jueves, 31 de marzo de 2011

EL CONFLICTO DE LA DEMOCRACIA. Tensión política en las élites dominantes. El peligro por los poderes fácticos globales.

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La democracia vivifica los valores de libertad e igualdad, justicia y dignidad – los valores históricos de la Modernidad, que vienen desde La Ilustración del siglo XVIII - en tanto se construye en torno a un edificio institucional en el escenario nacional de la heterogeneidad social, la diversidad cultural y la profunda desigualdad territorial. No hay derechos ni valores que valgan en donde no hay reglas que dirijan el ejercicio de los primeros y protejan la existencia de los segundos. Las instituciones no sólo son estructuras que promueven el ejercicio del poder, sino que son también los límites de ese ejercicio. La democracia es así, por encima de cualquier deseo, un procedimiento, un proyecto y una esperanza. Por ello el sistema democrático, para nosotros por ser “La democracia es el menos malo de los regímenes políticos” constituye una ilusión, una esperanza y una utopía a realizarse, en Un Mundo que sí es posible: de un Perú Nuevo, que no es copia ni calco, pero si creación heroica de nuestro pueblo.

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"No estoy de acuerdo con tus ideas, pero defiendo tu sagrado derecho a expresarlas".
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Conflicto en la Democracia. Tensión política en las élites dominantes. ***


Los medios de comunicación y los poderes fácticos


globales ponen en peligro la Democracia.


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La democracia es un régimen que vive en tensión permanente. En el conflicto constante y latente de conciliar los derechos individuales que existen en los entornos comunitarios de una “gobernanza” ancestral.

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Pablo Raúl Fernández Llerena.

Sociólogo. Politólogo.


“La democracia es el menos malo de los regímenes políticos


"La esperanza favorece la emergencia de nuevas utopías, que deben ser traducidas a proyector políticos y culturales que señalen las bases de una nueva sociedad. Eso implica el rescate de los valores éticos, del sentido de justicia social, de las prácticas de solidaridad y compartimiento y del respeto a la tierra, a la naturaleza, a la solidaridad de los pueblos, en suma se trata de un desafío también de orden espiritual en la línea de lo que pregonaba el Profesor Milton Santos, de que debemos priorizar los “bienes infinitos” y no los “bienes finitos”. Frei Betto.


La democracia es un espacio político que se presume plural. Se afirma que la democracia hace viable la convivencia de lo diferente frente a la imposición dictatorial que uniforma a la sociedad. Se califica como el espacio que no sólo permite sino propicia la participación ciudadana, el asociacionismo, la solidaridad y cohesión social y política. En suma, la democracia se presenta como el régimen político donde los diferentes conviven en igualdad de trato y donde los ciudadanos son quienes determinan los límites y alcances de sus gobiernos.


Pero la democracia es un espacio institucional que también genera incentivos perversos, excluyentes y liquidadores. La nueva izquierda peruana y latinoamericana, está abriendo espacios de trabajo, de reflexión, de diálogo, de propuesta y alternativas que son fundamentales, que son referentes indispensables, en nuestro camino compartido para elaborar un proyecto alternativo de Desarrollo Nacional, - calidad de vida de nuestra población - para organizar la esperanza y rescatar la utopía de un Perú que nos pertenece en nuestra América.


La democracia vivifica los valores de libertad e igualdad, justicia y dignidad en tanto se construye en torno a un edificio institucional en el escenario nacional de la heterogeneidad social, la diversidad cultural y la profunda desigualdad territorial. No hay derechos ni valores que valgan en donde no hay reglas que dirijan el ejercicio de los primeros y protejan la existencia de los segundos. Las instituciones no sólo son estructuras que promueven el ejercicio del poder, sino que son también los límites de ese ejercicio.


La democracia es así, por encima de cualquier deseo, un procedimiento, un proyecto y una esperanza.. Los procedimientos de la democracia no contienen valores en sí mismos porque estarían allí, atentando contra el pluralismo que le da sentido como proyecto político. Los procedimientos de la democracia son en este sentido, neutrales, autónomos. El Estado democrático no puede sino encauzar las pasiones humanas con el objetivo de proteger los derechos del ciudadano(a) y fomentar la convivencia en la resolución pacífica de los conflictos sociales, donde la información-comunicación, diálogo-consenso y concertación resolución sean las herramientas democráticas fundamentales.. A través de mecanismos electorales respeta el peso relativo de los ciudadanos como iguales: un ciudadano un voto.


A través de elecciones periódicas intenta atar a los gobernantes a responder a los intereses de los ciudadanos. A través de mecanismos de transparencia reduce las asimetrías de información entre aquéllos que ejercen el poder y los otros que lo delegan. A través de la competencia electoral colabora para traducir las preferencias de los ciudadanos en decisiones políticas. Las elecciones competitivas y la distribución de los espacios de poder limitan a las mayorías y protegen a las minorías. Pero en este mecanismo que le da vida, la democracia es aún imperfecta en la realización de sus objetivos.


Los ciudadanos no piensan igual y los gobernantes atienden a sus electores y no a sus gobernados. Las minorías desplazadas del poder pueden o no encontrar los mecanismos para expresar sus demandas. Las mayorías que lo detentan (por lo menos hipotéticamente, a través de sus representantes) pueden o no ser afectadas por las minorías que las restringen. La democracia tiene en su método de elección el caldo de cultivo para las acciones autoritarias al mismo tiempo que las inhibe. Las elecciones no pueden ser el único mecanismo institucional de la democracia porque resultaría rebasado por realidades sociales complejas y comunidades plurales.


Deben existir mecanismos que, en el ejercicio del poder, den oportunidad de estrechar la comunicación entre políticos y ciudadanos y de imponer el respeto como norma entre estos últimos. La protesta pública no es sólo una consecuencia de la tolerancia democrática sino un pilar de su existencia. Sin embargo, en nuestro país, parece ser también el enemigo de la estabilidad y el martirio de las libertades. La realidad política del país demanda definiciones respecto a los límites de las instituciones electorales y la protesta social. Instrumentos que deberían ser complemento se perciben enemigos.


Es fundamental recuperar la confianza social, la credibilidad pública y la legitimidad institucional, con la finalidad de que la democracia no se asfixie políticamente en sus propios errores. Es urgente abrir nuevos espacios sociales, nuevos contextos políticos, con la finalidad de que nuestro sistema democrática, democratice la propia democracia, profundizando herramientas sociales y políticas como la lucha contra la cultura del secreto, la corrupción, hacer del accountability un instrumento democrático de rendición de cuentas que hoy en la coyuntura de las Tres Crisis Globales, multidimensionales - crisis económico-financiero-especulativa; crisis del cambio climático global. Crisis hídrica y crisis de la confianza – política, moral, social, cultural, ambiental - fortalece las instituciones y recupera progresivamente la legitimidad no sólo de entrada o constitucional, - producto de las elecciones - sino la legitimidad de trabajo, durante el tiempo de vigencia institucional, representativa, liderazgo o conducción y finalmente lo más importante certifica la legitimidad de salida o de termino de representación.


Entre las mayorías y las minorías existe siempre un conflicto. La solución sin embargo radica en la continuidad de las instituciones como sistemas neutrales que dirigen la convivencia pacífica, en la modernización o actualización institucional con la finalidad de ir recuperando progresivamente la Confianza social desde la nueva y emergente sociedad civil y la confianza institucional, como garantía de credibilidad desde la Opinión Pública.


En la actual coyuntura política nacional, considero que el peligro latente en los ciudadanos(as) electores es que se vuelvan a cometer los mismos errores políticos del pasado que han conducido a la democracia a tener una aceptación mínima y un fuerte rechazo en la juventud y en especial en los sectores sociales de mayor conflictividad: sectores urbano marginales, empobrecidos, migrantes, desempleados, excluidos, marginados en su mayoría, pero también con un fuerte sector emergente y emprendedor; los amplios y mayoritarios sectores andinos de las comunidades campesinas, donde el Estado históricamente no está presente, y si “llegó” solamente es en forma deficiente, no respetando sus derechos y avasallando sus más elementales condiciones de vida. Igualmente sucede en el sector social del mundo originario Amazónico, definitivamente el Estado, llegó en forma autoritaria, vertical y represiva, para violentar sus derechos ciudadanos por encima de Convenios y Tratados Internacionales que protegen y garantizan el derecho a la consulta previa sobre las formas y condiciones de desarrollo.

Otro serio peligro político, es caer nuevamente en los escabrosos ámbitos de la Democracia Delegativa, en el sentido que como ciudadanos electores otorgamos “un cheque en blanco” por cinco años que dura la representación a nuestros políticos: Presidente, Vice-Presidentes, Congresistas, con el falso argumento que la política es sucia, es corrupta, que sólo son elegidos para ir a robar, negociar son ser parte de los grandes lobbies. Nuevamente volvemos a elegir por otros cinco años. Pero en el proceso que dura la representación el Político tiene las manos libres para hacer con nuestra representación lo que beneficie absolutamente a sus nefastos intereses de grupo o muy simple de élites burocráticas de su entorno o a mafias que ingresan y trabajan en el campo de la anti-política. Si elegimos a nuestros representantes, tenemos extraordinarias herramientas democráticas para hacerles un seguimiento político a fin de que cumplan con lo prometido y en lo fundamental desempeñen una carrera política con ética, moral y fuerte compromiso social con sus electores.

Es necesario y fundamental recuperar la Confianza personal – que el ciudadano se sienta representado con sus políticos, que la comunicación, consulta e información sea permanente – Confianza social, desde la sociedad civil, con el objetivo de que los grupos o sectores sociales que lo eligieron cada día asuman mayor compromiso y responsabilidad con sus representantes que sí trabajan en beneficio de la sociedad y el compromiso que asumió se fortalezca y consolide el camino de la política y la propia democracia; y Confianza Institucional, sobre todo si hay garantía, ética y responsabilidad en su trabajo político-parlamentario la opinión pública será la mejor garantía de reconocimiento, alta credibilidad política y tener la legitimidad pública que consolide las instituciones básicas y fundamentales para la institucionalidad del sistema democrático.


La atención de las demandas ciudadanas es un elemento sustantivo de la democracia del mismo modo que el respeto a los derechos de las minorías. La autonomía e independencia de las instituciones debe ser el instrumento que distinga entre demandas legítimas y abusos autoritarios, a través de un solo criterio: el respeto de los derechos individuales y el reconocimiento de los múltiples y complejos escenarios comunitarios en nuestro país con una realidad profunda y extensamente multipolarizada.


La democracia en nuestro país, tiene una deuda social pendiente, el no abordar seria y profundamente la desigualdad económico-social. No es sólo que las políticas sociales estén dirigidas para aliviar, disminuir o erradicar la pobreza, más allá de esta realidad existe un escenario dramático e inhumano, generador de conflictividad: desocupación y sub-ocupación, desnutrición infantil, deserción escolar, sistemas de salud obsoletos y concentrados mayormente en las ciudades – el mundo rural andino y el mundo nativo-originario sigue con sus prácticas ancestrales – agua , luz, comunicación, servicios públicos, migración, seguridad ciudadana, el Estado o está ausente o es tan débil y crítica su presencia, situación que provoca mayor conflicto, rechazo y cuestionamiento. La democracia no realiza una voluntad popular porque no existe tal realidad.


La democracia es el régimen político que para generar la convivencia de lo diferente establece el reconocimiento del individuo como sujeto de derechos ciudadanos civiles, sociales, políticos, aún están ausentes o son muy precarios el reconocimiento de los derechos culturales, étnicos, hacia una ciudadanía diferenciada. El pluralismo sin embargo es una realidad social, comunitaria y participativa. En este sentido, la democracia es un régimen que vive en tensión y conflicto multipolarizado. En el conflicto constante y latente de conciliar los derechos individuales que existen en entornos comunitarios, desplazados, excluidos, marginados, diariamente reprimidos, negados y violentados desde los derechos de Ciudadanos “citadinos” supuestamente de primer nivel o “ciudadanos de primera clase”, realidad contradictoria que polariza el conflicto.


Es una verdad que el desprestigio de las instituciones tutelares, vuelve la democracia más débil y menos creíble y sobre todo pierde la Confianza, este poderoso mal social y política de las instituciones en el siglo XXI. En este marco, el Congreso de la República viene dando un penoso ejemplo de vandalismo político con la conducta de un selecto número de sus miembros, los “mata perro”, los “come pollo”, los “lava pies”, los “roba luz”, los “urones”, los “plancha camisas”, los “mudos”, los “tránsfugas”, los “ topos”. Igualmente otras instituciones públicas tutelares y constitucionales son hoy centro de corrupción, burocracia, ineptitud, ineficiencia, etc. El toma y daca en su más puro estilo mafioso han – o se está - instalando los sucesivos gobiernos en las dos últimas décadas – salvo la transición política - al costo de retrotraer la precaria democracia peruana a la década del noventa y la imagen internacional del Perú a la de “una república bananera” o de un Estado Inviable, un “Estado canalla” o de un Estado acosado por la poder de la economía criminal y el narcotráfico.


Las instituciones democráticas tienen aquí una extraordinaria responsabilidad con la Historia y el futuro de nuestro país. Que el sistema democrático y el nuevo proceso electoral nacional sirva fundamentalmente para recuperar los derechos laborales – derecho al trabajo decente y de calidad, salarios dignos, 8 horas de trabajo, sindicalización, negociación colectiva, eliminación de services y las “nuevas” formas de esclavización salarial, la flexibilización laboral o innumerables formas de contratos sin derechos elementales, etc – derechos sociales – educación, salud, agua, luz, servicios, seguridad pública, atención a la niñez, pensiones al adulto mayor, etc -. Que la democracia en el siglo XXI, se fortalezca y consolide teniendo como pilar y columna vertebral el reconocimiento y vigencia de los derechos sociales y políticos ciudadanos y constitucionales.


Un amigo me recordaba ayer una frase que tiene plena vigencia en el Perú de hoy: “para cambiar las cosas que hacen los hombres, primero hay que cambiar a los hombres que hacen las cosas”. ¿Aprenderemos a elegir bien?. No, dejemos que nos sorprendan una vez más con la mentira, la calumnia, el ofrecimiento barato y corrupto, estemos atentos sobre toda manipulación pública, ante la influencia poderosa de los nuevos “amos políticos” del siglo XXI, el poder fáctico de los medios de comunicación televisivos.


Sí aprendemos a elegir bien, estaremos construyendo y forjando líderes sociales y humanistas, no para las próximas elecciones, sino para las próximas generaciones, apostando por recuperar el mundo que nos pertenece, asumir el compromiso moral y ético por nuestro futuro, en especial “para los que no tenemos creencias, la democracia es nuestra religión” y en nuestras manos se transforma en la más poderosa herramienta para forjar y construir un Perú Nuevo en un Mundo Nuevo.


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Arequipa, patrimonio cultural de la Humanidad. 31 de marzo del 2011.

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