, primero y después de otros países del Mundo.
Cómo cambio en los últimos
años de tener un ingreso nacional, cuyas fuentes mayoritarias era el Petróleo –
su poderosa Empresa – PEMEX – y el Turismo que representaba toda una Escuela
Institucional en América latina y a nivel mundial, todo ello se derrumbó con la
corrupción y la narco política. Sin embargo es preciso mencionar como corolario
de toda esta inmundicia en la política que el Señor Peña Nieto – no solo ha
sido acusado de tener la mejor residencia de millonarios, por la cual pide
perdón ahora –pero sin embargo, hasta hoy – ya transcurrió más de un año – de los
43 estudiantes de la escuela Rural de Normalistas del Ayotzinapa, Estado de Guerrero
– hasta hoy asesinados y quemados vivos – por grupos de mafiosos narco-terroristas.
Pero su última gran hazaña política del señor Peña Nieto es la muerte –asesinato
masivo – de Maestros en el estado de Oaxaca – en el centro de una Manifestación Pública de los Maestros de México contra las
Leyes de Reforma de Educación en México y que viola en forma flagrante los derechos más elementales de
los Maestros, como una ley absolutamente de contenido neoliberal.
/////
Presidente Enrique Peña
Nieto pidió perdón al promulgar leyes anticorrupción, pidió perdón por su
Mansión , pero también debería pedir perdón al Pueblo de México por la muerte de
los estudiantes Normalistas de Ayotzinapa y de los Maestros de Oaxaca. Llegara
el día D. Esperemos…
***
MÉXICO: PEÑA NIETO PIDE PERDÓN POR SU MANSIÓN.
Después del escándalo por la compra poco
transparente a un importante contratista de Estado.
*****
El caso involucra a su mujer y al Grupo Higa, su
contratista favorito cuando era gobernador. Tras la revelación por un grupo de
periodistas, el presidente deshizo la operación.
Cuándo pedirá perdón por el asesinato de los 43 estudiantes de la escuela Normalista de Ayotzinapa y por los Maestros del estado de Oaxaca. Sería importante escucharlo. El Secretario General de la OEA muy activo y radical contra Venezuela, pero callado y en absoluto silencio en relación al señor Peña Nieto - la narco-política - y en igual forma, creo que se asustó - no dice una sola palabra, en relación a la muerte de los afro-americanos y los policías blancos en Estados Unidos y su Presidente Obama. Señor Almagro, de la OEA. La Carta Democrática de las Américas no solo es para Venezuela, sí la aplica igual - veremos un "milagro", queremos ver si se impone sobre México y Estados Unidos?. Pablo Raúl
Gerardo Albarrán de Alba
Página/12 En México
Desde Ciudad de México Página /12 miércoles 20 de
julio del 2016.
No es común que un
presidente se disculpe ante su pueblo. Y menos en México. Pero acaba de suceder
por segunda vez en los últimos 40 años. Primero fue José López Portillo, en
1976, cuando pidió perdón a la nación por no saber administrar la riqueza
energética que, en esa época, podía poner de rodillas a la mismísima OPEP
(Organización de Países Productores y Exportadores de Petróleo), y por no poder
evitar que los grandes empresarios saquearan las reservas monetarias del país
(luego, la economía nacional se hundió en una crisis de la que no ha salido
desde entonces).
La noche del lunes
pasado fue el turno de Enrique Peña Nieto, quien se disculpó por dar la
impresión de ser uno de los presidentes más corruptos que ha tenido México,
aunque aseguró que no lo es, nomás lo parece.
“Les reitero mi sincera
y profunda disculpa por el agravio y la indignación que les causé”, dijo Peña
Nieto a la sociedad mexicana en alusión al escándalo que estalló tras una
investigación periodística que el 9 de noviembre de 2014 expuso la supuesta adquisición
de una mansión de 7 millones de dólares por parte de Angélica Rivera, esposa
del presidente y ex actriz de telenovelas en Televisa, al contratista favorito
de Peña Nieto desde hace más de una década.
El acto de contrición
presidencial fue recogido como parte de una operación de lavado de conciencias
por la prensa internacional, que cada vez mira a Peña Nieto con mayor recelo.
Los principales medios del mundo registraron el mea culpa de Peña Nieto
mientras promulgaba públicamente siete leyes secundarias que dan cuerpo al
Sistema Nacional Anticorrupción, entre ellas las leyes de Responsabilidades
Administrativas, del Tribunal de Justicia Administrativa, de Fiscalización y de
la Administración Pública Federal. Además reformó el Código Penal Federal y la
Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República para crear la Fiscalía
Anticorrupción.
El acto resultó
deslucido por el previo veto presidencial a un artículo de la Ley de General de
Responsabilidades Administrativas, conocida como “3 de 3”, que obligaba a todos
los empresarios que tuvieran contratos con el gobierno a presentar sus
declaraciones patrimonial, de intereses y fiscal.
México es el país más
corrupto entre los 34 Estados miembros de la Organización para la Cooperación y
el Desarrollo Económicos (OCDE), el número 11 entre 22 naciones
latinoamericanas y el 95 entre 168 países evaluados en 2015 por Transparencia
Internacional. Comparado con los países del G-20, sólo Argentina y Rusia están
peor que México.
La corrupción en este
país lo abarca todo, pero pocas veces había sido documentada al más alto nivel
de la clase política, como ocurrió en el caso de la llamada Casa Blanca, una
propiedad de 7 millones de dólares en la calle Sierra Gorda, en el exclusivo
fraccionamiento Lomas de Chapultepec, propiedad de la pareja presidencial,
expuesta por una investigación periodística que ha sido premiada
internacionalmente después de que fue despedido todo el equipo periodístico que
la hizo posible en Noticias MVS.
Si acaso, sólo peor que
la corrupción es la impunidad. En el fondo, históricamente toda medida para
combatirla ha quedado en la retórica y el juego de apariencias.
De hecho, el nuevo
Sistema Nacional Anticorrupción mexicano anunciado por Peña Nieto evita
fiscalizar al presidente, a quien no se puede perseguir judicialmente por actos
de corrupción ni por casi ningún otro delito que no sea “grave”, según las
leyes mexicanas, o por “traición a la patria”, en contraste con otras
legislaciones latinoamericanas como la de Guatemala, donde el expresidente Otto
Pérez Molina se encuentra en prisión preventiva, o la de Brasil, donde la
presidenta Dilma Rousseff fue separada del cargo, o la de Argentina, donde se
persigue a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Al problema endémico de
la corrupción en México se suma el doble agravio de la ostentación, lo que
exacerbó a la sociedad en torno del escándalo de la inexplicable riqueza del
presidente y su esposa, presumida primero en las páginas de una revista de
banalidades de la oligarquía nacional y expuesta, después, en la investigación
periodística que identificó no sólo conflictos de interés sino un eventual caso
de corrupción al más alto nivel.
Por cierto, ya tarde en
la noche del mismo lunes, Presidencia de la República aseguró que, desde diciembre
de 2014, Angélica Rivera, esposa del presidente Enrique Peña Nieto, canceló el
contrato de compraventa de la Casa Blanca, por lo que dejó de tener posesión
del inmueble que adquirió del contratista del gobierno federal Grupo Higa.
“Desde esa fecha la señora Rivera no tiene relación alguna con el inmueble, es
decir, ni la posesión ni la propiedad”, algo que habría ocurrido hace 19 meses
pero que la sociedad mexicana no supo sino hasta el mismo lunes pasado, ya
entrada la noche.
Tal opacidad contrastó
con el discurso presidencial, ese mismo día: “En carne propia sentí la
irritación de los mexicanos, la entiendo perfectamente. Por eso, con toda
humildad, les pido perdón. Les reitero mi sincera y profunda disculpa por el
agravio y la indignación que les causé. Y en esto reconozco que cometí un
error. No obstante que me conduje conforme a ley, este error afectó a mi
familia, lastimó la investidura presidencial y dañó la confianza en el
gobierno”, dijo Peña Nieto al presentar su iniciativa anticorrupción.
Y es cierto. Lo sintió
en carne propia, pero no necesariamente en su ámbito más privado, sino como
líder de facto de su partido, el PRI, que hace poco más de un mes perdió 7 de
12 gobernaciones en disputa, incluyendo estados como Veracruz y Quintana Roo, que
su partido había gobernado ininterrumpidamente durante casi un siglo. El
presidente atribuyó tamaña derrota a lo que llamó “mal humor social”.
Peña Nieto se muestra
más preocupado por la percepción pública que por el Estado de derecho: cada
día, dijo, desde el escándalo por la Casa Blanca, “estoy más convencido y
decidido a combatir la corrupción”. En realidad, desde entonces, lo que ha
hecho fue nombrar un “zar anticorrupción”. El 3 de febrero, el presidente
priista nombró a Virgilio Andrade secretario de la Función Pública (un
ministerio que el propio Peña Nieto había hecho desaparecer hacía unos meses)
para que investigara no si el presidente había incurrido en corrupción, sino si
existía “conflicto de interés” por la supuesta compra que hizo su esposa de la
Casa Blanca al Grupo Higa, contratista favorito de Peña Nieto desde que era
gobernador en el estado de México (2005-2011).
Ya en el cargo, Andrade
aclaró que carecía de atribuciones para cumplir con la instrucción
presidencial, pues la compra ocurrió cuando Peña Nieto era gobernador. Entonces
se centró en averiguar si el contratista Grupo Higa había sido favorecido con
contratos públicos. Seis meses después, la conclusión fue “No”.
La instrucción
presidencial incluía investigar al actual secretario de Hacienda, Luis
Videgaray, mano derecha de Peña Nieto, quien habría comprado una casa de campo
por 581 mil dólares, al contado, en un exclusivo fraccionamiento de Malinalco,
en el estado de México. El funcionario también fue exonerado, pese a que el contratista
al que le compró la propiedad tardó más de un año en cobrar un cheque por 6,6
millones de pesos que recibió del funcionario y, en el mismo lapso, obtuvo al
menos cuatro contratos de la banca pública de desarrollo que en esa época
presidía el propio Videgaray.
Para Peña Nieto, todo
fue “un error”. Para buena parte de la sociedad mexicana, la lectura es que el
error fue permitir que lo pescaran.
“Todos
tenemos que ser autocríticos, tenemos que vernos en el espejo. Empezando por el
propio presidente de la República”, dijo Peña Nieto. Y el país recordó el cuento de Blancanieves.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario