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La más
dramática de las celebraciones del Día Internacional de la Mujer ocurrió en 1917, en Rusia. Bajo la
dirección de la feminista Alexandra Kollontai, las mujeres rusas habían comenzado en 1913 a celebrar
ese Día al estilo americano, con una movilización durante el último domingo de
febrero. En 1917, el principal
reclamo de sus protestas era contra la degradación de sus condiciones de vida. Los alquileres habían aumentado a más del
doble en San Petersburgo (rebautizada Petrogrado)
entre 1905 y 1915, Los precios de
los alimentos, en particular de la harina y del pan, habían aumentado entre
80 y 120% en la mayoría de las
ciudades europeas. El precio de la libra de pan de centeno, componente básico
de la dieta obrera en Petrogrado,
había aumentado de 3 kopeks en 1913 a 18 kopeks en 1916. Hasta el jabón había
aumentado un 245% en 1917 en Petrogrado.
Los comerciantes especulaban con los granos, el combustible y la carne, mientras que las fábricas cerraban por
falta de energía eléctrica para funcionar. Los asalariados, tanto hombres como mujeres, iban a la huelga para enfrentar los despidos. Entre enero y febrero de 1917
se movilizaron más de medio millón de
trabajadores rusos, la mayor parte de ellos en Petrogrado.
Aprovechando la ocasión del Día Internacional de la Mujer (celebrado el 23 de febrero del calendario juliano, que correspondía al 8 de marzo en occidente) las mujeres encabezaron una gran manifestación, partiendo de las fábricas y de las filas de reparto de comida. Los obreros metalúrgicos, hombres en su mayoría, se unieron a ellas, a pesar de que los bolcheviques consideraban que la movilización de las mujeres era precipitada. El 25 de febrero, dos días después del comienzo de la insurrección de las mujeres, el zar le ordenó al General Khabalov, del Distrito Militar de Petrogrado, que aplastaran la revolución de las mujeres, disparando si era necesario. Khabalov resumió así el problema que tienen las autoridades cuando se enfrentan a las demandas de las mujeres: «cuando ellas decían «Dennos pan», les dábamos pan, y la cosa terminaba ahí. Pero cuando decían «¡Abajo la autocracia!» ya no podíamos aplacarlas con pan». Así comenzó la revolución de febrero en Rusia. Para el 12 de marzo (27 de febrero en el calendario juliano), el zar Nicolás II ya había sido forzado a abdicar. El gobierno provisional, formado para conducir el país hasta la elección de una asamblea constituyente, fue el primer gobierno de una gran potencia en otorgar a las mujeres el derecho al voto.
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SOBRE LOS ORÍGENES SOCIALISTAS
DEL DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER.
*****
Por | 08/03/2022 | Feminismos
Fuente
Rebelión martes 8 marzo del 2022.
Traducido
del inglés por Sebastián Risau
Recuperamos
este artículo de 1985 que pretende acabar con los mitos edulcorados sobre el
origen del Día Internacional de la Mujer.
Introducción de Claire G. Moses,
directora de Feminist Studies
Cada 8 de marzo
cuento en mis clases de Estudios Feministas la historia del Día Internacional
de la Mujer. Es una
historia que me han contado muchas veces, y que por ello conozco bien. En 1857, una manifestación espontánea, llevada
a cabo por las trabajadoras textiles de
Nueva York que protestaban por los bajos salarios, la jornada laboral de doce horas y la creciente carga de
trabajo, fue brutalmente dispersada
por la policía. Muchas mujeres
fueron arrestadas y algunas fueron pisoteadas por la multitud. Cincuenta años después, en el aniversario
de esa movilización, se instituyó en su memoria el Día Internacional de la Mujer.
Mis estudiantes responden a esta historia con una emoción muy cercana a la
gratitud. Usualmente el 8 de marzo coincide
con el momento del semestre en el que más sienten el peso de la opresión de la mujer: están hambrientas por el
conocimiento de la resistencia de las mujeres. Las trabajadoras textiles de
Nueva York suplen esa necesidad de antecesoras heroicas.
Por eso, fue con cierta ambivalencia, interés académico mezclado con desconfianza política,
que leí en la revista francesa
feminista La Revue d’en face (12, 1982, pp 67-80) el
artículo de Liliane Kandel y Francoise Picq, «Le Mythe des origines, A propos de la journée internationale des
femmes.» ¿El mito de los orígenes? ¿Nunca había existido un evento como nuestra
manifestación de 1857? Efectivamente, según Kandel y Picq, la manifestación de las obreras textiles de Nueva York en 1857 es una leyenda nacida en 1955. En su esclarecedor artículo ellas especulan
sobre el origen de la «leyenda de 1857», sobre
la probabilidad de que, en 1955,
resultara muy oportuno
«separar el
Día Internacional de la Mujer de su historia soviética, para darle un origen
más internacional, más antiguo que los bolcheviques, más espontáneo que la
decisión de un Congreso, o la iniciativa de mujeres afiliadas al Partido, y que
la fecha de 1857 haya sido elegida como tributo a Clara Zetkin, nacida ese
año.»
Intrigadas por esta revisión de nuestro registro histórico, las editoras de Feminist Studies le pedimos a Temma Kaplan, de quien conocíamos sus estudios sobre rituales y días festivos socialistas, que nos proporcionara un registro más verdadero sobre el origen del Día Internacional de la Mujer. El meticuloso análisis de Kaplan sobre el nacimiento del Día Internacional de la Mujer demuele un mito en el cual muchas de nosotras nos apoyábamos para interesar a nuestras estudiantes. Ellas, que consideraban inspiradora la idea de una manifestación espontánea, seguramente extrañarán la leyenda de 1857. Pero en los ’80, cuando mejor necesitamos entender la efectividad de la resistencia organizada ¿no corresponde acaso que nos inspiremos no sólo en las manifestaciones espontáneas, sino también en las mujeres que se embarcaron en luchas de largo aliento y que crearon rituales para sostener esa lucha frente a una oposición implacable?
Mujeres en la Inauguración de la II Internacional. 1890.
***
Sobre los orígenes socialistas del Día
Internacional de la Mujer
Temma
Kaplan
Una de las formas en que los socialistas y los anarquistas del siglo XIX intentaron establecer
tradiciones comunales y seculares fue a través de los días festivos. Incluso en España, los izquierdistas
celebraban festivales el 14 de julio,
aniversario de la Toma de la Bastilla,
porque esa fue la fecha más revolucionaria del calendario europeo hasta la Revolución Rusa.
Los socialistas eligieron esa fecha para reunirse en París en 1889 para organizar la Segunda Internacional, una asamblea de partidos socialistas, sindicatos y clubes
políticos. Con frecuencia, como ocurría con la conmemoración de la Comuna de París en
cualquier día entre el 18 y el 28 de
marzo, las fechas de los días festivos variaba. En el fondo lo que
realmente importaba no era tanto la fecha sino la solidificación de un sentimiento de comunidad.
El
primer Día Internacional de la Mujer (en singular) [actualmente es plural en inglés. N
del T] se celebró el 23 de febrero de
1909 en Estados Unidos. Al igual
que el Día del
Trabajo, que tiene una historia parecida, el Día de la Mujer comenzó como un medio para unir a la comunidad popular alrededor de una serie de metas
comunes. Originalmente ambos días festivos tuvieron lugar en domingos, para que la gente no perdiera
un día de trabajo. Sin embargo,
ambos quedaron fijados en fechas específicas porque los eventos históricos se
impusieron a los manifestantes.
Curiosamente, una historia apócrifa emergió en los círculos comunistas franceses durante la década de 1950. Supuestamente, una huelga de obreras textiles de Nueva York el 8 de marzo de 1857 fue brutalmente reprimida, lo que condujo a una movilización para conmemorar su 50° aniversario en 1907. Ninguno de los eventos parece haber tenido lugar, pero muchos europeos piensan que el de 8 de marzo 1907 inauguró el Día Internacional de la Mujer. Algunas feministas francesas ven este mito como un nuevo capítulo en la discusión de larga data entre feministas y comunistas sobre si las mujeres tienen otros derechos más allá de los que tienen como trabajadoras.
La historia
real del Día Internacional de la Mujer no puede ser separada de la vida política de Clara Zetkin. Ella asistió
a la reunión de 1889 en París en la
que se creó la Segunda Internacional.
En ese momento los izquierdistas allí
reunidos acordaron una manifestación para el Día del Trabajo en la que reclamarían por la jornada de 8 horas y por poner límites
al trabajo de mujeres y niños, puntos promovidos por Zetkin. Como editora entre 1890 y 1925 de Gleichheit [Igualdad],
el periódico femenino del partido Social
Demócrata alemán, ella promovía los intereses de las mujeres trabajadoras. Aunque Zetkin se oponía con virulencia a las feministas dentro y fuera del partido, trató de familiarizar a los socialistas con las condiciones de las mujeres trabajadoras. Después de la
guerra se hizo comunista,
y llevó la propuesta del Día Internacional de la mujer a la Tercera Internacional, en
1922. A partir de ese momento, el Día Internacional de la mujer se trasformó
en un día festivo comunista. Desde finales de los 60 las feministas han revitalizado la celebración, infundiéndole un
nuevo significado.
Muchas
mujeres socialistas en Europa y en Estados
Unidos reforzaron su compromiso con el internacionalismo
en los años previos a la Primera Guerra
Mundial. El 17 de agosto de 1907, justo antes de la reunión de la Segunda Internacional en Stuttgart,
hubo un encuentro de mujeres asociadas
al socialismo. Lideradas por Clara Zetkin y Louise Zietz, estas socialistas se comprometieron a luchar por la igualdad en todos los aspectos de la vida, y debatieron sobre manifestarse
para publicitar sus objetivos.
Tanto en los Estados
Unidos como en Europa las
socialistas quedaron en un segundo
plano respecto de las sufragistas, ya que consideraban a los derechos políticos de las mujeres como
subordinados al avance económico de la
clase obrera masculina. En todo el mundo la izquierda
había asociado el voto femenino con el conservadurismo y Estados Unidos
no era una excepción. Sin embargo, las mujeres
de la Segunda Internacional consiguieron finalmente el apoyo de sus camaradas para la campaña por el sufragio, antes de la
Primera Guerra Mundial. En 1908, el
Partido Socialista de Estados Unidos creó el Comité Nacional de Mujeres por el Sufragio y les pidió que organizaran
manifestaciones. Ansiosas por empezar, la rama Número 3 de la Sociedad Social Demócrata de Mujeres, de Nueva York, organizó una reunión masiva por el sufragio femenino, el 8 de marzo de 1908.
Las
Socialistas de Estados Unidos declararon
el último día de
febrero como Día Nacional de la Mujer. El 23 de febrero de 1909, la asamblea
principal se celebró en Nueva York, en
el Liceo Murray Hill, en la esquina de la Tercera Avenida y la Calle 34.
Dos mil personas escucharon a Leonora O’Reill y
otras explicar los principios de la
igualdad de derecho y exigir el voto para las mujeres. En la asamblea del Liceo del Trabajo de Brooklyn se recitó
«El Dios de Oro»,
seguido de cantos religiosos. Charlotte
Perkins Gilman se dirigió a la congregación de la iglesia Parkside, en Brooklyn,
junto a la secretaria de la Hermandad
Cristiana Socialista.
«Es cierto
que el deber de una mujer está centrado en su hogar y en la maternidad”, dijo
Gilman, pero también que «como hogar debería entenderse todo el
país, y no estar confinado a tres o cuatro habitaciones, o a una ciudad, o a un
estado.»
La movilización del año siguiente en Nueva York se produjo el 27 de febrero de 1910, y se abrió con una asamblea en el Carnegie Hall. La audiencia cantó la Marsellesa, y luego Rose Schneiderman, Charlotte Perkins Gilman, y Metta I. Stem explicaron cómo las socialistas alemanas habían marcado el camino en Stuttgart en 1907 al exigir la igualdad económica para las mujeres y el derecho al voto.
Las
socialistas de Estados Unidos inauguraron el Día
Internacional de la Mujer con su Día Nacional de la Mujer en 1909, mientras que las
europeas lo hicieron en 1911. Un patrón similar se había dado con el Día del Trabajo, introducido en 1886 por los Caballeros del
Trabajo [organización presindical del movimiento obrero, N del T], que sin
embargo no fue adoptado por los europeos hasta 1890. En la Asamblea de Mujeres que precedió a la Asamblea General de la Segunda
Internacional en Copenhague, en 1910, Louise Zetz sugirió
que al año siguiente se celebrara un día
Internacional de la Mujer, y Clara Zetkin apoyó esta moción, pero nunca se fijó una fecha.
El 18 de marzo de 1911, en el 40° aniversario de la Comuna de París, se celebró en Europa el primer Día Internacional de la Mujer, para publicitar la necesidad de derechos para las mujeres y el sufragio. Sin embargo, en Estados Unidos las mujeres continuaron movilizándose el último domingo de febrero.
En una rara muestra de solidaridad, las socialistas de Boston les propusieron a las sufragistas
movilizarse juntas hacia las audiencias por el sufragio el 23 de febrero de 1911. Las mujeres organizaron una
manifestación al aire libre, y una
asamblea en Ford Hall. Después de
juntarse en Park Square, llegaron a la sala de audiencias y se encontraron
con que no había lugar suficiente para todas ellas. Inspiradas por las sufragistas, todas estaban vestidas de blanco y
llevaban diferentes banderas según sus opiniones
políticas, pero las socialistas superaban
en número a las sufragistas. La periodista del Periódico de la Mujer
(el órgano oficial de la Asociación Nacional de Sufragistas de Estados Unidos)
admitió que «las socialistas parecen ser
las únicas en tomarse la cosa tan en serio como para marchar por la causa».
En Nueva
York, la asamblea por el Día Internacional de la Mujer de 1911 se celebró en la noche del sábado 25 de febrero en el Carnegie Hall. El discurso
principal, a cargo de Bertha Fraser, elogiaba la incapacidad de combatir
como una cualidad positiva para la ciudadanía.
«Otro
argumento contra las mujeres es que no pueden ser soldados. Y que, además,
cuando consigan el voto, lo usarán para hacer imposible la guerra.»
En la
primera celebración europea del Día Internacional de la mujer, el 18 de marzo
de 1911 las mujeres marcharon por la Ringstrasse de Viena, llevando
pancartas que incluían banderas rojas conmemorando
a los mártires de la Comuna de París.
Las mujeres se detuvieron frente al
mercado de las flores y manifestaron
a favor del sufragio femenino. A lo
largo de todo el imperio austro-húngaro
hubo 3000 manifestaciones de mujeres.
En ese día
de 1911 los delegados socialistas en el parlamento austríaco defendieron abiertamente la igualdad de la mujer y el sufragio
femenino por primera vez, renunciando de esa manera, al menos de palabra, a
la persistente oposición socialista al
voto de las mujeres. Pero justo
cuando algunos socialistas
estaban empezando a apoyar el voto
femenino, la guerra acabó con toda posibilidad de reforma social durante
cinco años.
Durante el
primer invierno y la primavera de la Primera Guerra en 1915, las mujeres comenzaron a pasar a la acción. Proclamaron sus derechos como esposas,
madres o amas de casa tanto en el dominio público como en el privado, para
interceder allí donde los líderes
políticos se mostraban incompetentes. El
Día Internacional de la Mujer era una buena oportunidad. En Nueva York hubo
muchas celebraciones de este día, como aquella en la que habló Juliet Stuart
Poyntz, profesora adjunta de economía, graduada en el Barnard
College [13,14]. La socialista Marian
Craig Wentworth escribió una obra de teatro en la que las mujeres se oponían a parir hasta que
fuesen integradas a los consejos de guerra. Una foto en la revista New
York Call mostraba a una
madre y su hijo con un fondo destruido por la guerra. En el pie de la foto
se preguntaba si las mujeres votarían por esto si tuvieran el voto.
En Berna
(Suiza) Clara Zetkin
reunió a mujeres socialistas
de países en guerra y neutrales para manifestarse contra la guerra. Para las
que venían de países beligerantes, eso significaba una traición contra sus países y partidos. Las mujeres que marcharon el 7 de marzo de 1915
no apoyaban a sus países ni del Este ni
del Oeste. Llamaban a una «reconstitución de la Segunda Internacional», que había colapsado bajo el peso de los nacionalismos en 1914, pero no pedían
por una Tercera
Internacional, como los exilados rusos bolcheviques querían que
hicieran. Para eso, los bolcheviques organizaron otra asamblea a
principios de septiembre de 1915 en
Zimmerwald, cerca de Berna, donde se formó el embrión de la Tercera Internacional.
Las socialistas de Berna volvieron a sus países con un manifiesto que distribuyeron clandestinamente. Estaba dirigido «A las mujeres del proletariado», y preguntaba, «¿Dónde están vuestros maridos? ¿Dónde están vuestros hijos?» Declaraba también que «los trabajadores no tienen nada que ganar con esta guerra. Y tienen todo para perder, todo, todo lo que les es caro.» El manifiesto exhortaba a las mujeres a pasar a la acción para ganar la paz.
Mujeres luchadoras en los tiempos de la Comuna de París. 1871.-
***
Cuando la socialista francesa Louise Saumoneau salió de la cárcel, dos meses después de haber sido detenida por distribuir el manifiesto en Francia, descubrió que su sobrino favorito, de izquierda, había muerto en la guerra. Como siempre respondía a la pena con acciones, escribió su panfleto como una forma de llorarlo. En él, se lamentaba (amargamente) de que
«hace 16
meses, nosotras las madres, las esposas, las hermanas de aquellos que partieron
(…) manteníamos, a pesar de nuestra pena, la esperanza de que este ser tan
querido para nosotras regresaría en buenas condiciones. Ni una sola de nosotras
podía admitir que ese joven robusto que habíamos acompañado a la estación de
tren no volvería nunca. Desde entonces, ¡ay! cuántas mujeres están llorando…»
La guerra continuó a pesar de todos los esfuerzos
de las mujeres, pero también
continuó la celebración socialista del
Día Internacional de la Mujer. Las socialistas neoyorquinas aplaudieron a
la Liga contra los Altos Precios,
que forzó a los municipios a establecer controles de precios sobre los
carniceros Kosher, llamando a apoyar
el derecho de las mujeres a alimentar a sus familias.
La guerra
causó una escasez mucho peor
entre las naciones beligerantes de Europa.
Para enero de 1917, en Italia el precio de la harina había
aumentado un 88%, el del vino un 144% y el de la papa un 131%, respecto de los
precios de 1910 [18]. En el Día
Internacional de la Mujer, el 23 de febrero de 1917, las socialistas de
Turín colocaron afiches dirigidos a las mujeres,
en los barrios obreros. En ellos se leía:
«¿No ha
causado ya demasiados tormentos esta guerra? Ahora la comida para nuestros
niños ha comenzado a escasear. Es tiempo de que actuemos en nombre de la
humanidad que sufre. Nuestro grito es: ¡Bajen las armas! Somos parte de la
misma familia. Queremos paz. Debemos demostrar que las mujeres pueden proteger
a quienes dependen de ellas.»
La más
dramática de las celebraciones del Día Internacional de la Mujer ocurrió en 1917, en Rusia. Bajo la
dirección de la feminista Alexandra Kollontai, las mujeres rusas habían comenzado en 1913 a celebrar
ese Día al estilo americano, con una movilización durante el último domingo de
febrero. En 1917, el principal
reclamo de sus protestas era contra la degradación de sus condiciones de vida. Los alquileres habían aumentado a más del
doble en San Petersburgo (rebautizada Petrogrado)
entre 1905 y 1915, Los precios de
los alimentos, en particular de la harina y del pan, habían aumentado entre
80 y 120% en la mayoría de las
ciudades europeas. El precio de la libra de pan de centeno, componente básico
de la dieta obrera en Petrogrado,
había aumentado de 3 kopeks en 1913 a 18 kopeks en 1916. Hasta el jabón había
aumentado un 245% en 1917 en Petrogrado.
Los comerciantes especulaban con los granos, el combustible y la carne, mientras que las fábricas cerraban por
falta de energía eléctrica para funcionar. Los asalariados, tanto hombres como mujeres, iban a la huelga para enfrentar los despidos. Entre enero y febrero de 1917
se movilizaron más de medio millón de
trabajadores rusos, la mayor parte de ellos en Petrogrado.
Aprovechando la ocasión del Día Internacional de la Mujer (celebrado
el 23 de febrero del calendario juliano, que correspondía al 8 de marzo en
occidente) las mujeres encabezaron una gran manifestación, partiendo de las
fábricas y de las filas de reparto de comida. Los obreros metalúrgicos, hombres en su mayoría, se unieron a
ellas, a pesar de que los bolcheviques consideraban que la movilización de las
mujeres era precipitada.
El 25 de
febrero, dos días después del comienzo
de la insurrección de las mujeres, el
zar le ordenó al General Khabalov, del Distrito Militar de Petrogrado, que
aplastaran la revolución de las mujeres, disparando si era necesario. Khabalov resumió así el problema que
tienen las autoridades cuando se enfrentan a las demandas de las mujeres: «cuando ellas decían «Dennos pan», les
dábamos pan, y la cosa terminaba ahí. Pero cuando decían «¡Abajo la
autocracia!» ya no podíamos
aplacarlas con pan». Así comenzó la revolución de febrero en Rusia. Para el 12 de marzo (27 de
febrero en el calendario juliano), el zar Nicolás II ya había sido forzado a abdicar.
El gobierno provisional, formado para conducir el país hasta la elección de una
asamblea constituyente, fue el primer gobierno de una gran potencia en otorgar
a las mujeres el derecho al voto.
Los eventos
de 1917 en Rusia fijaron la fecha de la celebración del Día Internacional de la
Mujer en el resto de Europa, a partir
del año siguiente. Ya hacia el fin de la guerra, el 8 de marzo de 1918, las
austríacas celebraron en las calles el Día
Internacional de la Mujer. A pesar de que las manifestaciones estaban
prohibidas, tres mil mujeres marcharon a lo largo de la Ringstrasse, pasando
por el Parlamento y por el Palacio de
justicia. También hubo otras manifestaciones en el resto del imperio austro-húngaro. Como lo explicó
Adelheid Popp, líder de las socialistas
austríacas, las mujeres intentaban mostrar, como esposas y como madres, su
aversión por la guerra y sus demandas por la paz.
Con la ayuda de Clara Zetkin, Lenin declaró el Día
Internacional de las Mujeres como un día festivo Comunista en 1922, cuando
los comunistas chinos comenzaron a celebrarlo. En España, luego de la victoria de
la lista del Frente Popular en las
elecciones de febrero de 1936, la Pasionaria, una
de las dirigentes del Partido Comunista
Español, condujo a miles de mujeres para manifestarse en Madrid el 8 de marzo, Día Internacional de
la Mujer, para exigir la protección de la república frente a la creciente
amenaza fascista.
Después de
la Segunda Guerra Mundial, el Día Internacional de la
Mujer siguió siendo un día festivo comunista hasta aproximadamente 1967. Según una de las historias, fue revivido en Estados Unidos por el
Círculo de Chicago, un grupo de mujeres de la Universidad de Illinois que incluía a algunas hijas de comunistas
americanas que recordaban haber escuchado sobre ese día festivo. Desde ese entonces, se ha transformado en
una ocasión para un nuevo sentimiento de conciencia feminista y un nuevo
sentimiento de internacionalismo feminista.
Mi
agradecimiento a Claudia Koonz, Ruth Milkman, y Robert Moeller.
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