La globalización y el neoliberalismo parecen ser lo mismo. Sin
embargo, un análisis más cuidadoso permite reconocerlos como fenómenos
esencialmente distintos: en su caso, la globalización resulta ser un fenómeno
histórico consustancial al capitalismo; mientras que, el neoliberal, es
un proyecto político impulsado por agentes sociales, ideólogos, intelectuales y
dirigentes políticos con identidad precisa, pertenecientes, o al servicio, de
las clases sociales propietarias del capital en sus diversas formas. La
convergencia de ambos procesos, forma la modalidad bajo la que se desarrolla el
capitalismo en la época actual.
“El
Neoliberalismo no es una teoría del desarrollo, el neoliberalismo es la
doctrina del saqueo total de nuestros pueblos“ (Fidel Castro)
“El
Neoliberalismo ha sido la ideología hegemónica en materia económica desde el
comienzo de la década de 1980. Desde el inicio del nuevo siglo, sin embargo, la
intrínseca irracionalidad del neoliberalismo, su fracaso en promover el
crecimiento económico de los países en desarrollo, su tendencia a profundizar
la concentración del ingreso y a aumentar la inestabilidad macroeconómica (demostrada por las continuas crisis
financieras de los 90), constituyen indicadores de su agotamiento. El castillo de naipes neoliberal, que
por algunos años ofreció cierto grado de buen rendimiento en cuanto al aumento
de los valores macroeconómicos a nivel internacional se refiere, ha comenzado a
derrumbarse, víctima de sus propios errores, desde su misma base: los países
capitalistas desarrollados. Pero, como
siempre ocurre en estos casos, son aquellos países subdesarrollados
situados en la periferia del sistema los que en mayor medida están teniendo que
soportar los efectos de la actual crisis económica capitalista generada por la
especulación y la avaricia neo-liberal. Tras
décadas de imposiciones neoliberales a las políticas de desarrollo de estos
países (vía BM y FMI), con unos resultados, a diferencia de lo ocurrido en
el ámbito de los índices macroeconómicos internacionales, más bien modestos, la llegada de la crisis ha vuelto a poner
de manifiesto la insostenibilidad del paradigma neoliberal como modelo de
desarrollo para los países situados en la periferia del sistema. Es ahora
cuando la ineficiencia de estas políticas, así como lo inadecuado de sus
planteamientos para con el papel que el Estado
debe jugar en el crecimiento de estos países empobrecidos, se ha ejemplificado
con toda claridad. Incluso los logros alcanzados en los últimos años, tras la
aplicación a escala mundial de toda una serie de medidas destinadas a alcanzar
los Objetivos
del Milenio (ONU, 2000), se están viendo ahora amenazados por los efectos de la
crisis actual. Lo que para occidente es básicamente una crisis económica en el
ámbito financiero que ha acabado por repercutir en la economía real con resultados no poco preocupantes para sus
clases trabajadoras, en los países empobrecidos se ha destapado en toda su
crudeza como una crisis que abarca una triple dimensión: financiera, energética
y alimenticia, y que está conduciendo a sus gentes a situaciones realmente
trágicas. La
pobreza, el hambre, el desempleo, en pocas palabras, la falta de
alternativas reales para una vida digna, están alcanzando ahora cifras nunca
vistas en la historia. Todo ello a pesar
de que los apologetas del neoliberalismo siguen fieles a su discurso según
el cual “para cualquier observador más o menos lúcido de lo que ha ocurrido
con las economías estatizadas y el intervencionismo estatal, es inevitable
reconocer que sólo una economía abierta trae desarrollo y progreso” (Vargas Llosa, 2009). Las
evidencias, podríamos responder, sugieren justamente lo contrario: que si tras
tres décadas de aplicación sistemática
de los postulados neoliberales en los países
empobrecidos, los índices de pobreza, de desigualdad social y, sobre todo,
de acumulación del capital en cada
vez menos manos, no han hecho sino aumentar, no será, pues, el neoliberalismo
quien traiga desarrollo y progreso para los países empobrecidos de la periferia
capitalista. El neoliberalismo, como
mucho, traerá para estos países el desarrollo de la
dependencia y la explotación, el desarrollo del subdesarrollo”.
