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“Putin y la contrarrevolución de color. En resumen: la
“operación militar especial” de Putin para defender a la gente de Donbass, de una inminente
ofensiva del régimen neonazi de Kiev
(que ya se ha cobrado 14.000 vidas
en la región) no sólo está plenamente
justificado en el derecho
internacional por el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, sino
que es plenamente coherente con la
praxis militar y la doctrina de
legítima defensa de los Estados ante una amenaza inminente proveniente de
un Estado vecino o de fuerzas enemigas.
“Guerra secular contra Rusia y China. A pesar de la
sistemática campaña de mentiras de los medios
de desinformación occidentales, cada
vez está más claro, que el conflicto en Ucrania es
parte de una guerra secular de agresión
del imperialismo occidental contra Rusia y China, está comenzó en 1918 con una invasión militar
estadounidense en Siberia contra la Revolución Rusa ( esta como sabemos, fue derrotada sin apelación por
el Ejército Rojo)
y prosiguió después de la Segunda Guerra
Mundial con la guerra de Corea
que tenía como objetivo “contener” a
China Hoy, la agresión imperialista continúa contra China
y Rusia. Occidente
pretende desmembrar Rusia utilizando el expansionismo de la OTAN y ha
tratado de organizar un golpe de Estado
contra el presidente
Xi Jinping de China. Esta última
cuestión la ha exigido públicamente los medios de comunicación de Rupert Murdoch y George Soros. Pero, mientras
Rusia y China continúen
manteniendo su alianza estratégica
defensiva contra los agresores esta
guerra imperialista secular está destinada al fracaso. Defender esta
alianza es tarea de todo aquel que busque
superar la era de la pos-verdad y del fracasado
“siglo americano”, que lo que ha
pretendido es eternizar el poder imperial limitando la soberanía de las
naciones y la emancipación de la humanidad”.
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SOCIÓLOGO ALEMÁN. OCCIDENTE ESTA EN GUERRA CONTRA RUSIA Y CHINA.
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Cuba y
Economía. Miércoles 23 de marzo del 2022.
Fuente.
Observatorio-Crisis.
Hoy NO hay nada que el imperialismo occidental
pueda hacer para salvar a su gobierno títere en Kiev. Más allá de la propaganda
mediática ahora todos sabemos que Rusia tiene misiles hipersónicos imposibles
de detectar por occidente.
HEINZ DIETERICH, PROFESOR DE LA UNAM
Ucrania: la última batalla del siglo XX
Cuando cayó la Unión
Soviética (1990-1991), Washington decidió dar el golpe de gracia a sus dos
principales rivales geopolíticos: Rusia y China. Había que impedir que se desarrollaran como “sociedades viables” y competidoras del
sistema mundial.
Han llegado hasta ver factible lo que el presidente Eisenhower definió como el
objetivo extremo de la política exterior
estadounidense en 1961, el llamado Plan Operativo Único Integrado (SIOP):
un ataque nuclear sorpresa a los centros urbanos e industriales de Rusia y China.
En los términos los militares utilizados por los nazis, sería una “Blitzkrieg nuclear” para aniquilar el 71% de la población urbana rusa y el 53% de la población urbana de China, con el objetivo de lograr el desmembramiento de Rusia y la destrucción de China como potencia económica.
El dominio mundial de Washington
El propósito de este
brutal y deshumanizado plan estratégico (SIOP) que hoy es conocido porque es un documento
desclasificado, dice textualmente:
“Un ataque nuclear sorpresa para destruir la
voluntad y la capacidad del bloque chino-soviético de hacer la guerra, es sacar
a los enemigos de la categoría de gran potencia industrial, y asegurar un
equilibrio de poder de posguerra favorable a los Estados Unidos”.
Esta doctrina imperial ha sido el guion
de la política internacional de todos los presidentes norteamericanos, ha ocurrido así desde que el experto militar Henry Luce publicara en
1941 su trabajo “The American Century”
en la revista “Life”, para justificar la entrada de Washington en la Segunda Guerra Mundial.
Autodestrucción del siglo americano
imperialista
Cuando el socialismo
soviético implosionó (1991), Washington decidió utilizar dos importantes estratagemas políticas
para “acabar” con sus potenciales rivales mundiales Rusia y China:
Expandir la OTAN (su organización para la guerra) hacia el este, lo
más cerca posible a Moscú, para dominar
militarmente a Rusia.
Impedir que renazca la alianza estratégica Rusia-China, porque
se formaría un Bloque de Poder regional invencible.
Ambas estrategias
han sido cortadas de raíz por la operación militar rusa en Ucrania, que en la
práctica se ha transformado en un protectorado de Washington, encabezado formalmente
por un comediante profesional, el señor Zelensky.
Los contactos,
clandestinos en un principio, de
Biden con
Beijing, solicitando que China se distancie de Putin (como informó el New York Times) no solo fueron
rechazados por el Partido Comunista de
China, sino que esa información fue entregada a su aliado estratégico ruso.
En realidad, hoy NO hay nada que el imperialismo occidental pueda hacer para salvar a su gobierno títere en Kiev. Más allá de la propaganda mediática ahora todos sabemos que Rusia tiene misiles hipersónicos imposibles de detectar por occidente. Esta moderna tecnología ha transformando a las Fuerzas Armadas de Rusia en la más poderosa del mundo, capaz de derrotar al ejército estadounidense y a la OTAN, tanto en el campo de las armas estratégicas como en una guerra convencional.
La profecía de la autodestrucción
George Kennan, el estratega estadounidense más brillante del siglo XX,
quien formuló en 1947 la estrategia de “contención” para
derrotar a la URSS, observó con horror
la imparable expansión del imperialismo estadounidense y sus títeres europeos hacia las fronteras de
Rusia.
En un artículo profético en el New York Times en 1997, Kennan advirtió que la expansión hacia las fronteras de Rusia
“sería el error más
fatídico de la política estadounidense en toda la era posterior a la Guerra
Fría”.
Y también previó las
consecuencias. El programa expansionista de la OTAN:
“obligaría a Moscú a
buscar garantías de seguridad y futuro realizando alianzas con otros países”.
Esta búsqueda de seguridad y futuro generó la actual alianza estratégica con China, cuyo acuerdo para impulsar un nuevo orden mundial multipolar fueron explicitados por Putin y Xi en su Declaración Conjunta el 4 de febrero de 2022 en Beijing.
Treinta años de mentiras y agresiones de
Washington
“La OTAN no se
extenderá ni formal ni informalmente al Este”, fue el compromiso que asumió Washington en las negociaciones sobre la reunificación alemana y el retiro de
las tropas soviéticas, en 1991,
según consta en múltiples documentos firmados por representantes de Estados Unidos,
Francia, Alemania Unidos y Gran Bretaña que ahora son de dominio
público (Véase, por ejemplo, la revista
alemana Der Spiegel, 8/2022).
Pero, como suele ocurrir con las solemnes palabras y compromisos del
imperialismo, las obligaciones contraídas
no valían ni el papel en que fueron escritas.
Cuatro años más
tarde, en 1995, Washington y la OTAN, bajo el mando del presidente Bill Clinton,
bombardearon a las fuerzas serbias en Bosnia y Herzegovina. Un millar de aviones de combate realizaron más de 38.000 ataques aéreos contra fuerzas serbias, desde bases en Italia y Alemania y buques de guerra estadounidenses en el Mediterráneo, sin autorización del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Es decir, fue un claro acto de guerra de
agresión y violación del derecho internacional.
En marzo de 1999, Bill Clinton y la OTAN llevaron a cabo una nueva campaña de bombardeos contra Serbia, creando en 2008 el flamante estado de “Kosovo”, que hoy no es más que un centro logístico del Pentágono, la OTAN y, del narcotráfico internacional.
En 2004, la organización bélica imperialista (la OTAN)
dio un salto cualitativo hacia las fronteras rusas, con la aceptación de siete países de Europa Central y Oriental:
Bulgaria,
Estonia, Letonia, Lituania, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia. En 2008 se
sumaron a la OTAN;
Polonia, Hungría y la República Checa. Un año después le siguieron Albania y Croacia y, desde el 2017
al 2020, Bosnia
y Herzegovina y Macedonia del Norte.
De esta forma, la OTAN, supuestamente establecida para
la defensa del Atlántico Norte
creció de sus 12 miembros fundadores a
los 30 actuales, cinco de los cuales comparten fronteras con Rusia (Estonia, Letonia, Polonia,
Lituania y Noruega) violando de manera flagrante los acuerdos contraídos
con Rusia en 1990-91 y los principios básicos para la seguridad de
esa potencia mundial.
Washington ignoró por años todas las advertencias de Putin
sobre los peligros que entrañaban el expansionismo
de la OTAN en Europa oriental. El presidente
ruso lo expresó abiertamente en un discurso en la Conferencia de Seguridad de Múnich en 2007. Sin embargo, el cáncer imperialista continuó
acercándose a las líneas rojas de la
seguridad nacional de Rusia, tal
como lo temía Kennan.
Kennedy y Putin
En octubre de 1962,
el presidente John F. Kennedy notificó a los ciudadanos estadounidenses que habían misiles soviéticos con armas nucleares en Cuba y que había
decidido el bloqueo naval de la isla
para neutralizar una “amenaza a la seguridad nacional
estadounidense”
Durante 13 días el
mundo estuvo al borde del holocausto nuclear,
hasta que el líder soviético Nikita Khrushchev ofreció
retirar los misiles a cambio que Washington
prometiera no invadir Cuba y
que retirará (en secreto) los misiles estadounidenses ubicados en Turquía.
El equivalente de ese acuerdo histórico para Ucrania es el Acuerdo de Minsk y la declaración de neutralidad de Ucrania. Pero ni la oligarquía ucraniana ni el complejo militar-industrial estadounidense, que dirige y supervisa la política internacional de Washington, tenían la menor intención de utilizar los mecanismos de distensión disponibles, porque necesitaban una confrontación militar con Rusia para acabar con el gasoducto Nord Stream 2 y, con suerte, abrir una brecha entre Moscú y Beijing que estaban avanzando exitosamente en la construcción de un nuevo orden mundial multipolar.
Cuba y Ucrania
La razón militar esgrimida por Kennedy es conocida en las ciencias militares como “profundidad estratégica necesaria para la
defensa de un país”. Es la misma razón que obligó a Putin a realizar la operación militar en
Ucrania.
El cerco militar y
acoso a Rusia ya era inaceptable
por lo menos por los siguientes factores: la
integración solicitada de Ucrania en la OTAN; la agresión
militar permanente contra Donbass; la discriminación y represión de 8 millones de ciudadanos de habla rusa,
el sabotaje sistemático de los Acuerdos de Minsk; el peso creciente de
las fuerzas neonazis y, el intenso despliegue de armas y entrenadores del
Imperio.
Todos estos factores
generaron una amenaza estratégica que ningún mandatario ruso podía ignorar. En otros términos, la extensión de la OTAN
se transformó en una cuestión de
vida o muerte para la defensa de la nación. Y, desde el punto de vista
histórico la llamada” profundidad
estratégica” del espacio ruso es
el factor que salvo al país eslavo en las invasiones de Napoleón y Hitler. En rigor, es el mismo argumento que usó Kennedy en su bloqueo naval a Cuba.
Putin y la contrarrevolución de color
En resumen: la “operación militar especial” de Putin para defender a la gente de Donbass, de una inminente ofensiva del régimen neonazi de Kiev (que ya se ha cobrado 14.000 vidas en la región) no sólo está plenamente justificado en el derecho internacional por el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, sino que es plenamente coherente con la praxis militar y la doctrina de legítima defensa de los Estados ante una amenaza inminente proveniente de un Estado vecino o de fuerzas enemigas.
Guerra secular contra Rusia y China
A pesar de la
sistemática campaña de mentiras de los medios
de desinformación occidentales, cada
vez está más claro, que el conflicto en Ucrania es
parte de una guerra secular de agresión
del imperialismo occidental contra Rusia y China, está comenzó en 1918 con una invasión militar
estadounidense en Siberia contra la Revolución Rusa ( esta como sabemos, fue derrotada sin apelación por
el Ejército Rojo)
y prosiguió después de la Segunda Guerra
Mundial con la guerra de Corea
que tenía como objetivo “contener” a
China
Hoy, la agresión
imperialista continúa contra China y Rusia. Occidente pretende desmembrar Rusia utilizando
el expansionismo de la OTAN y ha tratado de organizar un golpe de Estado contra el presidente Xi
Jinping de China. Esta última
cuestión la ha exigido públicamente los medios de comunicación de Rupert Murdoch y George Soros.
Pero, mientras Rusia y China continúen manteniendo su alianza estratégica defensiva contra los agresores esta guerra imperialista secular está destinada al fracaso. Defender esta alianza es tarea de todo aquel que busque superar la era de la pos-verdad y
del fracasado “siglo americano”, que lo que ha pretendido es eternizar el poder imperial
limitando la soberanía de las naciones y la emancipación de la humanidad.
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Publicado por Humberto Herrera Cartés.
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