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“La
calculada apuesta de Trump. El presidente estadounidense Donald
Trump declaró públicamente
que no
estaba involucrado en el ataque, pero afirmó que lo comprendía y apoyaba a Israel.
Su enviado todavía estaba camino a Omán
para mediar entre Irán y Estados Unidos. Pero Trump no marcó ninguna ‘línea roja’ a Netanyahu, lo que
permitió a Israel ejecutar el ataque
sin una verdadera oposición desde Washington.
El apoyo de Trump a Israel es llamativo,
dado que al mismo tiempo apuesta por una mejor relación económica con Arabia Saudita y los Estados del Golfo, unos países que en los últimos años han buscado un acercamiento a Irán. El ataque israelí –y la actitud inflexible respecto a Gaza, además del rechazo a una solución
de dos Estados– pone en peligro esos esfuerzos diplomáticos. Los bombardeos a Irán sabotean
las negociaciones previstas con Irán.
La prioridad de Trump en este
momento es debilitar a Irán, aunque
ello dañe temporalmente las relaciones con los Estados del Golfo.
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ISRAEL BOMBARDEA A IRÁN:
LA ESCALADA AMENAZA CON
INCENDIAR ASIA OCCIDENTAL.
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Por | 14/06/2025 | Palestina y
Oriente Próximo
Fuentes. Revista Rebelión sábado 14 de junio del 2025.
Traducido del neerlandés por el autor
Tras
los intensos bombardeos de Israel sobre Irán el 13 de junio, Asia Occidental
parece nuevamente al borde de una guerra abierta. ¿Qué motiva a Netanyahu a
lanzar este fuerte ataque y qué consecuencias más amplias tiene, tanto
militares como económicas?
En
la madrugada del viernes 13 de junio Israel
llevó a cabo una operación aérea a gran escala sobre Irán bajo el nombre en clave de Rising Lion. Según el ejército israelí, se trataba de un “ataque preciso y preventivo” contra instalaciones nucleares iraníes.
Pero los misiles también impactaron barrios residenciales en Teherán, Isfahán y otras provincias. Según medios iraníes,
murieron al menos 50 personas, entre
ellas mujeres, niños y destacados
científicos. Entre los fallecidos están Hossein Salami, comandante de la Guardia Revolucionaria, Mohammad Bagheri, jefe del Estado Mayor
del ejército iraní, y varios científicos
nucleares iraníes.
No es la primera vez que Israel ataca militarmente a Irán. En el pasado ya bombardeó instalaciones militares y nucleares, y se asesinó a altos mandos y a científicos nucleares, pero esta es la mayor agresión directa del Estado sionista contra Irán.
Una
escalada en un polvorín
Irán respondió con el lanzamiento de cientos de drones Shahed
hacia Israel. El líder iraní Jamenei
calificó la acción de “sucio crimen”
y prometió una “represalia dura y decisiva”.
Es
de destacar que el ataque coincidió con una próxima nueva ronda de
negociaciones entre Irán y Estados Unidos sobre el
acuerdo nuclear. Según diversas
fuentes, Israel busca torpedear esas conversaciones y debilitar militarmente a Irán antes de que se llegue a una
solución diplomática.
La
supuesta amenaza de armas nucleares iraníes carece de
credibilidad. Israel sabe que Irán no tiene capacidad para ello. Lo que probablemente busca provocar con esta
guerra es un conflicto en toda Asía
Occidental para comprometer así militarmente a Estados Unidos y a la OTAN ‘en defensa de Israel’.
El
ataque también parece estar motivado por presiones internas. Más de 1.300 oficiales militares jubilados
pidieron el mes pasado el fin de la “guerra
política en Gaza” y advirtieron que esta podría llevar a los soldados israelíes a cometer crímenes de guerra.
Una petición similar firmada por más
de 2.500 artistas, escritores y
activistas por la paz condenaba la “guerra de engaño” y afirmaba que una guerra en la que han muerto más de 15.600 niños y niñas no puede ser moral.
En
este contexto,
el grupo de izquierda Standing Together
organizó la semana pasada una marcha contra la guerra de tres días
desde Tel Aviv hasta la frontera con Gaza,
una protesta que habría sido impensable
al principio del conflicto.
En
todo caso, el ataque a Irán brinda a Netanyahu una oportunidad de
desviar el debate. Al enfocar la atención en un enemigo externo, intenta silenciar las críticas cada vez mayores su
liderazgo y ganar apoyo en
nombre de la ‘seguridad nacional’.
La
calculada apuesta de Trump.
El
presidente estadounidense Donald Trump
declaró públicamente que no estaba involucrado en el ataque,
pero afirmó que lo comprendía y apoyaba a Israel. Su enviado todavía estaba
camino a Omán para mediar entre Irán y Estados Unidos. Pero Trump
no marcó ninguna ‘línea roja’ a
Netanyahu, lo que permitió a Israel
ejecutar el ataque sin una verdadera oposición desde Washington.
El
apoyo de Trump a Israel
es llamativo, dado que al mismo tiempo
apuesta por una mejor relación económica con Arabia Saudita y los Estados
del Golfo, unos países que en los
últimos años han buscado un acercamiento a Irán.
El ataque israelí –y la actitud
inflexible respecto a Gaza, además
del rechazo a una solución de dos
Estados– pone en peligro esos
esfuerzos diplomáticos.
Los bombardeos a Irán sabotean las negociaciones previstas con Irán. La prioridad de Trump en este momento es debilitar a Irán, aunque ello dañe temporalmente las relaciones con los Estados del Golfo.
Relación
de fuerzas militares.
La relación de fuerzas militar entre ambos países no es insignificante. Según datos del reconocido Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, Irán cuenta con
más de 600.000 soldados activos, una cantidad considerablemente
mayor que los aproximadamente 170.000
efectivos activos de Israel.
Irán
posee miles de tanques, unidades de
artillería y una fuerza aérea con más de 300
aviones de combate. Israel, por
su parte, tiene una fuerza armada
tecnológicamente avanzada que incluye 345
cazas modernos y el famoso sistema de defensa
aérea Iron Dome, capaz
de interceptar misiles entrantes. Sin embargo, un ataque masivo de Irán –especialmente con información precisa sobre objetivos israelíes vulnerables– podría poner a prueba seriamente ese escudo
defensivo.
Ambos
países poseen misiles balísticos de gran alcance. Israel cuenta con el Jericho-3, que puede alcanzar más de 6.000
kilómetros. Irán tiene los misiles Sejjil y Khorramshahr, con un
alcance de hasta 2.000 kilómetros.
Según estimaciones internacionales, Israel dispone actualmente de unas 90 ojivas nucleares. Irán, en cambio, no posee armas nucleares, aunque cuenta con un avanzado programa
nuclear. El líder iraní, el ayatolá
Jamenei, prohibió la producción de
armas nucleares mediante un decreto religioso, pero recientemente Irán advirtió que podría revisar su doctrina nuclear si la existencia del
país se ve amenazada.
Irán afirma haber obtenido información sensible y detallada sobre
instalaciones nucleares secretas de Israel.
Según el Consejo Supremo de Seguridad
Nacional de Irán, esta información les permite llevar a cabo una represalia “proporcional” en caso de un ataque israelí y atacar de
inmediato ubicaciones nucleares
israelíes ocultas. El objetivo de ese mensaje parece ser tanto disuadir
como preparase para una posible escalada hacia una guerra directa entre un Estado nuclear existente y uno potencial.
Posible
escalada.
Irán dispone
de varias opciones para responder a los bombardeos israelíes, sin necesidad de atacar directamente. A través de aliados como Hezbollah, los hutíes o las milicias chiíes
en Irak y Siria, puede lanzar ataques contra bases militares estadounidenses, objetivos israelíes o posiciones estratégicas en la región.
También son posibles actos de sabotaje o
ciberataques contra infraestructuras occidentales.
Un
escenario especialmente preocupante sería un ataque a instalaciones petroleras en la región,
que podría disparar el precio del petróleo y perjudicar a la economía mundial. Irán ya ha amenazado anteriormente
con bloquear, en caso de agresión grave, el Estrecho de Ormuz, un paso marítimo fundamental para el petróleo. De modo que las tensiones actuales aumentan el riesgo de una escalada
regional más amplia que tendría consecuencias
económicas globales.
Una
huida hacia adelante.
Desde
Australia hasta China
se han alzado fuertes críticas del ataque israelí. El secretario general
de la ONU advirtió de una “escalada peligrosa” y llamó a la
máxima moderación.
Las
consecuencias
económicas también pueden ser graves. El precio del petróleo se disparó más del 7% tras el ataque. Una escalada adicional –especialmente si Irán atacara infraestructura petrolera en la región– podría
desestabilizar los mercados del petróleo. Así, un conflicto regional podría causar graves daños a la economía mundial:
aumentos de precios y una posible recesión.
Netanyahu opta por huir hacia adelante con estos bombardeos.
Es un intento temerario de bloquear una vía diplomática, acallar la oposición interna y mantener el dominio geopolítico en una región
en la que están cambiando las relaciones
de poder.
La
comunidad internacional
debe hacer algo más que advertir. Es hora de aplicar sanciones diplomáticas y económicas concretas a Israel. No es posible una relación
normal con un Estado que desprecia
el derecho
internacional, comete un genocidio, bombardea a sus vecinos y se
arriesga deliberadamente a provocar una guerra regional. Solo una fuerte presión por medio de
embargos de armas, restricciones comerciales y aislamiento diplomático
puede hacer que rinda cuentas este
régimen agresivo.
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