2.11-2009. Rebelión.
/////
PORQUÉ SOBREVIVE EL NEOLIBERALISMO.
*****
Emir Sader.
ALAI miércoles 8 de febrero del 2017.
En su surgimiento el modelo neoliberal traía promesas atrayentes. Antes de todo, contener los gastos excesivos del Estado, diagnosticado con la fuente de la inflación. Por otra parte, imponer a la economía el dinamismo centrado en las empresas privadas y en el mercado. Por el discurso liberal que lo acompañaba, se fortalecería la sociedad civil y la ciudadanía, libres de las trabas y de la opresión del Estado.
No fue lo que pasó pero, por lo menos, en algunos
casos, y por algún tiempo, hubo control de la inflación, aunque multiplicando
la deuda pública. Cuando sus efectos positivos se habían agotado, vino el
discurso de que, si era el mejor modelo, era el único posible en la era de la
globalización.
Hoy, cuando la crisis recesiva se perpetúa en
Europa, ya desde 2008, mientras que ese efecto se extiende por toda la economía
internacional, ya no se ven rasgos positivos y tampoco, es obligatorio mantener
el modelo neoliberal, eje de la crisis a nivel nacional e internacional. Los
partidos tradicionales, conservadores y socialdemócratas, que han asumido la
política de austeridad –la forma que asume el neoliberalismo en ese continente
– se ven castigados por los electores y cada elección se vuelve una
desesperación para esos partidos.
En ningún lado la aplicación de los duros ajustes
fiscales –eje de los modelos neoliberales– cumplió con sus promesas. Ni control
de las cuentas públicas y de la inflación, menos todavía retomar el desarrollo
económico. Su desempeño es globalmente considerado un fracaso, responsable por
la perpetuación de la recesión en la economía mundial.
En América Latina ello es igualmente evidente.
Compárese las economías de Argentina y de Brasil en los gobiernos anti
neoliberales y en el retorno del modelo neoliberal, y el resultado es
escandalosamente claro a favor de los primeros. Mírese todo lo que han mejorado
países como Ecuador, Bolivia, Brasil, en comparación con la situación de
México, de Perú.
Pero, ¿por qué, a pesar del espectacular fracaso
del neoliberalismo, ese modelo sigue vigente en gran parte del mundo,
incluyendo EEUU, Europa, Japón, la mayoría de los países de América Latina, de
Asia y de África?
En primer lugar, porque ese modelo refleja los
intereses del capital financiero, que es el hegemónico a nivel económico, en el
estadio actual del proceso de acumulación del capital. Hay fuertes intereses
económicos en la preservación de ese modelo, que solo incrementa la riqueza y
el poder del capital financiero.
En segundo lugar, porque el propio capitalismo no
posee alternativas. Llegado a su etapa actual, no lograría retornar a formas de
regulación económica, que le permitirán no estar sometido a las presiones
recesivas del capital financiero.
En tercer lugar, porque las fuerzas que se
oponen al neoliberalismo no han logrado, hasta ahora, en la gran mayoría de los
países, comprender que la lucha fundamental en el período histórico actual es
por la superación del modelo neoliberal y lograr así construir una alternativa
concreta a ese modelo, congregando a las fuerzas sociales y políticas
necesarias.
Después de su surgimiento con fuerza, el modelo
neoliberal pasó a su fase de sobrevivencia, una fase marcada por la recesión
económica y por una gigantesca crisis social, así como por una inmensa crisis hegemónica que
apunta hacia su agotamiento y la búsqueda de alternativas de su superación.
*****
- Emir Sader, sociólogo y científico
político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la
Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario